NOTA PREVIA DE AGENDA FÁTIMA: Dugin -que, no nos cansamos de decirlo, no es alguien con quien estemos de acuerdo en su visión del mundo, la cual criticamos más de una vez- hace un
análisis lúcido de la situación actual. El llamado Occidente sodomita y
anticristiano está en una guerra total contra Rusia y no se detendrá del todo
hasta verla disuelta, desmembrada, así como ocurrió con el Imperio
Austro-húngaro tras el final de la Primera Guerra Mundial. Es un obstáculo a
sus planes de dominación total. Es muy cierto esto que dice: “Rusia se encuentra en un estado de guerra
ideológica. Los valores defendidos por el Occidente globalista – LGBT,
legalización de la perversión, drogas, fusión del hombre y la máquina, mezcla
total a través de la migración incontrolada, etc., están inextricablemente
ligados a su frente ideológico, y están inextricablemente ligados a su
hegemonía político-militar y a su sistema unipolar. El liberalismo occidental y
el dominio político-militar y económico mundial de EEUU y la OTAN son la misma
cosa. Es absurdo luchar contra Occidente y aceptar (aunque sea parcialmente)
sus valores, en nombre de los cuales está librando una guerra contra nosotros,
una guerra de aniquilación”. Occidente libra una guerra ideológica y quiere
imponer esta ideología a todo el mundo: es el neo-comunismo. Pero como veremos a continuación, Rusia
hoy, y su presidente Putin, no tiene una ideología propia y esto es lo que
reclama una y otra vez el gnóstico Dugin: “Una ideología propia no sólo nos
sería “útil” hoy; si no la tenemos, perderemos (…) La ideología debe ser declarada inmediatamente y su esencia debe ser un
rechazo total y directo a la ideología occidental, al globalismo y al
liberalismo totalitario, con todas sus subespecies instrumentales – incluyendo
el neonazismo, el racismo y el extremismo”. Si Putin fuese un ideólogo o se guiase por una ideología, Dugin no la reclamaría. El hecho de que Rusia no tiene
hoy una ideología le complica las cosas al enemigo, pues así le sería más fácil
demonizarlo: Rusia no es racista como la Alemania hitleriana, ni es comunista
como la Unión Soviética staliniana. Mucho menos sionista, como algunos
descerebrados la acusan. Si fuera algo de eso, Dugin no estaría pidiendo
públicamente una ideología para enarbolar en su combate. Luego dice: “Para hacerles
frente, hay que movilizar todos los recursos disponibles, no sólo la diplomacia
profesional, sino también la popular, y para ello se necesita de nuevo la
ideología. Debemos convencer a nuestros aliados de que hemos decidido romper de
forma irreversible con el globalismo y la hegemonía occidental y que estamos
dispuestos a llegar hasta el final en la construcción de un mundo multipolar.” Aquí está
el problema, porque frente a un “unipolarismo”, que en realidad debemos
llamarlo “Nuevo Orden Mundial” o Reinado del Anticristo (orquestado por la
Sinagoga de Satanás), sólo puede oponérsele otro “unipolarismo” que es el
universalismo cristiano, o sea el Catolicismo. Pero Dugin propone una alianza
espiritual muy de otro tipo: “En el
centro de la confrontación global que ha comenzado está el aspecto espiritual,
religioso. Rusia está en guerra con una civilización antirreligiosa que lucha
contra Dios y derriba los fundamentos mismos de los valores espirituales y
morales: Dios, la Iglesia, la familia, el género, el hombre. Con todas las
diferencias entre la ortodoxia, el islam tradicional, el judaísmo, el hinduismo
o el budismo, todas las religiones y las culturas construidas sobre ellas
reconocen la verdad divina, la alta dignidad espiritual y moral del hombre,
honrando las tradiciones y las instituciones: el Estado, la familia, la
comunidad”. Dugin no menciona al Catolicismo, claro. No sólo porque sería
mal visto por los ortodoxos, sino que, como hoy resulta obvio, el Vaticano y
los antiguamente países católicos todos forman parte de la alianza impía
antirreligiosa, por lo tanto no esperemos que los rusos –bien o mal
intencionados- vean en el catolicismo una posible solución a la crisis que
vivimos. ¡Hasta el presidente yanqui Biden es “católico”! La “alianza
ideológica” que propone el gnóstico Dugin no podría triunfar y sería desastroso
si lo hiciese. De allí que la única salida que tiene Rusia, para no ser vencida
por el enemigo externo o, si vence militarmente a largo plazo, no ser devorada
por el enemigo interno, es volverse católica. Conjeturamos que Dios permite se
fortalezca en su combate contra el reino satánico occidental, para finalmente hacer
que se convierta tras su consagración al Corazón Inmaculado de María, tal como
lo prometió la Santísima Virgen en Fátima. Es eso, o la llegada del Anticristo.
