Sound of
freedom.
Director: Alejandro Monteverde.
Guionistas: Alejandro Monteverde, Rod Barr.
Productor: Eduardo Verástegui.
Música: Javier Navarrete.
Intérpretes: Jim Caviezel, Mira Sorvino, Bill Camp,
Eduardo Verástegui, Javier Godino, José Zúñiga, Kurt Fuller, Cristal Aparicio,
Lucas David Ávila, Gerardo Taracena.
Por FLAVIO MATEOS
“Pero
quien escandalizare a uno solo de estos pequeños que creen en Mí, más le
valdría que se le suspendiese al cuello una piedra de molino de las que mueve
un asno, y que fuese sumergido en el abismo del mar”.
Mt.
XVIII, 6.
“Guardaos
de despreciar a uno solo de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles, en
los cielos, ven continuamente la faz de mi Padre celestial”.
Mt.
XVIII, 10.
"Y
no puede existir el verdadero bien sin ser combatido por el mal”.
Orígenes,
Homilia 5 in Matt.
“La más ominosa de las perversiones modernas
es la vergüenza de parecer ingenuos si no coqueteamos con el mal”
Nicolás
Gómez Dávila.
“El escritor católico tiene que mostrar
la intervención de la Gracia en un territorio que es propio del diablo”.
Flannery O'connor
Estamos presenciando
un poderoso fenómeno, a raíz de una película: Sound of freedom. A esta altura el lector ya sabe que una película
de bajo costo, desdeñada durante cinco años durante los cuales no pudo llegar a
los cines, finalmente estrenada en condiciones desventajosas, y que además cuenta
con el desprecio, el rechazo y el boicot de la prensa del establishment
izquierdo-progresista que domina hoy en Occidente, se ha convertido en un
imparable éxito de taquilla y, por sobre todo, un éxito en su propuesta de
crear conciencia y hacer despertar a los espectadores, sirviendo de estímulo para
unos y de revulsivo para otros. Parece haberse desatado una pequeña pero
furiosa guerra mediática cuyas ramificaciones crecen y no se sabe en qué van a
parar. Sí, ¿todo eso lo puede provocar una simple película? Bienvenidos al
mundo real.
Vale
mejor decirlo de entrada: esta no es sólo una película, sino un arma de guerra. Surge como un
elemento extraño en el cuerpo podrido de la industria del entretenimiento
estadounidense, corrompido hasta la médula. El misterio de iniquidad avanza y
los promotores del “Nuevo Orden Mundial” pretenden imponer su religión “LGBT”
llegando hasta legalizar la pedofilia. Para ello tanto la prensa corporativa
como la industria del espectáculo son vitales. Esta película no ofrece
consignas pero se concluye claramente: hay que pararlos y hacerles frente. Aunque
más no fuere por ello, esta película ya ha triunfado y merece nuestros respetos
y nuestra adhesión. Y esto más allá de la utilización política que algunos
puedan querer hacer de la misma, o de las contradicciones de ciertos liberales
que la apoyan pero no comprenden los principios que han erigido el mundo
moderno y aún pretenden defender el liberalismo.
El
fenómeno de Sound of freedom se da
porque apunta directamente y sin miedo a una realidad que no se quiere
desocultar, y lo hace con inteligencia, belleza y fuerza, lo cual molesta
sobremanera a los progres canceladores, profanadores de todo lo bueno, lo bello
y lo verdadero. Una película mediocre apenas si habría llamado la atención, y
no más que la misericordiosa disculpa del público bien pensante. Pero Sound of freedom reúne en sí una serie
de elementos que la convierten en mucho más que un film que quisiese formar
parte de alguna “agenda”, cosa de la que la acusan sus venenosos detractores,
vinculándola con “teorías de la conspiración”, “QAnon” y otras etiquetas para
desmerecerla. Sound of freedom no es
un “film testimonial” y no es un “film de propaganda”, tan afectos a los
mediocres realizadores de izquierda. Estos últimos, en Estados Unidos, no dejan
de vendernos películas “antinazis” y en Argentina hemos padecido los centenares
de filmes bochornosos sobre la “dictadura militar”, clamorosas mediocridades
que sólo buscan, a costa del tiempo y del dinero del espectador, meter y fijar
en sus cabezas ideas acordes con la ideología imperante. Ahora el wokismo, la promoción de la degeneración
sodomita, la preocupación pseudo-ecológica panteísta, la “diversidad”, el
“antirracismo” y el anticristianismo son las cuestiones que deben ocupar a los productores
y cineastas, y pobre del que se salga del mainstream
y no quiera embanderarse en la causa:
será velozmente cancelado.
