Con gran
inteligencia –malvada inteligencia- los enemigos de la Iglesia han sabido
ubicar en la cúspide a un personaje hecho a medida para la destrucción deseada.
Ya sea que León sepa o no exactamente lo que está haciendo, puesto que formado –o
deformado- enteramente en las nuevas ideas surgidas del Vaticano II, es un
creyente fervoroso de esta Iglesia conciliar ahora evolucionada en sinodal, o
ya sea un logiado que conoce bien la agenda masónica y la aprueba, lo cierto es
que todo se ha acelerado, pues va de acuerdo con el derrotero de los
globalistas que para apresurar su gobierno mundial deben primero llegar a
concretar su “Religión mundial”. Ese mismo sentido “religioso” se le ha dado a
la falsa “paz” concretada en Gaza, luego de haber masacrado a los gazatíes. Lo
que les resta para concretar la paz dentro de la iglesia sinodal, es terminar
de domesticar o de extinguir a los molestos tradicionalistas. Tarea que
obviamente les resulta más difícil. Pero un papa que no sea chocante como Bergoglio,
sino atildado y con buena sastrería como Prevost, puede hacerlo posible. Por lo
pronto ya se puso en el bolsillo a sus aliados sodomitas, que odian a muerte a
los tradis. Y ya ha acallado a los conservadores, que se esperanzan con algún gesto
de apertura. Pero pese a autorizar una publicitada misa tradicional en San Pedro,
sus agentes norteamericanos están persiguiendo la misa tridentina por todo
aquel país.
Los
acontecimientos en la Iglesia corren a la par de los acontecimientos políticos
que la Sinagoga va desarrollando. Nos esperan años muy movidos. Nuestra mirada va
hacia Nuestra Señora de Fátima, y lo que acontezca con Rusia. Allí se decide
todo.
Dios nos
conceda pronto un papa católico que haga la consagración de Rusia al Corazón
Inmaculado.





