El actual –cuesta decirlo-
presidente de la democrática República Argentina, un histriónico monigote de la
Sinagoga, acaba de repetir su discurso obsesivo, puesto que gracias a él “La
Libertad avanza”, y así lo refleja la prensa:
Nada mejor que responder a tales
sandeces con las palabras del Gral. José
de San Martín, prócer de la Hispanidad en América, Padre de la Patria que supo enfrentarse y
sufrir al liberalismo. Decía San Martín en una carta (que atienda bien el
libertario Milei):
"¿Qué me importa que se me repita hasta la
saciedad que vivo en un país de libertad, si por el contrario, se me oprime?
¡Libertad! Désela Ud. a un niño de dos años para que se entretenga por vía de
diversión con un estuche de navajas de afeitar, y usted me contará los resultados.
¡Libertad para que un hombre de honor sea atacado por una prensa licenciosa, sin
que hayan leyes que lo protejan y, si existen, se hagan ilusorias. ¡Libertad!
para que si me dedico a cualquier género de industria, venga una revolución que
me destruya el trabajo de muchos años y la esperanza de dejar un bocado de pan a
mis hijos. ¡Libertad! para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar
los inmensos gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja, por
vía de especulación, hacer revolución y quedar impunes. ¡Libertad! para que
sacrifique mis hijos en distinciones y guerras civiles. ¡Libertad! para verme
expatriado sin forma de juicio y tal vez por una mera divergencia de opinión.
¡Libertad! para que el dolo y la mala fe encuentren una completa impunidad,
como lo comprueba lo general de las quiebras fraudulentas acaecidas en ésa.
Maldita sea tal libertad, no será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de
les beneficios que ella proporciona".
Como dijo
Roque Raúl Aragón: “Aquí aparecen, como en borrador, los sarcasmos contra el
liberalismo de los polemistas del siglo XIX: Marx, Veuillot, Donoso Cortés”.
San
Martín se dio cuenta a dónde llevaban tanto el socialismo como el liberalismo, a
la anarquía, al crimen y a la ruina de la patria, y por eso optó y apoyó un
régimen dictatorial nacionalista y antimasónico como el de Don Juan Manuel de
Rosas. Ayer como hoy sigue siendo la única alternativa para salvar a la patria
de las dos lacras delincuenciales y cipayas (izquierda y derecha) que se la
disputan y que la están llevando a la muerte.