Cómo se fue desarrollando el Plan de Dios para el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.
El enorme cúmulo de
profecías sobre nuestro tiempo coincide en que el Cielo nos está dirigiendo
hacia el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
¿Y qué
significa?
Que Nuestra Señora
reunirá a Sus hijos, los instruirá, los purificará, y los conducirá hacia una
Era de Paz, pasando por encima de la tribulación.
Y para que
sea posible, el Cielo quiere instaurar la devoción al Inmaculado Corazón de
María, como sabemos anunció en las apariciones de Fátima en 1917.
Pero
movimientos sobrenaturales, casi olvidados por la historia, comenzaron a
preparar el terreno con anterioridad.
Es eso lo
que vamos a contar aquí.
Acompáñanos
en este viaje fascinante para descubrir cómo el Cielo comenzó a orquestar, de
manera milagrosa, el triunfo del Inmaculado Corazón de María a través del
llamado a la Consagración, antes que en Fátima.
La devoción al
Inmaculado Corazón de María es ya mencionada por san Gregorio Taumaturgo, Padre
de la Iglesia, en el siglo III.
En el siglo IV, san
Agustín de Hipona contribuyó a la argumentación teológica de que María fue
concebida sin pecado original, es decir
Inmaculada.
Fue
preservada del pecado original por Dios, para concebir al hombre que no tuvo
pecado alguno, Jesús [Dios y Hombre].
Luego en el
siglo XVII, el sacerdote francés san Juan Eudes escribió las primeras obras
sobre el Corazón de María.
Y en 1830 tiene
lugar en París la primera aparición moderna de la Santísima Virgen: la Medalla
Milagrosa.
Comienza lo
que Pío XII llamó la “era de María”, una etapa de repetidas visitaciones
celestiales.
Y la invocación que María le dictó a Santa Catalina Labouré se relacionó con la Inmaculada Concepción, fue: “Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.
Ese clima
favoreció a que el Papa Pío IX promulgara solemnemente el dogma de la
Inmaculada Concepción en 1854.
Y cuatro
años más tarde, la aparición de Nuestra Señora en Lourdes confirmaría, de
manera inesperada, la definición del Dogma.
¿Y cuándo comenzó
la movida a la Consagración al Inmaculado Corazón de María?
Fue antes
que eso.
El inicio
formal de la Consagración al Inmaculado Corazón de María comenzó en 1836.
Ocurrió 6 años
después de la aparición de la Medalla Milagrosa en la Rue du Bac, y 18 años
antes de la aprobación del Dogma de la Inmaculada Concepción.
El padre Charles
Dufriche Desgenettes, era párroco de Nuestra Señora de las Victorias, en el barrio de la Bourse de París, y estaba
desanimado y descontento.
Tenía el
cargo desde 1832, y a pesar de sus esfuerzos tenía sólo cuarenta personas en la
misa dominical.
El barrio ha
sido descristianizado desde la Revolución.
Y el sábado
3 de diciembre de 1836, el padre Desgenettes sintió la tentación de
desesperarse mientras celebraba la misa.
Oyó una voz lúgubre
que le dijo: “Aquí no haces nada, tu ministerio es inútil. En cuatro años, ¿qué
has ganado? Todo está perdido. Esta gente ya no tiene fe. Por prudencia
deberías retirarte”.
Aterrorizado,
pierde el hilo de la misa y casi se detiene antes de consagrar, por miedo al
sacrilegio.
Y pide a
Dios que lo libere de esta desgraciada distracción.
Y entonces escuchó
una voz que le decía de manera solemne: “¡Consagra tu parroquia al Inmaculado
Corazón de María!”.
E inmediatamente,
la perturbación demoníaca se evaporó, dando paso a una sensación de calma.
Terminada la
misa, se dirige a la sacristía, repitiéndose que no debe detenerse en una
ilusión, ni atreverse a convertirse en un vidente.
Y mientras
reflexionaba la misma voz se eleva de nuevo: “¡Consagra tu parroquia al
Inmaculado Corazón de María!”.
Y cae de
rodillas.
El sacerdote
intenta rechazar esta sugerencia, pero es en vano.
