Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

domingo, 3 de noviembre de 2024

ENCÍCLICA DE FRANCISCO DILEXIT NOS : ¿EL SAGRADO CORAZÓN AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD UNIVERSAL MASÓNICA?

 

ENCÍCLICA DE FRANCISCO DILEXIT NOS:

¿El Sagrado Corazón al servicio de la fraternidad universal masónica?

  


 


P. FLAVIO MATEOS

 

 

“El tentador es el enemigo de nuestra alma y el amigo de nuestro corazón”.

Nicolás Gómez Dávila

 

 

El corazón que sigue dos caminos, no tendrá buen suceso”.

Eclesiástico 3, 28.

 

  

 In cauda venenum

 

Si uno lee por encima la nueva encíclica de Francisco, Dilexit nos, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús[1], se encontrará sorprendido con una ristra de citaciones perfectamente católicas, muy bien escogidas, encomiables. Citas de grandes santos, y de los papas León XIII, Pío XI y Pío XII, que sin dudas son dignas de resaltar. Hay párrafos verdaderamente destacables. ¡Bravo! ¿Entonces, como afirman algunos católicos conservadores desde los medios de comunicación, Francisco ha vuelto al corazón? ¿Estamos pues ante una encíclica católica, que debemos elogiar, y que nos puede servir de guía para amar más y mejor al Sagrado Corazón de Nuestro Señor?[2] No, en absoluto. Hay que leerla entera, atentamente. Hasta el final. Porque, precisamente, aunque poco a poco se descubre para dónde rumbea el documento, en el final se descubre claramente el veneno. In cauda venenum.

Más bien hay que darse cuenta una vez más de la astucia de los modernistas, ya que “no dan puntada sin hilo”.

Recuérdese que ya San Pío X había alertado acerca de su modus operandi: “Muchos de sus escritos y de sus dichos parecen contradictorios, de modo que podría pensarse que vacilan inseguros. Pero se trata de una actitud deliberada, por el concepto que tienen de separación entre fe y ciencia. Por eso encontramos en sus escritos una página que un católico puede aprobar sin reservas, a la cual sigue otra que sólo cabe pensar que ha sido dictada por un racionalista. Cuando escriben sobre la historia, no hacen mención de la divinidad de Cristo, pero cuando predican la confiesan con toda claridad. En sus exposiciones históricas no tienen lugar ni los Concilios ni los Santos Padres, pero cuando explican el Catecismo los citan con todos los honores”.[3]

Desde entonces los modernistas (hoy denominados progresistas, conciliares y sinodales) han refinado mucho su sinuosidad para enredar sus pretensiones demoledoras en una argamasa de verbosidad interminable, de modo tal de cansar al lector sencillo, o enredar en una nube de palabras huecas, sonoras y retumbantes, al que bien intencionado espera lo mejor de quien debería hablar como “Vicario de Cristo”.

El pastel tiene buenos ingredientes, agradable aspecto, pero unas gotas de veneno lo hacen prohibitivo para nosotros. Pero, ¿podíamos esperar otra cosa de Francisco, el implacable demoledor de la Iglesia católica? ¿El impiadoso perseguidor de la Misa tradicional, ahora nos llama a amar según el Corazón de Jesús?

Desde luego, nuestro juicio intenta ser objetivo y en consonancia no sólo con lo que es todo el pontificado de Francisco, dentro del cual hay que inscribir esta encíclica, sino de la nueva teología y la nueva iglesia surgidas del Vaticano II. En esa nueva eclesiología, la encíclica bergogliana encuentra su justificación. Mientras que la causa final de la Iglesia católica es la gloria de Dios por la salvación de las almas, la causa final de la Iglesia conciliar es la unidad del género humano, obtenido por el diálogo interreligioso. A ello también apunta esta mirada sobre la devoción al Sagrado Corazón. Vamos a verlo.

