Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

jueves, 10 de noviembre de 2022

LA LECCIÓN DE BRASIL

 



Por FLAVIO MATEOS

 

El reciente y bastante previsible “triunfo” del revolucionario Lula en las elecciones presidenciales brasileñas, nos incita a hacer una reflexión. La misma se inscribe en dos realidades que corren juntas en pos de alcanzar el mismo fin: 1)El sistema democrático liberal que de por sí es revolucionario y por lo tanto no puede sino favorecer la Revolución anticristiana, muy especialmente victoriosa desde 1789, y 2) el contexto mundial que atravesamos, que hace que la soberanía nacional sea una imposibilidad absoluta, dentro del marco de tal sistema democrático liberal, donde el poder global occidental arrea a las antiguas naciones cristianas hacia la servidumbre en el “Nuevo Orden Mundial” preludio del Anticristo.

Algunas conclusiones:

-No es que Lula haya vencido mediante el fraude, es que el sistema mismo es un fraude, y en este caso se ha hecho más evidente. Tras lo ocurrido en EE.UU. con el desalojo del candidato conservador Trump por parte del títere izquierdo-globalista Biden, ¿podía esperarse que no ocurriese lo mismo en Brasil?

-Gobierna la Masonería. Todo católico más o menos esclarecido lo sabe. Hay menos malos y hay más malos, pero son todos malos.

-Llamó un poco la atención que en los tramos finales de su campaña electoral, Bolsonaro se mostrara poco y nada confrontativo, realmente blando en su discurso. Mientras los católicos brasileños se enfocaban muy preocupados en alertar contra la posibilidad de la llegada del comunismo, Bolsonaro callaba su boca al respecto, diciendo que él era el progreso y Lula el retroceso. Lenguaje liberal y actitud pusilánime. Y eso por no hablar del show armado con el obligado debate electoral televisivo, made in USA, que se repite en todas partes, siempre con el color azul de fondo. ¿Casualidad, o es porque el azul es el color de los tres primeros grados masónicos? Bochornosa presentación de dos vendedores que mendigan al comprador un poco de atención.

-Se ha indicado que Bolsonaro es o fue masón, y se puede presumir lo mismo de Lula, de hecho se lo ve en una fotografía de un encuentro que tuvo con Soros en Nueva York, estrechando las manos en un saludo masónico. Por lo tanto, puede conjeturarse que si la Masonería da una orden, sus hombres deben obedecer. Así no sorprendería que Bolsonaro ya supiera desde antes de la primera vuelta de las elecciones que se estaba despidiendo del gobierno. Como detalle interesante: no sabemos cómo se consignan los números de las listas electorales de los partidos políticos, pero a Bolsonaro el tocó el 22 y a Lula el 13. Curiosamente Benedicto XVI renunció al pontificado un día 22 y Francisco fue electo un día 13, en lo que puede pensarse una maniobra masónica. ¿Ocurrió acá lo mismo? Quien recorra la historia sabrá que han ocurrido muchísimas veces pactos que determinaron tales acciones, que los medios de prensa adictos al sistema presentan como casuales o espontáneos. No lo afirmamos pero tampoco lo descartamos.

-Lo más importante es que se ha rezado y mucho para que no llegase el comunismo, y este llegó.  Pero sucede que, como dice el refrán, “a Dios rogando y con el mazo dando”. ¿Y cuál se suponía que era el mazo acá? El sufragio universal. He ahí la cuestión. ¿El sufragio universal es el arma del católico? No. Cualquiera que recorra la historia, ya sea en el Antiguo Testamento o en la era cristiana, y revise la serie de victorias extraordinarias del pueblo de Dios contra enemigos poderosísimos, verá que los cristianos siempre tomaron las armas en sus manos, pues como dijo Santa Juana de Arco, “los hombres pelearán y Dios otorgará la victoria”. Ahora preguntamos: ¿ir a votar en sufragio universal, en un sistema fraudulento, por un candidato liberal, eso es pelear? No, eso es simplemente optar por el mal menor en una situación desesperada, lo cual es legítimo hacerlo, como último intento de impedir el desastre mayor. Pero el problema es haber llegado a esa instancia totalmente desarmados, más allá de las armas espirituales que nunca nos faltan.

