EL OPERATIVO
ROSARIO
La acción de recuperación de nuestras Islas Malvinas llevó el nombre de Operativo Rosario. Justamente el
rosario, como en 1806 y 1807, estuvo presente entre los bravos guerreros de
aquella epopeya.
Una fe, profundamente mariana, como la que comunicaba el entonces
Teniente Coronel Seineldín a sus hombres, animó la gesta. Nos cuenta Kasanzew
en su libro Malvinas a sangre y fuego:
“El misticismo se contagia. Como se contagia el valor. Y eso
depende de los jefes. Los del Regimiento de Infantería 25, por ejemplo, habían
planificado retiros espirituales para la tropa que, en lo posible, debían
llevarse a cabo de forma regular. El teniente coronel Seineldín, me decía una y
otra vez: ‘Cuando vuelva, acuérdese que ustedes, los de la prensa, no estaban
aquí para contar cómo abatimos un Harrier, cómo cayó la bomba y demás pavadas.
Lo que hay que hacer cuando salgamos de acá, es volver con un mensaje para la
creación de una nueva Argentina. Y la nueva Argentina debe ponerse a cumplir
los designios de la Virgen, debe derrotar al ‘mundo’ en sentido evangélico,
debe ser una Argentina cristocéntrica.” [1]
Unas páginas antes nos decía Kasanzew:
“Que la religión cumplió durante la Gesta Austral precisamente esa
función de escudo, me lo atestiguaron incontables combatientes.
Uno de ellos, Miguel Savage, conscripto del Regimiento 7: ‘Estábamos en
el pozo, aguantando la artillería, había muertos afuera, heridos adentro. Era
un momento caótico, terrible, en cualquier momento moríamos. Yo agarré el
rosario y entré a rezarlo a los gritos, entre las bombas. Y de golpe yo, y todo
mi grupo, sentimos como una tranquilidad, algo mágico, una paz interior que nos
daba la certeza de que íbamos a volver y que nuestras vidas iban a ser buenas.
Fue algo muy lindo, sentimos a Dios bien cerca. Y nuestro pensamiento en ese
momento era: ‘Dios, si Vos nos salvaste de esto, ahora en la vida te vamos a
responder y te prometemos ser fieles a la fe’.” [2]
Kasanzew relata también la experiencia de uno de los capellanes. El
padre José Fernández le contaba:
“Llorábamos todos (…). Los caídos estaban en bolsas de plástico;
cuando se descubre una de esas bolsas, el capitán Videla se impresiona mucho y
llama por señas al conductor del tanque: -¡Hey, mister!– el inglés baja y se
acerca. Entonces, el capitán le muestra el cadáver y le dice por señas: -Mire
como mueren nuestros soldados– ahí miré yo también. Se ve que el muchacho, que tenía
el rosario al cuello, en la agonía había llevado el crucifijo a su boca. Murió
besando la cruz de su rosario.”[3]
Sebastián Miranda, que ha indagado el tema de la Guerra de las Malvinas,
nos relata:
“Pero las tropas a las que se enfrentaban los paracaidistas británicos
(que eran fuerzas de elite) y a las que hacen referencia (en forma elogiosa) no
eran otras que las de la sección AOR de la Compañía ‘C’ del RI 25 al mando del
Teniente Roberto Néstor Estévez (…). Una vez que los lograron vencer, por haber
agotado la munición, la actitud combativa no disminuyó:
‘‘…Rod Bell, infante de marina intérprete, estaba fascinado viéndolos
rezar sus oraciones en la oscuridad quebrada por las llamas de las hiniestas
encendidas, dirigidos por un joven subteniente baleado en una pierna y con una
herida de metralla en un ojo. Algunos estaban arrodillados, otros tenían
rosarios. Ambas partes eran conscientes de ser sobrevivientes de una
experiencia mortífera…’.”[4]
En otra de sus obras, Miranda se dedica a indagar el influjo que pudo
haber tenido la prédica de ese gran apóstol -maestro y testigo de la Verdad-
que fue Jordán Bruno Genta, sobre muchos de los héroes de las Malvinas. El
prólogo de su libro lo hizo Nicolás Kasanzew, quien en su Malvinas a
sangre y fuego, había hecho referencia a este tema. Prologando el
escrito de Miranda, afirma Kasanzew:
“El tema de la influencia del filósofo argentino Jordán Bruno Genta
sobre no pocos combatientes de la guerra de Malvinas y, especialmente, sobre
los pilotos de la Fuerza Aérea que diezmaron la colosal flota británica, nos
proporciona la oportunidad de reflexionar sobre el todavía insuficientemente
estudiado fenómeno del heroísmo. (…) Genta le dedicaba a la cuestión muchos
