Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

lunes, 6 de octubre de 2025

CON DIOS NO SE JUEGA

 


Por MONS. VIGANO

La Iglesia Católica Apostólica Romana está fundada sobre la Roca: no sobre las arenas movedizas del Vaticano II, no sobre el pantano de la sinodalidad, no sobre el hielo del “pacto verde” y de la “conversión ecológica”.

El fin inexorable de las sectas —no menos el de los anglicanos, con su “arzobispa” abortista y favorable a los homosexuales, y su rey, “cabeza de la Iglesia de Inglaterra”, que se postra ante los mahometanos y promueve el Nuevo Orden Mundial— comienza en el momento en que Nuestro Señor Jesucristo, la piedra angular, es rechazado por los constructores y reemplazado por grotescos sustitutos inspirados por Satanás.

Si el Vaticano cree que está exento del mismo trágico destino de perdición, al continuar por el mismo camino que otros herejes, pronto descubrirá que con Dios no se juega.

https://x.com/CarloMVigano/status/1974770765598806143


"LA LITÚRGIA ES LA TRANSMISIÓN VIVA DE LA FE DE LA IGLESIA"

 

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

 



Por P. FLAVIO MATEOS, SAJM

 

“…el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reinado no tendrá fin”.

 

“El Universo no es un proceso natural, como piensan los evolucionistas o naturalistas, sino que es un poema gigantesco, un poema dramático del cual Dios se ha reservado la iniciación, el nudo y el desenlace; que se llaman teológicamente Creación, Redención, Parusía”. Así lo llamaba el padre Castellani.

Nuestra vida es una aventura espiritual rumbo a la eternidad. Y, lo queramos o no, nuestra vida está inserta en ese combate gigantesco entre el Cielo y el Infierno. Es lo que vimos brevemente días pasados cuando la fiesta de San Miguel Arcángel. Esto es así porque somos creaturas e hijos de Dios. Nuestra alma inmortal, a veces incomprensible hasta para nosotros mismos, indiferente para el resto del mundo, ha motivado que un Dios se encarnara y sufriera la muerte en la cruz para rescatarnos. Como si fuera poco, nos ha dado en herencia a su Santísima Madre. Y Ella, personalmente, se involucra en nuestra vida, al parecer insignificante, como se involucra en los combates más trascendentes de la Iglesia, especialmente a partir del siglo XIII, donde le reveló a santo Domingo de Guzmán el santo Rosario.

Ese combate recrudece, esa guerra se hace más pesada, más cruel, más dura, a medida que nos acercamos al desenlace de la guerra, con el esperado triunfo de Cristo Rey. En esa guerra iniciada por Lucifer en los comienzos, vivimos y recibimos nuevos ataques contra el Reinado de Cristo.  

Hace unos pocos días, el nuevo papa, nuevo por su elección pero viejo y rancio en sus ideas, que no hacen sino continuar los errores y la apostasía iniciada con el Vaticano II, particularmente agudizados con Francisco, hizo su video mensual del mes de octubre, pero no para alentar el rezo del Rosario, como había hecho en doce encíclicas su predecesor onomástico León XIII, sino para festejar los 60 años del documento Nostra Aetate, la carta más señalada de la rendición vaticana ante la Sinagoga de Satanás.

Dice León XIV a manera de oración, titulada “Por la colaboración entre las distintas tradiciones religiosas”:

Que los ejemplos concretos de paz,
justicia y fraternidad en las religiones
nos impulsen a creer que es posible vivir
y trabajar juntos, más allá de las diferencias.

Que las religiones no sean usadas como arma ni muralla,
sino vividas como puentes y profecía:
haciendo creíble el sueño del bien común,
acompañando la vida, sosteniendo la esperanza
y siendo levadura de unidad en un mundo fragmentado.

