Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

sábado, 5 de julio de 2025

CAMPAÑA DE RECOLECCIÓN DE FIRMAS PIDIENDO AL PAPA LEÓN XIV QUE REALICE LA CONSAGRACIÓN DE RUSIA QUE NUESTRA SEÑORA SOLICITÓ EN FÁTIMA

 


Aun pesimistas, llamamos a adherir a esta campaña. Comentarios del blog entre corchetes.

 

En 1917, Nuestra Señora de Fátima se apareció a tres niños pastores con un mensaje urgente del Cielo: Dios deseaba salvar al mundo mediante la devoción al Inmaculado Corazón de María. Este mensaje venía con instrucciones claras. El principal de ellos fue la consagración de Rusia —sólo Rusia— por el Papa en unión con todos los obispos del mundo. [Pedido solemne en medio de una Teofanía Trinitaria a la Hna. Lucía, el 13 de junio de 1929] Este acto, junto con el establecimiento de la devoción de los Cinco Primeros Sábados, provocaría la conversión de Rusia y un período de paz para el mundo.

Más de un siglo después, esta consagración aún no se ha cumplido como se había solicitado. Si bien varios papas han hecho intentos parciales —incluido el más reciente del Papa Francisco en 2022—, ninguno ha cumplido las condiciones simples pero precisas establecidas por el Cielo. ¿El resultado? Sin paz, sin conversión y la continua propagación de la guerra, el caos y la confusión espiritual.

Ahora, en este momento de cambio histórico en la Iglesia, tenemos una oportunidad providencial.

El Papa León XIV ha inspirado esperanza y apertura entre los fieles.  [No entre nosotros, lamentablemente, que sabemos es una continuidad light de lo que se viene enseñando desde el Vaticano II y más recientemente con la “iglesia sinodal” de Francisco] Tiene la oportunidad de hacer lo que nadie antes que él ha hecho: cumplir finalmente la petición de Nuestra Señora y hacer descender las gracias prometidas al mundo.

Por eso les instamos a firmar nuestra petición, solicitando respetuosamente al Papa León XIV que realice la consagración plena, pública y colegiada de Rusia al Inmaculado Corazón de María, exactamente como lo describió Nuestra Señora de Fátima.

El estudioso de Fátima, Christopher Ferrara, afirmó claramente: “Aún no ha habido una consagración colegiada del Papa y los obispos juntos de Rusia —sólo Rusia— al Inmaculado Corazón”. Intentos como el de 2022 han consagrado “a la humanidad,” “a Ucrania,” e incluso “a nosotros mismos,” pero Nunca Rusia explícitamente y sola, según lo solicitado. Y ninguno se ha hecho en plena unión con los obispos del mundo, ni se han incluido los actos de reparación y promoción de los Cinco Primeros Sábados devoción, que Nuestra Señora insistió que eran partes esenciales del mensaje. [Es lo mismo que venimos diciendo en solitario desde hace tres años, contra la corriente conservadora que aceptó y aplaudió entusiasmada el acto de Francisco, con los resultados hoy a la vista].

El obispo Joseph Strickland y el obispo Bernard Fellay —junto con muchos líderes laicos, sacerdotes y eruditos— estuvieron de acuerdo: la consagración de 2022 no fue suficiente. Carecía de la claridad, el enfoque y la obediencia que el Cielo exige. [El obispo Fellay fue confuso, titubeante y apagado en su cometario de entonces, lo hemos señalado en un artículo de nuestro blog. Puede verse el enlace al pie de este artículo. No sabemos qué es lo que piensa hoy Mons. Fellay, porque de ese tema se habla cada vez menos en la FSSPX]

Y, sin embargo, el llamado sigue siendo claro: Dios todavía está esperando que la consagración se haga correctamente. Como Nuestro Señor le dijo a Sor Lucía en 1931: “Lo harán, pero será tarde.” La petición del Cielo se cumplirá—pero ¿a qué costo si continuamos demorándonos?

El Papa León XIV representa un nuevo capítulo en la vida de la Iglesia. Ya están surgiendo señales de apertura al mensaje completo de Fátima. Incluso las conferencias episcopales que antes eran indiferentes ahora respaldan los Cinco primeros sábados de devoción—un desarrollo sorprendente y esperanzador. [Excelente de ser así. Por el momento no tenemos esas noticias]

Ahora es el momento de actuar. Con urgencia orante, debemos presentar nuestra súplica al Santo Padre. Como fieles laicos, es nuestro deber recordar con amor a nuestros pastores la sencilla petición del Cielo— y unirnos para pedir al Papa León XIV que logre el triunfo del Inmaculado Corazón de María.

Esta petición no trata de críticas, sino de caridad. No se trata de política, sino de obediencia. No se trata de nostalgia, sino de salvación.

