Por FLAVIO MATEOS
I-¿Putin comunista?
Si bien este es un blog
acerca de Fátima, Rusia está involucrada en sus mensajes y por lo tanto en
cierta medida, como hasta ahora lo hemos estado viendo, debe tenerse presente
lo que ocurre con aquel país. Acerca de ello hemos escrito largo y tendido,
además de investigado, para nuestro libro “Fátima y Rusia”. Pero, como
lamentablemente muchos de quienes nos rodean aún no lo han leído, hay elementos
de juicio que no se ponen en la mesa a la hora de considerar ciertas cosas. Y
así debemos volver sobre ciertos temas. Ahora nos acaban de informar que Putin,
durante una visita oficial del actual presidente cubano en Moscú, inauguró una
estatua del tirano comunista Fidel Castro. Un razonamiento primario sacará
infaliblemente la siguiente conclusión: “Putin es comunista, ¿no se dan
cuenta?”. Pero, ¿es realmente así?
Ese mismo tipo de
razonamiento, viendo a Putin inaugurar una estatua de Alexander Solzhenitsyn
(cuya obra mandó se estudiase en las escuelas rusas), concluiría: “Putin es
anticomunista”, ya que el famoso escritor lo era. Igualmente viendo a Putin
inaugurar, cuando se cumplieron los cien años de la revolución comunista, un monumento
de homenaje a las víctimas de la represión política revolucionaria.
Del mismo modo, si
alguien ve a Putin inaugurando el museo de la memoria judía, entonces concluirá
que “sin dudas, es judío”. Y si lo ven inaugurando la monumental escultura
dedicada a Vladimir I, quien cristianizó Rusia, dirán “es cristiano”. Más un largo
etcétera, que preferimos ahorrarle al lector.
Sin embargo, no se trata
ni de una cosa ni de la otra. El asunto no es tan simple, como quisieran
algunos para facilitarse las cosas y luego echarse a descansar sabiendo que ya
han comprendido la realidad. La realidad es más compleja. Putin no es comunista
ni es anticomunista. Pero ocurre que el mundo moderno está tan ideologizado,
que ya no se entienden los hechos o los personajes políticos sin una ideología
que explique sus pasos, sus motivaciones, sus comportamientos. Es claro:
tuvimos a Hitler movido por el nacional-socialismo; a Mussolini movido por el
fascismo; a Lenin movido por el marxismo-leninismo; a los norteamericanos
movidos por el liberalismo democrático, etc. Ahora los gobernantes occidentales
son movidos por la ideología del transhumanismo, del género y del ecologismo,
lo cual no viene a ser sino un comunismo 5G (al decir comunismo estamos
incluyendo el sionismo y la acción sectaria de las sociedades secretas, por
supuesto), que reagrupa todos los errores anteriormente mencionados. Entonces,
para algunos Putin tiene que ser comunista, para otros sionista, y para otros
más, “perenialista”.
Pues bien, es el gran
problema que tiene todo el mundo, y por el cual tanto se discute, llegando a
haber tanto adhesiones como rechazos en las mismas corrientes de derecha,
izquierda, católicos y demás, respecto del presidente ruso y sus motivaciones.
Hasta el tan mencionado Dugin –que dicen que es un asesor de Putin, para lo
cual nadie ha aportado pruebas- le reclama a Putin que tenga una
ideología. Convengamos que sería mucho más fácil demonizarlo –o exaltarlo- de
ese modo. Pero he allí el problema con Putin para los amantes de teorías y
esquemas: es irreductible a ellos.
Putin no es un ideólogo
ni se mueve por ideología alguna. Como ya lo hemos mostrado en nuestro libro,
es un conservador liberal (él mismo se ha definido como conservador), es un
político pragmático, cuyo único interés, por encima de todo, es Rusia, y puede
cuando quiere manipular la historia para hacerla contribuir a los intereses rusos.
Puede llamárselo eslavista, si se quiere, pero no creemos, analizando sus
discursos y obra de gobierno, que pueda inscribirse dentro de una ideología o
sistema de ideas que pretenda explicar toda la realidad e imponerse en el mundo
entero.
Decía Alexander
Solzhenitsyn acerca del comunismo:
“Dentro del
sistema filosófico de Marx y Lenin, y en el corazón de su psicología, el odio a
Dios es el motor principal, más fundamental que todas sus pretensiones
políticas y económicas. El ateísmo militante no es meramente incidental o
marginal a la política comunista; no es un efecto secundario, sino el
pivote central. Para lograr sus diabólicos fines, el comunismo
necesita controlar a una población desprovista de sentimientos religiosos y
nacionales, y esto implica la destrucción de la fe y la nacionalidad. Los
comunistas proclaman ambos objetivos abiertamente, y con la misma franqueza van
a cumplirlos.”
(Discurso de
Aleksandr Solzhenitsyn en Londres, 10 de mayo de 1983).
