Por GIL DE LA PISA
Me comentaba un nuevo y joven lector que le había
llamado la atención la frecuente alusión en mis escritos a la “claridad
de ideas”… Mi respuesta fue inmediata, rotunda y de elogio
por haber captado rápidamente cual ha sido siempre la columna vertebral de mi
larga guerra contra la Sinagoga de Satanás, de casi ochenta años.
Lucifer -como nos lo explica muy bien el capitán Ignacio de Loyola, herido en
la defensa de Pamplona-, ataca siempre al hombre en la niebla y el
humo, lo que dificulta mucho la visión del ataque. Soy un “fan”
acérrimo de “sus” Ejercicios Espirituales porque son el mejor instrumento
conocido de “clarificación de las ideas”.
Precisamente, publiqué mi primer libro –“ESTO VIR”—impulsado por la
convicción de que es necesario llenar de practicantes las “casas de
ejercicios espirituales—pues, a mi entender, no hay mejor regalo
para un amigo que convencerle de lo maravilloso y necesario que resulta
encerrarse, cuanto antes, y de ese modo enfrentarse con uno mismo en
presencia del Divino Maestro. Me apena ver cómo tantos amigos desaprovechan uno
de los mayores tesoros de la vida de un hombre. Pueden estar seguros de que no
exagero. Sé de qué hablo, he hecho en torno a sesenta tandas. Me lo
agradecerían toda la vida si me hicieran caso.
No tengo la menor duda de que el hombre que no
tiene las ideas claras malgasta su vida sin enterarse. Por supuesto para que me
den la razón es preciso conocer que entiendo por “tener las ideas
claras”.
La expresión sugiere la existencia de una
comparación con otras ideas que son confusas. Tener las ideas
claras supone desechar otras sin gran sentido. Nuestra mente
recibe constantemente abundante información pero no toda es aprovechable ni nos
ayuda a elegir el mejor camino. Tenemos que decidir ininterrumpida e
incesantemente, cuáles de esos impactos son buenos para nosotros ya que de la
elección que hagamos depende nuestro acierto o nuestra equivocación en
el aprovechamiento de la vida.
¿Cuáles son los cimientos de una buena
elección? A mi entender sólo hay uno y es la claridad de ideas: La
capacidad para entender el origen de tu existencia y la razón de la
misma.
Mi larga vida -y mis amplísimas experiencias
consecuencia de los años-, junto con el interés, desde que fui capaz de
razonar, por intentar comprender todo cuanto veo y sucede y el don
impagable de unos excelentes maestros, me han convencido de lo que yo
llamaría “razón de la existencia humana” y es
simplemente, la armadura, el esqueleto, la estructura de tu
existencia, de la mía y la de cualquier ser humano, y que se puede
resumir en un párrafo no muy extenso: “El hombre fue creado
por Dios para gozar a su lado de una felicidad eterna, previo el aprobado -con
su ayuda- de una prueba”.
No creo que sea una noticia nueva para ti porque en
España -por ahora—es aún de común conocimiento para la inmensa mayoría de
los ciudadanos no inmigrantes, la teoría católica. Ahora bien, también es
cierto que semejante cognición es más bien estéril pues, a la inmensa
mayoría, les resbala e influye poco o nada en su vida y en su razonar.
Precisamente esa realidad ha sido el motor que me
ha movido a intentar cambiarla empujando a mis amigos y a cuantos puedo llegar
a la práctica de los Ejercicios Espirituales de San
Ignacio, obra genial que, durante cuatrocientos años,
ha vitalizado la Iglesia Católica. No entiendo
cómo la Jerarquía busca descubrir la sopa de ajo, cuando tiene probado y a mano
el plato más exquisito.
Lo he denunciado siempre que he tenido ocasión:
considero una traición a nuestra santa Madre la Iglesia, la desaparición de las
“Misiones parroquiales” y el arrinconamiento de los “Ejercicios Espirituales
ignacianos”. La razón de esta denuncia es muy simple: ambas prácticas
son los mejores métodos para “clarificar las ideas”.
La meditación de las postrimerías iluminan las
mentes como el sol del mediodía. Es un método excelente la claridad de
ideas para no malgastar tu vida.
Para tener
claridad de ideas no hay nada mejor que conocer el porqué y el para qué estás
en esta vida. Este conocimiento te permite aprovechar mejor tu
tiempo. Si haces un viaje a Japón para buscar la última palabra de una técnica
empresarial y, una vez allí, te dedicas a presenciar combates de artes
marciales olvidando el motivo de tu viaje… ¿cómo te calificarías a ti mismo? Lo
menos feo sería considerarte un estúpido. ¿Qué pensarás de
ti,-cuando veas que la vida se te acabe- si te fue regalada para conocer
a Dios, amarle y servirle al comprobar que te has olvidado por completo de Él y
de la razón de tu existencia?
Tenemos ya en el año de gracia 2023, todo
lo necesario para disfrutar de la vida, muy lejos de lo poco que, en
comparación, tuvieron nuestros antepasados,… pero ellos
fueron más felices porque conocían mejor la razón de su existencia:
¡Tenían las ideas más claras!
FUENTE:https://ntvespana.com/17/10/2023/la-claridad-de-ideas-por-gil-de-la-pisa-antolin/