 

La encíclica

 

Se percibe fácilmente que hay dos estilos en la encíclica. La primera parte y el final, descubren el estilo de redacción de Francisco, sentimental, berreta (si se nos permite el argentinismo) y con citas de autores nada ortodoxos ni católicos, como Martin Heidegger o el filósofo coreano-germano de moda. Una especie de lenguaje de “autoayuda” para abrirles las puertas a los lectores acostumbrados a la literatura de moda, condimentado con filosofía existencialista y algún guiño a doña Rosa.

El cuerpo central de la encíclica, en cambio, parece redactado por algún sacerdote conservador, que se tomó el trabajo de indagar a fondo en las diversas manifestaciones de almas privilegiadas, santas y santos que recibieron confidencias del Sagrado Corazón. Allí se encuentra lo más especioso y nutritivo de la encíclica. Pero a medida que uno lee, no puede menos que pensar que todos esos testimonios, que provienen de la historia y tradición de la Iglesia, son anteriores todos al concilio Vaticano II. Es decir, si por sus frutos se conoce el árbol, claramente aquellas almas santas se nutrieron de una Iglesia, de una misa y de unos sacramentos que ya no son los que proporciona hoy la neo Iglesia. Es algo que por lo menos da para pensar.

Pero entonces parece que se inmiscuye la pluma de Francisco nuevamente, para volvernos a la realidad de sus pretensiones “globalizantes”.

Así concluye la encíclica:

 “217. Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si’ y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común”.

Podemos, según creemos, circunscribir el problema de esta encíclica en tres puntos:

1- Una manipulación de la devoción al Sagrado Corazón para cumplir la agenda “universalista” –no católica- de las mencionadas encíclicas “sociales”, de sabor masónico.

2- Entronca eso con la pregonada “Civilización del amor” de Juan Pablo II.

3- Y se permite hacerlo mediante un recurso sutilísimo: darle un nuevo sentido a la “reparación”. Esto va en consonancia con la nueva teología del Vaticano II.

 

1-La devoción al Sagrado Corazón, nos lleva a cumplir mejor las encíclicas de la fraternidad bergoglianas.

 

Volvemos a la conclusión de la encíclica, donde habla claramente de su propósito:

“… lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si’ y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común”.

Respecto de Laudato si, se ubica privilegiadamente en la agenda globalista que se opera desde los centros del poder mundial. Como decía el periódico The Remnant en unas líneas contundentes:

Es el último mamotreto verborreico del Papa, una encíclica que abraza el alarmismo en torno al «calentamiento global», hace un llamamiento a organismos internacionales para que vigilen el cambio climático y expresa líricamente la idea de que los humanos reconduzcan a los animales a Dios. En resumidas cuentas, es como si Al Gore, Carlos Marx y Teilhard de Chardin hubieran escrito una encíclica. Pero lo peor es que, como es obra de un papa, personas habitualmente cuerdas y racionales se la tomarán en serio. Por ejemplo, muchos neocatólicos que se habrían tomado a risa la Laudato Si si la hubiera escrito un Al Gore o un Joe Biden, hablan elogiosamente de ella. Pregonan a los cuatro vientos sus genialidades ocultas y citan frases de ella como si fueran valiosos dones de Dios. Hay momentos en que uno no puede menos que preguntarse si esas personas están en su sano juicio o tienen alguna convicción. No exagero si digo que está encíclica da vergüenza y que como católico me da bochorno que mi papa la haya promulgado”.

Vergonzante encíclica, sin dudas, que en la neo-iglesia se la toma como rectora de la nueva actitud “ecológica” que deben adoptar los católicos para ser buenos católicos, o sea, católicos-sustentables. Hasta se ha visto interpretar la encíclica mediante una danza, dentro de una iglesia de la vieja Europa (vieja, o más bien ga-gá).

En cuanto a Fratelli tutti, hasta la masonería perdió toda prevención y lanzó entusiasta su público reconocimiento:

TERESA NEUMANN: LA VIDA DE LA ESTIGMATIZADA

 

SANTO PADRE PÍO Y EL TERCER SECRETO DE FÁTIMA: "SATANÁS GOBERNARÁ UNA IGLESIA FALSA"

 


Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de las advertencias de Nuestra Señora de Fátima y del Tercer Secreto. El sacerdote alemán Padre Frank Unterhalt lo recuerda a los fieles en un reciente artículo sobre el Santo Padre Pío, su carisma y su visión del Tercer Secreto.

