Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María

sábado, 6 de diciembre de 2025

EL APOCALIPSIS – PADRE PICOT DE CLORIVIÈRE S.J.

 


Prefacio al libro EXPLICATION LITTÉRALE DU TEXTE DE L’APOCALYPSE (Explicación literal del texto del Apocalipsis), en siete tomos, Editions Saint remi 2024, del Padre Pierre-Joseph Picot de Cloriviere (1735-1820)

 

San Jerónimo, en su epístola a San Paulino, ha hecho en pocas palabras el elogio más completo del libro del Apocalipsis, cuando dijo que este libro contenía tantos misterios como palabras; que estaba por encima de todo elogio, y que incluso en cada una de sus palabras se encerraba una multitud de sentidos. Apocalypsis Joannis tot habet sacramenta, quot verba. Parum dixi, et pro merito voluminis laus omnis inferior est. In verbis singulis multiplices latent intelligentiae. [“El Apocalipsis de Juan contiene tantos misterios como palabras. He dicho poco, y todo elogio queda por debajo del mérito de este libro. En cada una de sus palabras se ocultan múltiples inteligencias]. Todos los escritores católicos suscriben unánimemente este elogio de San Jerónimo.

Me parecería poco conveniente, después de esto, extenderme en alabanzas del Apocalipsis. Nada de lo que pudiera decir añadiría algo al testimonio unánime de los santos Doctores y de los intérpretes de los Libros Sagrados, sobre todo desde que la Santa Iglesia ha colocado solemnemente este libro en el Canon de las Escrituras.

No puede dudarse de que San Juan, el Discípulo amado, sea su autor; el mismo libro lo indica expresamente, y la Iglesia siempre lo ha reconocido como tal. Pero el primero y principal autor de este libro divino es el mismo Jesucristo en su estado glorioso; es el Espíritu Santo quien, mediante signos misteriosos, nos habla en el Apocalipsis, y lo hace, me parece, de un modo tanto más inmediato cuanto más santo y más estrechamente unido a Él era el órgano del que se sirvió. Es el Discípulo amado del Salvador, el Apóstol del divino Amor, San Juan, en su extrema vejez, cuando se hallaba en el más alto grado de santidad, y cuando, después de haber salido aún más sano de la caldera de aceite hirviendo en la que había sido arrojado por la causa de Jesucristo, podía considerársele más bien como un ciudadano del Cielo que como un habitante de la tierra.

San Juan escribió su Apocalipsis en el decimocuarto y penúltimo año del imperio de Domiciano, el año 97 de Jesucristo, según San Jerónimo, Eusebio, Baronio y varios otros; veinticinco años después de la ruina total de Jerusalén por Tito, y dos años antes de escribir su Evangelio. Lo compuso en griego, lengua natural de los Obispos, a quienes el Apocalipsis está dirigido. No se puede, por lo demás, dudar de ello cuando se considera el uso que hace el Apóstol del Alfa y la Omega, la primera y la última letra del alfabeto griego.

En cuanto al objeto principal del libro del Apocalipsis, cualesquiera que hayan sido al respecto las opiniones de los comentaristas, el sentir de los Padres y de los Doctores, y el mismo de la Iglesia, es considerar este libro como la historia profética de la Iglesia de Jesucristo desde su establecimiento hasta el fin de los siglos. Son palabras mismas de San Agustín: Liber Apocalypsis totum hoc tempus complectitur, quod a primo adventu Christi usque ad finem, quo erit secundus ejus adventus, excurrit. [El libro del Apocalypsis abraza todo este período de tiempo, que va de la primera venida de Cristo hasta el fin, cuando será su segunda venida]. Este sentimiento es lo que me ha guiado en la explicación que doy de este libro; y aunque no ignoro que este libro misterioso pudo también haber tenido otros objetos en la intención del autor sagrado, me adhiero casi únicamente al sentido alegórico, que mira a la historia de la Iglesia, como al sentido literal que el autor tenía principalmente en vista. No es afirmar nada contrario a este sentir decir que el santo Apóstol se propuso al mismo tiempo corregir y perfeccionar las costumbres de los cristianos, y refutar los dogmas impíos que Ebión y Corinto sembraban entonces entre los fieles, e incluso todas las herejías que debían surgir con el correr de los siglos.

SOBRE EL APOCALIPSIS: LIBROS RECOMENDADOS

 


Textos de los Santos Padres. Edición de lujo, en portugués.



Traducción y exégesis del Padre de Cloriviere, en siete tomos, en francés.



 Interpretación del padre ecuatoriano y prócer antiliberal Julio Matovelle, 

basado en los Stos. Padres e intérpretes anteriores.