Como explica David Rodríguez del Centro Fátima: “Una verdadera consagración podría completarse con una oración que dura menos de cinco minutos y puede realizarse de forma gratuita.” El costo es pequeño. La recompensa es inconmensurable: paz, conversión y una Iglesia renovada.

Por favor firme la petición y compártala con otros. Que el Papa León XIV sepa que los fieles están dispuestos a estar con él en obediencia a la voluntad de Dios.

El mundo gime bajo el peso de la guerra, el pecado y el error. Se nos ha dado un remedio. Es hora de usarlo.

Al final, Su Inmaculado Corazón triunfará. Ayudemos a acercar ese día. Firma la petición ahora.

La petición y el artículo en el siguiente enlace:

https://lifepetitions.com/petition/consecrate-russia?utm_source=www_home

 

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DEL CARDENAL BURKE, LOS CONSERVADORES Y UNA LECCIÓN DE CHESTERTON

  



“No es suficiente decir la verdad, si los errores

no son detectados y refutados”.

 

Concilio de Trento, Introducción a los cánones

sobre la santa Eucaristía.

 

Por P. FLAVIO MATEOS


Ciertamente, el lector católico que nos lee no pensará que es banal, de poca monta, el plantearse una definición acerca de un tema que concierne al centro mismo de nuestra religión: hablamos de la santa Misa. Ni por eso mismo puede pasar indiferente ante el problema de la reforma litúrgica, si es que alguna noción tiene a su respecto. Sin embargo, este asunto pareciera baladí para una gran parte del clero, y la preocupación mayor en su horizonte estaría dada por el deseo ferviente de que haya una “paz litúrgica”. Nada de complicarse la vida con un combate por la verdad, ¿acaso el Vaticano II no hizo del diálogo el nuevo método para resolverlo todo? ¿No son el diálogo y el consenso los elementos democráticos por excelencia? ¿No fueron envainadas las espadas, a fin de favorecer la diplomacia y la “cultura del encuentro” con los “hermanos separados”? “No vine a traer la espada sino la paz”, le han hecho decir a Nuestro Señor, una y otra vez.

Nuestro aviso, nuestro llamado de atención, no tiene nada que ver con el consejo de san Pablo a Tito: “Evita las cuestiones necias, las genealogías y las contiendas y debates sobre la Ley, porque son inútiles y vanas” (Tito III, 9), sino más bien con una dilucidación que atañe a nuestra propia fe y el modo de adorar a Dios, a si ha de continuar renovándose el Santo sacrificio de Nuestro Señor en los altares, o si pretendemos rendir culto a Dios mediante la ofrenda espuria de Caín. Es decir, es el tema de la mayor importancia, puesto que, como decía Mons. Lefebvre, “como el sacrificio de Nuestro Señor está en el corazón de la Iglesia, en el corazón de nuestra salvación y en el corazón de nuestras almas, todo lo que se relaciona con el santo sacrificio de la misa nos toca profundamente a cada uno de nosotros personalmente. Tenemos que participar en este sacrificio para la salvación de nuestras almas”. Así pues, ¿podemos permanecer indiferentes a la Misa?

Hay sacerdotes que, a pesar de su pretendido antiliberalismo, han caído en un “pluralismo” pacifista propio de los liberales, optando por buscar un consenso legalista en un grado de obediencia tal que deja de ser virtuoso para volverse más bien vicioso, evitando de ese modo complicarse la vida con asuntos que podrían poner en entredicho su propia situación dentro del marco estructural de la Iglesia. Tendrán que perdonarnos, pero no podemos aceptar eso. Aunque nos cueste la marginalización, el desprecio, la indiferencia por lo que decimos. No podemos ser tolerantes con el error y no podemos dejar de resistirlo, en la medida que Dios nos asista con su gracia, a fin de evitarle a quien nos escucha, navegar por las aguas cenagosas de la confusión que ponen en riesgo la propia fe. Se nos pide ser “luz del mundo y sal de la tierra”. Aunque eso no nos conceda miles de “likes” en las redes sociales. La verdad no suele ser popular, y por eso termina crucificada. Lo que confirma el aserto de Louis Veuillot: “Las causas que mueren son aquellas por las que no se muere”.

