LOS BUSCADORES DEL
CORAZÓN DE JESÚS
Por BEATO MANUEL GONZÁLEZ
¡Encuentro
en el Evangelio tantos modos de buscar al Corazón de Jesús y tan distintos
fines en los que lo buscan!
La
primera clasificación que salta a la vista es la de los "buenos y malos
buscadores de Jesús".
Son buenos
buscadores, los que buscan a Jesús para darle algo que le guste a Él u
obtener de Él algo de provecho propio; esto es, lo buscan bien los que lo
buscan para bien.
Son malos
buscadores los que buscan a Jesús para hacerle daño y, si posible
fuera, para perderlo; esto es, los que le buscan para mal.
De
estos, ¡cuántos descubre el Evangelio! ¡Con cuánta tristeza intercala en la
vida de Jesús, desde su infancia, frases como estas: buscaban (los
emisarios de Herodes) la vida del Niño, buscándolo (los
fariseos o sus secuaces) para atraparlo en su palabra, para
prenderlo..., para perderlo..., para matarlo... (1). ¿Qué misterio de
iniquidad y de incomprensión! ¡Cuánto buscar a Jesús, al siempre buenísimo
Jesús para quitarlo de en medio!
¡Con
cuánta pena ha tenido que decir a sus malos buscadores: me buscaréis y
no me hallaréis! (2)
¡Cuánto
harían sufrir, y estarán haciendo sufrir al Corazón de Jesús esos malos
buscadores aferrados con obstinado y diabólico empeño en buscar sus manos para
traspasarlas con clavos, su boca para amargarla con hieles, su cabeza para
coronarla burlescamente con espinas, su palabra para atraparlo en embustes, su
cara para abofetearla, su Corazón para atravesarlo, su nombre para raerlo de
sobre la haz de la tierra! ¡Él, todo amor, odiado a muerte, a exterminio! ¡Y no
una vez en su vida mortal, sino muchas, constantemente en su vida mortal y en
la eucarística! ¡Qué misterio de dolor para Él y de dureza de corazón y ceguera
de cabeza de los hombres!
Pero
aun entre los mismos buenos buscadores, ¡qué pocos del todo buenos y rectos
buscadores!, es decir ¡qué pocos buscadores de "sólo su Corazón"!
Me
explicaré:
Veo en
el Evangelio a unos buscar la "mano" de Jesús, como los que le pedían
que la posara sobre sus cabezas o sus ojos o sus dolencias para que los curara;
veo a otros buscar el "prestigio" de Jesús como sus paisanos de
Nazaret pidiéndole prodigios para no ser menos que los de Cafarnaum; veo a
éstos buscar el "poder" de Jesús para recrearse en el espectáculo de
grandes milagros, como los curiosos que se le acercaban diciéndole: queremos
verte hacer un milagro; veo a aquellos buscar los "dineros" de
Jesús para robárselos como Judas, pero ¡a qué pocos veo buscando su Corazón!,
¡sólo su Corazón!
LOS
BUENOS BUSCADORES
Los que buscan sólo su Corazón
¡Qué
poquitos son! Los que buscan a Jesús más que por lo que da o promete, por lo
bueno que es, por lo que se merece ser buscado, es decir, por lo que es Él,
¡por su Corazón!, ¡en qué escaso número se encuentran en el Evangelio! ¡Somos
los hombres tan indigentes en nuestro ser y tan interesados en nuestro querer!
Pero
aunque en corto número, en el Evangelio se encuentran, para gloria de Dios y
honor del género humano, buscadores constantes, invariables, enloquecidos, si
vale decirlo así, de su Corazón.
Los tres buscadores del Corazón de Jesús
Y con
más propiedad diría tres tipos de buscadores con sus características muy
marcadas que son: el grupo de las Marías, Juan Evangelista y la Madre de Jesús.
A este
grupo no se le conoce en el Evangelio más que una ocupación para su vida y una
sola dirección para sus pasos, sus miradas y sus anhelos; a saber: buscar el
Corazón de Jesús, pero cada uno a su modo.
Dejo
para más adelante presentaros el modo que cada uno tiene de buscar al Corazón
de Jesús; conténtome ahora con presentaros un solo cuadro en el que todos y
solamente ellos, aparecen absorbidos por esa preciosa ocupación.
Las horas del Sacrificio
"Muchos
son, dice el autor de la Imitación, los que siguen a Jesús hasta partir el pan,
hasta la mesa; pocos los que llegan con Él hasta beber el cáliz de la
Pasión".
Es
decir, muchos son los seguidores y enamorados de las dádivas y regalos de
Jesús; pero pocos los de verdad enamorados de su Corazón, y menos aún en la
hora de su sacrificio.
Poned
un momento vuestros ojos en la cima del calvario en la hora de la crucifixión
de Jesús. ¿Qué da allí Jesús?
Allí
no hay multiplicación de panes ni peces, no hay curaciones milagrosas de ciegos
y tullidos, no hay caricias para niños ni consuelos para los que lloran...,
allí no hay más que una vida que se extingue, unos ojos vidriosos que se
cierran, unas heridas que manan sangre, una boca cárdena que se reseca, unos
miembros que se contraen, un amor infinito que se deshace en un infinito dolor
y, cuando la vida se extingue del todo, queda de cuerpo presente un pecho
abierto y un Corazón traspasado por la lanza de un soldado.
¿Quién
está con Jesús en esa hora?
Responde
el Evangelio: Estaban junto a la Cruz María la Madre de Jesús, Juan el discípulo
a quien Jesús amaba y las Marías. (3)
¡Estas
son las almas que buscan a Jesús crucificado! Sé, dirá poco después
un ángel a una de ellas, que buscáis a Jesús crucificado. (4)
Esas
son las buenas, las óptimas buscadoras de Jesús; las que sólo buscan su
Corazón, para, con Él y como Él, amar padeciendo o gozando, trabajando o
descansando, muriendo o resucitando...
Beato
Manuel González
"Así ama Él",
Editorial El Granito de Arena, 2018, páginas 26-30.
(1) Mt 2, 20.
(2) Jn 7, 34-36.
(3) Jn 19, 25.
(4) Mc 16,6.
Fuente:
http://expansioncatolica.blogspot.com/2022/05/los-buscadores-del-corazon-de-jesus.html