Hemos
dicho lo que Sound of freedom no es. Vamos
a ver ahora algunas razones que hacen muy recomendable esta película, además de
su valentía de haber metido el dedo en la llaga:
I.- Sound of freedom es una película
apasionante para el que todavía es capaz de dejarse llevar por una emoción
estética en la cual va implicada la ética y el compromiso espiritual. Sus
realizadores saben bien que no tendría el mismo alcance un simple reporte
periodístico o un documental que una vigorosa narración cinematográfica. El
impacto que está teniendo lo demuestra.
Sound of freedom es un
viaje al corazón de las tinieblas, y con mucha más oportunidad podríamos
recordar aquellas palabras finales de Kurtz en Apocalipse Now (1979): “El horror…el horror…”. Somos llevados a las
orillas mismas del horror, pero sin sumergirnos en sus profundidades. A
diferencia de Willard, el protagonista de Apocalipse
Now, que permanece atrapado en el oscuro mundo que ha contemplado, aquí Tim
Ballard logra salir de allí, y con él nosotros, en busca de “un nuevo
comienzo”. A pesar del horror que la esclavitud y explotación sexual de los
niños nos despierta, la película no nos deja sacudidos sino que nos invita a
pelear de frente, en una actitud positivamente confrontativa contra el poder de
las tinieblas. El primer paso es no temer conocer y decir la verdad. Algo
parecido ocurrió cuando Mel Gibson descubrió el horror de la América
precolombina en su gran película Apocalypto:
no se lo perdonaron. El príncipe de este mundo no quiere la verdad. He aquí una
buena señal del bien que puede hacer esta película.
II.- Sound of freedom es un relato
épico-dramático que evita exitosamente los golpes bajos y la sensiblería como
también deslizarse hacia el espectacular film “de acción”. Es más bien una
versión moderna de The Searchers, el
inolvidable clásico de John Ford (hoy sin dudas en la mira de los canceladores,
por mostrar el salvajismo de los indios y estar protagonizada por un actor de
derecha como John Wayne –nos paramos para decir su nombre).
Para el
que no sabe, The Searchers (1956) transcurre
en Texas en 1868 y narra la busca emprendida por un hombre que ha regresado de
la reciente Guerra de Secesión, de una sobrina suya cautiva de los indios comanches,
que masacraron al resto de su familia. La busca se vuelve empecinada y
transcurre a lo largo de muchos años marcados por peligrosas peripecias. La
obstinación –y la caridad- al fin dan sus buenos frutos. El héroe ha cumplido
con su deber, ha devuelto la libertad a la cautiva. Puede marcharse.
Hay sin
duda grandes diferencias entre sus protagonistas y en la trama, pero en lo
esencial se trata de rescatar una cautiva de los hijos del Diablo. Plantear
esta posibilidad es intolerable para los progres. Por eso no puede
sorprendernos que el periódico inglés The
Guardian, que ha atacado histéricamente a Sound of freedom, antes haya hecho lo mismo –y con igual excitación-
contra The Searchers.
III.- En
tiempos donde se ha cancelado la figura arquetípica del héroe para reemplazarlo
por el afeminado (ya lo había dicho de otro modo nuestro Ignacio Braulio
Anzoátegui: “Cuando desaparecen los santos, aparecen los afeminados”) o el fachoso super-héroe de poderes
especiales, se nos pone en pantalla un héroe que no necesita exhibir músculos o
realizar proezas acrobáticas, ni tampoco se rodea de preciosas féminas o
muestra su lado “oscuro” como para opacar su heroicidad. Héroe es el que va más
allá de lo simplemente correcto y exigido, es quien se sacrifica porque
entendió que su causa vale más que su propia vida. Jim Caviezel, consagrado en La Pasión de Cristo, es el emblema
perfecto para este film: hombre de convicciones, de verdadera fe católica,
padre de familia, es todo lo que el progresismo odia. Sin embargo, la película
no está, acertadamente, del todo centrada en el héroe, para que el foco en el
protagonista no eclipse el drama mayor, que logra conmovernos con muy pocas
escenas que sugieren más que muestran, y estamos hablando del sufrimiento de
los niños. Es su drama el que tiñe todo el film de una tensión que nos hace
unirnos al itinerario del héroe con mayor apego.
