Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

jueves, 19 de octubre de 2023

DE FÁTIMA A GAIA: LA GRAN SUSTITUCIÓN

 



Por FLAVIO MATEOS

 

Un muy penetrante análisis del reciente documento de Francisco, llamado Laudate Deum, exhortación apostólica que es todo un papelón (otro mamarracho de los que acostumbra expeler el actual pontificado), lo encontramos en el agudo artículo de Fernando del Pino Calvo-Sotelo, destacado especialista en la materia que supuestamente Francisco pretende abordar con toda seriedad (https://www.fpcs.es/laudate-deum-o-el-nuevo-dogma-climatico/).

Sin pelos en la lengua, el autor califica el contenido del documento como “un intento de subvertir el orden político-económico occidental mediante el miedo a unos apocalipsis inventados”, encontrando que “más allá de esta agenda de poder subyace una ideología anti humanista y ferozmente anticristiana”. Así pues, “se trata de una exhortación política más que apostólica, con un lenguaje más próximo a un informe de la ONU que a un documento magisterial de la Iglesia”.

Es tan escandalosamente mediocre a la vez que visiblemente funcional a una agenda mundialista el documento de Francisco (permítannos decir: de la Iglesia Sinodal), que el autor que mentamos dice que “Laudate Deum trata de la “crisis climática” dando por sentado que tal cosa existe. Sin embargo, más de 1.800 científicos (entre ellos dos premios Nobel de Física) se han unido a la Declaración del Clima Mundial, que niega la existencia de ninguna emergencia climática y denuncia la evidente injerencia de la política en la ciencia del clima a la vez que reconoce las enormes limitaciones de los imprecisos modelos de predicción en los que se basan las predicciones climáticas, en abierto contraste con la credulidad de Laudate Deum”.

El apabullante alarmismo climático, postulado de una agenda de connotaciones pseudo-religiosas (la Agenda 2030), ha llegado al fin a ser establecido como discurso y doctrina oficial por parte de la neo-Iglesia post-conciliar y, ahora, sinodal (o, para decirlo mejor, democrática). Esa agenda que pretende –por las buenas o por las malas, por persuasión propagandística o imposición coercitiva- “convertirnos” ecológicamente, tiene que tener, necesariamente, sus figuras protocolares, sus apóstoles destacados, sus pontífices y sus misioneros. Y eso a pesar de que el ocupante de Santa Marta despotrique siempre contra el proselitismo. Este proselitismo climático-friendly parece no disgustarle, como se ha visto en su reciente Laudato Deum, segunda parte o complemento de Laudato Si.

Pero esta agenda, que no es otra cosa que la pretensión de instalar un gobierno mundial bajo la cobertura de una emergencia climática que involucre religiosamente a todos los habitantes del planeta, tiene que tener necesariamente una mise-en-scène. Esa puesta en escena es una parodia que sumerge el orden sobrenatural para lanzarnos a una visión naturalista cuyas consecuencias –como alguna vez ha explicado bien el Cardenal Pie, siguiendo al Concilio Vaticano I- lleva al panteísmo, el ateísmo y el socialismo. La Providencia divina aparece totalmente ausente de la exhortación bergogliana, y la ambigüedad usual de los liberales nos lleva a preguntarnos si ese “Laudate Deum” va dirigido al verdadero Dios o se refiere a la “madre naturaleza”, puesto que el Dios que es Creador no parece tener ninguna injerencia ante la “omnipotencia” humana para amenazar la “Casa común”. Más aún, Laudate Deum afirma que “Dios nos ha unido a todas sus criaturas” y parece haber una interdependencia que ha de conducir a una final interdependencia mutua entre las criaturas y el Creador (esto, por otra parte, es lo que postula la famosa película “Avatar”). Sería a raíz de esa interdependencia (“Dios nos ha unido a todas sus criaturas”, somos “compañeros de camino”, dice el documento vaticano) que el hombre se habría tornado tan extremadamente peligroso hacia la naturaleza (Laudate Deum describe a los seres humanos como “seres altamente peligrosos”, n.28).

Si el mundo ha de ser regido por un gobierno mundial, bajo el cetro de quien será el “Anticristo”, es coherente que “el hombre disminuya para que aquel crezca”. Pero esta disminución del hombre, luego de haber sido exaltado con el humanismo conciliar, se realiza sin dejar de postular su carácter divino, sólo que esta divinidad ha de ser una chispa en la divinidad de la creación toda. Es la única manera de someterlo a directivas de carácter comunista sin que el hombre se vea tentado a rebelarse. La amenaza que se le quiere hacer sentir en base al peligro de la “Casa común”, es el pretexto de dominación para la sociedad que ha de recibir al Anticristo, máximo exponente de la divinidad compartida, emanación cósmica del Todo y al cual todas las criaturas deben someterse.

