“La Iglesia es militante y está, en consecuencia,
sumida en una lucha continua. Esa lucha hace del mundo un verdadero campo de
batalla y de todo cristiano un soldado valeroso que combate bajo el estandarte
de la cruz. Esa lucha ha comenzado con la vida de nuestro Santísimo Redentor y
no ha de terminar más que con el mismo fin de los tiempos. Así pues, hace falta
que todos los días, como los valientes de Judá al volver de la cautividad,
rechazar con una mano al enemigo y levantar con la otra las paredes del Templo
santo, es decir: trabajar en la propia santificación”
San Pío X, Discurso pronunciado el 13 de diciembre de
1908 después de la lectura de los decretos de beatificación de Juana de Arco,
Juan Eudes, Francisco de Capillas y Teófano Vénard y sus compañeros.