Por FLAVIO MATEOS
Dado que es una obra que, ya por el tema
controversial que presenta, ya por sus propias virtudes formales intrínsecas,
sigue dando que hablar, Sound of freedom
nos permite ahora agregar a lo ya por nosotros escrito (aquí: https://agendafatima.blogspot.com/2023/07/sound-of-freedom-viaje-al-corazon-de.html), un pequeño correctivo, pues se
debe juzgar esta obra en justicia, más allá de todo lo que pueda girar en torno
a la película, a su difusión o a sus responsables.
Permítasenos citar al siempre interesante Ernest
Hello: “Una de las prerrogativas del genio es el entusiasmo; sólo aquel que
tiene el don de sentirlo, posee el derecho de juzgarlo. La mediocridad, que
está privada de sentido semejante, sólo percibe en él el aspecto negativo, el
defecto; le juzga como juzga un magistrado a un culpable (...) La crítica en
grande vive de admiración, la pequeña de embrollo. Falta el entusiasmo en este
mundo: que la crítica se emplee por entero en reanimar esa llama, y recobrará
la vida. (...) El entusiasmo superior trae la imparcialidad, que es la gloria
de quien juzga. El entusiasmo da valor, y el valor tiene dos acentos. Admira lo
que es bello y abate lo que no lo es”. No queremos significar con esto dicho
que Sound of freedom es una obra de
genio, sino que muchos de sus impugnadores la defenestran desde un punto de
mira embrollado y mediocre, incapaz de percibir lo que de bello y bueno la obra
porta y transmite.
Un inteligente crítico cinematográfico inglés, V. F.
Perkins, afirmaba que, “Aunque el intercambio de preferencias y animadversiones
entre amigos pueda ser agradable, un juicio crítico sólo tiene valor cuando a
su vez puede ser criticado y puesto a prueba por la experiencia y las
percepciones de los demás”. A eso queremos ceñirnos. Exponer virtudes y
defectos de la obra, está muy bien, pero siempre y cuando éstos se encuentren
en la obra criticada, y no le sean imputados arbitrariamente. De lo contrario, “la
afirmación reemplaza la demostración” (Perkins otra vez) y el juicio (tal es la
crítica) es en verdad una opinión sin sólido fundamento, más bien un confortable
prejuicio de quien es incapaz del ejercicio de la admiración estética.
Hay personas especializadas en hacerles decir a las
películas lo que éstas no dicen, no sugieren, no muestran. Posiblemente sea el
error más común entre los “intelectuales”. El otro error, éste de las mayorías,
es el que no es capaz de percibir en una película ninguna visión del mundo,
ninguna filosofía subyacente, ninguna ideología influyente, ningún asomo –ya
luminoso, ya tenebroso- del alma humana.
Así pues, encontramos en medio de un -para nuestro
gusto- muy farragoso artículo, la siguiente tajante aseveración:
“(Hace unos días vi la película de Caviezel Los Sonidos de la Libertad, en
que la solución contra los abusos de niños – increíble espanto moderno – en la
corta mente norteamericana es la libertad de los niños y no la sujeción)”
(https://adelantelafe.com/agnosia/)
Si bien el artículo mencionado no se ocupa de la película en sí, el
carácter de resumen del párrafo aparece como definitivo respecto de lo que la
película sería: un producto del liberalismo surgido de la cortedad de miras
norteamericana. Ahora bien, puesto que el autor del aserto es abogado, debe
saber aquel principio que dice Affirmanti
incumbit probatio, o sea, el que afirma algo está obligado a
presentar pruebas. En este caso, lo que nosotros percibimos es una reincidencia
en el prejuicio, según el cual se comprende todo el resultado (explicaremos más
abajo esto).
El acusador no presenta
pruebas, nosotros presentaremos pruebas en contrario. Veamos primero si, como
el detractor afirma, Sound of freedom
lo que propone como solución “al abuso de los niños” es “la libertad de los
niños” (algo además ambiguo, porque los niños pueden y son realmente libres
estando sujetos). ¿A qué se refiere la película con “sonido de libertad”, por qué
ese título? Esa expresión aparece en boca de “Vampiro”, el ayudante del héroe
del film “Ballard”, tras la captura de los criminales pedófilos en una isla de
Cartagena y habiendo liberado a los niños. Al ver a los niños improvisando con
sus manos un ritmo musical, el personaje le dice a su compañero que ese es “el
sonido de la libertad”, lo cual el otro asiente. Notemos el contexto en que se
da esta expresión: los niños allí son libres porque han sido liberados de la
esclavitud a que estaban sometidos, pero a la vez están sujetos
puesto que están siendo vigilados por los agentes de policía que les han
devuelto la libertad. Es decir, no se trata de ninguna libertad absoluta sin el
menor control ni sujeción. Por el contrario, la película muestra al principio
que esa falta de vigilancia y descuido del padre de los niños es el que permite
que sus hijos sean víctimas de los secuestradores. Así pues, la película deja
en claro que los padres deben vigilar –tener sujetos- a sus niños, y no que deben
darles una libertad absoluta. Por lo tanto la afirmación de que se promueve “la
libertad y no la sujeción” de los niños es enteramente falsa. Se promueve en el
film una “libertad bajo sujeción”.