Pero hemos hablado de una puesta en escena y aquí aparece la falsificación del Cristianismo.

Una de las figuras estelares de esa agenda climática, y por tanto una militante salvacionista de la humanidad entera, es la joven sueca Greta Thunberg.

El escritor Sylvain Durain reflexiona del siguiente modo:

Tras fijarse en los efectos miméticos producidos por el feminismo y la ideología de género, señala que «este ciclo mimético acabará por reducir la existencia de los individuos a su simple sexo, que podrán ir cambiando al no ser más que la expresión de una nueva contradicción sistémica».

Y prosigue: «La indiferenciación general provocada por esta naturalización produce lo que René Girard llamó una crisis sacrificial. Cuando las personas se ven reducidas a pensarse en términos sexuales, las diferencias se reducen. Habiendo desaparecido las jerarquías desde hace mucho tiempo, no hay diferencia ya entre hombres y mujeres, estudiantes y maestros, mañana entre humanos y robots, y pasado mañana entre el hombre y Dios: estamos al comienzo de un enfrentamiento primitivo violento. Esta situación va a llevar a los individuos a volver a sus viejos reflejos arcaicos, los de la guerra de todos contra todos. Es fácil constatar que ya casi hemos llegado a ese estado. Para salir de esta crisis hay que encontrar una nueva religión, con nuevas sacerdotisas sacrificiales y un nuevo chivo expiatorio. Aquí es donde entra en juego Greta. Pura creación de la Open Society de Soros, esa niña corresponde totalmente a los arquetipos de la Pitia de nuestros antepasados: joven, inocente, asexuada, discapacitada, se convierte en la sacerdotisa de la Madre Tierra Gaia. Creer que el debate es entre climático convencidos y climático escépticos es no entender nada de lo que realmente está en juego. Esta nueva religión, que llamamos gaiática, propone una visión antropológica que haría soñar al mismo Satanás: presentar a la humanidad como el enemigo principal de la naturaleza. La diosa Gaia está furiosa, sus hijos se portan mal y tendremos que imponerles un severo castigo. Greta, la pobre, no es más que una víctima de esta instrumentalización, pero consigue sacar a la calle a jóvenes atomizados que se convierten en seguidores de una religión inmanente que no controlan. De hecho, ¿quién podría desear la destrucción de la naturaleza? En respuesta a esta pregunta, proponemos otras: si amáis tanto la naturaleza, ¿por qué violáis sus reglas básicas, como la complementariedad hombre/mujer? ¿Por qué negarse a admitir que si esta naturaleza se debe preservar es porque es el vestigio de la Santísima Trinidad? Poner la Tierra al mismo nivel que Dios es indiferenciar al Creador de su creación, es poner a la raza humana en peligro de muerte al colocarla como chivo expiatorio universal. Nosotros respetamos la naturaleza salvaguardando su orden divino, y quien tiene que administrarlo es el hombre. Greta, el golem gaiático, es el símbolo perfecto de este ecologismo anti-Dios, anti-humano y anti-esperanza. La naturaleza, que tiene horror al vacío, ha rellenado los errores religiosos modernos con un sincretismo pagano-gnóstico» (https://balmeslibreria.com/la-revolucion-gaiatica/).

El postulado común o “comunista” que promueve la Agenda 2030, en una suerte de disimulado panteísmo, se está viendo en crisis ahora debido a la guerra –lo decimos en singular, es una guerra en varios frentes- que las facciones más extremas de la Sinagoga de Satanás (llámese sionismo internacional) llevan a cabo con el objetivo de alcanzar el gobierno mundial “a su manera”: por la fuerza.

Mientras tanto, la Agenda debe seguir sosteniéndose y para eso nada mejor que un constante bombardeo mediático que nos reclama desertar del sentido común ante la emergencia climática.

Una sustitución religiosa se promueve, donde el hombre debe dejar de pecar contra Dios (¿quién habla de eso ya?), para ahora dejar de pecar contra la Tierra, llamada la “Casa común”. La manera de someter al hombre es a través de una causa superior a él mismo, otra manera de ecumenismo o universalismo que deja a un lado la única religión verdadera para colocar en su lugar una nueva falsa religión: el Ambientalismo.

