Por H. LE CARON
Fragmento del artículo aparecido en Lecture et Tradition N° 96, Julio-Agosto
de 1982.
Es un acto mucho más importante de lo que la mayor
parte de los católicos imaginan.
“Una Consagración, no es solamente una oración, no es
solamente un acto de confianza, es la
acción de dedicar a Dios (o a una potencia celeste). Consagrar una familia,
un país a Jesucristo, a la Virgen, es reconocer a Jesús y a la Virgen un
derecho de propiedad sobre esta familia, sobre ese país. Es reconocer sus Realezas”.
“Consagrar una familia, un país, no sólo a Jesús y a
María, sino al Sagrado Corazón y al
Corazón Inmaculado de María agrega al reconocimiento de su realeza un matiz
importante. Por ese acto, se pone una familia, un país bajo la dependencia de
un rey y de una reina que tienen el derecho imprescriptible de reinar, pero que
quieren reinar ante todo por su amor”.
Y eso los masones, los ateos, los liberales, los
marxistas, lo comprenden mucho mejor que los católicos. Ellos pueden en rigor
tolerar que los cristianos recen por Rusia, pero ellos no aceptan de ningún
modo que el hombre no sea el único
soberano y que los únicos soberanos sean Jesús y María. Ahora bien,
consagrar el mundo al Corazón Inmaculado de María, es renunciar a la soberanía del hombre y reconocer la de la Virgen.
Esa es la
razón por la cual todos los poderes infernales (más especialmente aquellos que
han contaminado la Iglesia) se han ligado para impedir esta Consagración de
Rusia pedida por el Cielo. [Énfasis
de Agenda Fátima]
“Normalmente, es al jefe temporal de una nación que
compete el derecho de consagrarla a Jesús y María y la mejor prueba es que demandas
análogas fueron dirigidas por Cristo al rey Luis XIV y al presidente Raymond
Poincaré.” Pero en el caso de Rusia, de la cual los dirigentes actuales son
enemigos declarados de Dios [1], la espada espiritual ha sido obligada a
sustituir a la espada temporal defectuosa. “La espada espiritual está por
encima de la espada temporal. Sin inmiscuirse en el dominio político la Iglesia
tiene el derecho y el deber de condenar los actos de los gobiernos que no
serían conformes a las leyes de Dios y en casos excepcionales de sustituir a la
espada temporal”.
Es la razón por la cual Dios ha pedido al papa y a los
obispos de proceder ellos mismos a la Consagración de Rusia al Corazón
Inmaculado de María. [2]
Se trataría de un acto de tal importancia para la
salvación del mundo que la Virgen no ha pedido al papa solo de proceder a esta
Consagración, sino también a los obispos unidos a él que son los jefes de las
diócesis y representan así toda la Cristiandad.
En fin, se puede poner una última cuestión. ¿Por qué la consagración al Corazón Inmaculado de María es indispensable para evitar o disminuir los castigos con los cuales la humanidad está amenazada y para llegar a la paz?
Entramos aquí en los designios de Dios. Hemos expuesto
(…) que de acuerdo a los mensajes de la Santísima Virgen, autentificados por la
Iglesia, y de acuerdo a numerosas revelaciones privadas Nuestro Señor se apresta
a glorificar a su Madre haciéndola triunfar del demonio en sus formas más
anticrísticas que el mundo haya conocido, en el Este el comunismo
intrínsecamente perverso y en el Oeste el humanismo masónico y laico.
La Madre de Dios ha afirmado por otra parte en Fátima
(y no es una profecía condicional como en lo que hace a los castigos): “Al fin
[¿después de cuáles pruebas?] mi Corazón Inmaculado triunfará. Rusia se convertirá
y un cierto tiempo de paz será dado al mundo”.
Parece
que en los designios de Dios Jesús quiere que su Madre, Corredentora, mediadora
de todas las gracias y Reina del mundo, le sea asociada en todo. Él quiere que
el culto del Sagrado Corazón sea completado por aquel del Corazón Inmaculado de
María. [Énfasis de Ag. Fátima]
Nuestro señor ha respondido a esta cuestión en una
comunicación íntima hecha a Lucía.
He aquí lo que precisaba la hermana Lucía en una carta
del 18 de mayo de 1936:
“Hablé íntimamente del tema a Nuestro Señor hace poco
tiempo, yo le pregunté por qué él no convertía a Rusia sin que Su Santidad
hiciese esta Consagración. Porque yo quiero que toda mi Iglesia reconozca esta Consagración como un triunfo
del Corazón Inmaculado de María, para a continuación extender su culto, y
poner, a un costado de la devoción a mi Divino Corazón, la devoción a ese Corazón
Inmaculado”.
En otra ocasión, la Hna. Lucía escribía:
“El Buen Dios promete terminar la persecución en Rusia
si el Santo Padre se digna hacer y ordena
a los obispos del mundo entero hacer igualmente un solemne y público acto de
Consagración de Rusia a los Santísimos Corazones de Jesús y de María”.
Pero, lo hemos visto, es lo que nunca se ha hecho,
¡desgraciadamente! [3]
¿Por qué esta consagración al Corazón Inmaculado ha
tardado tanto y por qué ella ha sido efectuada de una manera incompleta?
