por FRANCESCA DE VILLASMUNDO
13 de diciembre de 2024
El
discurso de Emmanuel Macron del 7 de diciembre en la catedral de París contiene
un simbolismo más masónico que católico. Elementos de descifrado.
El 7 de
diciembre, Emmanuel Macron ha hablado en la catedral de Notre-Dame, ante un
público de estadistas, durante la reapertura al público del edificio gótico
tras el devastador incendio de 2019. Un discurso que tiene un aspecto bastante
conservador, esconde un simbolismo mucho más masónico que católico o incluso
laico. Un simbolismo masón que se encuentra en las vestimentas litúrgicas.
¿De qué es el símbolo Macron? De un ambiente
alquimista.
Este
detallado descifrado se lo debemos a nuestros colegas del medio Tocsin y a su
columnista, el abogado Alexandre Cuignache. “¿De qué es el símbolo Macron? »
pregunta Alexandre Cuignache, inclinándose en primer lugar hacia el discurso de
bienvenida a los jefes de Estado en Notre Dame por parte del Presidente de la
República: Macron los recibe con la expresión “en sus grados y cualidades”,
como decimos no en Francia sino en la logia masónica.
El resto
del discurso revela este simbolismo masónico: cuando menciona unas veinte veces
“fraternidad”, palabra que nos devuelve a la fraternidad masónica: “fraternidad
sin precedentes de todas las religiones”, “fraternidad de compañeros y
aprendices”, “fraternidad universal”.
Otras
expresiones van en esta dirección: “ha transformado el carbón en arte”, le dijo
a Mons. Ulrich, lo que remite a un simbolismo alquimista que nos lleva a la
transformación por el fuego, a la sublimación de la materia; misma atmósfera
alquimista cuando evoca a los bomberos “somos dueños del fuego” y del “plomo”
que se derrite.
Casullas multicolores sobre fondo blanco:
nada católico sino simbolismo masónico
En cuanto
a las casullas de Castelbajac, son el reflejo, según Alexandre Cuignache, de
una liturgia, ciertamente, pero no de una liturgia católica. Y su demostración,
basada en las reglas litúrgicas de la Iglesia católica totalmente borradas de
esta ceremonia, es más que convincente: los colores multicolores sobre fondo
blanco de las casullas, una mezcla desconocida para la Iglesia católica, son la
expresión del “prisma”, de la difracción de la luz, es decir del paso del
blanco al múltiple y de la división. Ahora bien, explica el maestro Cuignache,
en el simbolismo masónico, es a partir del sacrificio de la unidad original que
se llega a la manifestación del ser, primero hay que dividir para unir, el
famoso ordo ab chao que trae a un
nuevo orden... (*)
Toda esta
puesta en valor de este simbolismo masónico por parte de Emmanuel Macron, agente
de las logias y de la “bestia que adviene” según sus propias palabras, tuvo
lugar, señala Cuignache, en “un lugar altamente simbólico, cargado como todas
las catedrales de símbolos, durante una celebración simbólica, en una liturgia
misma simbólica y ordenada de alguna manera por el Maestro de Ceremonias, ese
al que le gusta que le llamen Maestro de los Relojes, que es también un
aficionado a simbolismo".
"Por
tanto, debemos tomarnos muy en serio esta cuestión del simbolismo",
subraya Alexandre Cuignache, "porque estas personas viven de símbolos que
manipulan, que exponen cada vez más", como durante las ceremonias
olímpicas de París.
Estas
palabras de Macron, estas casullas y otras, tienen un significado más
insidioso, un mensaje que debe ser expuesto, que la sola fantasía de
gobernantes, prelados y artistas corruptos...
¡Una
intervención fascinante para escuchar!
Fuente:
https://www.medias-presse.info/discours-macron-notre-dame-symbolique-maconnique/198650/
Ceremonia completa:
https://www.youtube.com/watch?v=oV4yfmrkV8c
(*) Nota
AGENDA FÁTIMA: Esto muy bien puede relacionarse con la
dispersión de colores que se produjo en el milagro del sol en Fátima: destruida
la unidad de la Luz, es decir de la Iglesia, la luz se descompone en múltiples
colores separados, que se vieron reflejados sobre los asustados espectadores
del suceso.
Del mismo modo, las grotescas casullas, más que
deberse a “buscar hacer sensación, sorpresa” o “creatividad”, como afirma un
sacerdote de la FSSPX, parecen muy bien acordar por un lado con la adscripción
de los jerarcas a la ceremonia masónica; en segundo lugar, es un plegarse a la
corriente multicolor de la agenda LGBT; y, finalmente, a querer convertir a los
prelados en payasos que ofician manipulados por las logias que los gobiernan.
Si se observa la ceremonia desde un inicio, es decir, cuando desde fuera del
templo los obispos se encaminan a paso lento, bajo una tormenta, al son grave
de las campanas, y bajo un cielo oscuro, rodeados y hacia el encuentro de la creme de la creme de la gobernanza mundial, se diría
que es una ceremonia fúnebre, y parece simplemente una estremecedora imagen de
la cautividad de la Iglesia, al servicio de la Bestia del mar.