El pasado domingo,
las reliquias de Santa Teresa de Lisieux (1873-1897) fueron
veneradas en la prisión de Caen, una cárcel con cuatrocientos
internos y una práctica religiosa muy superior a la media.
Normalmente asiste a misa una décima parte de quienes esperan o cumplen condena
en el centro penitenciario, pero el 2 de marzo se vieron notablemente
incrementados con la visita espiritual itinerante de esta santa, tan querida en
Francia.
Según cuenta Sophie
le Pivain en La Croix, hasta
cuarenta presos desfilaron ante las reliquias mientras sonaban canciones
basadas en sus escritos espirituales. Todos llevaban una rosa en la
mano y se recogían brevemente ante el relicario dorado que contenía
unos cabellos de la joven carmelita, o dejaban en la mesa, junto a su sonriente
retrato, alguna intención de oración. Muchos no pudieron ocultar las lágrimas.
Centenario de la canonización
Este año se cumple
el centenario de la canonización de Santa Teresita del Niño Jesús por el
Papa Pío XI, quien la había beatificado en 1923. Con ese motivo, la
diócesis de Bayeux-Lisieux está llevando en peregrinación estas
reliquias, y no dejaron a la prisión fuera de esta posibilidad de venerarlas:
"Es importante mostrar a los detenidos que reconocemos su dignidad
de hombres y de cristianos", explica el hermano Hugues Vermès,
sacerdote de la abadía de Mondaye y capellán de la prisión.
Samuel [nombres
cambiados], un preso de 34 años, afirma que "no hay palabras" para
describir la emoción que ha sentido: "Esto nos permite sentirnos menos
excluidos de la sociedad", dice, y añade que de Santa Teresita le
atrajeron su "sencillez y humildad".
Personajes
Roger, otro preso, ha
puesto una imagen de la religiosa en su celda: "Cuando sea liberado, iré a
rezar a Lisieux", promete, y añade enseguida: "En la cárcel, mi
fe ha pasado de 1 a 1000".
Su compañero de
celda lleva un rosario al cuello, comenta que también
reza a Santa Teresita y lamenta que no le concediesen la autorización que había
solicitado para salir el 17 de mayo a la celebración solemne del centenario.
Otro interno
asegura que la vivencia de la fe en prisión le ha servido para "hacer
balance" de su vida.
El gran recurso de la oración
Cuando, con el
ingreso en prisión, "todo en la vida se hunde (amigos, vínculos
familiares, perspectivas de futuro)", explica el padre Hugues, muchos
"experimentan hasta qué punto la relación con Dios es fundamental
en nuestra vida". Algunos experimentan un giro espiritual:
"Muchos esperan toda la semana el momento de la misa. La
fuerza de las cosas les conduce a lo esencial".
De hecho, en 2024,
en la prisión de Caen hubo tres bautizos, y actualmente uno se
prepara para ser catecúmeno y otros dos para recibir el
sacramento de la Confirmación.
Y Santa Teresita
ha reforzado todo eso: "Rezan por sus seres queridos. Una de las
dificultades en prisión es que los presos no pueden ayudar a su familia, que
tal vez lo necesita. Se sienten impotentes, y la oración es lo único
que pueden ofrecerles".