En 1917, la Santísima Virgen no había pedido la Consagración
inmediata de Rusia a su Corazón Inmaculado; ella había solamente anunciado que
volvería para pedirla más tarde. Fue el 13 de junio de 1929 cuando ella vino a
pedir a Lucía esta Consagración precisando que ella debía ser hecha “en unión
con los obispos del mundo”.
Pasaron doce años hasta que hizo ese pedido. Se puede epilogar
esa dilación. Notemos que la fiesta de
Cristo Rey ha sido instituida por Pío XI en el mes de diciembre de 1925 y
que puede ser fuere en los designios de Dios que la Consagración al Corazón
Inmaculado de la madre interviniese después de la proclamación de la Realeza de
su Hijo.
Como quiera que fuere, el año favorable elegido por el
Cielo era 1930. Ahora bien, por razones desconocidas e incomprensibles, el obispo de Fátima, a despecho de las
instancias de Lucia, no informa a Roma
sino en 1937.
El 29 de agosto de 1931, por medio de una comunicación
íntima, Nuestro Señor se lamenta a Lucía de ese retardo: “No han querido
escuchar mi demanda. Como el rey de Francia se arrepentirán y se hará, pero
será demasiado tarde. Rusia habrá ya
difundido sus errores por el mundo provocando guerras y persecuciones contra la
Iglesia: el Santo Padre tendrá mucho que sufrir”.
Pero lo que era posible en 1930 devino mucho más difícil
a partir de 1937. La guerra de España, dividiendo las grandes potencias, había estallado.
Hitler ya había comenzado a encender fuego en Europa. Se comprende entonces las
dudas de Pío XI. Consagrar Rusia en ese momento, hubiera sido hacer una suerte
de cruzada por la defensa de la civilización cristiana amenazada por Hitler, el
cual había devenido aliado de la Italia fascista.
La situación política y diplomática era entonces
inextricable.
Ella lo es más aún hoy cuando la Rusia soviética ocupa
la mitad de Europa [4]. Más aún, la Iglesia desde el Vaticano II, se ha dejado contaminar
por el progresismo. Numerosos obispos y numerosos clérigos no creen más en lo
sobrenatural. La nueva religión es una religión social.
El papa Juan Pablo II ha mostrado mucho coraje
procediendo solo a esta Consagración que le era formalmente desaconsejada por
los sostenedores de la Ostpolitik y del Ecumenismo. (No hay que desagradar a
los protestantes que ven en María una mujer como las otras).
Es necesario esperar que este acto de gran buena
voluntad del Papa, en las circunstancias actuales, será apreciado por el Cielo
en su justo valor y que los castigos que amenazan la humanidad serán sino
descartados, al menos disminuidos. [5]
Así como el demonio saca su poder de los pecados del
mundo, se debe creer que la oración, la penitencia y los sacrificios de los hombres
permiten a la misericordia desarrollar su acción.
Ahora bien, esas oraciones y esos sacrificios no han sido
suficientes hasta el presente para obtener que la Consagración sea efectuada en
las formas prescritas por la Santísima Virgen.
Las siguientes líneas del Padre José de Santa María,
extraídas de su folleto “Fatima salvación
del mundo” resumen perfectamente él asunto:
“A menudo la gente se pregunta: pero al final, ¿qué
esperan el Papa y los obispos para responder a María y para hacer esta Consagración?
Mis queridos amigos, ellos esperan esto: que cada uno de entre nosotros
obedezca por su parte a la Virgen. Porque las gracias de luz y de fuerza,
gracias extraordinarias de las cuales el Papa en principio y sobre todo el Papa,
pero también los obispos, tienen necesidad para hacer este acto inédito e
impensable en las condiciones actuales, de eso soy consciente, esas gracias, es
a nosotros, por la oración, que corresponde obtenerlas. Así, lo que es
humanamente impensable se volverá posible por la gracia de Dios, por esas
gracias extraordinarias que permitirán a la Jerarquía obedecer a la Virgen; ellas les serán merecidas por la suma de
esfuerzos, de oraciones y de sacrificios de todos los Cristianos, de toda la
Iglesia”.
NOTAS DE AGENDA FÁTIMA:
[1] Artículo escrito en 1982, nueve años antes de la
caída de la Unión Soviética.
[2] Pero no sólo eso. También podemos pensar que así
lo ha querido Dios puesto que de la consagración y conversión de Rusia depende
también la restauración de la Iglesia, que ha aceptado y abrazado los errores
esparcidos por la Revolución.
[3] Escrito en el año 1982, igualmente debe decirse
que sigue sin hacerse, pese a que algunos quieren creer y hacer creer que
Francisco ha hecho esta Consagración el pasado 25 de marzo de 2022. Puede
leerse en nuestro blog las razones por las cuales esa Consagración, tal como la
ha pedido Dios, no ha sido realizada aún.
[4] Escrito en 1982.
[5] Puede pensarse que algún efecto benévolo tuvo, con
la posterior caída oficial del comunismo en Rusia y el lento retorno de este
país hacia su pasado cristiano.