La película alude también
al rol de la familia tradicional, que obra como soporte del heroísmo del protagonista,
y son tres escenas que lo muestran. Una de ellas es cuando Caviezel regresa a
su casa después de un duro día de trabajo y lo reciben su esposa y seis hijos,
todos reunidos. El hogar es el refugio del héroe, la iglesia doméstica. No
parece ser una imagen precisamente de libertinaje.
Pero decíamos que el autor
de la acusación reincide en el prejuicio. Y este hecho nos parece claro. En
este caso parte de la base de que la película estaría hecha por norteamericanos
de mente estrecha y liberal, lo que inevitablemente lo lleva a concluir que la
película, por lo tanto, es liberal. Sin embargo, en gran medida sus
responsables –director, co-guionista, y productor, son mexicanos-. Y, respecto
de su conclusión, ya hemos dicho que está errada. Pero claro, si se parte de la
idea de que la película está hecha por yanquis liberales, entonces la
conclusión obvia es que lo que nos quieren vender es el liberalismo. Y allí se
agota todo el sentido de la palabra “libertad”.
Niños “sin sujeción” en la película.
Mismo yerro –pero más ostensible- tuvo el mismo escriba cuando se le dio por opinar sobre la película Nefarious (de la que nosotros nos ocupamos aquí: https://agendafatima.blogspot.com/2023/07/nefarious-presencia-de-satanas-en-el.html), de ahí que lo llamemos reincidente.
El escriba sostiene toda
su enrevesada argumentación (aquí: https://gloria.tv/post/efeWMPqL93Ni1H4AZbusxCdWz)
en el hecho de que los autores de Nefarious
son protestantes y por lo tanto la película es protestante. Sin embargo, los
directores de la película no son protestantes sino católicos, ellos mismos lo han
dicho –alguno afirma ser un “católico fanático”- y han estado asesorados por
sacerdotes católicos, no por pastores protestantes. Así que de entrada el
detractor de la película coloca un filtro ante sus ojos que hace que vea toda
la película teñida de protestantismo. En base a eso desarrolla toda su
argumentación, no en base a la evidencia tomada del mismo film. Veamos un
ejemplo de esta su arbitrariedad: "El público “tradi” aplaude la burla al
cura modernista, pero no se percata que la burla es al Sacerdocio Católico
todo, hecha por quienes vienen bregando desde hace siglos para su destrucción y
les encanta mostrar el chancro ajeno". ¿Cómo se ve eso en la película? ¿En
base a qué saca su conclusión? Solamente en base a que los directores "son
protestantes". Nuevamente, acusación totalmente gratuita y errada del acusador.
Tenemos también un ejemplo
de irrealismo, ignorancia o arbitrariedad: "No sólo es insultante, sino
que no es cierta, por más modernista que sea el cura es demasiado
caricaturesca." ¿En serio? ¿Vio este escriba, por citar solo un ejemplo,
al cura llamado James Martin? ¿Lo vio a Mons. Tucho Fernández? ¿Vio los miles
de curas degenerados y caricaturescos –por no mencionar muchísimos obispos- que
pululan en la Iglesia oficial en estos tiempos? ¿La película exagera, o quizás
se queda corta?
Falta de realismo sin
dudas el suyo. Hay que partir de la base de qué es lo que quisieron comunicar
estos directores en la película: el actual estado de inmundicia moral, de
perversión y de locura que asolan a Estados Unidos (y al mundo entero), tiene
detrás un “ideólogo” al que nadie menciona: el Diablo. Es por eso que no se
trata sólo de una “batalla cultural”, como dicen las derechas, sino de una
batalla espiritual. ¿Logra la película transmitir eso? Sí. Por lo tanto, siendo
esto así, ubicándose en el centro de la batalla actual, sería absurdo pretender
que cuando busquen al capellán, aparezca de pronto un valiente, firme, sólido
cura tradicionalista, un santazo, un campeón de la fe que abata al Diablo
mediante un exitoso exorcismo, y la razón es simplemente porque de esos hay un
puñado nomás en todo el mundo, y los otros son legión. Hacer eso además sería haber
caído en los errores que les reprocharon en sus primeras películas, esto es,
ser muy obvios y poner todas las conclusiones ya elaboradas en la cabeza del
espectador. Si la película está mostrando lo que ocurre hoy, ahora mismo, con
el mundo, debe mostrar también lo que pasa hoy, ahora mismo con la Iglesia. ¿Y
qué pasa con la Iglesia? Creo que nadie lo sabe mejor que nosotros los
tradicionalistas. Si van a llamar a un cura va a aparecer alguien como el de la
película, en Estados Unidos están la mayor cantidad de curas sodomitas y
pedófilos del mundo. Para rubricar el estado calamitoso de la Iglesia el famoso
jesuita James Martin acaba de ser convocado al Sínodo. O sea, la realidad de la
Iglesia también se ve gravemente afectada por influencia diabólica. Sería incoherente
y nada creíble –aunque nos encantara- que apareciese un santo Cura de Ars como
capellán de la cárcel.
