Por MONS. DOM TOMÁS DE AQUINO O.S.B.
Prácticamente
todos los países tienen hoy algún tipo de culto a la democracia. Pero la
democracia moderna, heredada de la Independencia (Norte)Americana y de la
Revolución Francesa, es una democracia revolucionaria. Esta noción de
democracia debe ser totalmente rechazada, porque dice que la autoridad proviene
del pueblo y no de Dios. En consecuencia, la legitimidad de las leyes también
proviene del pueblo y no de Dios. Si este es el caso, ¿qué valor tienen los
diez mandamientos de la ley de Dios? Dios dice no matar. Las democracias
modernas de muchos países dicen: «Puedes matar». Y por eso legalizan el aborto
y la eutanasia. ¿Quién tiene razón? ¿El pueblo y sus representantes o Dios? El
absurdo de la democracia moderna es evidente.
Otro
aspecto de la democracia religiosa son las libertades modernas: libertad de
culto, libertad de expresión y de prensa, libertad de enseñanza y libertad de
conciencia.
Todas estas
libertades son condenadas por la Iglesia. La libertad de culto reivindica el
derecho de todas las religiones a gozar de la protección del Estado para su
culto, predicación y otras actividades. Esto es contrario a la Revelación,
porque una religión falsa no tiene derechos. Puede ser objeto de tolerancia,
pero nunca de un derecho.
La
libertad de prensa es un principio liberal igualmente absurdo. Incluso entre
los defensores de esta libertad, vemos a un gran número combatiendo a sus
adversarios, tratando de silenciarlos a toda costa y por todos los medios, en
contra de sus propios principios. Pero lo peor es este mismo principio,
condenado también por la Iglesia, porque sólo la verdad y el bien pueden gozar
de la libertad de ser propagados por la prensa y la palabra. El mundo moderno
no entiende esta condena, porque el mundo moderno no cree en la Iglesia.
Europa, cuya misión era ser la luz del mundo, deriva cada vez más hacia la
apostasía total. Estando en apostasía, no acepta ni comprende que la Iglesia condene
la libertad de prensa y de expresión.
La
libertad de enseñanza se basa en el mismo principio. El hombre puede decir o
enseñar lo que quiera. Las universidades actuales son centros de difusión de
todo tipo de errores, al igual que la prensa moderna y todos los medios de
comunicación. Hay una justa libertad de investigación, de indagar los hechos,
pero no debe haber libertad para enseñar lo que es contrario a la Revelación.
La
libertad de culto es otra libertad con la que los revolucionarios pretenden destruir
la fe de los países católicos. Los liberales del Concilio Vaticano II
consiguieron que se aprobara el Decreto de Libertad Religiosa, en contra de las
condenas de la Iglesia.
Todo esto
ha hecho que la democracia moderna provenga de principios revolucionarios.
Revolucionarios y falsos.
Tanto
Brasil y los países de América del Sur, como los EE.UU. y los países de Europa,
siguen estas falsas doctrinas. Mientras estos países sigan estas falsas
doctrinas, no tendrán verdadera paz, no tendrán una vida social justa y nunca
merecerán ser llamados países civilizados, aunque sus finanzas vayan bien.
No en
vano San Pío X eligió el lema «Instaurare Omnia in Christo». Sin esta
restauración, el mundo estará cada vez más perdido.
Debemos
esperar esta restauración de la Mediadora de todas las gracias.
+ Tomás
de Aquino O.S.B.
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