-Dijimos que se rezó contra el comunismo, pero ese es el problema: hay que rezar también -¡y actuar!- contra el liberalismo, porque sin liberalismo no hay comunismo. El liberalismo es el cáncer y el comunismo es la muerte. Desde luego que es peor la muerte que el cáncer, porque mientras hay cáncer hay vida, pero rezar para no morir permitiendo que avance el cáncer, no tiene ningún sentido. Hay que remediarlo. Si se quiere vencer al comunismo, antes hay que vencer al liberalismo.

-Se ha hecho hincapié en que el comunismo es “intrínsecamente perverso”, lo cual es cierto. Pero también hay que decir que lo es el liberalismo, condenado incontables veces por la Iglesia. El liberalismo es pecado, la soberanía popular es una herejía y el sufragio universal es “la mentira universal” (como dijo el papa Pío IX).

-También hay quienes sostienen, por otro lado, que el comunismo ya casi no existe, lo cual es un error. Que haya una derecha liberal que flameé la bandera del anticomunismo imbécil, no significa que éste sea “un fantasma del pasado”. En absoluto. No existe el comunismo según Lenin o Stalin, pero el comunismo como sabemos se basa en el devenir y como revolucionario que es (de hecho es la Revolución llevada a su perfeccionamiento) se adapta a las circunstancias, pues se trata de la “Revolución permanente”. Tan así es esto que cuando Lenin asumió el poder en la URSS declinó llevar a la práctica las teorías de Marx porque lo llevarían al desastre. Tuvo que adaptarse a las circunstancias. Más tarde y con el paso de los años, la URSS se anquilosó, y por eso (no sólo por eso) se acabó. Klaus Schwab, el jefe del Foro Económico Mundial, quien trabaja frenéticamente con la ONU y el Vaticano en la implementación de la Agenda 2030, ha lanzado esta consigna: “No tendrás nada y serás feliz”. ¿Acaso eso no es marxismo puro? Está en el Manifiesto comunista. ¿Acaso no tiene Schwab en su oficina un busto de su admirado Lenin?  La antiquísima idea utópica del comunismo (que viene desde los tiempos de Platón) no ha desaparecido sino que es sostenida –ya sin la hoz y el martillo visibles- por las élites judeo-masónicas gobernantes. Cambian sus maneras, su estilo, lo que es accidental, pero lo substancial es su odio anticristiano, la subversión espiritual y el deseo de rehacer la naturaleza humana, rechazando todo lo que ha hecho Dios. Por eso decimos que el comunismo es el liberalismo llevado a su paroxismo, es una contra-religión. Y por eso sólo el Catolicismo puede oponérsele victoriosamente al comunismo. Lo cual no impide que haya obstáculos por parte de conservadores respecto del comunismo, nadie niega esto, pero a la larga, siempre se pierde si no se vuelve al combate esencial que es un combate por el Reinado social de Cristo.

-También creemos que si Dios no ha dado la victoria en estas elecciones contra el candidato favorito de la élite globalista y la Agenda 2030, es simplemente porque las victorias de Dios son siempre coherentes, llamémosle en tiempos modernos anti-liberales, y haber triunfado gracias a los principios heréticos y pecaminosos de la soberanía popular y el sufragio universal, sería aumentar la confusión y el error. Dios no quiere eso. Dios es la verdad. La victoria llegará no por medio del diálogo o las espurias elecciones democráticas, sino a través de “dictatoriales” y “antidemocráticas” medidas venidas desde el Cielo. Tendrá que ser así, y así vendrá el triunfo del Corazón Inmaculado de María, tras la consagración por parte no del “pueblo” sino del Papa y los obispos, de Rusia, último obstáculo que resiste pero que precisamente no podrá vencer sin esta conversión que habrá de, al igual que San Pablo, golpear y cegar su orgullo y su celo valiosos, pero aún no bien enfocados y resabiados de liberalismo. Nuestro combate debe centrarse en el triunfo del Corazón Inmaculado, que devolverá a la Iglesia a su sitio verdadero, sin lo cual todo lo demás son aspirinas suministradas a un enfermo terminal, consuelos pasajeros que nos distraen del combate esencial, único que podrá salvar a nuestras patrias.

Aprendamos pues la lección. Somos castigados por nuestra negligencia, nuestra indiferencia, nuestra tibieza, nuestro orgullo, nuestro liberalismo, nuestra desobediencia a Dios y muy especialmente al mensaje de Ntra. Sra. De Fátima.

  


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