 Gran desarrollo de los últimos tiempos, obra ya clásica del benedictino francés. 

Versión en español.



 Clásico del Padre Castellani, últimamente llevado al cine. Muy original 

y adaptado a nuestros tiempos.


 Otra excelente obra de Castellani que se complementa con la anterior.


Excelente expositor de las Sagradas Escrituras, el benedictino Dom de Monleon. 

Versión en francés.


La Parusía, clásico de referencia del cardenal Louis Billot.

Además de en francés hay versión en portugués.



Excelente comentario del sacerdote místico italiano, en dos tomos.



 Explicación literal y mística de una religiosa mística italiana, versión en francés.



Un libro muy estimulante, que hizo mucho bien

a Santa Teresa del Niño Jesús.




El gran mariólogo belga aporta muchas profecías de interés.

En idioma portugués.



Pequeño y enjundioso estudio editado a fines del siglo XIX por el Padre Huchédé.

Sólo en francés.


Otro interesante estudio basado en los SS.PP. y diversos expositores.

Sólo en francés.



Breve pero muy interesante libro del Cardenal Newman.


LA RAIZ DE LA APOSTASIA – RAFAEL GAMBRA

 



LA VERDADERA Y MAS TRAGICA RAIZ DE LA APOSTASIA DE ESPAÑA: LA TRAICION DE LOS ECLESIASTICOS.

 

En estas mismas páginas he leído un excelente trabajo del Dr. Madrid Corcuera sobre esta noche triste de España. Hora de descomposición nacional, familiar y mental, hora de todos los vicios y corrupciones, hora de deshonor y de traición; hora muy bien calificada de apostasía respecto a todo lo que creímos y lo que fuimos.

Se cumplen hoy a la letra las famosas palabras de Menéndez Pelayo: "Hoy presenciamos el suicidio de un pueblo que, engañado mil veces, empobrecido, mermado y desolado, emplea en destrozarse las pocas fuerzas que le restan y, corriendo tras los vanos trampantojos de una falsa y postiza cultura, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada momento las sombras de sus progenitores, huye de todo contacto con su pensamiento, reniega de cuanto en la historia nos hizo grandes, arroja a los cuatro vientos su riqueza artística y contempla con ojos estúpidos la destrucción de la única España que el mundo conoce, de la única cuyo solo recuerdo tiene virtud bastante para retrasar nuestra agonía”.

En ello estamos, desgraciadamente y fuerte trago es para los que alcanzamos a vivir aquella última explosión de fe y de heroísmo patrio que fue el Alzamiento Nacional. Ni aquello puede olvidarse ni esto puede disimularse. En poco airoso lugar han quedado tantos periodistas y escritores que durante años ponderaron con falta de humildad y sobra de presunción la “reciedumbre” de nuestro pueblo. La generación inmediata a aquellos que lo dieron todo por Dios y por España ha abrazado, en alta proporción, las banderas de sus enemigos, es decir, las del ejército de la impiedad.

Sin embargo, el Dr. Madrid Corcuera ha omitido en esta ocasión -que no en otras- la verdadera y más trágica raíz de esa apostasía: la traición de los eclesiásticos. No sé si la fidelidad de éstos al auténtico magisterio de la Iglesia hubiera evitado esta contaminación mental, pero, sin duda, de no haberse producido ese cambio en el clero, existiría hoy en Navarra y en toda España una reacción vigorosa y eficaz, quizá mayor que la de 1936. Es ese desarme moral el que ha dejado exánime el cuerpo de la patria.

Mal está esa apostasía en hijos de quienes murieron por la patria y por la Cristiandad, pero es incalculablemente peor el caso de quienes recibieron una formación religiosa profunda y dedicaron su vida al servicio de la Iglesia. ¿Qué les llevó a abrazar el sacerdocio? ¿Qué enseñanza recibieron? Ahí reside el misterio de iniquidad de este tiempo nuestro.

 Nadie piense que mediante la captación de adeptos o el apostolado de individuos o grupos va a conocer una resurrección de la fe y de la patria (Esa acción es válida y necesaria para la salvación de almas y para conservar el rescoldo), Ni tampoco lo espere de la mecánica electoral de los partidos. Porque la conservación de la fe -y aún más su resurgimiento- requiere de un ambiente apropiado. Y la democracia moderna es cabalmente el ambiente contrario, la anti-religión. De aquí el imperativo famoso de Maurras: Politique d'abord, política ante todo.

El cristianismo se propagó en Europa de un modo casi milagroso con una palpable intervención divina. Así se cristianizaron rápidamente los pueblos bárbaros que invadieron el Imperio de Occidente: así la victoria de Puente Milvio -victoria de la Santa Cruz- y la conversión en cristiano del Imperio de Oriente por Constantino.

