A Juana de Arco
Por Santa Teresita
del Niño Jesús
(Traducción nuestra – fuente Sainte
Thérèse de Lisieux, Poésies et Prières, Éditions Emmanuel, Paris, 2015.)
En el mes de mayo de 1897, Teresa lee las dos piezas
de teatro que ella ha escrito sobre su gran amiga Juana de Arco. Mientras ella
misma está cada vez más comprometida por la enfermedad que progresa y la sume
en la noche oscura de la fe, este poema
sobre las últimas pruebas de Juana le viene espontáneamente. Después de este
escribiría sólo cuatro poemas más. El tránsito de Teresita al Cielo se produjo
el 30 de septiembre de ese mismo año.
Cuando el Dios de los ejércitos te dio la victoria
Expulsaste al extranjero e hiciste que el rey fuese coronado,
Juana, tu nombre devino célebre en la historia
Palideciendo ante ti los que todo lo habían conquistado.
Pero eso no era sino una gloria momentánea
Hacía falta a tu nombre la aureola de los Santos
Por eso el Bien Amado te ofreció su copa amarga
Y como a Él, también te rechazaron los humanos.
En un oscuro calabozo, cargada de pesadas cadenas
El cruel enemigo te abrevó de fiero daño,
De tus amigos ninguno compartió tus penas
Ninguno estuvo allí para enjugar tu llanto.
Juana, me pareces más brillante y más bella
no en la consagración real sino allí en tu sombría prisión.
¿Ese celeste reflejo de la gloria eterna
Quién te lo ha dado? Ha sido la traición.
¡Ah! Si el Dios del amor en este valle de llantos
No hubiese venido a buscar la muerte y la traición
El sufrimiento no tendría para nosotros sus encantos
Pero ahora es nuestro tesoro, digno de nuestro amor.
Original:
Quand le Dieu des armées te donnant la
victoire
Tu chassas l’étranger et fis sacrer le roi
Jeanne, ton nom devint célèbre dans
l’histoire
Nos plus grands conquérants pâlirent devant
toi
Mais ce n’était encore qu’une gloire éphémère
Il fallait à ton nom l’auréole des Saints
Aussi le Bien-Aimé t’offrit sa coupe amère
Et tu fus comme Lui rejetée des humains.
Au fond d’un noir cachot, chargée de lourdes
chaînes
Le cruel étranger t’abreuva de douleurs
Pas un de tes amis ne prit part à tes peines
Pas un ne s’avança pour essuyer tes pleurs.
Jeanne, tu m’apparais plus brillante et plus
belle
Qu’au sacre de ton roi, dans ta sombre
prison.
Ce céleste reflet de la gloire éternelle
Qui donc te l’apporta ? Ce fut la trahison.
Ah ! si le Dieu d’amour en la vallée des
larmes
N’était venu chercher la trahison, la mort
La souffrance pour nous aurait été sans
charmes
Maintenant nous l’aimons, elle est notre
trésor.