Rusia no
desdeña, en tan difíciles circunstancias, tener los aliados que fueren
necesarios, cualquiera sea su perfil ideológico. Recordemos que es un país no
católico. Sin embargo, del otro lado tenemos el satanismo ya en su expresión última,
corrompiendo niños y aún en el interior de la Iglesia con su ideología LGBT. En
las actuales circunstancias, es de agradecer que frente a esa tiranía sodomítica
que se impone en todo Occidente, Rusia sea la única potencia que se resista,
por lo que juzgamos una absoluta falta de sentido común (en ciertos casos claramente
estupidez y/o cobardía) mirar con neutralidad los acontecimientos actuales en
la guerra que se desarrolla entre la OTAN-LGBT y Rusia. ¿Podemos ser neutrales?
Imaginemos qué sería de todo el mundo sin la barrera que representan los rusos
frente a la dictadura sodomita, fogoneada por los judíos, más aún, si los rusos
difundieran también esa peste. Ya no quedaría nada en pie. Por otro lado, Rusia
habrá de convertirse, según lo anunciado por la Madre de Dios en Fátima.
ALERTA DE ALEXANDER DUGIN: RIESGO DE UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL
Por ALEXANDER
DUGIN
En los
últimos días se ha producido un cambio significativo en el equilibrio de poder
en Ucrania. Esto debe entenderse en su totalidad.
Los
contraataques de Kiev fueron, en general, infructuosos en la región de Jersón,
pero, por desgracia, eficaces en la región de Járkov. La situación en Járkov y
la retirada forzada de las fuerzas aliadas es el punto de inflexión. Dejando a
un lado los efectos psicológicos y los legítimos sentimientos de los patriotas,
hay que dejar constancia de que en toda la historia de la OMS [Operación
Militar Especial] hemos llegado a un punto de no retorno.
Todo el
mundo recomienda ahora medidas extraordinarias para revertir la situación, y
algunas de estas sugerencias son bastante racionales. No pretendemos ser
originales, sino simplemente intentar resumir los puntos y recomendaciones más
importantes y situarlos en el contexto geopolítico mundial.
Tercera Guerra
Mundial
Estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial, que Occidente está impulsando compulsivamente. Y esto ya no es un temor o una expectativa, es un hecho. Rusia está en guerra con el Occidente colectivo, con la OTAN y sus aliados (aunque no con todos: Turquía y Grecia tienen su propia posición y algunos países europeos, principalmente pero no sólo Francia e Italia, no quieren participar activamente en una guerra con Rusia). Sin embargo, la amenaza de una tercera guerra mundial está cada vez más cerca.
Que se
llegue al uso de armas nucleares es una cuestión abierta. Pero la probabilidad
de un Armagedón nuclear crece día a día. Está bastante claro, y muchos
comandantes militares estadounidenses (como el ex comandante estadounidense en
Europa Ben Hodges) lo declaran abiertamente, que Occidente ni siquiera se
conformará con nuestra retirada completa del territorio de la antigua Ucrania,
acabaremos en nuestro propio suelo, insistiendo en la “rendición incondicional”
(Jens Stoltenberg), la “desimperialización” (Ben Hodges), el desmembramiento de
Rusia.
En 1991,
Occidente se contentó con el colapso de la URSS y nuestra rendición ideológica,
principalmente aceptando la ideología liberal occidental, el sistema político y
la economía bajo el liderazgo occidental. Hoy, la línea roja para Occidente es
la existencia de una Rusia soberana, incluso dentro de las fronteras de la
Federación Rusa.
El
contraataque de las FAU [Fuerzas Armadas de Ucrania] en la región de Járkov es
un ataque directo de Occidente a Rusia. Todo el mundo sabe que esta ofensiva
fue organizada, preparada y equipada por el mando militar de Estados Unidos y
de la OTAN y tuvo lugar bajo su supervisión directa. No se trata sólo de la
utilización de material militar de la OTAN, sino también de la participación
directa de la inteligencia aeroespacial, los mercenarios y los instructores
occidentales. A los ojos de Occidente, este es el principio de “nuestro fin”.
Una vez que hayamos debilitado la defensa de los territorios bajo nuestro
control en la región de Járkov, podremos seguir siendo derrotados. Esto no es
un pequeño éxito de la contraofensiva de Kiev, sino el primer éxito tangible
del Drang nach Osten de las fuerzas de la OTAN.
Por
supuesto, se puede intentar atribuir esto a “dificultades técnicas” temporales
y posponer el análisis de fondo de la situación para más adelante. Pero esto
sólo retrasaría la realización de los hechos consumados y, por tanto, sólo nos
deprimiría y desmoralizaría.