Pero después de estos hechos iniciales la fe se arraigó y conservó por medios que llamaríamos naturales: las instituciones y las costumbres la abrigaban en su seno, al tiempo que ella vivificaba desde lo íntimo esas mismas costumbres e instituciones. Y la Cristiandad irradió hacia el exterior su fe religiosa a la vez que se extendía ella misma por el ámbito exterior.

A Dios no debe pedírsele milagros: menos aún para que renazca aquello que por nuestra traición o nuestra desidia hemos dejado perder. El nos ayuda siempre si ponemos los medios. En este caso, si luchamos por recuperar el ambiente apropiado.

 

Rafael GAMBRA

Siempre p´alante, 4 de diciembre de 1982.

 

¿QUÉ ES EL SATANISMO?

 


por DON CURZIO NITOGLIA

 

Su naturaleza y definición

El entero “mundo” (1), no en cuanto criatura física de Dios, sino en el sentido moral y peyorativo (aquellos que viven según el espíritu mundano o carnal, opuesto al espíritu angélico o divino), está sometido al diablo, por el dilema “o Dios o el Yo”, “o la verdad o la mentira”.

Satanás es, por ello, llamado también “el príncipe de este mundo” (Jn., XII, 31; XIV, 30), “el dios de este mundo” (2 Cor., IV, 4). El reino de Satanás se opone al de Dios (Mt., XII, 26). Satanás expulsa del corazón del hombre el buen grano de la palabra de Dios para sustituirlo por la cizaña o falso grano del error (Mc., IV, 15). Su intención es “cegar las mentes de aquellos que todavía no creen, para que no puedan ser iluminados por el Evangelio de la gloria de Cristo” (2 Cor., IV, 4). El mundo de Satanás combate en el tiempo contra el Reino de Dios, pero Jesús al final vencerá y derrotará definitivamente a Satanás y conquistará el mundo (Jn., XVI, 33).

«Hasta el fin del mundo habrá oposición entre los “hijos de Dios” y los “hijos del diablo” (Jn., VIII, 44), los cuales realizan las “obras del diablo” (Act., XIII, 10), que se resumen en la impostura o seducción (Jn., VIII, 44; 1 Tim., IV, 2; Apoc., XII, 9), con la cual a la verdad y a la justicia se sustituyen el error y el pecado (Rom., I, 25; Sant., V, 19)» (2).

Genéricamente, el satanismo es el estado de aquello que es satánico, es decir, sometido e incluso consagrado a Satanás. El satanismo está enteramente penetrado e impregnado del espíritu de Satanás, adversario de Dios y del hombre.

De manera específica, el término satanismo asume tres significados:

1º) el imperio de Satanás sobre el mundo;

2º) el culto rendido a Satanás;

3º) la imitación de su rebelión contra Dios.

Es necesario estudiarlos a los tres para comprender bien el significado del concepto de satanismo y su relación con la modernidad y la posmodernidad.

 

1º) El imperio de Satanás sobre el mundo

Este dominio está revelado tanto en el Evangelio como en San Pablo. Se realiza y se extiende mediante:

a)   el pecado del hombre, contrario a la Voluntad de Dios;

b) el orgullo humano o egoísmo, opuesto a Dios infinitamente Verdadero y Bueno (3);

c) la ley puramente exterior o farisaica, contraria a la verdadera Fe interior vivificada por la Caridad.

El dominio de Satanás sobre el mundo, más que un imperio, representa casi un “cuerpo místico”, como lo describe San Gregorio Magno (Hom. 16 in Evang.; Moral., IV, 14): «Ciertamente el diablo es cabeza de todos los inicuos; y todos los inicuos son miembros de esta cabeza». Por ello, los Padres y los Doctores hablaron de una contra-iglesia, remitiéndose a la Revelación (Apoc., II, 9), que habla formal y explícitamente de la “sinagoga de Satanás”, la cual se opone a la Iglesia de Cristo.

COVID: EL ENSAYO GENERAL DEL ESTADO PROFUNDO PARA LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 


Por MARCELO RAMÍREZ

 

El relato oficial sobre la pandemia ya está escrito: un virus que “saltó” de un murciélago, algún animal exótico intermedio, destrucción de bosques, desequilibrios ecológicos y, por supuesto, la ciencia civilizada corriendo heroicamente detrás del desastre natural. Es un cuento prolijo, moralmente aceptable, que reparte culpas difusas y exime de responsabilidad a quienes realmente manejan los resortes del poder.

