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martes, 25 de marzo de 2025

NOTAS SOBRE LA GUERRA DE LA OTAN CONTRA RUSIA EN UCRANIA Y OTROS ESCENARIOS DE LA POLÍTICA MUNDIAL – 22-03-2025

 


 

Por LUIS ALVAREZ PRIMO

 

Las élites occidentales tienen un fuerte deseo permanente de congelar un estado injusto de las relaciones internacionales. Se han atiborrado durante siglos de carne humana y dinero, pero su festín vampírico está llegando a su fin”.

Vladimir Putin

 

      Donald J Trump es en cierto sentido una figura trágica. Más allá de su histrionismo y de su estética política típicamente estadounidense-- es decir, frívola y superficial, pero con frecuencia fría e implacablemente cruel--, en innumerables ocasiones, el actual presidente de los EE.UU. ha declarado que quiere la paz y no la guerra. Su temperamento y su carácter, su personalidad extrovertida y sanguínea lo inclinan genuinamente a la paz social donde puede practicar el juego que más le gusta y conoce: el “toma y daca” del mercader, el activismo y los afanes del hombre de negocios, por definición, alejado del hábito contemplativo de las realidades más elevadas (propio también de hombres políticos como Antonio de Oliveira Salazar, un General Franco o el mismísimo Vladimir Putin) que son las que permiten descubrir la real medida de las cosas de este mundo. Trump no comprende, aunque a veces parece intuirlo, que las exigencias de la alta política y los asuntos de estado son de otra naturaleza, que requieren hábitos intelectuales y morales que el mercader capitalista no tiene. Concretamente, Trump está preso de su circunstancia, de la cual no sabe, no puede o no quiere liberarse.

    ¿Cuál es esta circunstancia?

     El lobby de Israel en los EE.UU.

Los judíos en los Estados Unidos controlan la cultura, y el lobby de Israel controla la política exterior estadounidense (J.Mearsheimer/ S. Waltz), en función de los delirantes intereses mesiánicos materialistas judíos. Esto se entiende mejor con la lectura de una obra única e indispensable: “El Espíritu Revolucionario de los Judíos y su Impacto en la Historia Mundial” del erudito historiador estadounidense E. Michael Jones.

    Trump quiere la paz, pero hace la guerra. El psicópata Netanyahu, el rabinato y los oligarcas judíos (Adelson, Singer, Soros et alia) tienen voluntad más fuerte que él y lo doblegan. Si Trump tuviera la lucidez y el coraje necesarios, prevalecería para defender el interés estadounidense primero y no el de Israel (“America First”, no “Israel First”). Pero Trump no está rodeado de gente realista que con firmeza le advierta el error de algunas de sus decisiones.  Por ejemplo, el terrible bombardeo de Yemen de estos días ha provocado la muerte más de 400 civiles, mujeres y niños. Trump se ha convertido en un genocida criminal de guerra tal como sus predecesores. Los aguerridos houties defienden a su propio pueblo y al pueblo palestino frente al criminal gobierno israelí. Exigen la apertura de Gaza a la ayuda humanitaria hoy bloqueada por Netanyahu. Los houties atacan los barcos israelíes en el Mar Rojo, pero no objetivos civiles en Israel. Pudiendo poner límites al genocidio palestino, Trump ha permitido que Netanyahu reanude los bombardeos en Gaza y en el sur del Líbano causando decenas de muertes de civiles inocentes. (El número de víctimas mortales de las hostilidades reanudadas por Israel en la Franja de Gaza el 18 de marzo ascendió a 634 y 1.172 heridos, según el ministerio de salud gazatí, y según la misma fuente, desde el inicio de la operación militar israelí en octubre del 2023, el número total de muertos ascendió a 49.747 con 113.213 heridos y gravemente heridos).

      Alejándose del Premio Nobel de la Paz, Trump pasará a la historia como otro belicista genocida más al igual que sus antecesores responsables de los genocidios en Iraq, Siria y Libia. Estos graves errores costarán caro a Trump y a los EE.UU. que saldrán nuevamente derrotados, más allá de sus crímenes y masacres. La arrogancia y la ignorancia de la historia no se llevan bien con la prudencia política arquitectónica, virtud de la que, providencialmente, está dotado y pone de manifiesto a cada paso Vladimir Putin.

    El papa Francisco, a quien no le falta capacidad para discernir el talante de sus interlocutores, destacó en una ocasión circunstancial y como al paso, a su estilo, la cultura y el refinamiento intelectual de Putin. En una reciente entrevista de Tucker Carlson, el rico abogado judío Steve Wytkoff, amigo y mediador de Trump para las negociaciones con Rusia sobre el cese del fuego, acordado hace unos días, así como el intercambio de 175 prisioneros de cada parte, contó una anécdota: un agente de la CIA se le acercó para decirle que tuviera cuidado con Putin porque siendo joven, se incorporó a la KGB en una época en que  a la KGB sólo ingresaban los más capaces y brillantes y que, por lo tanto, corría riesgo de ser manipulado. (Aquí Tucker Carlson, cuyo padre fue un alto funcionario de la CIA, estalló en una carcajada y exclamó: “¡un agente de la CIA hablando de manipulación!”).  Wytkoff concluyó diciendo que Putin es “super smart” (extremadamente inteligente).