Sin embargo, esta es una
película inteligente. Fijémonos en este detalle muy importante: ¿cuál es la
reacción del demonio cuando se entera que va a ir a verlo un sacerdote? Se
aterroriza. El hasta entonces soberbio personaje Nefarious, que parecía en
control de toda la escena, de pronto tiembla, se inquieta. No le dicen que va a
ir a verlo un Pastor, o un Rabino, sino un Cura. Eso quiere decir que a quien
el demonio le teme es a los sacerdotes católicos. Pero, cuando ve que se trata
de un cura modernista, progre, afeminado, sin fe, el demonio se regocija. ¿Eso
no es acaso dejar bien parado el Sacerdocio, y criticar hábilmente la Iglesia
oficial corrompida de la actualidad?
En definitiva: lo que la
película deja en claro es que a pesar de la gran defección de sus hombres en su
Iglesia, Dios sigue obrando. Y debemos seguir recurriendo a él, aunque los
curas nos defrauden.
Pero volvamos finalmente a
Sound of freedom. Encontramos otro
comentario prejuicioso negativo, de los que abundan en las llamadas redes
sociales:
“Es bueno hacer memoria...
Personas que hicieron documental o iban a denunciar el mismo flagelo:
-Avicili, Chester Bennigton, Anthony Bourdain (famoso chef) y Chris
Cornel se ¿suicidaron? mientras trabajaban en un documental sobre
pedofilia/tráfico infantil: The Silent Children.
-Anne Heche estaba produciendo un
documental sobre el tráfico de niños cuando "muere" repentinamente a
causa de un ¿supuesto? accidente.
-Paul Walker el 30/11/2013 su auto
chocó contra un árbol y se ¿incendió o fue una explosión?, estaba dispuesto a
presentarse para exponer los crímenes de la fundación clinton contra los niños
de Haití, lo descubrió a través de su trabajo de caridad.
-Natacha Jaitt denunció una red de
pedofilia en Argentina en el programa de Mirtha Legrand, recibió amenazas,
escribió en su twitter que no pensaba suicidarse, apareció muerta.
-Lydia Cacho, periodista mexicana
denunció a altos niveles de "personas" de su país que estaban en el
tráfico de niños, la pasó muy mal, está viviendo en España y escribió un libro:
Los demonios del edén".
Podría seguir porque hay muchos más y resulta que estos hacen esta
película, todo el mundo la promociona, van a distintos lugares a hablar (más o
menos como pasó con el falso bicho, que se la pasaban hablando de el) y la
¿Elite se lo permite?, por supuesto que "no creo" en las supuestas
amenazas y que en algunos sitios la prohiben, todo show. Ustedes creen que
si la élite se hubiese sentido amenazada estos estarían con vida y me remito a
todo lo expuesto anteriormente.”
Para la gente que escribe este tipo de comentarios, los enemigos de Dios
son todopoderosos e inevitablemente ellos van a vencer siempre, Dios no permite
que gracias a la muerte de muchos luchadores surjan otros que cuentan con más
recursos y notoriedad, en un contexto diferente, y por ello mismo a pesar de su
exposición, con algún margen de maniobra mayor. No, nada de eso es posible. Somos
impotentes, debemos aceptar que nada podemos, dejar de luchar, el bien es
incapaz, todos son sospechosos. No podemos tener ninguna victoria en este
combate. Mejor pegarnos un tiro.
Por supuesto, el comentario está basado en falsedades: a esta gente
exagerar o decir mentiras no le cuesta mucho: “todo el mundo la promociona”,
falso, la promocionan los medios católicos y conservadores, patriotas y
alternativos. Los medios masivos en general la repudian y eso ya lo han
demostrado suficientemente. Pero como es un enorme éxito –como lo fue La Pasión de Cristo-, no pueden
ocultarla y deben hablar de ella. “van a distintos lugares a hablar”, sí, a los
lugares que acabamos de mencionar. “por supuesto que "no creo" en las
supuestas amenazas y que en algunos sitios la prohiben, todo show”. Pues las
amenazas son reales y lo de las prohibiciones, cancelaciones y boicots también
es real. En definitiva, hay gente incapaz de reaccionar, eternamente deprimida,
que no puede creer a ninguna buena noticia. Nosotros preferimos constatar que
todavía hay luchadores y que, acertados o no, siguen adelante porque Dios es
quien da la victoria, tanto como la honrosa derrota en este mundo, donde el
verdadero derrotado es el que ya no quiere combatir y prefiere sospechar de
todo, encerrarse en su pequeñez de miras y evitar asomarse al horizonte, por
las dudas no vaya a ser que haya que reconocer que todavía hay esperanza.
Conclusión: algunos creen entender tan rápido, que pasan por alto lo que
tienen frente a sus ojos. A esto le llamamos “pasarse de listos”.