Cuando un sacerdote reputado, popular, mediático, “contrarrevolucionario”, dice que celebra la misa en idioma vernáculo y el rito tridentino, que celebra diariamente ambas, y que jamás ha tenido problema con eso, uno comprende que hay un problema grave en la Iglesia, puesto que si los más rescatables de los curas, los de buenas intenciones, los conservadores que aún conservan cierto sentido de la tradición, tienen una venda sobre los ojos, que les impide ver la contradicción entre la verdad y el error, ¿qué queda para la gran masa arrebañada en el progresismo, el ecumenismo y el sinodalismo papólatra? Evidentemente, se trata de lo que la hermana Lucía llamó una “desorientación diabólica”. Pero, como dice Nuestro Señor, “el que no recoge conmigo, desparrama."(Mat. 12,30). Así algunos primero recogen, y luego desparraman, y lo que escriben con la mano, lo borran con el codo. Emiten declaraciones contrarrevolucionarias, pero terminan realizando acciones revolucionarias. En tanto, el mal avanza. Y muchos confundidos se quedan en paz, y nunca se hacen problema con eso. Porque, aparentemente, no hay problema alguno. ¿Es así?

Viene a cuento todo esto, porque estos mismos sacerdotes birritualistas y anti-belicistas han destacado con honores la propuesta que el cardenal Burke hizo recientemente a León XIV: “Burke ha pedido a León XIV que se ponga fin a la persecución de la Misa en Latín”. El informe que se ofrece nos dice que “en la Conferencia sobre Fe y Cultura organizada en Londres por la Latin Mass Society, el cardenal Raymond Burke ha transmitido su esperanza al Papa León XIV de que el Santo Padre ponga fin a la «persecución desde dentro de la Iglesia» de «aquellos que desean adorar a Dios según el uso más antiguo del rito romano». Y agregó el cardenal: «Ciertamente ya he tenido ocasión de hablarlo con el Santo Padre... tengo la esperanza de que, en cuanto sea posible, retome el estudio de esta cuestión y trate de restablecer la situación tal como quedó después de Summorum Pontificum, e incluso de continuar desarrollando lo que el Papa Benedicto XVI había legislado tan sabia y amorosamente para la Iglesia».

No hay dudas de que en varias ocasiones el cardenal Burke ha pronunciado valientes declaraciones y es uno de los conservadores más destacados del plantel de la Iglesia, no cuestionamos sus intenciones, pero también es cierto que siempre ha moderado mucho sus pasos y sus palabras, de modo de no causar mas que un leve escozor en los modernistas enquistados en lo más alto del Vaticano. Burke se encuentra muy limitado en su tímida postura y jamás pondría en riesgo su status, más allá de alguna que otra actitud que lo colocó en situación incómoda ante la inquina bergogliana, pero que nunca llegó al extremo que pudo sostener un Mons. Vigano. Ninguna de sus críticas lo llevaron, sin embargo, a salirse de su posición birritualista y de sostener –aún ahora- la fracasada “hermenéutica de la continuidad”, cosa a todas luces impracticable y, tal vez en algunos, naif.

LAS PROFUNDAS DEFICIENCIAS DOCTRINALES DE LA NUEVA MISA

 



Por P. FRANÇOIS-MARIE CHAUTARD

 

• 1) En cuanto al misterio cristiano

• 2) En cuanto al aspecto sagrado de los misterios

• 3) Supresión del aspecto sacrificial

• 4) Disminución de la fe en la presencia real

 

El mayor reproche que se le hace al misal de Pablo VI concierne a la profesión de la fe católica. El rito mismo, en sus gestos y en sus palabras, en su conjunto como en sus detalles, altera la fe católica. No la contradice frontalmente, la disimula, la silencia, la ahoga.

 

1) En cuanto al misterio cristiano

 

El rito tiene por tarea instruir a sacerdotes y fieles y disponerlos al culto de Dios mediante el recuerdo de las verdades de fe. Ahora bien, el nuevo rito se acompaña de un empobrecimiento considerable de esos recordatorios. Numerosas verdades son alteradas y ocultadas mediante la supresión de oraciones cuyo número y precisión no han sido reemplazadas:

  • El pecado: el NOM [1] ya no contiene las oraciones Indulgentiam, Aufer a nobis, Oramus te, Deus qui humanæ, Suscipe sancte Pater, que todas recordaban la condición pecadora del hombre.
  • El desprecio de las cosas del mundo:
    «Han cambiado en este nuevo misal todas las oraciones, todas las plegarias que hablaban del desprecio de las cosas de este mundo para unirnos a las celestiales. ¿Qué idea tuvieron los que cambiaron estas cosas? ¿Acaso las cosas celestiales no son tales que debamos despreciar las terrenales, que son para nosotros ocasión de pecado?» [2]
  • El combate espiritual:
    «Se han suprimido en las oraciones todo lo que indicaba lucha, combate espiritual. Los términos ‘perseguidores, enemigos’, todo eso ha sido suprimido sin razón. Por ejemplo, misa de san Juan de Capistrano: “[Dios que...] hicisteis triunfar [a vuestros fieles] sobre los enemigos de la Cruz (...) haced, os lo suplicamos, que, por su intercesión, venzamos las trampas de nuestros enemigos espirituales”» [3]
  • El misterio de la Redención: se habla de “salvación” de una manera muy vaga.
  • La virginidad perpetua de la Virgen María: en el NOM, es posible (según la selección de las oraciones propuestas) no hablar de la Virgen María. Y se sabe que la virginidad perpetua de María es una piedra de tropiezo para los protestantes... De hecho, la palabra “perpetua” solo aparece en una de las cuatro plegarias eucarísticas. En cambio, el rito antiguo repetía este dogma al menos cinco veces.
  • La realeza de Cristo Rey:
    «Con respecto a Cristo Rey, se suprimieron dos estrofas que hablaban del Reino social de Nuestro Señor Jesucristo» [4]
  • La fe en los novísimos (las postrimerías):
    «El rito de los difuntos ha sido modificado. La palabra anima ha desaparecido con frecuencia de numerosas oraciones por los difuntos, porque con las nuevas filosofías ya no se sabe realmente si hay una distinción real entre alma y cuerpo. Entonces, ya no se debe hablar del alma. ¡Es increíble, inimaginable! Ya no hay devoción por los difuntos, ya no existe el sentido del purgatorio» [5]

 

2) En cuanto al aspecto sagrado de los misterios.

 

Las mismas rúbricas del misal institucionalizan esta pérdida del sentido de lo sagrado a través de la mutabilidad permanente del rito y un relajamiento litúrgico general.

  • La mutabilidad permanente del rito desnaturaliza su carácter sagrado, aunque solo sea por la diversidad de misas: la primera parte de la misa cuenta con 3 fórmulas, la segunda con 3, y el canon con 4. Así, se puede construir “su” misa según 3×3×4 posibilidades. Y eso limitándose a las palabras, sin contar los gestos y otras ceremonias que pueden añadirse o inventarse a voluntad por los consejos parroquiales. Dar al sacerdote y a su consejo parroquial una libertad de gestos casi total y una gran parte de iniciativa colectiva para los textos de la misa engendra mecánicamente una pérdida del respeto debido al propio rito. Rara vez la imaginación o la fantasía van de la mano con el sentido del respeto.
  • En cambio, la utilización de un rito estabilizado desde hace unos quince siglos y codificado en detalle en sus palabras y gestos, engendra un profundo respeto por parte del sacerdote y los fieles. La regla pedagógica más elemental para enseñar el carácter sagrado de un objeto es no ponerlo en todas las manos y prohibir transformarlo a su antojo.
  • Un relajamiento litúrgico general provocado por el abandono y la supresión de una gran parte de las marcas de respeto, en particular:
    • la obligación de la piedra de altar, así como del carácter precioso de los vasos sagrados, de uno de las tres manteles del altar, o de ciertos ornamentos (el manípulo, el amito, el cordón, el velo del cáliz, la bolsa, e incluso la misma casulla) ;
    • las genuflexiones, cuyo número pasa de 12 a 2, y los signos de la cruz, que pasan de 47 a 7 u 8 ;
    • el número de oraciones, que reduce la duración de la misa —en su forma más breve— a 10/12 minutos.

Mons. Lefebvre lo observaba lúcidamente:

*«La desacralización se produce en primer lugar:

·       Por la lengua vernácula. La supresión de la lengua sagrada que era el latín ha vuelto profana, en cierto modo, la santa misa, y la ha convertido en algo que ya no es realmente sagrado.

·       Por la pronunciación de esta traducción en voz alta durante toda la santa misa. Ya no hay momentos de silencio, ya no hay palabras dichas en voz baja por el sacerdote (…) que inviten a la meditación sobre el gran misterio que allí se realiza.

·       Por la introducción de la mesa en lugar del altar. (…)

·       Por la posición del sacerdote. La misa de cara al pueblo no invita en absoluto al recogimiento frente al misterio que se desarrolla. El sacerdote mismo es distraído por las personas que tiene delante. Y la gente es distraída por el sacerdote, especialmente si éste actúa de forma un tanto viva, un tanto desordenada, o de manera poco respetuosa. (…)

·       Por la distribución de la Eucaristía por parte de los fieles».*
— Mons. Lefebvre, 1 de octubre de 1979.