 

Maike Hickson

 

Lun Oct 7, 2024 - 4:41 pm EDT

(LifeSiteNews) –

El siguiente texto está escrito por el padre Frank Unterhalt, párroco de una parroquia de la archidiócesis de Paderborn, Alemania. Es el ponente de Communio Veritatis un grupo de sacerdotes de esa diócesis que han alzado continuamente su voz de oposición contra los cambios procedentes de Roma. LifeSite ha publicado varias intervenciones de este grupo bajo la dirección del P. Unterhalt.

Unterhalt, en una reciente intervención habla de la vida del Padre Pío, de su carisma y de la visión que tuvo del Tercer Secreto de Fátima. LifeSite se complace en publicar aquí, con el permiso de Unterhalt, una traducción de su nuevo texto.

Unterhalt recuerda a sus lectores que en 2017 José María Zavala publicó un libro sobre el Tercer Secreto de Fátima, en el que reveló que el propio Padre Pío, hacia 1960, había hablado una vez de él al exorcista jefe de Roma, el padre Gabriele Amorth. Para aquellos que todavía no conocen la conversación de Zavala con el Padre Amorth, consideremos aquí un pasaje clave antes de pasar al nuevo ensayo del propio Unterhalt:

"En efecto", afirma [Amorth], "un día el padre Pío me dijo muy apenado: '¿Sabes, Gabriele? Es Satanás quien se ha introducido en el seno de la Iglesia y dentro de muy poco tiempo llegará a gobernar una falsa iglesia.'" 

"¡Dios mío! ¡Una especie de Anticristo! ¿Cuándo te profetizó esto?". [pregunta Zavala]. 

"Debió de ser hacia 1960, pues entonces ya era sacerdote". 

"¿Por eso Juan XXIII tuvo tanto pánico a publicar el Tercer Secreto de Fátima, para que la gente no pensara que era el antipapa o lo que fuera...?". 

En los labios del padre Amorth se dibuja una ligera sonrisa de complicidad. 

"¿Le dijo el Padre Pío algo más sobre futuras catástrofes: terremotos, inundaciones, guerras, epidemias, hambre...? ¿Hizo alusión a las mismas plagas profetizadas en las Sagradas Escrituras?". [pregunta el Sr. Zavala] 

"Nada de eso le importaba, por aterradoras que resultaran, salvo la gran apostasía en el seno de la Iglesia. Esta era la cuestión que realmente le atormentaba y por la que rezó y ofreció gran parte de su sufrimiento, crucificado por amor." [dice el P. Amorth] 

"¿El Tercer Secreto de Fátima?"

"Exactamente.

Nunca insistiremos lo suficiente en la importancia del Tercer Secreto. Es evidente que la Consagración de Rusia no se ha hecho correctamente, ¿o de lo contrario estaríamos al borde de la Tercera Guerra Mundial? No vemos todavía ningún signo del Triunfo del Inmaculado Corazón de María, como anunció Nuestra Señora de Fátima. Mantengamos vivo el tema de las advertencias de Nuestra Señora de Fátima.

Vea aquí el texto completo del Padre Frank Unterhalt:

El mensaje y los acontecimientos de Fátima, descritos como una "explosión de lo sobrenatural".[1] se reflejaron claramente en la vida del Santo Padre Pío. De un modo muy especial, supo ser testigo de la verdadera fe católica y profeta de nuestro tiempo.

