---“El liberalismo es el error
más grave y nocivo de los tiempos modernos”.
---“El liberalismo tiene su política, la política
de la democracia, la política del número y es el número el que va a mandar, el
pueblo que aparentemente gobierna, para así mejor avasallarlo, para mejor
dominarlo y desposeerlo por medio de un estado omnipotente, un estado
totalitario, un socialismo totalitario que va contra el derecho de
propiedad, que poco a poco arruina el derecho de propiedad, que hace trabajar a
los ciudadanos para el Estado casi una tercera parte del año. Y así, ya tenemos
a los ciudadanos prácticamente esclavos del estado totalitario; ésta es la
política del liberalismo, a la que llaman libertad”.
---“El liberalismo tiene su enseñanza y quiere
que su enseñanza sea atea, laica y universal para todo el mundo. Enseñanza
única”.
---“El liberalismo tiene su economía, dirigida
por las finanzas internacionales. Según apliquen los países la moral liberal,
la economía liberal, la enseñanza liberal, las leyes liberales, así intervienen
las finanzas al lado del gobierno para sostenerlo, aunque tenga enormes deudas”.
---“La influencia de la masonería sobre el Vaticano
se manifestó igualmente en el momento del concilio. Ya saben que el cardenal
Bea fue a visitar a la secta de los B’nai B’rith al comienzo del concilio para
preguntarles si tenían que expresar un deseo acerca del Concilio Vaticano II.
Los masones dijeron que sí, que pedían que el Vaticano reconociese la libertad
religiosa. El cardenal Bea dijo: está bien, se les complacerá y prometió que
habría el reconocimiento de la libertad religiosa. Después, el cardenal Bea
fue condecorado por esta secta de masones con la medalla de la libertad
religiosa. Igualmente el cardenal Willebrand se dirigió también al Consejo
Ecuménico de las Iglesias, en Ginebra, para preguntar qué es lo que deseaban
del CVII. Los masones de este consejo, pues está dirigido por masones, dijeron:
pedimos la libertad religiosa. Y la libertad religiosa se obtuvo”.
---“El ecumenismo es el final del espíritu misionero
de la Iglesia, y esto es excesivamente grave y contrario a la misión de la
Iglesia. La Iglesia es esencialmente misionera. Euntes. Id,
enseñad, euntes, ite docete. Evidentemente el cambio es
radical, espantoso, y no es extraño que ya no haya vocaciones misioneras. No es
extraño que ya no haya vocaciones sacerdotales”.
---“Con el liberalismo religioso, no hay más
mártires ni misioneros, sino liquidadores de la religión, reunidos alrededor de
la pipa de una paz puramente verbal. Lejos de nosotros ese liberalismo
sepulturero de la Iglesia católica. Siguiendo a Nuestro Señor llevemos el
estandarte de la Cruz, único signo y única fuente de salvación”.
---“Muchos de los que nos han abandonado para unirse
a Roma (conciliar) no comprendieron justamente lo que es el liberalismo y cómo
las autoridades romanas, desde el Concilio Vaticano II, están infestadas de
estos errores. Si lo hubieran comprendido, hubieran huido, la hubieran evitado,
se hubieran quedado con nosotros. Pero ellos no quieren creer en estos errores
¡Es grave! Porque al acercarse a estas autoridades, uno se contamina
forzosamente.
Estas autoridades están imbuidas (…) de los
principios del liberalismo: necesariamente, ellas actúan de conformidad con su
manera de pensar. Por consiguiente, cuando ellas comienzan a tener
relaciones con nosotros, ellas imponen estas ideas, puesto que son las
autoridades. Son las autoridades, nosotros somos los inferiores, entonces
ellas nos impondrán sus ideas. Mientras ellas no se deshagan de estos errores,
del liberalismo y del modernismo, no habrá medio de entenderse con ellas”.
---“Apostar por un
acuerdo con el papa es una ilusión. El papa nos concederá en el plano
disciplinario y litúrgico todo lo que nosotros queramos, pero con la condición
de admitir sus ideas modernistas sobre la libertad religiosa y el ecumenismo,
es decir de nuestra fe católica. Ninguna esperanza hay que ver de ese lado.