 

3) Supresión del aspecto sacrificial

 

«La misa no es un sacrificio... llamémosla bendición, eucaristía, cena del Señor... que se le dé cualquier otro nombre que se quiera, con tal de no mancharla con el título de sacrificio. Esta abominación [...] que se llama Ofertorio. De ahí resuena y se siente todo el carácter de sacrificio».
— Lutero, Formulæ missæ et communionis, 1523

Lamentablemente, el NOM se inclina hacia una comida y no hacia un sacrificio. Esta evolución se traduce de cuatro maneras:

EL PAPA FRANCISCO MINTIÓ: LOS OBISPOS NO PIDIERON RESTRINGIR LA MISA TRIDENTINA

 


El informe que el Papa Francisco no publicó:

los obispos no pidieron restringir la Misa Tradicional

Informe

 

Esto nos recuerda lo que pasó en el Concilio y lo que siempre sucede en las revoluciones: un pequeño grupo de conspirados –no vamos a pensar que Francisco estaba sólo en esto- impone a una mayoría silenciosa (y pacifista) una medida, la cual, por nadie es resistida.

Esto nos recuerda también unas palabras de san Pío X:

“…hay que concluir que, en nuestros días más que nunca, la fuerza principal de los malos es la cobardía y la debilidad de los buenos, y todo el nervio del reino de Satán reside en la blandura de los cristianos”

(13 de diciembre de 1908)

 

LA NUEVA MISA Y EL MAGISTERIO ORDINARIO UNIVERSAL

 




Editorial de Le Sel de la terre n° 29, Verano 1999, p. 1-7.

 

HEMOS recibido de un lector la siguiente carta:

Padre:

Sin duda ha leído el informe del Padre Aulagnier sobre las declaraciones de Dom Gérard en Roma. Este último persiste en su boletín al afirmar que la nueva misa es ortodoxa… Me parece alucinante, creo estar soñando. Es extremadamente grave y puede sembrar la confusión en los espíritus; confusión saludable para los que se han adherido [al concilio], menos para los otros.

¿Le Sel de la terre tiene pensado reaccionar? Voy a releer el Breve Examen, al Padre Calmel, la Carta a los católicos perplejos... Pero sería bueno que ustedes respondieran algunas preguntas como:

— ¿Qué es la «ortodoxia»?

— ¿Qué es la «herejía»? ¿Se puede decir que la misa de Pablo VI es herética?

— ¿El magisterio ordinario universal es infalible? ¿Se aplica en este caso preciso?

Perdón si la revista ya ha respondido a estas preguntas; no lo tengo todo en memoria y no he podido revisarlo todo aún.

Si está demasiado ocupado, no se tome el tiempo de responderme... Lo entenderé; mi carta solo tiene como objetivo darles ideas y hacerles saber nuestras expectativas.

Gracias por el trabajo realizado y reciba la seguridad de mis respetuosos sentimientos.


Dado que celebramos el trigésimo aniversario del funesto Novus Ordo Missæ (3 de abril de 1969), nos parece útil recordar aquí los juicios autorizados sobre la nueva misa. Nuestro lector indica buenas fuentes. Leámoslas nuevamente:

 

— El juicio de los cardenales Ottaviani [1] y Bacci, en una carta dirigida al papa Pablo VI el 5 de junio de 1969:

 

Santo Padre:

Después de haber examinado y hecho examinar el nuevo Ordo Missæ preparado por los expertos del «Comité para la aplicación de la Constitución sobre la liturgia», tras larga reflexión y oración, sentimos el deber, ante Dios y ante Su Santidad, de expresar las siguientes consideraciones:

Como lo demuestra suficientemente el examen crítico adjunto, aunque breve, elaborado por un grupo selecto de teólogos, liturgistas y pastores de almas, el nuevo Ordo Missæ, si se consideran los elementos nuevos —susceptibles de interpretaciones muy diversas— que parecen implícitos o sugeridos, se aleja de forma impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la santa misa, tal como fue formulada en la XX sesión del Concilio de Trento, que fijó definitivamente los «cánones» del rito y erigió una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera atentar contra la integridad del Misterio (...) [2].

 

— El juicio del Padre Calmel:

 

Me mantengo fiel a la misa tradicional, la que fue codificada —no fabricada— por San Pío V en el siglo XVI, conforme a una costumbre varias veces secular. Por tanto, rechazo el Ordo Missæ de Pablo VI.

¿Por qué? Porque, en realidad, ese Ordo Missæ no existe. Lo que existe es una revolución litúrgica universal y permanente, adoptada o querida por el papa actual, que reviste, por el momento, la máscara del Ordo Missæ del 3 de abril de 1969. Todo sacerdote tiene derecho a rechazar llevar la máscara de esta revolución litúrgica. Y considero mi deber de sacerdote rechazar celebrar la misa en un rito equívoco.

Si aceptamos este nuevo rito, que favorece la confusión entre la misa católica y la cena protestante —como afirman dos cardenales y lo demuestran sólidos análisis teológicos [3]—, caeremos pronto de una misa intercambiable (como lo admite un pastor protestante) a una misa abiertamente herética y, por tanto, nula. (...)