En esta sustitución de una religión –el Catolicismo- por otra –el Ambientalismo-, encontramos un paralelismo indudable entre la figura de la mencionada Greta, su misión y su discurso, y los avisos del Cielo a partir de las apariciones de la Virgen en Fátima.

Veamos:

-Dios quiso establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Para eso eligió a una jovencita llamada Lucía dos Santos. El diablo quiere establecer en el mundo la “devoción” a la “Madre Tierra”. Para eso eligió a una jovencita llamada Greta Thunberg.

-Lucía vio el Inmaculado Corazón de María ultrajado por los pecados de la humanidad. Greta vio al planeta Tierra ultrajado por la contaminación ambiental.

-La Virgen quiere reparación. La Tierra necesita ser reparada.

-Lucía vio el fuego del Infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores. Greta alertó: “Nuestra Casa está en llamas”, y ese fuego amenaza con incendiar a todos los hombres, debido al “calentamiento global”.

-Lucía escuchó decir de la Virgen que si los hombres no se enmiendan vendría una guerra terrible. Greta dice que si los hombres no se enmiendan y bajan la huella de carbono vendrá una catástrofe terrible.

-Para impedir todas esas calamidades, la Virgen anunció que volvería para pedir la consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado. Para impedir esas calamidades Greta anuncia que sólo la Agenda 2030 puede salvarnos.

– “¡No ofendan más a Nuestro Señor que ya está muy ofendido!”, dijo la Sma. Virgen.  Y advirtió también la Madre de Dios: “Si se atienden Mis deseos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas”. Greta por su parte nos avisa: “Si no hemos culminado los cambios necesarios para aproximadamente el año 2030, desencadenaremos probablemente una reacción en cadena irreversible y fuera del control humano. Pasaremos a un punto de no retorno que será catastrófico». Y además que “la gente está muriendo, ecosistemas enteros se están derrumbando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva".

-Lucía logró convencer a sus padres de que las apariciones eran verdaderas, sobre todo a su madre que era desconfiada, haciendo que todos rezasen el Rosario con más fervor. Greta, por su parte, logró convertir a sus padres a su religión climática, logrando que adoptaran otras opciones en su estilo de vida a fin de reducir su propia huella de carbono y dejar de consumir carne.

-Lucía se entrevistó con obispos, cardenales y papas. Greta fue recibida y dio discursos en las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial y otros organismos internacionales. También fue recibida por el papa.

El lector podrá advertir que  hemos pasado de una joven vidente de la Virgen que no fue suficientemente escuchada porque según el papa que inauguró el Concilio no había que prestar atención a los “profetas de calamidades”, a otra joven que llama la atención y es escuchada y difundida porque ahora sí hay que escuchar y difundir a los “profetas de calamidades”. Pero unos profetas nos advertían contra el pecado de los hombres que rechazan a Dios, nos advertían contra la Revolución que amenazaba a la Iglesia y el mundo con sus errores y sus horrores, en cambio ahora, utilizando la misma premura, nos urgen a “salvarnos” del “cambio climático” si dejamos de pecar “contra la Casa Común”. Nunca un papa se ocupó seriamente de Fátima en algún documento de envergadura salido del Vaticano, en cambio los nuevos apóstoles climáticos redoblan sus esfuerzos para convencer a los cristianos del mundo entero que deben preocuparse no por evitar el Infierno, sino un inexistente calentamiento global. No nos invitan a ser devotos del Corazón Inmaculado, sino devotos de la Pachamama. Hemos dejado a un lado el orden sobrenatural, para ser conducidos de lleno al más craso naturalismo. Y todo con una envoltura pseudo-mística, a través de figuras patéticas que remedan tanto la santidad de una joven vidente, como la sabiduría de quien debería conducir la Iglesia para gloria de Dios y salvación de las almas, confirmadas en la fe católica, pero en cambio se vale de “la fe” para querer llevar a todos a un sincretismo anticristiano, donde la “fraternidad” masónica será la que lleve a las almas a su perdición. Esta naturalización de la “fe” se expresa en el número 61 de Laudate Deum: “A los fieles católicos no quiero dejar de recordarles las motivaciones que brotan de la propia fe. Aliento a los hermanos y hermanas de otras religiones a que hagan lo mismo, porque sabemos que la fe auténtica no sólo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado”. ¿Cuál será la “fe auténtica”, para Francisco? Por todo lo que deja dicho en Laudate Deum, no es la fe católica. No es la fe que debería advertir una y otra vez al mundo: “¡Que no se ofenda más nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.

 


 

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