FESTIVIDAD
DE MARÍA AUXILIADORA (AUXILIUM CHRISTIANORUM)
Por GIL DE LA PISA ANTOLÍN
A nuestra
Madre y Reina, María Santísima es normal dedicarle --en el mes de mayo de
cada año-- al menos un escrito de católico, de español y de hijo agradecido.
Aunque solo sean unas breves líneas, venciendo –eso sí-- la
tentación de escribir un extenso comentario sobre el estado
lastimoso de la práctica de nuestra santa Fe, en España, reflejado, hoy, en un
artículo de ABC. Pero me habría extendido en exceso ante números tan
desoladores que, ni en el mayor de los pesimismos, me acercaba yo…
Pero son datos estadísticos alarmantes: aunque he pensado dedicarle un
largo comentario después de leer una información desoladora sobre el estado de
la Iglesia.
¿Quién
iba a pensar cuando en 1945 embarcaba hacia Cuba y despidiéndome de mi
familia, en las diversas provincias donde residían, iba a misa y veía las
iglesias llenas cualquier día de la semana, y que, tres cuartos de siglo
después, las iglesias estarían medio vacías los domingos?
Pero
sobre todo era impensable una información como ésta: “Se
bautiza menos de un tercio de los niños”… “Solo un 13.98% de los
matrimonios son uniones religiosas”. O sea, que en medio
siglo, el Catolicismo español, será un “recuerdo vago”, en la
nación que durante siglos fue la nación católica por antonomasia. Si a eso
unimos las “Leyes que emanan de las Cortes” se pueden imaginar” lo que
podría llegar a comentar de ponerme a glosarlo.
Esta
información me servirá únicamente para reforzar la importancia de María como
“Capitana” del Ejército de su divino Hijo y para justificar mi escrito sobre
Nuestra Señora Auxiliadora. Incontables son los títulos bajo los cuales,
la Iglesia invoca a la Madre de Dios pero, en estos momentos de crisis de
la Fe, vale la pena que recordemos lo que yo utilizo tantas veces como
cimiento de mis tesis: la sentencia que aparece en el Génesis
anunciándole a Satanás que Ella, “la Mujer por excelencia”, la Madre de Dios y
madre nuestra le “aplastará la cabeza”.
Desde los
primeros siglos los cristianos tuvieron clara esa verdad y, por eso,
pronto la empezaron a invocar como “auxilio” de los cristianos.
España,
como siempre que se trata del amor a María, ha tenido mucho que hacer y esa
invocación a nuestra a Reina y Capitana está ligado a la promoción del
título de Auxiliadora, al vencer en Lepanto a la armada otomana y servir
de pretexto al gran papa san Pío V para instituir la Fiesta del Rosario en
honor de la Virgen de la Victorias y, por lo tanto, para reforzar la devoción a
María Auxiliadora.
Pecaría
de indocumentado si no resaltara lo mucho que esta devoción le debe a Don
Bosco, al gran Santo fundador de la obra salesiana que multiplicó en todos los
continentes las iglesias dedicadas a Maria Auxiliadora. Fui alumno de los
maristas, no de los salesianos, pero admiré siempre a estos educadores que
creado una de las capas de formación más útiles para el progreso laboral. Don
Bosco tuvo una visión genial de la importancia –a mi entender igual o
superior a la formación de universitarios como es la de profesiones
manuales, fundamentales para la industria y el progreso.
Hoy es un
día para agradecerle a Dios, el habernos dado una “capitana” como la Reina
Auxiliadora y una Congregación para provecho de la Sociedad.
Olvidemos
las malas noticias y alegrémonos de la bondad del Creador que nos da a los
hombres motivos de esperanza y de victoria. Que sea un día de
confianza en el Dios siempre Vencedor, con la seguridad de que
a través de la Reina Auxiliadora nos dará la fórmula para un
segundo Lepanto. A tal fin recordamos los consejos que “Ella” no se cansa de
trasmitirnos: para alcanzar la victoria debemos rezar muchos “rosarios”… Lo
dijo en Lourdes, lo repitió en Fátima, lo recuerda siempre que nos
“visita” en forma de especial, cuando los peligros crecen, como
son los que nos acechan. Quedan pocos día ya, en el “mes” que fue siempre
para los españoles el “mes de María”, pero aún pueden recordar –quienes se
hayan olvidado—que rezar el rosario en familia era la
verdadera “lumbre que mantenía el calor” --inconfundible y
envidiado-- de los hogares españoles. ¡Cuántas veces he oído a mis amigos
extranjeros, --especialmente en las tandas de Ejercicios Espirituales en
Caussade (Francia), pero también en reuniones ajenas al tema-- envidiar
ese “algo” que respiraban cuando visitaban aquella España --no tan
lejana…-- : la alegría de los pueblos, la forma de ser de los niños, cómo los
trataba la gente, etc.
Hoy,
en el Rosario –si lo rezan—digan a María con más fervor que nunca --en las
letanías--, la invocación “Auxilium christianorum… ora pro nobis”