Como los pastorcitos, el estigmatizado sacerdote capuchino se caracterizaba por una heroica adoración a Dios en el sacramento del altar. En consecuencia, confesó: "¡Sería más fácil que la tierra existiera sin el sol que sin la Santa Misa!".[2] De este modo, se vio repetidamente arrastrado a este incomprensible misterio de amor con una emoción extática. La visualización del sacrificio de Cristo en la cruz se hizo transparente, por así decirlo, durante su celebración. "El drama del Gólgota surgió ante su mente. Se le permitió experimentar misteriosamente el sufrimiento del Señor y la muerte sacrificial del Cordero de Dios."[3] Su actitud reverente recordaba al Ángel de Fátima, que enseñó las dos famosas oraciones de adoración[4] y administraba la comunión oral de rodillas. El Padre Pío sintió también que el encuentro con el Señor Eucarístico era la fuente de toda su vida: "El corazón de Jesús y el mío... se fundieron en uno. Ya no eran dos corazones los que latían, sino uno solo. Mi corazón se había perdido como una gota de agua perdida en el mar".[5] El celoso sacerdote capuchino concedía gran importancia al hecho de que los fieles recibieran la Sagrada Comunión en estado de gracia para no ofender al Señor y comerse el juicio (cf. 1 Co 11,27).

JORDÁN BRUNO GENTA - MI CÁTEDRA ES MI PALABRA Y ES MI VIDA

 

JORDÁN BRUNO GENTA. EL FILÓSOFO POLÍTICO CATÓLICO-NACIONALISTA DE LO MILITAR

 

EE.UU. EN LA ENCRUCIJADA

 


EEUU EN LA ENCRUCIJADA

 

Por FERNANDO DEL PINO CALVO-SOTELO

23 de octubre de 2024

 

Para comprender el carácter trascendental de las próximas elecciones en EEUU conviene leer despacio el extraordinario discurso de despedida que el presidente Eisenhower pronunció desde el Despacho Oval el 17 de enero de 1961, tres días antes de abandonar con evidente alivio la Casa Blanca.

Elegido en 1952 y reelegido en 1956 por mayorías abrumadoras, Eisenhower fue uno de los presidentes más íntegros y capaces del s. XX. Su experiencia como militar de prestigio y comandante en jefe de los ejércitos aliados en Europa en la 2ª Guerra Mundial le llevó a detestar el horror de la guerra, rehuyendo guerras innecesarias (como es hoy la de Ucrania) y evitando la confrontación con la Unión Soviética mediante una mezcla de diplomacia firme y ostentación de fuerza (si vis pacem, para bellum). También era una persona de profundas convicciones cristianas, algo natural cuando en aquella época el 90% de los norteamericanos creía en la divinidad de Cristo[1].

El discurso de despedida de Eisenhower es el más famoso de la historia de EEUU y tiene un carácter casi profético que ayuda a comprender lo que está ocurriendo hoy, aunque las circunstancias hayan cambiado mucho. En efecto, en 1960 Estados Unidos tenía una apabullante hegemonía económica (su PIB suponía el 40% del PIB mundial frente al 25% de hoy) y un enorme poderío militar que podía proyectar en cualquier lugar del mundo: su Armada contaba con 24 portaviones y 223 destructores frente a los 11 y 62 de hoy, respectivamente[2]. Asimismo, gracias en gran medida a su religiosidad cristiana (aspecto que tiende a olvidarse) EEUU también gozaba de una salud social envidiable, con un índice de divorcios, nacimientos fuera del matrimonio y abortos inferior en orden de magnitud a los actuales y una tasa de criminalidad tan baja que se multiplicaría por tres en los siguientes 30 años. Los hogares estables formados por un matrimonio con hijos suponían el 44% del total (frente al 18% de hoy en día[3]) y era el país número 20 con mayor esperanza de vida (hoy ocupa el puesto 40)[4].

Pues bien, aquella fría noche del 17 de enero de 1961 Eisenhower quiso trasladar a sus conciudadanos un mensaje al que el presidente saliente concedió mucha importancia, no en balde había comenzado meses atrás a trabajar en los más de veinte borradores que escribiría. No fue un discurso mitinero de elogio de sí mismo, sino un testamento político de una profundidad inhabitual, a pesar de lo cual no necesitó de más de 15 minutos, como marcaba la tradición (frente a los 50 minutos de autobombo que invirtió el narcisista Obama).