¡Roma está ocupada por el modernismo y el liberalismo!
Cualesquiera sean los
privilegios canónicos que ellos puedan dar, su aceptación significa para ellos
comunión con la Santa Sede, con el papa y con el Concilio, por lo tanto una
aceptación implícita de todo ese modernismo que nosotros combatimos siguiendo a
San Pío X y a todos los papas anteriores al Concilio. Ellos quieren neutralizar
la Tradición, que ella no sea más un obstáculo para sus empresas ecumenistas y
para la Revolución en la Iglesia”
No tengáis punto de
contacto con aquel que está encargado de destruir la Tradición”.
---“Los
modernistas romanos son bandidos, revolucionarios bajo pieles de ovejas. Ellos
no tienen ningún espíritu sobrenatural. Es sobre esto que nosotros debemos
llevar nuestro esfuerzo: reaprender a vivir de la fe como los apóstoles, los
mártires, los Padres de la Iglesia y Santo Tomás de Aquino, que ha logrado
el tour de force de servirse de todas las ciencias para la
reina de las ciencias; la teología que se obra en el Cielo por la gracia del
Espíritu Santo. La Suma es el gran catecismo de Santo Tomás de Aquino y el de
la Iglesia más aún que el de Trento. Yo intento explicar esto a los
seminaristas para que ellos tengan la preocupación de vivir del mejor catecismo
que existe y que se les enseña. Es muy importante que en nuestros seminarios
guardemos una línea segura y aprobada por la Iglesia, aquella de Santo Tomás,
que nos debe dar principios de pastoral que den a los fieles la verdadera
espiritualidad alejándolos del jansenismo y del carismatismo. La moral que se
limita a los mandamientos es descartable. La moral de la gracia, de las
virtudes, de los dones del Espíritu Santo, que no olvida los mandamientos, esa
que preconiza Santo Tomás es más conforme al espíritu de Nuestro Señor, del
Evangelio, y aún más urgente para las almas fervientes. Es el tiempo de volver
la fe católica entusiasmante, generosa, misionera, como lo fue para los
primeros cristianos”.
---“Desearía
concluir haciendo referencia a esta frase: Potius mori quam foedari. Antes morir que traicionar, en mi
país ésta es la divisa de Bretaña Potius mori quam foedari. Preferimos morir antes que traicionar nuestra
vocación, que traicionar a Nuestro Señor Jesucristo. Queremos ser fieles a
nuestras promesas bautismales y renunciar a Satanás y entregarnos a Jesucristo
para siempre. Esto es lo que quería decirles y todo ello sin rencor para
con los que no comparten nuestros pensamientos, nuestras ideas. Y aún diría
más, no tengo ideas personales… Yo
tengo solamente las ideas de la Iglesia. Yo digo siempre a mis
seminaristas: No digáis “yo soy discípulo de Monseñor Lefebvre”. ¡No, no, no!
Soy discípulo de la Iglesia, de veinte siglos de Iglesia. El periodista que me
interrogaba hace poco me decía: “Pero Monseñor, usted está solo, está aislado,
¿cómo puede tener la pretensión de poseer la verdad?” Yo no estoy solo, tengo veinte siglos de
Iglesia conmigo. No he hecho más que continuar lo que la Iglesia ha hecho. No
es Monseñor Lefebvre, sino una voz episcopal, soy el eco de miles, de millones
y de millones de obispos, de fieles de todos los siglos de la Iglesia pasada,
justamente para continuar la Iglesia. Son ellos los que abandonan la fe de la Iglesia, son ellos los que
traicionan a la Iglesia, los que abandonan la verdadera fe. Es
evidente.
Voy a
terminar como en mi libro sobre los católicos perplejos que va a aparecer
pronto en español: Desearía que al
fin de mi vida, cuando yo también sea juzgado por Nuestro Señor Jesucristo por
todo cuanto he hecho, que Nuestro Señor no me diga: “has empleado tu sacerdocio
y tu episcopado en destruir la Iglesia, sino por el contrario, que pueda tener
la satisfacción de oírle decir que he pasado mi vida construyendo la Iglesia en
lugar de destruirla. Muchas gracias”.