IV.- La
película se propone como lo absolutamente contrario de lo que este mundo
satanizado en que vivimos opera desde sus usinas de poder global. El número de
los esclavos en estos tiempos es mayor que en tiempos donde estaba legalizada
la esclavitud. La vieja institución que fue desterrada por el Cristianismo
volvió en la medida que éste fue corrompido y marginado de la sociedad. Ya lo
había predicho Hilaire Belloc en su obra El
estado servil. El horror del siglo XX va mucho más allá en este siglo XXI. Propósito
indudable de Satanás que odia al ser humano por haber sido redimido por
Jesucristo. Y precisamente ha sido la Iglesia católica quien se ha ocupado del
rescate de los pecadores, esclavos, oprimidos y sobre todo, de proteger la
inocencia de los más débiles. La Contra-Iglesia tiene el programa contrario y
pretende llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Nos acercamos al punto más
álgido de esta guerra espiritual.
V.- Como
película, Sound of freedom tiene una
estructura narrativa sólida y los guionistas han construido la historia
sabiendo bien su oficio. Reúne los tópicos propios de toda narración clásica:
una investigación, una busca y un viaje. El director Monteverde sabe llevar un
ritmo ágil para mostrar el avance del protagonista en su misión, y sabe hacer
sus pausas cuando se trata de la intimidad donde se vierte la “procesión
interior” de su alma o el silencioso dolor de los niños. Los amplios encuadres
buscan siempre incorporar el ambiente que rodea a los personajes como una forma
de hacer que los lugares participen activamente del drama que se está viviendo.
El ayudante del héroe quijotesco es otro acierto: algo caricaturezco, ha vuelto
de las tinieblas de una vida criminosa y busca reivindicarse en el bien. Se
evita así toda caracterización maniquea y fútil.
VI.- Hemos
encontrado aquí y allá algunas objeciones de no mucho peso, pero que vamos a
responder. No nos referimos, por supuesto, a los ataques frontales de la prensa
de las grandes corporaciones, sino a cosas que aparecen en medios alternativos.
Primero, un médico que ha estado luchando contra la farsa plandémica –lo
aplaudimos por eso- ha salido a decir que esta película manipula sutilmente al
espectador (“Así te manipulan” dice él, claro, manipulan a los demás, no a él
que sería inmune a toda manipulación), porque cuando el héroe y su compañero
ingresan disfrazados de médicos al territorio guerrillero, donde no osan entrar
ni el ejército ni la policía, mencionan dos veces que son médicos de las
Naciones Unidas, y mencionan tres veces la palabra vacunas. Como si fuera poco,
el objetante dice que usan tres veces seguidas el pronombre “quién”, es decir,
“who” en inglés, lo cual sería un guiño secreto (¡!) porque querría decir “World
Health Organization”. Dice además que imágenes finales son musicalizadas con la
voz de la cantante sierva globalista Shakira. Y aporta finalmente esta
contundente afirmación: Ninguna película sale de Hollywood sin pasar por la
CIA.
Es cierto
que hay conspiraciones y conspiradores, pero también hay –y no son escasos-
conspiranoicos. Estos ven en cada mínimo
detalle un signo del poder globalista al que no se le escapa absolutamente
nada. Todo se hace adrede. Mucho nos tememos que este parece ser el caso. Vamos
a ver: la película está basada en hechos reales, la única forma que tenían los
agentes de ingresar al territorio guerrillero era fingiendo ser médicos de la
ONU, o de la Cruz Roja u alguna entidad internacional, pues a ellos los dejan
ingresar en todas partes. Es un hecho. Luego, esos médicos cargan con medicinas
y vacunas. ¿Qué se supone que tenían que llevar Tim Ballard y su compañero para
hacerse pasar por médicos? Lo del pronombre “quién” es sencillamente
ridículo. ¿Queda prohibido decir “who” en toda película hablada en inglés? Y no
imaginamos cómo podrán entender esa “señal” los que vean la película doblada… Pero además, la película fue terminada en
2018 y no permitieron que se estrenara entonces. Dice el objetor que eso es más
a su favor puesto que habría dejado una imagen positiva inconsciente. Pero es
al revés: porque si la película era conveniente a los conspiradores covídicos,
entonces la hubiesen estrenado sin dificultades. Por otra parte, por aquel
entonces la mayoría de la gente desconocía la cuestión “vacunas” (quizás hasta
el mismo que objeta), así que mal se les puede endilgar a los realizadores de
la película una utilización perversa del tema. Más aún, Eduardo Verástegui no
tiene problemas en hablar públicamente de “plandemia”. Después de todo lo que
ha pasado en los últimos tres años, sería mejor no hacer mención favorable de
ese tema, pero, ¿la película lo hace, o simplemente se trata de una excusa y un
disfraz de los rescatadores? En todo caso, se le estaría pidiendo demasiado a
una película que, hay que repetirlo, fue terminada dos años antes de la
“pandemia”. Respecto de lo de Shakira, no hemos escuchado ningún tema de la tal
cantante, quizás al final de todos los títulos aparezca, no hemos podido
comprobarlo, pero en ese caso sería una mala elección, quizás sólo comercial,
de sus productores –puesto que gran parte de la película transcurre en
Colombia-, antes que “una señal” de adhesión a los planes globalistas. ¿Y habrá
que presumir que porque se incluye un tema musical compuesto por el cubano
Silvio Rodríguez, los realizadores están dando la señal de que quieren
manipularnos para que aceptemos el comunismo? La afirmación de que toda
película de Hollywood -¿qué se entiende por Hollywood? ¿Estados Unidos?- pasa
antes por la CIA no la prueba, por lo tanto no tiene ningún sustento.