Pero cuando uno se toma el trabajo de mirar los documentos, las filtraciones, las denuncias internas y las propias audiencias en el Congreso de Estados Unidos, el cuadro que aparece es muy distinto. Lo que se ve no es improvisación sanitaria ni error de cálculo: es un sistema de poder que hace años venía jugando con fuego en laboratorios de alta peligrosidad, que sabía lo que estaba pasando, que encubrió lo que no le convenía mostrar y que aprovechó el caos para acelerar un cambio de época.

El Instituto Brownstone reconstruye, y KontraInfo refleja, una cronología que ya no se puede esconder debajo de la alfombra. Ralph Baric, uno de los principales expertos en coronavirus y técnicas de ganancia de función, se reunía periódicamente con funcionarios de la oficina del Director Nacional de Inteligencia de EE.UU. para hablar precisamente de esto: coronavirus, adaptación a humanos, escenarios futuros. Es decir, la inteligencia estadounidense estaba al tanto de investigaciones extremadamente sensibles al menos cinco años antes de que el mundo se enterara de la existencia del COVID-19. No miraban desde afuera: estaban adentro.

Seymour Hersh, que no es un bloguero anónimo sino uno de los periodistas de investigación más reconocidos del planeta, aporta otro dato: la CIA tenía una espía dentro del Instituto de Virología de Wuhan. En 2020 esa agente reporta un accidente y la infección de un investigador. Es decir: sabían que algo grave había pasado, sabían dónde, sabían cómo y sabían con quién.

Y ahí ocurre un movimiento clave: el 18 de marzo de 2020, el Departamento de Seguridad Nacional reemplaza al Departamento de Salud como principal agencia de respuesta al COVID. La pandemia deja de ser un problema sanitario civil y pasa a ser un asunto de seguridad nacional. Traducido: inteligencia, secreto, control. Cuando un tema pasa de Salud a Seguridad Nacional, el objetivo ya no es sólo cuidar a la población, sino proteger intereses estratégicos y gestionar daños políticos.

CORREDENTORA – ANTONIO CAPONNETTO

 


 

Como es tristemente sabido, un texto emanado del Dicasterio de la Doctrina de la Fe, titulado “Mater Populis Fidelis”, niega la doctrina de la corredención mariana, aduciendo, entre otras naderías, que dicho título virginal es “siempre inoportuno” y que puede llevar confusión a los fieles. El responsable de esta ofensa es el titular del mencionado Dicasterio, el Cardenal Fernández; pero sobre todo, quienes lo han colocado en ese cargo que no merece, y se lo conservan y alimentan. Esto es, los papas Francisco y León XIV respectivamente, que deberán rendir cuenta de tan grave resolución. Lo verdaderamente inoportuno y escandaloso es que la definición sobre algo tan digno y delicado como un título mariano, le haya sido confiado a un personaje tan perverso cuanto anómalo y con graves perturbaciones mentales y morales: tal el mencionado Fernández.

Hace ya unos cuantos años, hacia 1973, el Obispo de Ratisbona, Monseñor Graber, ante los viles ataques que venía sufriendo María Santísima –sobre todo dentro de la Iglesia- pronunció unas palabras que conviene recordar ahora: “El ataque demoníaco a María nos llena de esperanza; sí, incluso digo constantemente de esperanza. Es la peripecia. Si la misericordia de Dios es proverbial, Cristo no deja que insulten a su Madre. Su intervención está cercana”. Ningún hijo deja de salir en defensa de quien le dio a luz.

El Adviento ya está entre nosotros. El mismo nos recuerda, entre otras cosas, que uno de los fundamentos tradicionales de la corredención mariana, es inteligir que, gracias a Ella, a Nuestra Señora, fue posible el nacimiento del Redentor.

Encarnación del Verbo y Corredención son dos términos que se completan y asocian en el divino plan del Creador. Es por eso, que en este Adviento, hemos querido dedicarle a María Santísima estos versos que la elogian y encomian como Corredentora.

Santa Navidad, queridos amigos.

  

 Perdónalos Señora, tú que sabes de penas,

de antigua profecía veraz y anunciadora,

enjuga los dolores, rocía las afrentas,

Dios dispuso que fueras nuestra corredentora.

 

Has llevado contigo como madre abnegada

al que haría el rescate del humano linaje,

nueve lunas te vieron y en Belén se abrió al mundo

la era fundadora del salvífico Viaje.

 

Con tu gesto oblativo en noche nazarena

-esa noche al sereno, el establo estrellado-

manumisión nos diste por voluntad divina

que te asignó ser vientre para el Verbo Encarnado.

 

“ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”

  “ESTAMOS MUY CERCA DEL FINAL”           Por FLAVIO MATEOS   El Padre Nicholas Gruner, tenaz apóstol hasta su muerte del mensaje ...