Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

lunes, 25 de noviembre de 2024

MÁS SOBRE PUTIN Y LOS JUDIOS

 


Continuando con este tema que ya habíamos tratado en esta entrada de nuestro blog:

 https://agendafatima.blogspot.com/2022/04/putin-y-los-judios.html

 y en esta otra:

https://agendafatima.blogspot.com/2023/06/siempre-ellos.html

haremos ahora unos breves comentarios, respecto de una conferencia de Pierre Hillard que aparece en internet, en el canal Verbum Fidelis de Youtube, bajo el título original de Le Mondialisme contre l’Eglise (subtitulado en portugués con el título Globalismo contra a Igreja católica). El intelectual francés es presentado por un sacerdote de la FSSPX de Francia, Jean-Pierre Boubee. Vale recordar que la FSSPX se ha posicionado en sus sitios web en favor de Ucrania y contra Rusia.

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Minuto 54’ de la conferencia. En 1999, cuando Putin era primer ministro de Yeltsin, hay una lucha entre dos facciones de judíos, Putin se pone del lado de los Lubavitch.

Ese tema complejo –como muchos otros de que habla Hillard- lo abordamos en nuestro libro Fátima y Rusia. Es claro que no hay país del mundo donde los judíos no tengan injerencia en la economía. Esto ha pasado hasta en los reinados católicos. Nada nuevo, tampoco.

Pero vamos al punto clave de la conferencia.

Afirma Hillard -sin aportar pruebas- que “la espina dorsal de la economía rusa está esencialmente en manos de los Lubavitch, que son los tradicionalistas de los judíos (anti woke, lgbt, etc).” Y agrega: “Quien paga, manda”. Es decir que “Cuando Putin habla contra el wokismo, contra LGBT y demás, no hace más que transmitir la moral de los Lubavitch”.

De manera tal que Putin sólo sería un empleado –jerárquico, sin dudas, pero empleado al fin- de los Lubavitch, algo así como es Milei en Argentina. Una marioneta de un ventrílocuo, o poco más.

Si quien paga manda, preguntamos entonces, ¿los Lubavitch mandaron construir, reconstruir y restaurar un promedio de tres iglesias por día desde que asumió Putin por primera vez el gobierno? ¿Ellos sembraron Rusia a lo ancho y alto de imágenes de Cristo y la Virgen? ¿Ellos fomentaron y promovieron los miles de monasterios cristianos ortodoxos que se extienden por toda Rusia? ¿Les infundieron a las Fuerzas Armadas una vinculación espiritual cristiana? ¿O no será más bien que Putin se sirve de los Lubavitch para los intereses de Rusia? Pero Hillard no se plantea nada de esto, parece que en Rusia ni hubiese habido una transformación impresionante en los últimos 25 años. El pueblo ruso sería un zoquete burlado por un tirano que poco se diferencia de Zelenski.

(Agregamos ahora, 24 de noviembre de 2024 y ya muy avanzada la guerra, que los Lubavitch con los judíos del mundo entero se han posicionado en favor de Ucrania y contra Rusia. Probablemente Hillard dirá que es una simulación).

Añadamos que los Lubavitch como buenos judíos que son, podrán querer ser tradicionales entre ellos, pero a los goym los judíos les insuflan siempre la corrupción de costumbres, moral y pensamiento. Y los rusos son para ellos goym. ¿Para qué los iban a fortalecer en su moral y en su nacionalismo?

A continuación dice el intelectual francés que “La Rusia de Putin implementa un modelo que corresponde exactamente al mundo occidental. Digitalización del país en curso, rublo digital, proyecto de cartera de identidad digital”, etc. Nos parece un comentario demasiado ingenuo. Si bien puede no ser agradable ese avance, ¿qué querría Hillard que hiciese Rusia, mientras Occidente adopta esas medidas? Si Rusia ha de tener intercambio con el mundo entero, no puede quedarse en una tecnología obsoleta que sería ultrapasada por el resto del mundo. El super desarrollo tecnológico es un mal que ya no puede detenerse y volver atrás. Rusia no puede dar ventajas. El mundo ya está globalizado, lamentablemente. Ahora, que esas medidas pueden usarse para el bien o para el mal, dependiendo de quién gobierne, es otro tema. Pero pretender que Rusia se cierre a ese adelanto y pensar que pudiese subsistir ante la ventaja tecnológica de Occidente es ridículo.

