Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

sábado, 15 de enero de 2022

VICTORIAS DEL SANTO ROSARIO – II

 

VICTORIAS DEL SANTO ROSARIO – II

  

 

Por FLAVIO MATEOS

 

Continuamos nuestro informe acerca de los triunfos del Santo Rosario, para la fe de la Iglesia y la gloria de Dios, como una lección para nuestros oscuros días de cristianismo tibio y acobardado, y en atención a la acción que debemos emprender, en estos tiempos bajo asedio del enemigo. Uno debe esperarlo todo de Dios y su imbatible Misericordia y Omnipotencia, pero a la vez uno debe combatir, porque ese es el modo de mostrarle a Dios cuánto deseamos que por su intercesión Él sea glorificado.

-En 1646, la victoria del Rosario en Filipinas salvó el catolicismo en toda el Asia. Una flota de navíos protestantes holandeses se apostó amenazante frente a la ciudad de Manila, defendida sólo por dos galeones comerciales, el “Encarnación” y el “Rosario”, armados de apuro. Entonces el venerable padre Juan de Conca O.P. se lanzó a predicar el rosario y hacerlo rezar en los dos navíos. Los marinos hicieron el voto de ir, en caso de victoria, en peregrinación sobre los pies desnudos a la imagen de la Virgen del Rosario conservada en el convento dominico de Manila. De marzo a octubre, se produjeron cinco encuentros violentos, que resultaron en cinco victorias humanamente inexplicables para los hispano-filipinos. Desde entonces se difundió una muy grande devoción del Rosario en todo Filipinas, llamado el “Reino del Santo Rosario” por el papa Pío XII.

-El 12 de septiembre de 1683, fiesta del santo nombre de María, en la batalla de Viena las armas cristianas del sacro Imperio Romano Germánico –conducidas por el rey polaco Jan III Sobieski- obtuvieron una extraordinaria victoria sobre los invasores islámicos, sosteniéndose en el rezo del santo Rosario. El Imperio otomano reunió un ejército de 125.000 soldados con intención de atacar Viena, capital de Austria. Ante la situación que se había tornado desesperante, Leopoldo I de Habsburgo dejó la ciudad, que quedó custodiada por 16.000 soldados. El emperador, escaso de tropas, hizo un llamado para organizar una cruzada, y gracias al papa Inocencio XI (1676-1689) logró formarse una Liga que contaba con príncipes alemanes y el rey polaco Sobieski, experimentado en la guerra. Fue difícil reunir las fuerzas ya que hubo algunas intrigas por parte de los franceses, pues Luis XIV apoyaba el galicanismo y azuzaba a los turcos contra Polonia y Austria. Debido a la situación desesperada de Viena, ya sitiada por los musulmanes, Sobieski envió un ejército de sólo 20.000 hombres para defender una ciudad que parecía a punto de caer. Finalmente pudieron reunir un ejército de 75.000 soldados. Antes de entrar en la que se conoció como la batalla de Kahlenberg, Sobieski hizo celebrar una misa. La victoria sobre los otomanos fue aplastante: las pérdidas de los enemigos ascendieron a 20.000 muertos y 5.000 heridos. Sobieski escribió este mensaje al papa: "Venimus, Vidimus, Deus vincit!”. Al día siguiente se cantó el Te Deum en la catedral de Viena. El impulso espiritual había sido dado por el fraile capuchino Marco d’Aviano, que era capellán del ejército austríaco y animó y arengó fervorosamente a las tropas durante toda la batalla, sosteniéndose en el rezo del Rosario.

-Pese a las derrotas infringidas por los ejércitos cristianos, los turcos no cesaron de acosar a la Europa cristiana. Pero nuevamente en otra fiesta mariana serían derrotados. El 5 de agosto de 1716, durante la fiesta de Ntra. Sra. de las Nieves, el príncipe Eugenio al frente del ejército imperial austríaco, obtuvo la victoria sobre los turcos que amenazaban Europa, en Belgrado, en la batalla de Petrovaradin. A raíz de esta victoria el papa Clemente XI (1700-1721) dispuso que fuera celebrada por la Iglesia universal la fiesta de Ntra. Sra. del Rosario.

-Entre 1793 y 1795, la heroica guerra de la Vendée condujo a la gloria del martirio a una multitud de vendeanos, salvando el catolicismo en la Francia revolucionaria, que buscaba exterminarlo. Fue el fruto de las predicaciones del amor de la sabiduría de la cruz y el santo Rosario por parte de San Luis María Grignion de Montfort, casi cien años antes.

-En el Japón, el rezo del Rosario, que había sido predicado por jesuitas y franciscanos, mantuvo el coraje de los mártires en el siglo XVI, y conservó a los japoneses firmes en la fe aun cuando estuvieron sin sacerdotes, en todo el siglo XIX. En el siglo XX, el 6 de agosto de 1945 los norteamericanos arrojarían la primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, matando a no menos de 100.000 personas. Cuatro sacerdotes jesuitas alemanes se encontraban en ese momento en la casa parroquial de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, que fue uno de los pocos edificios que quedó en pie. Los cuatro no sólo no sufrieron daños mayores, sino que no tuvieron ningún efecto por las radiaciones a posteriori. Los cuatro atribuyeron el hecho a una especial protección divina: “Vivíamos el mensaje de Fátima y rezábamos juntos el Rosario todos los días”, explicaron.