Por el contrario, el sacerdote que se pliega al nuevo rito, forjado completamente por Pablo VI, colabora en la instauración progresiva de una misa mentirosa, donde la presencia de Cristo ya no será verdadera, sino transformada en un mero memorial vacío; en consecuencia, el sacrificio de la cruz ya no será ofrecido realmente ni sacramentalmente a Dios; finalmente, la comunión se convertirá en una simple comida religiosa donde se comerá un poco de pan y se beberá un poco de vino; nada más; como en el protestantismo. — No consentir en colaborar en la instauración revolucionaria de una misa equívoca, orientada a la destrucción de la misa, ¿a qué desventuras temporales y desgracias mundanas nos expondrá? Solo el Señor lo sabe, cuya gracia es suficiente. (...)

Reconozco sin dudar la autoridad del Santo Padre. Sin embargo, afirmo que todo papa, en el ejercicio de su autoridad, puede cometer abusos de poder. Sostengo que el papa Pablo VI comete un abuso de autoridad de excepcional gravedad cuando construye un nuevo rito de misa sobre una definición que ha dejado de ser católica. “La misa —escribe en su Ordo Missæ— es la reunión del pueblo de Dios presidida por un sacerdote para celebrar el memorial del Señor”. Esta definición insidiosa omite deliberadamente lo que hace católica a la misa católica, que es por siempre irreductible a la cena protestante. (...)

La simple honestidad, y mucho más el honor sacerdotal, me exige no tener la desvergüenza de adulterar la misa católica, recibida el día de mi ordenación. Si de lealtad se trata, y más aún en un asunto de gravedad divina, no hay autoridad en el mundo, ni siquiera la pontificia, que pueda detenerme (...) [4].

 

— El juicio de Monseñor Marcel Lefebvre:

 

La nueva misa, como la nueva Iglesia conciliar, está en profunda ruptura con la Tradición y el magisterio de la Iglesia. Es una concepción más protestante que católica la que explica todo lo que ha sido indebidamente exaltado y todo lo que ha sido disminuido. (...) La reforma litúrgica de estilo protestante es uno de los errores más grandes de la Iglesia conciliar y de los más ruinosos para la fe y la gracia [5].

LOS FRUTOS DE LA NUEVA MISA

 


Por MONS. MARCEL LEFEBVRE

13 de mayo de 1971

 

El uso del Novus Ordo Missae, acto central de la reforma litúrgica, ¿ha tenido las saludables consecuencias esperadas o ha producido los efectos desastrosos que podían preverse?

La respuesta nos obligará a prestar atención a las circunstancias de esa reforma singular y única en la historia de la Iglesia y nos esclarecerá acerca de nuestros deberes futuros.

Para juzgar el valor dogmático, moral y espiritual de esa reforma debemos recordar sumariamente los principios inmutables de la Fe católica acerca de los fundamentos de nuestra Santa Misa.

"In Missa offertur Deo verum et proprium sacrificium" (De fide divina catholica definita).

Quienes nieguen esta proposición son herejes.

"Todo sacrificio requiere un sacerdote, una víctima y una acción sacerdotal por la cual la victima es ofrecida"

"In Missa et in Cruce eadem est Hostia et idem Sacerdos principalis (De fide divina catholica definita).

"Hostia seu Victima est «ipse Christus» præsens sub speciebus panis et vini" (De fide divina catholica definita). Herejes también quienes nieguen estas otras dos proposiciones.

Por consiguiente, hay tres realidades esenciales para la realidad del Sacrificio de la Misa:

- El sacerdote ("Sacerdotes, illique soli, sunt ministri". De fide divina catholica definita), investido del carácter sacerdotal.

- La Presencia Real y sustancial de la Víctima, que es Nuestro Señor Jesucristo.

- La acción sacerdotal de la oblación sacrificial que se realiza esencialmente en la Consagración.

No olvidemos que precisamente son esas las verdades fundamentales negadas por los protestantes y los modernistas.

No olvidemos tampoco que, para manifestar su rechazo de estos dogmas, sus misas se transformaron en culto, cena o asamblea eucarística, con desarrollo importante de la lectura bíblica y de la palabra en detrimento de la ofrenda y de la Liturgia del Sacrificio.

Fuera de algunas pequeñas ventajas accidentales -la única, tal vez, sea la lectura en lengua vernácula de la Epístola y el Evangelio- forzoso es afirmar, lamentablemente, que toda la reforma lesiona directa o indirectamente a las tres verdades esenciales de la Fe católica. No se trata, pues, de una reforma litúrgica semejante a la de San Pio X sino de una nueva concepción de la Misa. Los reformadores no lo ocultan. La misa normativa del Padre Bugnini, tal como él lo explicó en sus conferencias en Roma, responde a lo definido en el punto VII de la introducción del Novus Ordo Missae.