     Los hechos muestran que Putin tiene mucho más que un elevado IQ. Es un estadista con gran apego al derecho y conocimiento de la historia, que, además, sabe rodearse de los mejores. Serguey Lavrov, su ministro de RR. EE., hace unos días cumplió 75 años y 21 al frente de la diplomacia rusa al lado de Putin. Junto con el chino Wang Yi, Lavrov es reconocidamente el diplomático más calificado en el mundo y lidera un grupo de embajadores igualmente profesionales que da gusto escuchar cuando son entrevistados. (Por ejemplo, se puede ver en You Tube a Andrei Kelin, embajador ruso en Londres, entrevistado por Krishnan Guru-Murthy)

     Este profesionalismo y compromiso patriótico admirable del gobierno y la administración rusa para conducir los asuntos del estado ha permitido el éxito de Putin al frente de la Federación de Rusia en medio de la guerra justa que se vio obligado a librar ante las amenazas y las provocaciones del imperio judeo-masónico angloestadounidense y sus avasallados monigotes globalistas de la Unión Europea.

    Rusia hoy es más fuerte en todos los frentes que hace 10 años. Las sanciones económico-financieras, comerciales y tecnológicas que EE.UU. y la UE le impusieron han sacado lo mejor del estado ruso, es decir, del pueblo ruso y las demás nacionalidades que integran la Federación. Rusia ha recuperado sus mejores tradiciones cristianas y nacionales y con ello ha fortalecido su identidad nacional. Es decir, Rusia viene ganando la guerra cultural y espiritual que han librado contra ella las huestes del Anticristo, por eso hoy gana la guerra geopolítico-militar.

     Este progreso genuino del bien común político en Rusia se ha concretado en una novedad que marca un nuevo rumbo. Hace unos días Putin pronunció un importante discurso en Moscú frente a la comunidad de los empresarios e industriales rusos sobre la dirección futura de la economía de la Federación, que marca definitivamente un rumbo económico nacionalista para las próximas décadas, alejado, por cierto, de todo chauvinismo y abierto a la colaboración para el desarrollo, según los principios y el modelo de los BRICS+. Ante los hombres que tienen la responsabilidad de decidir futuras inversiones, Putin aseguró que más allá de los acuerdos de seguridad que se alcancen con los EE.UU. y la UE, el globalismo ha terminado totalmente para Rusia. Putin avizora un mundo en el que permanecerán las sanciones contra Rusia, algunas desaparecerán y vendrán otras nuevas, pero esto no será un problema sino un desafío -- por otra parte ya asumido y superado exitosamente desde el 2014 cuando se le impusieron las primeras y más aún desde el 2022. El foco de la política económica rusa se pondrá en el desarrollo industrial doméstico y en la innovación en ciencia y tecnología, tal como se viene dando hasta ahora, impulsando las inversiones y el comercio bilateral con países amigos mediante el sistema de pagos promovido por los BRICS+. Todo el que quiera invertir en Rusia será bienvenido, aseguró Putin, pero lo hará según las condiciones y los términos de la política de la Federación de Rusia. Las empresas rusas que se hicieron cargo de los nichos de la economía abandonados por las empresas occidentales cuando se inició la Operación Militar Especial en Ucrania el 22 de febrero del 2022, serán protegidas. No habrá vuelta atrás hacia el mundo globalista de la especulación financiera de los grandes oligarcas que ya han sido en cierto modo desplazados y aun marginados. La única fuente real de riqueza promovida por el estado ruso es el trabajo productivo, la educación, la ciencia y la cultura.

   En cuanto al escenario militar en Ucrania, el gobierno de Zelenski rompió el cese del fuego acordado por 30 días entre EE.UU. y Rusia, conforme el cual las partes se debían abstener de atacar las instalaciones de la infraestructura energética. La planta de Kursk (Rusia) fue atacada con drones por los ucranianos causando daños que llevará tiempo reparar. Esto indica, tal como adelantó Putin, que las negociaciones de paz entre EE.UU. y Rusia serán largas y prolongadas. Rusia sigue ganando territorio y poniendo en retirada al diezmado ejército del judío títere de la OTAN. El ejército ucraniano ya no podrá recuperarse después de la catástrofe de Sudzha. Rusia exige que se deje de enviar ayuda militar e información de inteligencia a Ucrania como un paso fundamental para lograr la paz.

    Las iniciativas de Ursula von der Leyden y su ministro de relaciones exteriores de la UE, la rusófoba estonia Kaya Kallas, para apoyar al régimen de Zelenski son un fracaso, así como la patética pretensión de armar una coalición militar “de los dispuestos” (coalition of the willing) a ir a Ucrania.

    Las condiciones para concluir la paz de parte de Rusia son claras: garantías permanentes de seguridad respecto de Ucrania, es decir, su no incorporación a la OTAN, y el reconocimiento ucraniano e internacional de los territorios recuperados por Rusia, históricamente rusos y con población rusa.

    Veremos qué pasa en la reunión de los representantes de EE.UU., Rusia y Ucrania en Riyadh (Arabia Saudita) a partir de mañana.

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