Afirmación gratuita. Podemos agregar todavía que Caviezel ha sido amenazado luego
de afirmar que las agencias de inteligencia estadounidenses estaban implicadas
en el tráfico de niños. Con lo cual la supuesta “sutil manipulación” parece más
bien un razonamiento descabellado de aquel que se apuró a publicarlo. Es lo que
sucede: algunos se pasan de revoluciones y terminan sospechando hasta de su
propia sombra.
Desde
México lanzan otra teoría, de que sería la película parte de la gran
conspiración porque el multimillonario Carlos Slim habría puesto dinero en la
misma. La verdad es que quien lanza la acusación no se molesta en absoluto en
aportar las pruebas de tan seria acusación. En todo caso, lo que importa es lo
que dice la película, y eso es lo que han entendido bien los mass media del
sistema, por lo cual la combaten. Se aporta una foto donde Verástegui y otras
personas aparecen junto a Slim, el cual se sostiene que tiene estrechos vínculos
con el presidente de izquierda López Obrador, y también se lo vincula a
diversos crímenes. También se sostiene que Slim ha apoyado económicamente a
Verástegui para ayudarlo a lanzar su carrera política y convertirlo en una
“oposición controlada”. Todo es posible, pero sería fatigoso y distractivo
introducirse en esos meandros que nos llevarían lejos de lo que nos ocupamos.
Por otra parte Verástegui ha hecho un video desmintiendo totalmente la especie
y hablando acerca de la producción de su película. Y la cuestión es la película
en sí, y no quiénes pretenden aprovecharse de su éxito o de sus realizadores
con otros fines. Siempre ocurre que hay personas que intentan ser demasiado
listas y, fatalmente, terminan haciendo papelones. Recientemente pudimos
comprobarlo con un señor que escribe a veces en algún que otro medio de
Internet, despotricó contra Nefarious
diciendo, entre otras cosas, que estaba hecha por protestantes: estaba así
demostrando su supina ignorancia, puesto que en verdad los realizadores son
católicos. Y, una vez más, haciendo acusaciones gratuitas, sin probar sus
aserciones.
Terminemos
nuestra consideración. La perversión de niños se extiende como reguero de
pólvora y, contrariamente a las medidas urgentes que se tomaron por una
supuesta “pandemia”, los gobiernos y personas “representativas” en las
instancias públicas prefieren manejar esta agenda satánica en segundo plano,
para que la población no se entere de que sus hijos están todos en un grave
peligro. Se pretende normalizar el satanismo, y hacer de la corrupción de los
niños un “progreso”, legalizando la pedofilia. Cuando esto escribimos nos llega
la noticia de que en la televisión de Holanda sientan a niños de 10 a 12 años
frente a hombres y mujeres transexuales que se desnudan frente a ellos, “para
que piensen en su propia sexualidad”. Aquellos países depravados ya no atinan a
reaccionar y se están entregando de lleno a las obras del infierno. Pero
nosotros nos escandalizamos. Es por eso que Sound
of freedom está resultando, con su enorme éxito, una bandera que llama a la
batalla contra este mundo perverso que nos quieren imponer a todos. Decía
Braulio Anzoátegui que “No hay verdadera crítica sin trompadas, como no hay
verdadera religión sin guerra religiosa”. La película es una trompeadura allí
donde más les duele a los perversos de la élite mundialista, y nuestra actitud
debe ser la misma. Estamos en una guerra religiosa y es hora de entenderlo de
una vez por todas. Hay que golpear. El enemigo no va a detenerse si nosotros no
hacemos algo para detenerlo. Esta es una guerra a muerte. Una película es un
medio poderoso de difusión de esta contra-agenda. Nuestro compromiso con la
verdad, y sobre todo nuestras oraciones, van a darnos la victoria. Dijo Nuestra
Señora en Fátima que sólo Ella puede ayudarnos. El Santo Rosario y la devoción
a su Corazón Inmaculado son nuestros dos últimos recursos. El sonido de la
libertad de los hijos de Dios va a resonar muy fuerte: hay que empezar por
hacerlo oír desde ahora.