Todo cuanto ha sido propuesto como novedad lleva la impronta inconfundible de una concepción más protestante que católica. Las afirmaciones de los protestantes que contribuyeron a esa reforma ilustran esta triste y necia verdad. "Los protestantes ya no encuentran motivo que les impida celebrar según el Novus Ordo”.

Es legítimo preguntarse si al desaparecer insensiblemente la Fe católica en las verdades esenciales de la Misa, no desaparece también la validez de las Misas. La intención del celebrante se atendrá a la nueva concepción de la Misa, que en corto tiempo ya no será otra que la concepción protestante. La Misa dejará de ser válida.

Debemos persuadirnos de que la Misa no es sólo el acto religioso más importante, sino la fuente de toda la doctrina católica, la fuente de la Fe, de la moral individual, familiar, social. De la Cruz continuada sobre el altar descienden todas las gracias que permiten a la sociedad cristiana vivir y desenvolverse: secar la fuente significa extinguir todos los efectos.

Esos efectos, que son los frutos del Espíritu Santo descriptos elocuentemente por San Pablo (Gálatas 5, 22), están a punto de desaparecer de la sociedad. Las familias están divididas, las congregaciones religiosas, las parroquias, han sido afectadas por el virus de la desunión. Hasta los obispos y los cardenales se han contaminado.

La Misa católica tenía y tiene el efecto de elevar a los hombres hacia la Cruz, de unirlos en Nuestro Señor Jesucristo crucificado, de atenuar en ellos los efectos del pecado que los lleva a la desunión. Si la Cruz de Nuestro Señor desapareciera, si su Cuerpo y su Sangre dejaran de estar presentes, los hombres se volverían a encontrar en torno de una mesa vacía y sin vida, y ya nada los unirá.

Sin duda que de ahí proceden ese cansancio y ese aburrimiento que comienza a verse en todas partes, de ahí proceden la desaparición de las vocaciones, que ya no tienen objeto, la secularización y profanación del sacerdote, que ya no halla razón de ser, y la necesidad de lo mundano. La concepción protestante de la Santa Misa va expulsando poco a poco a Jesucristo de las iglesias, tan a menudo profanadas.

La concepción de esa reforma, el modo en que ha sido publicada, con ediciones sucesivas indebidamente modificadas, la forma a veces tiránica -como es el caso de Italia en que se la impuso como obligatoria, la modificación de la definición de la Misa del articulo VII sin consecuencias para el rito mismo, son otros tantos hechos sin precedentes en la Tradición de la Iglesia romana, que siempre ha actuado cum consilio et sapientia. Todo ello nos autoriza a poner en duda la validez de esa legislación y también a referirnos al Canon 23: "En caso de duda no corresponde la revocación de una ley, pero la ley más reciente debe remitirse a la precedente procurando conciliar a ambas”.

 Lo que se mantiene como deber y derecho absoluto es la defensa de la Fe. Y la Santa Misa es su expresión más viva y su fuente divina, de allí su importancia primordial.

 

Roma, 13 de mayo de 1971

 

LOS PELIGROS ACTUALES – WILLIAM GUY CARR

 


Capítulo XVIII del libro PAWNS IN THE GAME, del Comodoro William Guy Carr, 1958.

 

Quien conoce y ha estudiado la Historia puede predecir con cierta seguridad las orientaciones futuras de los gobiernos. La Historia se repite porque los dirigentes del M.R.M. (Movimiento Revolucionario Mundial) no cambian sus Planes a Largo Plazo; solo adaptan sus políticas a las situaciones presentes y ajustan sus planes para sacar el máximo provecho de los avances de la ciencia moderna.

Recordemos los acontecimientos ocurridos desde que Lenin estableció, en 1918, una dictadura totalitaria en Rusia, y comprenderemos la situación internacional contemporánea. Hemos demostrado que esta dictadura fue implantada para proporcionar a los Internacionalistas Occidentales la oportunidad de poner en práctica sus ideas y teorías totalitarias, como primer paso hacia una Dictadura Universal. Procediendo así, por tanteos sucesivos, pretendían allanar toda clase de dificultades imprevistas.

Cuando Lenin murió, Stalin tomó el relevo. Al principio obedeció escrupulosamente los dictados de los Banqueros Internacionales. Encargó a Béla Kun que pusiera en práctica sus ideas de colectivización de las granjas en Ucrania. Cuando los campesinos se negaron a obedecer los decretos, cinco millones de ellos fueron automáticamente condenados a morir de hambre mientras se les arrebataba por la fuerza su trigo. Ese trigo fue vendido a pérdida en los mercados mundiales para agravar aún más la depresión que se había creado artificialmente. Otros cinco millones de campesinos fueron enviados a campos de trabajos forzados para demostrar al resto de la población esclavizada que el Estado era soberano y que el jefe del Estado era su dios. Había que obedecer sus órdenes.