Y para
librarse de esto, redactó los estatutos de una cofradía puesta bajo el nombre
de María, diciéndose que era un acto de devoción a la Santísima Virgen.
La cual
Monseñor de Quelen aprobaría de inmediato.
Y el domingo 11 de diciembre, ante un público aún más reducido de lo
habitual, el sacerdote anunció la celebración de un servicio excepcional para
esa misma tarde, “para implorar la misericordia divina, a través de la
protección de María y la gracia de la conversión de los pecadores”, e invitó a
que muchos participaran.
Él pensaba
que no habría nadie a las 7 de la tarde.
Pero llegada
la hora del servicio la iglesia está llena, casi 500 personas.
Explica los
objetivos de la cofradía y el público lo recibe con lágrimas en los ojos y
recita con fervor las letanías de la Virgen.
Y al llegar a la invocación “Refugio de los pecadores, ruega por
nosotros”, el sacerdote exclama: “¡María, adopta esta piadosa asociación! Dame
como señal la conversión del señor Joly. Iré a su casa mañana en tu nombre”.
¿Y qué pasó con
el Señor Joly?
El señor Joly, era
un octogenario, fue el último Guardián de los Sellos de Luis XVI.
Masón, enemigo de
la religión, estaba enfermo, ciego y aislado.
En su
juventud este hombre había aceptado doctrinas anticlericales y prejuicios
contra la Iglesia.
Pero el padre
Desgenettes lo había visitado varias veces, y había sido rechazado.
El 12 de diciembre
el Padre Desgenettes regresó a casa del señor Joly y tocó a la puerta.
Los
empleados no querían dejarle pasar, pero éste insistió de nuevo y por fin pudo
llegar donde el anciano.
No habían
cruzado más que unas cuantas palabras corteses, cuando el señor Joly pidió al
padre que lo bendijera.
Conmovido
profundamente, el sacerdote lo bendijo, y en ese momento el anciano exclamó:
“¡Su visita me está
haciendo tanto bien, padre! No lo puedo ver, pero siento su presencia.
Desde que entró a
mi cuarto sentí una paz, calma interior y una felicidad que nunca antes había
experimentado”.
Entonces el
padre, al ver la disposición tan extraordinaria que tenía el señor Joly, le
preguntó si quería confesarse, a lo cual contestó inmediatamente que sí.
El Padre
Desgenettes había pedido una señal y la había recibido claramente.
Ahora, ya estaba
convencido de que estaba haciendo la voluntad de Dios y que tenía una misión
auténtica que cumplir.
Todo este
movimiento de la Consagración al Inmaculado Corazón de María ¿dio frutos
rápidamente?
Solamente en cuatro
años las comuniones que se distribuyeron en Nuestra Señora de las Victorias
crecieron de 720 en el año 1835 a 12,500 en 1938.
Para este mismo año
la Archicofradía tenía 7,900 miembros.
Igual que la
Medalla Milagrosa, a través de la aprobación Papal, la Archicofradía de la
Inmaculada Concepción de Nuestra Señora de las Victorias alcanzó gran empuje
con la fundación oficial.
Que la convirtió en la gran precursora de Fátima, aparición que sería
el foco de nuestros tiempos para promover la devoción al Inmaculado Corazón de
María.
Luego la parroquia
sería testigo de numerosas gracias concedidas por la Virgen, como lo muestran
los ex-votos en las paredes de la iglesia.
La más conocida
sucedió en mayo de 1883, cuando Santa Teresita de Lisieux tenía apenas 10 años
y estaba a punto de morir.
Su padre
envió una donación a Nuestra Señora de las Victorias para que hicieran una
novena de misas por su salud.
Luego Santa
Teresita atribuiría, lo que llamó el milagro de su curación, a Nuestra Señora
de las Victorias.
Y por pura
providencia divina, sería allí donde se inauguró la adoración nocturna al
Santísimo Sacramento.
Hermann
Cohen, músico y miembro de una adinerada familia judía, tuvo una conversión
eucarística al catolicismo en 1847, y llevó adelante la idea de fundar una
adoración nocturna al Santísimo Sacramento en 1848.
Como se ve,
donde está María está Su hijo.
Fuente: https://forosdelavirgen.org/triunfo-inmaculado-corazon/