-En 1807 se produjo la segunda invasión inglesa a Buenos Aires (llamada en verdad Santa María de los Buenos Aires), en el por entonces Virreinato del Río de la Plata. El año anterior los británicos habían ocupado la ciudad y realizado todo tipo de desmanes incluyendo profanaciones a las iglesias católicas. Pero fueron expulsados tras la campaña de la Reconquista, encabezada por el comandante y luego virrey Santiago de Liniers y Bremond (1753-1810), noble y militar de origen francés, con ancestros protagonistas de la gesta vendeana. Por entonces Liniers, se había comprometido ante la imagen de la Virgen, en la iglesia del Convento de Santo Domingo, a reconquistar la ciudad, cosa que logró. En la segunda invasión, luego de tomar Montevideo, los ingleses se propusieron ocupar Buenos Aires. Fueron repelidos en lo que ha quedado para la historia como la Defensa de Buenos Aires. Es llamativo que, hasta el día de hoy, el expediente del proceso levantado por la Corona británica contra el general Whitelocke, comandante de sus tropas, continúa siendo secreto, pues los británicos no se explican cómo, según un historiador, “las veteranas tropas británicas, que venían de vencer a las patriotas de Liniers en los Corrales de Miserere, no pudieron alcanzar la Plaza de la Victoria y concluyeron rindiéndose. Se habían examinado todos los argumentos. Desde el de la pequeña resistencia organizada por el alcalde Martín de Álzaga, a la versión de los obstáculos puestos por la población (piedras, aceite hirviendo arrojado desde las azoteas), etc. Nada resultaba convincente a los jueces militares que juzgaban a Whitelocke”. Dice el mismo historiador que los ingleses no habían tenido en cuenta que Liniers, fervoroso mariano, había enterrado un rosario en el convento de Santo Domingo, para que protegiera la ciudad. Así ocurrió y así se venció.

-El 24 de septiembre, fiesta de Ntra. Señora de la Merced, de 1812, tuvo lugar la batalla de Tucumán, en las inmediaciones de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en el corazón del territorio argentino, donde las fuerzas patriotas criollas comandadas por el Gral. Manuel Belgrano, vencieron a los mal llamados “realistas”, en realidad, como dice un historiador, “bonapartistas, afrancesados, iluministas y borbones”, es decir liberales sostenidos por la corona española que bajo presión masónica había expulsado a los jesuitas y emprendido una política influida por las ideas iluministas contra los Reinos de ultramar. Los patriotas criollos en buena medida intentaron sostener una Hispanidad que se venía derrumbando desde la metrópoli. Los días previos a la batalla, Belgrano, abogado y general católico, junto a sus capellanes invocó la protección de la Virgen de las Mercedes, la nombró Generala del Ejército y juntos rezaron el Rosario. En la mañana del 24 de septiembre Belgrano estuvo largo rato rezando ante el altar de la Virgen. Las fuerzas enemigas contaban con el doble de soldados y de piezas de artillería. La batalla se tornó indefinida y muy reñida, pero la aparición providencial de una enorme manga de langostas que se abatió sobre la escena sembró confusión e hizo parecer a las fuerzas españolas que había un número muy superior de tropas criollas, lo cual provocó su retirada, quedando el campo de batalla en manos de la infantería patriota, esto fue decisivo para su victoria. El 27 de octubre se celebró una misa en acción de gracias; en la procesión que portaba la estatua de la Virgen, Belgrano colocó su bastón de mando en manos de la Virgen de las Mercedes, en la catedral de Tucumán. Belgrano envió al gobierno este mensaje: “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas en el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos”. La Virgen de la Merced había sido nombrada en 1687 Patrona y Abogada de la ciudad por el Cabildo de San Miguel de Tucumán, por lo que esta victoria refrendó tales títulos.

-Otro 24 de Septiembre, pero de 1860, la intercesión de Ntra. Sra de la Merced fue muy clara para todo el Ecuador. Gracias a Ella, el ejército ecuatoriano liderado por Gabriel García Moreno, el prócer católico por excelencia, obtuvo el triunfo sobre el ejército peruano, en la Batalla de Guayaquil. Por ello, la Convención Nacional, en 1861 la reconoció a la Virgen de la Merced como Patrona y Protectora de la República. Destaca la resolución: “Que el triunfo de la causa nacional y restablecimiento de la tranquilidad de la República han sido efectos visibles de la protección y amparo de la Divina Providencia, mediante la poderosa intercesión de la Santísima Virgen María en su advocación de Merced, cuyo día será memorable entre nosotros por el completo triunfo que alcanzaron las armas de la Nación”.

 

¡Viva el Sagrado Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María!

 

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