Por lo
tanto, vale la pena admitir fríamente que Occidente nos ha declarado la guerra
y ya la está librando. No hemos elegido esta guerra, no la hemos querido.
Incluso en 1941, no queríamos la guerra con la Alemania nazi y nos negamos a
creer en ella hasta el final. Pero en la situación actual, cuando la guerra se
libra contra nosotros de facto, esto no es decisivo. Lo único que importa ahora
es ganarla defendiendo el derecho de Rusia a existir.
El fin de la OMS
La OMS como
operación limitada para liberar el Donbass y algunos territorios de Novorossia
ha llegado a su fin. Ha degenerado gradualmente en una guerra en toda regla con
Occidente, en la que, de hecho, el propio régimen terrorista nazi de Kiev solo
desempeña un papel instrumental. El intento de asediarlo y liberar algunos
territorios ucranianos controlados por los nazis en Novorossia, manteniendo el
equilibrio geopolítico existente en el mundo como una operación técnica, ha
fracasado, y pretender que simplemente continuemos la OMS –en algún lugar de la
periferia de la atención pública– es simplemente inútil.
Más allá de
nuestra voluntad, ahora estamos en guerra y esto afecta a todos los ciudadanos
rusos: cada uno de nosotros está en el punto de mira del enemigo, el
terrorista, el francotirador, el DRG.
Dicho esto,
la situación es tal que, teniendo en cuenta todas las cosas, es imposible
devolver todo a sus condiciones iniciales – antes del 24 de febrero de 2022. Lo
que ha ocurrido es irreversible y no debemos temer ninguna concesión o
compromiso por nuestra parte. El enemigo sólo aceptará nuestra total rendición,
sumisión, desmembramiento y ocupación. Así que simplemente no tenemos otra
opción.
El fin de la
OMS significa la necesidad de una profunda transformación de todo el sistema
político y social de la Rusia moderna –poner al país en pie de guerra– en la
política, la economía, la cultura y la esfera informativa. La OMS puede seguir
siendo un contenido importante, pero no el único, de la vida social rusa. La
guerra con Occidente lo somete todo.
El frente
ideológico
Rusia se
encuentra en un estado de guerra ideológica. Los valores defendidos por el
Occidente globalista – LGBT, legalización de la perversión, drogas, fusión del
hombre y la máquina, mezcla total a través de la migración incontrolada, etc.,
están inextricablemente ligados a su frente ideológico, y están
inextricablemente ligados a su hegemonía político-militar y a su sistema
unipolar. El liberalismo occidental y el dominio político-militar y económico
mundial de EEUU y la OTAN son la misma cosa. Es absurdo luchar contra Occidente
y aceptar (aunque sea parcialmente) sus valores, en nombre de los cuales está
librando una guerra contra nosotros, una guerra de aniquilación.
Una
ideología propia no sólo nos sería “útil” hoy; si no la tenemos, perderemos.
Occidente seguirá atacándonos tanto desde fuera, con nazis ucranianos armados y
entrenados, como desde dentro, con la siempre liberal quinta columna que
corrompe hábilmente las mentes y las almas de las generaciones más jóvenes. Sin
una ideología propia, que defina claramente quién es amigo y quién es enemigo,
nos encontraríamos en una situación casi impotente.
La ideología
debe ser declarada inmediatamente y su esencia debe ser un rechazo total y
directo a la ideología occidental, al globalismo y al liberalismo totalitario,
con todas sus subespecies instrumentales – incluyendo el neonazismo, el racismo
y el extremismo.
Movilización
La
movilización es inevitable. La guerra afecta a todos y a todo, pero la
movilización no significa el envío forzoso de reclutas al frente, esto se puede
evitar, por ejemplo, formando un movimiento de voluntarios de pleno derecho,
con las prestaciones necesarias y el apoyo del Estado.
Debemos
centrarnos en los veteranos y en el apoyo especial a los guerreros de
Novorossia. En Rusia hay algunos, y en el extranjero también hay partidarios.
No debemos tener reparo en formar interbrigadas antinazis y antiglobalización
con gente honesta del Este y del Oeste.
Sobre todo,
no debemos subestimar a los rusos. Somos una nación de héroes. Con un gran
coste, ante terribles enemigos a los que hemos derrotado no una ni dos veces en
nuestra gloriosa historia. También esta vez saldremos victoriosos, aunque sea
en la guerra contra Occidente, y esta vez será una guerra popular. Ganamos las guerras
populares, guerras en las que el pueblo gigante ha despertado para luchar.