momentos de su cátedra privada de filosofía, que tuve el privilegio de
frecuentar, allá por la década del 60. Nadie puede dudarlo: en el hombre
heroico anida una poderosísima fuerza instintiva, que lo empuja a realizar
actos reñidos con el comportamiento común y el instinto de supervivencia. Pero
a ese instinto lo legitima, potencia y le brinda un sentido trascendente la
acción del pedagogo. Porque la valentía, y aún el auto sacrificio, puede entrar
en contradicción con el heroísmo, si sirven a fines falaces (…). Genta,
asesinado por la guerrilla marxista en 1974, fue maestro de héroes y héroe él
mismo. De ahí la profundidad de su impronta en quienes, en 1982, hicieron
trastabillar a las temibles fuerzas armadas del soberbio imperio británico. La audacia y el valor son potentes soportes del heroísmo, pero serán
vanos, si en conjunción con esos factores no aparece también el pensamiento que
define el sentido de la vida. Ese pensamiento cristiano y clásico que
Genta transmitía a sus discípulos; la firme convicción de que la muerte en
combate defendiendo valores trascendentes es el nacimiento a la vida eterna. Por
eso, no había nada más peligroso que un halcón argentino recién confesado. El
deber, el honor, la voluntad, la intrepidez, la abnegación, la resiliencia, son
los elementos constituyentes que encuentran su expresión en los hechos
heroicos.”[5]
El libro de Miranda está introducido por la Oración del paracaidista
francés, que tanto le gustaba repetir a Genta, y que muestra el espíritu que
buscó infundir en sus discípulos:
“Dame Dios mío lo que te queda.
Dame lo que se te rechaza.
No te pido la riqueza, ni el éxito, ni siquiera la salud.
Tantos te piden eso, Dios mío, que ya no debes tenerlo.
Dame Dios mío lo que te queda, lo que otros no quieren.
Quiero la inseguridad y la inquietud.
Quiero la tormenta y la lucha.
Y que Tú me los des, Dios mío, definitivamente.
Que yo esté seguro de tenerlos siempre,
Porque no siempre tendré el coraje de pedírtelos.
Dame Dios mío lo que te queda. Dame lo que se te rechaza.
Pero dame también el coraje, la fortaleza y la fe.”
Este
es el espíritu que guió a muchos de los héroes de aquella gesta.
NOTAS:
[1] Kasanzew, Nicolás. Malvinas a
sangre y fuego. Buenos Aires. 2012, p. 172.
[2] Ibídem, 169.
[3] Ibídem, 170.
[4] Miranda,
Sebastián. La guerra del Atlántico Sur. Los mitos desmalvinizadores y
estrategias para su recuperación. Grupo Unión & Ediciones
Soberanía. 1884 Ediciones. Buenos Aires. 2017, pp. 108-109. Menciona Miranda a
Estévez, caído heroicamente en cumplimiento del deber. Es célebre la carta que
éste envió a su padre pocos días antes de su muerte:
“Querido
papá,
Cuando
recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios
Nuestro Señor. Él, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en cumplimiento
de mi misión. Pero fijate vos, ¡qué misión! ¿no es cierto? ¿Te acordás cuando
era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a
recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía? Dios, que
es un Padre Generoso ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de
méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra
Patria.
Lo
único que a todos quiero pedirles es: 1) que restauren una sincera unidad en la
familia bajo la Cruz de Cristo. 2) que me recuerden con alegría y no que mi
evocación sea la apertura a la tristeza y, muy importante, 3) que recen por mí.
Papá,
hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres pero que hoy
debo decírtelas: Gracias por tenerte como modelo de bien nacido; gracias por
creer en el honor; gracias por tener tu apellido; gracias por ser católico,
argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios
por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar.
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte
abrazo.
Dios y Patria ¡O muerte!
Roberto.
[5] Miranda, Sebastián. Jordán Bruno
Genta y la gesta de Malvinas. Grupo Unión & Ediciones Soberanía.
Buenos Aires. 2015, pp. 7-8.
Fuente:
http://historiatradicion.blogspot.com/2021/08/malvinas-una-epopeya-argentina.html
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