Creo que no estaba en los cálculos
de absolutamente nadie la hipervelocidad con la que cayó la
República Árabe Siria bajo el gobierno de Bashar al-Assad. Cuesta entender cómo
los mismos elementos que habían resistido nada menos que un embate
multinacional de oleadas y oleadas de yihadistas de toda cepa, durante 12 años
corridos, y que habían salido indemne y victorioso ya para fines de 2020,
pudieran derrumbarse tan fácilmente en cuestión de días.
Aunque bueno es advertir,
claramente, que aquella victoria de Damasco durante esos años
pesados había sido por “agotamiento”, no por “aplastamiento”.
De todas maneras no estamos
hablando de un gobierno improvisado, de poca calle: la casta
alauita 1,
que representa no más del 15% en números poblacionales dentro en un país
multiétnico, multirreligioso —aunque con abrumadora mayoría sunnita—, y
construido sobre el secularismo político, gobernó Siria durante 50 años,
desde que Hafez al-Assad (padre de Bashar) tomó el poder el 22 de febrero de
1971, liderando el Partido Baaz Árabe Socialista, panárabe, antimperialista y
anti-islamista. 2
Es importante destacar este último
punto: si la familia Assad hubiese profundizado divisiones religiosas no
hubiese podido gobernar el país. Por ello, uno de sus principales enemigos fue
desde sus orígenes la Hermandad Musulmana (o Hermanos
Musulmanes), una organización político-religiosa, islámica, fundada en Egipto
en 1928 con la complicidad británica, cuyo objetivo era horadar los
gobiernos panárabes, impedir una unificación del arabismo “socialista” y tomar
el poder para organizarlo como Califato. Hafez al-Assad se encargó de reprimir
a esta organización con suma fiereza en las décadas de 1970 y 1980. La
Hermandad se había hecho muy fuerte en Alepo y había intentado
asesinar a Hafez en más de una ocasión, obviamente sin éxito. Pero cansados de
esa subversión, el gobierno de Hafez incurrió en uno de los episodios más
violentos de su historia particular. En Hama, otra ciudad
considerada sunnita, entre el 2 de febrero y el 5 de marzo de 1982, el ejército
sirio llevó a cabo una operación de devastación, ocasionando, según
testimonios, más de 10.000 víctimas fatales para terminar de una buena vez con
ese flagelo. Este crimen nunca sería perdonado por la Hermandad,
generando un círculo de odio contra la dinastía.
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