El papel de EEUU en el mundo

El primer mensaje de Eisenhower tuvo que ver con el papel futuro que EEUU debía jugar en el mundo, y sobre todo con su misión moral. Así, quiso advertir a sus conciudadanos que el prestigio y liderazgo de EEUU dependía «no sólo de su inigualado progreso material o poder militar, sino de cómo utilizara su poder en el interés de la paz mundial», previniendo que «el error atribuido a la arrogancia» infligiría a EEUU un grave daño dentro del país y también en su papel en el mundo. Por el contrario, el presidente norteamericano hablaba de cómo este mundo «nuestro», compartido por todos, «debía evitar convertirse en una comunidad de miedos y odios y ser, en cambio, una confederación de confianza mutua y respeto, una confederación de iguales en la que los más débiles acudan a la mesa de conferencias con la misma confianza que nosotros [los EEUU]»[5].

Hoy sabemos que esta advertencia y este deseo cayeron en saco roto, pues el anillo de poder corrompe a los gobiernos y a los pueblos tanto como al individuo que lo porta. Así, tras su indudable victoria en la Guerra Fría, EEUU nunca pretendió crear una confederación de iguales basada en el respeto mutuo y en un liderazgo moral, sino que aprovechó su hegemonía para imponer por medio de las armas y del poder del dólar un sistema internacional asimétrico, miope en la defensa cortoplacista de los intereses económicos estadounidenses e injusto en la aplicación de un solo principio: «las reglas son para ti, no para mí». Quién iba a decirnos a quienes vivimos con inenarrable alegría la caída del comunismo soviético que la ausencia de un contrapoder, lejos de contribuir a la paz del mundo, envolvería la política exterior de EEUU en un manto de arrogancia y transformaría al Departamento de Estado en una fábrica de conflictos que aseguraran un estado de guerra permanente.

Eisenhower, por cierto, dejó claro que la Guerra Fría no era un enfrentamiento contra un país (la Unión Soviética o Rusia), sino contra una ideología, «hostil, global en su alcance, atea en su carácter, despiadada en su propósito e insidiosa [o sea, maliciosa con apariencias inofensivas] en su método[6]», una de las mejores definiciones del comunismo nunca hecha. Conviene rescatar esta distinción hoy con la guerra de Ucrania, pues la propaganda occidental ha pretendido hacer creer a la población que nos encontrábamos ante una nueva agresión “soviética” nostálgica del imperio, una patraña absurda para cualquiera que se detenga a pensar un minuto (una minoría), pero eficaz en la psique inercial de quienes vivimos la Guerra Fría desde el lado libre del Muro.

La amenaza desde el interior de EEUU

Sin embargo, la preocupación máxima de Eisenhower tenía que ver con el creciente poder que el complejo militar-industrial estaba alcanzando dentro del propio EEUU, algo que, como militar de gran experiencia, era capaz de vislumbrar con mayor claridad que la mayor parte de los observadores de su época. De ahí proviene su famosísima advertencia, escrita con la precisión de un cirujano. Lean, por favor, despacio: «Debemos protegernos contra la adquisición por parte del complejo militar-industrial de una influencia injustificada, ya sea buscada o no, pues existe hoy y persistirá en el futuro la posibilidad de un aumento inapropiado y desastroso de su poder. No podemos permitir que el peso de esta combinación ponga nunca en peligro nuestras libertades y nuestros procesos democráticos, y no debemos dar nada por sentado[7]».

Así, concluye Eisenhower, la única defensa contra el incipiente poder «de un establishment militar y de una enorme industria armamentística que son nuevos en la historia de EEUU» es una «ciudadanía alerta e informada[8]».