Ahora bien, desde que
llegó al gobierno, en la Rusia de Putin no se ha dejado de alentar la religión,
construyéndose cerca de 30.000 iglesias (cristianas ortodoxas, casi el 80% de
la población lo es), muchísimos monasterios, etc. Y se ha fomentado el orgullo
patriótico nacional ruso constantemente. Además se ha promovido la familia
tradicional. Es decir, se han fortalecido los fundamentos a los cuales ha
atacado implacablemente el comunismo y los cuales están bajo feroz ataque hoy en
todo Occidente, un Occidente que ya ha dejado de ser cristiano. Entonces, ¿cómo
podría un gobernante comunista hacer lo contrario de lo que pregona su
ideología?
De acuerdo, pero ¿por
qué, entonces, inaugurar una estatua del oprobioso tirano cubano en Moscú, si
ni Putin ni Rusia son comunistas? Respondemos que, en las circunstancias
actuales, es lógico: Rusia está bajo el acoso de la OTAN, que desea destruirla,
partirla en mil pedazos, dividirla en pequeños territorios fácilmente
dominables (como hicieron con el Imperio Austrohúngaro al final de la Primera
guerra mundial). Recordemos que el desmantelamiento de Rusia viene desde por lo
menos mediados del siglo XIX, especialmente por parte de alemanes e ingleses,
que nunca quisieron integran al gran imperio ruso a Europa. Así, hoy más que nunca
Rusia necesita por lo tanto mantener sus aliados en todo el mundo. Cuba ocupa
un lugar geográfico estratégico para la geopolítica rusa (recuérdese la crisis
de los misiles, en 1962). Y está tambaleando, pues, más allá de las legítimas
protestas y reacciones del pueblo cubano contra el comunismo, todo parece
indicar que los Estados Unidos estuvieron tratando –o lo están aún- de provocar
una “Revolución de color” para hacerse con el control total de la isla,
quitándole a los rusos toda influencia en la región. La estatua no es gratuita
y debe haber una reciprocidad para con Rusia por parte del régimen cubano. Por
otro lado, no se inauguró la estatua de Castro en tanto dirigente comunista,
sino en tanto dirigente anti-norteamericano. Ese sentimiento está cada vez más en
vigor en los rusos y puede que también Rusia quiera hacer que explote en
nuestro continente. Todo es posible y como recurso de guerra, Putin debe
haberlo contemplado. Nos guste o no, se trata de un acto que forma parte de la
guerra entre Rusia y la OTAN, que es quien hoy está aplicando una política
comunista en todo el mundo (véase cómo los partidos comunistas en nuestro
continente aprueban todos la ideología de género y demás aberraciones
promovidas por Washington).
Pero, para que se vea
hasta qué punto la escalada de agresiones contra Rusia ha subido en los Estados
Unidos –lo que hace comprensible la cada vez más agresiva política
antinorteamericana de Putin-, puede verse en las siguientes imágenes, cómo en
un jardín infantil de Nueva York, han colocado una estatua ridiculizando al
presidente de Rusia:
Así que, nuevamente, el
pragmatismo de Putin no tiene problemas en hacer lo que fuere necesario a favor
de Rusia, y así como ha mantenido buenas relaciones con Maduro que es
comunista, también las ha tenido con Bolsonaro, que es de derecha. La ideología
no juega allí ningún papel, a no ser que se le llame ideología al sentimiento
anti-norteamericano.
II.¿Putin sionista?
Hay también quienes
acusan a Putin de formar parte de la banda judía Lubavitch, la cual sería como
“la Tradición católica” de los judíos, es decir, que se opondrían a los judíos
progresistas de Occidente, pero que de todos modos quieren imponer un “Nuevo
Orden Mundial”. En este caso Putin querría un “nuevo orden mundial” ruso-judío,
o algo así. ¿Qué demostración se da de esto? El hecho de que alrededor de Putin
haya muchos oligarcas judíos. Pero eso no es prueba alguna, porque,
¿necesariamente los judíos tienen que mandar a Putin, o éste los tiene
controlados y los usa para su beneficio? ¿Quién es el que tiene en verdad el
poder y está imponiendo su proyecto? No es fácil de dilucidar un tema tan
complejo, pero hay una cosa de sentido común. El judío –sea progre o tradi- es
cosmopolita, internacionalista y exclusivista. Es decir, sabe bien que el
sentimiento religioso y patriótico o nacionalista de los otros pueblos conspira
necesariamente contra su poder. Lo vemos confirmado en esto que informa el
autor David Duke (el destacado es nuestro):
“A finales de 1941,
muchos observadores internacionales esperaban plenamente que la Unión Soviética
colapsara a causa de las numerosas victorias militares alemanas del frente
oriental. La elite gobernante de la URSS, luchando por su propia existencia,
recurrió a la única reserva que siempre, en términos ideológicos, había
despreciado: el nacionalismo ruso.