Tristemente sigue la línea inaugurada en el Vaticano II: derrotismo ante los poderes mundanos y descoronamiento de Cristo Rey. Con un lenguaje humanista, pacifista y vacuo pide que las religiones no sean usadas como arma ni muralla. Sin embargo, las falsas religiones son usadas por el diablo como armas para destruir la única religión verdadera y para perder las almas que la Iglesia católica tiene por fin rescatar.

Ya dijo N.S. Jesucristo que Él no vino a traer la paz:

 

No creáis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer paz, sino espada”. (Mt. 10,34)

“¿Pensáis que vine aquí para poner paz en la tierra? No, os digo, sino división. Porque desde ahora, cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos, y dos contra tres. Estarán divididos, el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra”. (Lc. 12,51-53)

 

El rosario es un arma

 

Nuestro Señor sabía que iba a ser rechazado por el mundo y que ese combate de los suyos contra el mundo sería hasta el fin. Por eso Él, pacífico y pacificador, Príncipe de la paz, sin embargo, no vino a prometer una falsa paz irénica, en una “cultura del encuentro” utópica y una fraternidad universal que no puede existir fuera de su Reino, o sea fuera de la Iglesia católica.

Porque el que no acepta a Cristo está bajo la influencia del Enemigo. Por lo tanto, existe una muralla invisible entre uno y otro, entre la verdad y el error.

¿Qué la religión no debe ser usada como un arma? Desde el momento en que Lucifer declaró la guerra, y San Miguel contraatacó, el hijo fiel de Dios no puede estar desarmado nunca. ¿No se representa a San Miguel acaso con una espada en la mano?

Y acá precisamente entra en la historia el santo Rosario, tal como lo conocemos hoy. ¿Qué ha sido el Rosario desde sus inicios, sino un arma en defensa de la fe católica?

Pero el lenguaje sentimental y humanista cree que las armas con que nos defendemos son un símbolo del mal que infligimos. Errado. Combatimos en defensa propia y porque amamos al enemigo, deseando que éste se convierta. Reconocemos que existen las legiones que son instrumentalizadas por las fuerzas del mal y debemos repelerlas, a la vez que rezamos por ellos. Eso se ve claramente en la aparición del Rosario.

UN RECORDATORIO DEL COMBATE HEROICO POR LA FE DE S.E. MONS. MARCEL LEFEBVRE

 



Boletín de los Amigos de San Francisco de Sales N.º 229 –
Mayo–Julio de 2024

 

Introducción

 

13 de octubre de 1962: Dos días después de la apertura del segundo Concilio del Vaticano, desde el inicio de la primera congregación general, el cardenal Achille Liénart, con la bonachona bendición de Juan XXIII, declara la “tercera guerra mundial”, más mortífera para las almas que todas las guerras precedentes reunidas. Esta guerra durará hasta el 8 de diciembre de 1965. Concluirá con una declaración de amor al mundo y un llamado a la libertad. Desde entonces, el mundo ha sabido servirse de esta apertura tan liberal para imponer a los miembros de la Iglesia sus propios “valores” liberales y su espíritu de no-dependencia. Desde ese 8 de diciembre de 1965, la paz no ha progresado mucho en la tierra y la misma Iglesia ya no vive en paz.

1.º de noviembre de 1970: La Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por Mons. Marcel Lefebvre, es erigida oficialmente y sus estatutos son aprobados por un período de seis años “ad experimentum”. Antiguo miembro de la comisión central preparatoria del Concilio y miembro activo durante su desarrollo del “Coetus Internationalis Patrum” para la defensa de la tradición doctrinal, había rehusado su “placet” a los documentos más impregnados del espíritu nuevo.

21 de noviembre de 1974: Mons. Marcel Lefebvre declara su fidelidad a Roma y su oposición a las reformas neo-protestantes. A pesar de las declaraciones de paz, amor y libertad del Concilio, las autoridades romanas y el episcopado de Francia lanzan entonces un proceso de guerra contra su persona y su obra: advertencias, sanciones, vejaciones contra los sacerdotes y los fieles, con una única respuesta a sus preguntas y objeciones: ¡Obedezcan!