Solo cuando Stalin comenzó a eliminar a un gran número de dirigentes comunistas judíos, sin duda marxistas, Trotsky y otros líderes revolucionarios tuvieron la certeza de que se había separado de los Illuminati y que abrigaba ambiciones imperialistas. El comportamiento del dictador soviético durante la Revolución Española perturbó aún más a los Internacionalistas Occidentales, especialmente cuando Serges y Maurin demostraron que Stalin utilizaba el Comunismo Internacional para favorecer sus propios planes secretos y aspiraciones imperialistas.

Cuando Franco ganó la Guerra Civil, el comportamiento de Stalin fue muy difícil de comprender. Algunos dirigentes revolucionarios de Canadá y América no pudieron aceptar los cambios drásticos decididos por el Partido, muy diferentes de lo que se les había enseñado en las escuelas de adoctrinamiento marxista. Cuando Stalin firmó el pacto de no agresión con Hitler (23 de agosto de 1939), los imperios Británico y Alemán ya habían sido empujados lógicamente al desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial (1 de septiembre de 1939): con ello dio la impresión de hacer todo lo posible por ayudar a Hitler a devastar Europa Occidental y destruir el poder de los Banqueros Internacionales.

Estos consideraron entonces que la situación era crítica y decidieron que lo mejor para ellos era intentar persuadir a Stalin de abandonar sus ambiciones imperialistas: había que avanzar juntos en un espíritu de coexistencia pacífica. Tenían que convencer a Stalin de que podía perfectamente gobernar el mundo oriental mediante el comunismo mientras ellos dirigirían el mundo occidental con un Súper-Gobierno.

Stalin exigió pruebas de su sinceridad. Así comenzó lo que ahora se llama la teoría de la coexistencia pacífica. Pero la coexistencia pacífica entre dos grupos internacionalistas es imposible, al igual que entre pueblos que creen en Dios y otros que creen en el diablo.

El reemplazo de Chamberlain como Primer Ministro fue decidido mediante comunicaciones secretas entre Churchill y Roosevelt, reveladas por Tyler Kent al capitán Ramsay. Churchill debía asumir esas funciones y convertir la “Guerra Extraña” en una Guerra de Combates. Consideraron que esta acción convencería a Stalin de la sinceridad de sus intenciones.

La Historia revela que se apartó a Chamberlain del cargo de Primer Ministro en mayo de 1940, al igual que Asquith en 1915. Churchill asumió el cargo el 11 de mayo de 1940 y dio la orden a la RAF de comenzar esa misma noche el bombardeo de las ciudades alemanas.

El Sr. J.-M. Spaight (C.B.; C.B.E.) era entonces secretario principal adjunto del Ministerio del Aire. Después de la guerra, publicó un libro titulado El bombardeo justificado. En esta obra, defiende la política de Churchill de bombardear las ciudades alemanas, alegando que se hizo para “salvar la Civilización”. No obstante, el autor reconoce que la orden de Churchill fue una violación del acuerdo firmado entre Gran Bretaña y Francia el 2 de septiembre de 1939.

Ese día, el Primer Ministro británico y el Presidente de la República Francesa acordaron declarar la guerra a Alemania debido a la invasión de Polonia por Hitler. Se comprometieron a no bombardear las ciudades alemanas ni hacer sufrir al pueblo alemán por los errores de un solo hombre. Los dirigentes de ambos gobiernos aceptaron solemnemente limitar los bombardeos a objetivos estrictamente militares, en el sentido más estricto del término.

Desde la guerra, se ha demostrado que la verdadera razón por la que Churchill ordenó el bombardeo de las ciudades alemanas, violando el acuerdo, fue que los Banqueros Internacionales de Occidente deseaban dar a Stalin una garantía firme de su sinceridad y de su deseo de aplicar su política de coexistencia pacífica entre el Comunismo Oriental y el Illuminismo Occidental. El bombardeo de Alemania provocó represalias inmediatas y el pueblo británico fue sometido a una prueba como nunca antes había conocido “desde el amanecer de la Creación”.

El ciudadano medio no tiene generalmente idea alguna de los sórdidos bajos fondos en los que pueden caer aquellos que están implicados en la intriga internacional.

Demostraremos que los Illuminati no tenían intención de cumplir su palabra con respecto a Stalin, y que Stalin tampoco tenía intención de cumplir la suya hacia ellos. Demostraremos también que los Señores de la Guerra nazis intentaban, en realidad, engañar a Churchill, haciéndole creer que no tenían planes secretos de destrucción tanto del Comunismo Internacional como del Capitalismo Internacional, ni planes de dominación mundial por medio de la conquista militar.

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