Hoy sabemos que esta seria advertencia también cayó en saco roto, pues la ciudadanía ni está alerta ni está informada, y quienes advierten sobre la realidad son condenados al ostracismo por defender «teorías conspiratorias», esa eficaz difamación generalmente destinada a ocultar la verdad, aunque ésta quede demostrada a posteriori. De hecho, quizá el mayor obstáculo al que se enfrenta la población para comprender el estado de las cosas no es sólo su ignorancia de los hechos, promovida por la corrupción moral de los medios de comunicación, sino ante todo la imposibilidad de creer en la existencia del mal, algo que los yonquis del poder aprovechan continuamente.

El complejo militar-industrial norteamericano o Deep State, que incluye a la industria armamentística, al Pentágono, a las agencias de inteligencia y al Departamento del Estado, es hoy más poderoso que nunca. A todos ellos les une una misma ambición de poder y dinero, y todos dependen de un estado de guerra perpetua facilitada por la política belicista del Departamento de Estado. En EEUU esta situación de guerra perpetua (o de sucesión de conflictos sin solución de continuidad) se sostiene con el argumento de la defensa del «interés nacional» y bajo la hipócrita coartada de la defensa de «valores occidentales», que curiosamente jamás incluyen el bien o la verdad, sino que se limitan exclusivamente a una supuesta diosa democracia y a un sucedáneo de la libertad, la misma que dicha «democracia» nos está robando subrepticiamente desde hace décadas.

Por otro lado, Eisenhower también advirtió a sus ciudadanos sobre la posibilidad de que los científicos fueran corrompidos por el acaparamiento del dinero público en la financiación de proyectos científicos. En este sentido, alertaba «del peligro de que la política se convirtiera en cautiva de una élite científica-tecnológica[9]». La pertinaz estafa del cambio climático y la dictadura sanitaria impuesta bajo la coartada del covid son claros ejemplos del carácter visionario del expresidente.

Finalmente, Eisenhower previno a sus conciudadanos sobre la necesidad de «resistir el impulso de vivir sólo para hoy, despilfarrando los preciosos recursos del mañana por nuestra propia conveniencia (…), hipotecando los activos materiales de nuestros nietos». Esta advertencia también cayó en saco roto: en 1960, EEUU no tenía déficit y su deuda pública era inferior al 60% del PIB. Hoy tiene un déficit (creciente) del 6% sobre PIB y una deuda pública superior al 120%, cifras que reflejan el precio de la descarada compra de votos que implica el sufragio universal y su consecuencia natural, ese fraude llamado ampulosamente Estado de Bienestar, en el que siempre hay más promesas que dinero.

Las elecciones del 2024

Y ahora se preguntarán: ¿qué tiene que ver un discurso de hace más de 60 años con las elecciones que se celebrarán dentro de un par de semanas? La respuesta es: todo. En efecto, en las siguientes elecciones la cuestión de fondo es si EEUU acotará o no el poder incontrolado del Deep State y sus consecuencias directas, como es el impresionante deterioro de la libertad personal y, en particular, de la libertad de expresión (su némesis), y la existencia de un estado de permanente conflicto que impide un orden internacional más equilibrado y justo compatible con un mundo multipolar que mantenga contrapoderes y evite la mera sustitución de un poder hegemónico (EEUU) por otro (China).

En el siguiente artículo realizaremos un obligado pronóstico sobre el resultado de estas elecciones y exploraremos hasta qué punto suponen una confrontación entre dos conceptos de democracia. Uno está basado en la libertad de expresión y en la limitación del poder del complejo militar-industrial y la élite científica-tecnológica sobre cuya amenaza nos advirtió el presidente Eisenhower. El otro defiende una mezcla de plutocracia y oligarquía de una élite mesiánica que esconde, tras unos cínicos ideales, una voluntad de poder absoluto y una soberbia descomunal.

[1] INTRODUCTION (eisenhowerlibrary.gov)
[2] US Ship Force Levels (navy.mil)
[3] How have American households changed over time? (usafacts.org)
[4] Living Longer: Historical and Projected Life Expectancy in the United States, 1960 to 2060 (census.gov)
5] President Dwight D. Eisenhower’s Farewell Address (1961) | National Archives
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8] Ibid.
[9] Ibid.

https://www.fpcs.es/eeuu-en-la-encrucijada/

 

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