En el min. 58 de la conferencia aparece el gran cuco de Duguin (sobre el que hemos escrito varios artículos en nuestro blog). Dice Hillard –sin pruebas, desde ya- que trabaja para el gobierno y literalmente dice esto: “No voy a dar el nombre del instituto donde él trabaja”. ¿Ah, sí, y por qué no? Ese es el dato clave, puesto que nadie hasta ahora ha aportado una sola prueba de que Duguin sea el asesor, el cerebro o que trabaje para el gobierno de Putin. Dice: “Hace parte de un comité de gestión dentro de esa gestión”. De acuerdo: que lo pruebe. ¿O sólo debemos creerlo porque él lo dice?

Sigue Hillard: “Establecí una ligazón entre el programa de Putin y el programa de Duguin que mandé traducir: es exactamente el mismo, excepto que Putin procura establecer lazos con China y Duguin no”. No dice ni de qué trata el programa ni cómo lo obtuvo. Así es fácil acusar.

Habla del esoterismo de Duguin, algo ya sabido, pero NO DICE dónde estaría el esoterismo de Putin, ya sea en su obra de gobierno, ya en sus discursos y declaraciones. Nuevamente, de esto nos hemos ocupado ampliamente en el libro citado y en este blog. Y este sería el tema clave: porque si Putin es un falso cristiano que sostiene un mesianismo anti-romano que quiere imponer al resto del mundo, entonces deberíamos estar enterados, y sus medidas de gobierno o sus discursos en ningún momento nos dejan concluir eso. Pero Hillard lo deja todo envuelto en el más profundo misterio. Él es el sabio que todo lo comprende, nosotros los profanos que debemos confiar en su palabra.

Pero además, Hillard habla de la influencia gnóstico cabalística que habría en la cúpula de Rusia, sin embargo no menciona –salvo el archimalvado Duguin- a ningún otro intelectual que sea parte de ese conglomerado intelectual que rodearía a Putin. ¿Dónde están esos ideólogos? ¿Quiénes son? ¿Cuáles son sus obras, sus discursos? Nada.

Luego dice otra cosa falsa: “Vladimir Putin está a favor de una mezcla de todas las religiones”. ¿Podría aportar pruebas? Nosotros jamás escuchamos que hable de eso, sino más bien, como conservador liberal que es, de respetar la diversidad de religiones que hay en Rusia, no por una cuestión religiosa sino para mantener la unidad de la nación o al menos evitar graves conflictos (no se olvide que en Rusia viven varios millones de musulmanes). Incluso recientemente el patriarca ortodoxo ruso dijo que era imposible el ecumenismo con Roma. Son irreductibles. Nada de mezcla.

Finalmente, Hillard no hace la menor mención al papel que sí ha de tener Rusia en el mundo, a raíz de la mención de la Virgen de Fátima. Está claro que hoy día sin la teología es difícil hacer un buen o completo análisis político.

Hay muchas cosas cuestionables y malas influencias en la élite rusa, sin dudas, pero si vamos a hacer acusaciones corresponde aportar las pruebas, no basarse en el pasado solamente (Putin fue de la KGB por lo tanto lo sigue siendo), y a partir de ahí definir el presente.

En definitiva, Hillard como historiador menciona velozmente y de memoria muchísimos datos, pero no sabe reflexionar y asume que porque antes las cosas fueron de tal manera, ahora tienen que seguir siendo así. Simplifica y esquematiza una realidad muy compleja. Además de que no prueba todo lo que afirma. Por eso su conferencia es muy floja, y más bien parece una manera de que la realidad se adapte a sus esquemas previos, típico error de ciertos intelectuales, incapaces de adaptarse a aquello que no estaba en sus libros ni en sus teorías.

 

F. Mateos

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