Alentando al pueblo
ruso a combatir a los invasores alemanes, la propaganda soviética pasó de decir
que se trataba sólo de una lucha ideológica entre el nacionalsocialismo y el
comunismo, a oponer el nacionalismo y la independencia rusos a la agresión y el
imperialismo alemanes.
Este cambio –indiscutiblemente un llamamiento
al nacionalismo ruso, en lugar del «internacionalismo obrero», se puede decir
que señala el inicio del declive de la influencia judía en la Unión Soviética.”
(Dr.
David Duke, El secreto del comunismo,
edición digital. Agrega luego este autor: “La victoria sobre el nacional-socialismo preparó el
terreno para el enorme crecimiento del poder judío en el mundo occidental de la
posguerra compensando de sobra, a la postre, la decadencia de los judíos en la
Unión Soviética”).
¿Sabe el lector por qué
los medios de prensa occidentales han demonizado a Stalin, y no a los otros
dirigentes soviéticos? Porque se metió con los judíos y se convirtió en un
problema, que un autor sintetizó así: “el jefe de los comunistas de todo el
mundo se volvió el mayor enemigo del comunismo”. ¿Sorprendente? ¿No pasa lo
mismo hoy en que el Jefe de la Iglesia católica es el mayor enemigo de la
Iglesia católica? Lo que sucedió con Stalin es que el internacionalismo que
impulsaba Wall Street a través de Trotsky fue cortado de raíz por el líder nacionalista
de la URSS. El gobierno mundial sufrió un obstáculo por parte del líder
comunista. Eso llevó a que arrojaran las bombas atómicas para presionarlo, y no
sólo eso sino que se estima que el tirano georgiano habría sido asesinado. ¿Por
qué se lo demoniza a Putin hoy? Por las mismas razones: se metió con los
internacionalistas que quieren apurar el gobierno mundial del Anticristo, destruyendo
a Rusia que es un país todavía no dispuesto a renunciar a su propia identidad.
¿Habrá entonces el proyecto de un “Nuevo Orden Mundial ruso? No, sólo puede
haber un gobierno mundial judío…o cristiano, no puede haber un gobierno mundial
ruso-judío, eso es absurdo. ¿Y un “Nuevo Orden Mundial multipolar, como propone
Putin, funcionaría? Esa es una ilusión liberal, vamos camino o a una victoria del
Cielo a través de la conversión milagrosa de Rusia, o hacia el gobierno mundial
del Anticristo, que antes o después, como sabemos, finalmente llegará. El problema
es que de un lado están los fanáticos comunistas (USA y aliados-Foro de
Davos-Vaticano, y quien cree que el comunismo se acabó no lo entiende), y por
el otro liberales-conservadores (Rusia). En una situación tal, la ventaja corre
siempre para los comunistas, que carecen de todo escrúpulo y cuya astucia
satánica no descansa nunca. De allí que la resolución victoriosa contra el
comunismo sólo puede darla la intervención divina, y no el sólo uso de las
armas.
Volviendo a los que
afirman que Putin sería un cómplice del poder judío que pretende establecer un
gobierno mundial “perenialista” o falsamente “tradicional”, insistimos en que
no son una ilusión las 30.000 iglesias cristianas, los innumerables iconos de
Jesucristo y la Virgen María que se observan en toda Rusia (incluso en las
tropas de combate ahora en Ucrania), el sentimiento patriótico vinculado a esa
misma identidad, que aflora hoy con más fuerza que nunca (y eso sin dejar de
destacar las grandes contradicciones internas que dominan aquel país). Todo eso
conspira contra el sentir judío y si Putin hubiera permitido a lo largo de más
de dos décadas todo eso para “simular”, resulta francamente inconcebible, sobre
todo teniendo en cuenta que el pueblo ruso no ha sido idiotizado, como los
pueblos occidentales en base al liberalismo democrático. Las Fuerzas Armadas
rusas tienen su propia imponente catedral, donde los iconos del Salvador y la
Madre de Dios alientan su defensa nacional. No tienen una sinagoga. Hay allí “libertad
religiosa”, sí, pero la jerarquía de poder se mantiene en aquellos que se
llaman cristianos. Para que eso disminuya debe disminuir el sentimiento patriótico
ruso, pero, por el contrario, eso es lo que se está incentivando cada vez más. Más aún, va quedando claro que los judíos no
se sienten realmente rusos: podemos leer en las noticias que muchísimos de
ellos abandonan el país rumbo a Israel, porque no quieren ser reclutados por el
ejército para ir a combatir. Putin ha dicho que espera de los judíos su
contribución en estos momentos. La respuesta ha sido escapar. Eso no será sin
consecuencias.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-62576616
El ministro de defensa de Rusia en la consagración de la Catedral de las FF.AA. en Moscú.