ORÍGENES RELIGIOSOS DE RUSIA Y EL ACTUAL CONFLICTO
EN UCRANIA
Por AUSTREBERTO MARTÍNEZ VILLEGAS
En los últimos quince
días, los medios de comunicación manejados por la plutocracia que ejerce su
hegemonía en el llamado «mundo occidental», han divulgado una imagen de Rusia
enfocada en la satanización no sólo de su líder sino del país entero y de todo
lo que representa, inclusive en aspectos tan distantes de los temas bélicos que
van desde lo cultural hasta lo gastronómico, por absurdo que parezca. A ello se
ha sumado un bloqueo económico destinado a aislar a Rusia y asfixiar su
comercio de manera radical.
Adicionalmente dicha
campaña informativa sesgada y parcial muestra las operaciones militares
impulsadas por el gobierno de Vladimir Putin como una invasión arbitraria
originada por la ambición expansionista de Moscú, olvidando las atrocidades
que los regímenes pro-estadounidenses de Kiev han infligido contra los pueblos
de Donetsk y Lugansk desde 2014 y el incumplimiento de los acuerdos de Minsk
de septiembre del mismo año por parte de Ucrania.
Ante esta situación
pareciera que la única actitud aceptable en un cristiano en Occidente, es la de
la solidaridad con Ucrania y la condena a Rusia. No obstante, es necesario
conocer al menos en términos generales cual es el papel que el origen de la
evangelización en estas tierras juega en este conflicto, que si bien, no es al
menos hasta el momento necesariamente una guerra de religión, se desarrolla
entre pueblos que aún continúan con una práctica religiosa relativamente
arraigada y en donde la secularización atea y hedonista del mundo occidental no
ha penetrado plenamente.
Se podría decir que
Kiev representa el lugar del origen de la Cristiandad rusa, desde el momento
en que el príncipe San Vladimir recibió el bautismo por parte de jerarcas
bizantinos en el año 988; por lo tanto, estos territorios representan para el
alma rusa lo que Santiago de Compostela o Zaragoza para el Mundo Hispánico.
Kiev es en cierto sentido la pila bautismal de este pueblo, el espacio del
cual brotó su tradición espiritual multisecular y por tanto Rusia y lo que hoy
es Ucrania, son territorios ineludiblemente unidos por lazos inquebrantables
fortificados a través de los siglos, por la Fe Cristiana Oriental.
Aun cuando parte de
la propaganda noticiosa actual pretende que la Rus de Kiev es el antecedente de
la Ucrania actual mientras que Rusia tuvo su origen en el Gran Ducado de
Moscú; la realidad histórica muestra una continuidad espiritual y cultural
entre la Rus de Kiev, los distintos ducados que se enfrentaron al avance
tártaro en la Baja Edad Media y lo que sería después el Imperio de los Zares.
Ucrania posee una identidad nacional creada en pleno siglo XX de manera
artificial, como la de muchas naciones durante la hegemonía de la modernidad
política. Si bien en ese proceso pudieron existir motivaciones válidas
derivadas de la resistencia contraria a la maquinaria despiadada del comunismo
soviético; a largo plazo la separación de Rusia y Ucrania es algo que tiende a
debilitar a ambos pueblos que originalmente se hallaban hermanados en una
misma Tradición de carácter cristiano «ortodoxo» y por lo tanto romper con la
unidad espiritual de la Patria Rusa, lo cual sólo puede beneficiar a las
potencias plutocráticas occidentales.
Esta separación ha
avanzado ya inclusive en el campo de la jerarquía eclesiástica «ortodoxa»
cuando en enero de 2019, se dio reconocimiento al Patriarcado «Ortodoxo» de Kiev
por parte del Patriarcado de Constantinopla (en general cercano a las consignas
pro-estadounidenses), en claro desafío a la autoridad del patriarca de Moscú,
a quien según la normatividad vigente en las Iglesias Orientales, correspondía
la jurisdicción sobre el territorio ucraniano. Con ello incluso en el
ámbito de las estructuras eclesiásticas se ha observado este proceso de engullimiento
de Occidente con relación a Ucrania.
La Catolicidad
Hispánica sufriría una herida mortal si por alguna razón España perdiera el
dominio de Santiago de Compostela, lugar de la tumba del apóstol que según la
tradición llevó el Evangelio a la península ibérica. Lo mismo ocurriría con el
catolicismo mejicano si el Cerro del Tepeyac, lugar de la aparición de la
Virgen de Guadalupe, cayera de repente bajo manos extranjeras. Algo similar
ocurre con Ucrania, Rusia no toleraría ver a una Ucrania alejada para siempre
de sí y esto no solo por motivos geopolíticos, sino también por estas raíces
espirituales que se han venido comentando.
Aunque se habla de
una Ucrania independiente que lucha por su libertad, este país ha ido
gradualmente convirtiéndose de facto en un puesto de avanzada de los intereses
de Estados Unidos, nación dominada por el liberalismo hedonista y materialista. Por
tanto, parte de los propósitos de la operación militar actual radican en
contrarrestar a largo plazo dicha influencia occidental.
Vladimir Putin, se ha
destacado por devolverle al cristianismo «Ortodoxo» en Rusia un papel más
amplio en la sociedad en contra de las ideologías laicistas, progresistas y
posmodernas, a lo que se suma su oposición a las tendencias relacionadas con
las cuestiones de género. Esto constituye un desafío a la agenda de las élites
globalistas y con las operaciones militares en Ucrania, ese reto ha llegado a
un nuevo nivel, lo cual puede dar parte de las claves del odio desatado por el
sistema en contra de la Rusia actual.
Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta
Visto
en periódico La Esperanza
https://santaiglesiamilitantebis.blogspot.com/2022/04/origenes-religiosos-de-rusia-y-el.html