29 de agosto de 1976: En Lille, Mons. Marcel Lefebvre, quien acaba de ser sancionado por Roma por haber procedido a ordenaciones sacerdotales en Ecône el 29 de junio, reafirma su rechazo a pactar con el espíritu del mundo y a trabajar en la destrucción de la Iglesia. Recuerda fuertemente la necesidad del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo. Desde ese día, la prensa, que hasta entonces lo consideraba más bien como retrógrado y era más burlona que maliciosa, se vuelve odiosa y no lo califica sino de extrema derecha, fascista, racista, etc.

23 de septiembre de 1979: Jubileo sacerdotal de Mons. Marcel Lefebvre, en la Puerta de Versalles. Invita a quienes comprenden, aprueban y siguen su acción, a unirse a él en la Cruzada que es suya desde el Concilio.

 

Profesión de fe católica

 

«Profesamos íntegra y totalmente la fe católica tal como ha sido profesada y transmitida fiel y exactamente por la Iglesia, los Soberanos Pontífices, los Concilios, en su perfecta continuidad y homogeneidad, sin excluir un solo artículo, especialmente en lo que concierne a los privilegios del Sumo Pontífice tal como han sido definidos en el Concilio Vaticano I.

Rechazamos y anatematizamos igualmente todo lo que ha sido rechazado y anatematizado por la Iglesia, en particular por el Santo Concilio de Trento.

Condenamos con todos los Papas del siglo XIX y del siglo XX el liberalismo, el naturalismo, el racionalismo bajo todas sus formas, como lo han condenado los Papas.

Rechazamos con ellos todas las consecuencias de esos errores que se llaman “las libertades modernas”, “el derecho nuevo”, tal como ellos mismos las rechazaron.

En la medida en que los textos del Concilio Vaticano II y las reformas post-conciliares se oponen a la doctrina expuesta por estos Papas y dan libre curso a los errores que ellos condenaron, nos sentimos en conciencia obligados a hacer graves reservas sobre dichos textos y dichas reformas.

Mons. Marcel Lefebvre

Hecho en Roma el 26 de febrero de 1978.»

 

Llamado a la Cruzada

 

S.E. Mons. Marcel Lefebvre con ocasión de su Jubileo Sacerdotal
23 de septiembre de 1979, en París.

 

“Mis queridos hermanos,

Permítanme, antes de comenzar las breves palabras que quisiera dirigirles con ocasión de esta bella ceremonia, agradecer a todos los que contribuyeron a su magnífico éxito.

Personalmente, había pensado hacer una reunión en torno al altar de Ecône, de manera discreta, privada, con motivo de mi jubileo sacerdotal, pero el clero de Saint-Nicolas-du-Chardonnet y los queridos sacerdotes que me rodean me invitaron con tanta insistencia a permitir que todos aquellos que lo desearan se unieran a mi acción de gracias y a mi oración en esta ocasión, que no pude negarme. Por eso estamos hoy reunidos, reunidos tan numerosos, venidos de todas partes, venidos de América, venidos de todos los países de Europa libre, aún libre, y nos encontramos aquí reunidos con ocasión de este jubileo sacerdotal.

Y entonces, ¿cómo definiría esta reunión, esta manifestación, esta ceremonia? Un homenaje, un homenaje de vuestra fe en el sacerdocio católico y en la Santa Misa Católica.

Realmente pienso que es por eso que habéis venido: para manifestar vuestro apego a la Iglesia católica y al más bello tesoro, al más sublime don que Dios ha hecho a los hombres: el sacerdocio, y el sacerdocio para el sacrificio, para el sacrificio de Nuestro Señor continuado sobre nuestros altares.

II JORNADAS DE HISPANIDAD EN EL RIO DE LA PLATA

 



EL PLAN OCULTO TRAS LA GUERRA EN UCRANIA: LA DESTRUCCIÓN TOTAL DE EUROPA

 

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