La
movilización implica un cambio completo de la política de información. Deben
ser abolidas las normas de tiempo de paz (que son esencialmente la copia ciega
de los programas occidentales y las estrategias de entretenimiento que no hacen
más que corromper a la sociedad). La televisión y los medios de comunicación en
general deben convertirse en instrumentos de movilización patriótica en tiempos
de guerra. Todos los esfuerzos en el frente, y también en el frente interno. Ya
ha empezado poco a poco, pero por ahora sólo afecta a una pequeña parte de los
canales. Pero debería estar en todas partes.
La cultura,
la información, la educación, la ilustración, la política, la esfera social:
todo debe funcionar unánimemente para la guerra, es decir, para la victoria.
Economía
Todo Estado
soberano puede emitir toda la moneda nacional que necesite. Si es
verdaderamente soberano. La guerra con Occidente hace que no tenga sentido
seguir jugando a la economía según sus propias reglas. Una economía de guerra
sólo puede ser soberana. La victoria debe emplearse tanto como sea necesario.
Sólo es necesario asegurar que la cuestión se concentre en un circuito especial
con fines estratégicos. La corrupción en tales circunstancias debería
equipararse a un crimen de guerra.
La guerra y
la comodidad son incompatibles. La comodidad como objetivo, como punto de
referencia en la vida, debe ser abandonada; sólo las naciones preparadas para
las dificultades son capaces de ganar verdaderas guerras.
En estas
situaciones siempre hay una nueva raza de economistas cuyo objetivo es salvar
el Estado, especialmente éste. Los dogmas, las escuelas, los métodos y los
enfoques son secundarios.
Podemos
llamar a tal economía como una economía de movilización o simplemente una
economía de guerra.
Nuestros aliados
En toda
guerra, el papel de los aliados es extremadamente importante. Hoy Rusia no
tiene tantos, pero existen. En primer lugar, se trata de los países que
rechazan el orden liberal unipolar occidental. Son los partidarios del
multipolarismo, como China, Irán, Corea del Norte, Serbia, Siria, la República
Centroafricana, Malí, pero también, en cierta medida, India, Turquía, algunos
países islámicos, africanos y latinoamericanos (especialmente Cuba, Nicaragua y
Venezuela).
Para
hacerles frente, hay que movilizar todos los recursos disponibles, no sólo la
diplomacia profesional, sino también la popular, y para ello se necesita de
nuevo la ideología. Debemos convencer a nuestros aliados de que hemos decidido
romper de forma irreversible con el globalismo y la hegemonía occidental y que
estamos dispuestos a llegar hasta el final en la construcción de un mundo
multipolar. En este sentido, debemos ser coherentes y decididos. El tiempo de
las medias tintas y los compromisos se ha acabado. La guerra de Occidente
contra Rusia está dividiendo a la humanidad en diferentes lados de las
barricadas.
Factor espiritual
En el centro
de la confrontación global que ha comenzado está el aspecto espiritual,
religioso. Rusia está en guerra con una civilización antirreligiosa que lucha
contra Dios y derriba los fundamentos mismos de los valores espirituales y
morales: Dios, la Iglesia, la familia, el género, el hombre. Con todas las
diferencias entre la ortodoxia, el islam tradicional, el judaísmo, el hinduismo
o el budismo, todas las religiones y las culturas construidas sobre ellas
reconocen la verdad divina, la alta dignidad espiritual y moral del hombre,
honrando las tradiciones y las instituciones: el Estado, la familia, la
comunidad. El Occidente moderno ha abolido todo esto, sustituyéndolo por la
realidad virtual, el individualismo extremo, la destrucción del género, la
vigilancia universal, una “cultura de la abolición” totalitaria, una sociedad
de la posverdad.
En Ucrania
florecen el satanismo abierto y el racismo descarado, y Occidente sólo los
apoya. Nos enfrentamos a lo que los ancianos ortodoxos llaman la “civilización
del Anticristo”. El papel de Rusia es, por tanto, el de unir a los creyentes de
diferentes confesiones en esta batalla decisiva.
No debes
esperar a que el enemigo mundial destruya tu casa, mate a tu marido, hijo o
hija… En algún momento será demasiado tarde. Dios no quiera que vivamos para
ver ese momento. La ofensiva del enemigo en la región de Járkov es sólo eso: el
comienzo de una verdadera guerra de Occidente contra nosotros.
Occidente
demuestra su intención de iniciar una guerra de aniquilación contra nosotros:
la tercera guerra mundial. Debemos reunir todo nuestro más profundo potencial
nacional para repeler este ataque. Con todos los medios: el pensamiento, la
fuerza militar, la economía, la cultura, el arte, la movilización interna de
todas las estructuras estatales y de cada uno de nosotros.
Tsargrad/Geopolitika.ru