DE
LA MILICIA DE LA INMACULADA A LA MILICIA DEL CORAZÓN INMACULADO
“La fascinación por la lucha la entiende cualquier hombre que no ha sido esclavizado”.
G. K. Chesterton
En
1917, casi en el momento mismo de las apariciones de la Virgen en Fátima, en Roma
el fraile polaco Maximiliano Kolbe comprendía cabalmente la magnitud de la
guerra que se le hacía a la Iglesia: la Masonería desfilaba victoriosa en Roma,
celebrando su segundo centenario y prometiendo, con su característica soberbia,
erradicar a la Iglesia. Kolbe no se quedó de brazos cruzados. La Inmaculada le
inspiró su Milicia, que fundó tres días después de la última aparición de
Fátima. El padre Kolbe no tuvo conocimiento en su vida de estas apariciones,
pero peleó en otro frente el mismo combate, hasta que dejó este mundo
gloriosamente.
Han
pasado más de cien años, y debemos comprender que la guerra contra los poderes
del infierno está llegando a momentos decisivos. Ya no podemos quedarnos sin
participar activamente en esta guerra, que nos han declarado bajo una máscara a
los cristianos y a toda la humanidad, a toda la creación de Dios. No podemos
seguir venerando a los santos sin pretender imitarlos, pensando que ellos
hicieron lo que hicieron “porque eran santos y yo no”. Hay que seguir sus ejemplos.
Debemos alistarnos en la Milicia de María. El triunfo de la Inmaculada debe ser
nuestra sublime obsesión. La gloria de Dios mediante la salvación de las almas.
Todos
los que practican, defienden y difunden la devoción al Inmaculado Corazón de
María, forman parte de esta “Milicia del Corazón Inmaculado”. Nuestras
armas más poderosas son el santo Sacrificio de la Misa y el santo Rosario. Nuestra
esperanza se alimenta de la Palabra de Dios. Nuestra consigna, amor a la cruz y
desprecio de la muerte. Nuestro grito de batalla: Cristo vence. Nuestra Reina
es Ntra. Sra. del Rosario de Fátima, la que aplasta la cabeza de la serpiente.
Entonces…
¡Basta
de tibiezas! ¡Basta de dormir! La mayoría de los católicos, incluso los
“esclarecidos”, todavía no entienden la importancia de Fátima. El clero
mediocre –sea línea media o “tradi”- ya Dios no lo tolera más. O ser santos, o
nada. Debemos pelear con coraje, constancia, sabiduría y prudencia, contra los
dragones de esta “nueva era”. Oración, Sacramentos, sacramentales, penitencia, sacrificios,
ayunos, predicación, caridad fraterna, buena formación doctrinal, amistad entre
hermanos, organización para la defensa de las familias y los últimos bastiones
cristianos, paciencia, vigilancia, resistencia al avance enemigo y contraataque
espiritual. En definitiva, “vigilad y orad”, porque la hora es muy oscura y nos
han declarado la guerra, una guerra donde nadie tiene derecho a dejar su puesto
de combate. Esperemos el triunfo de la Iglesia: llegará. Creamos al Corazón
Inmaculado, escuchemos el mensaje de Fátima.
“En el mundo pasáis apreturas, pero tened
confianza:
Yo he vencido al mundo”
(Jn. XVI, 33)
“Reinaré a pesar de Mis enemigos”
(El Sagrado Corazón a Santa Margarita María en 1689)
“Al fin mi Corazón Inmaculado triunfará”
(La Sma. Virgen en Fátima, 13 de julio de 1917)