El
alba tomó cuerpo en tu figura,
el
aire se hizo carne, los rosales
desangraron
sus rosas virginales
para
crear tu piel silente y pura.
Desparramó
la brisa su ternura,
la
luz cuajó en tu forma sus cristales,
la
luna derramó sus manantiales
para
crear en Ti nuestra ventura.
Divinidad
que, tan pequeña y suave,
se
hace niña en tu carne redentora,
en
lo infinito ni siquiera cabe.
En
Ti la eternidad tiene su aurora,
En
Ti nada se halla que se acabe,
oh,
alba de Dios, que entre la paja llora.
Rafael
Morales