Por FRERE FRANCOIS DE
MARIE DES ANGES
Del libro “Fatima. Joie intime, événement mundial”,
Abrégé de “Toute la verité sur Fatima”. Éditions de la Contre-Réforme
Catholique, France, 1991.
[Comentarios nuestros
entre corchetes]
Cuando en 1946 John Haffert le preguntó a Lucía si
la conversión de Rusia seguiría ciertamente a la consagración de esa nación, la
vidente declaró:
“Sí, eso es lo que prometió Nuestra Señora. Eso ocurrirá” (1). Del mismo modo, cuando el
P. McGlynn quiso saber si la promesa de la conversión de Rusia era absoluta o
condicional, Lucía respondió: «Al final», en el texto del Secreto, significa
que es absoluta” (2). Y
cuando el P. Alonso le preguntó sobre la palabra de Nuestro Señor: “El Papa
consagrará Rusia, pero será tarde” (3),
ella le indicó que: “La consagración de Rusia y también el triunfo final del
Corazón Inmaculado de María que le seguirá son absolutamente ciertos y se
realizarán a pesar de todos los obstáculos” (4).
Después de la aprobación oficial de la devoción
reparadora de los primeros sábados de mes y de la consagración colegiada de
Rusia, la Virgen de Fátima —que en 1917 provocó la caída del sol— realizará
otro milagro inaudito: la conversión de Rusia. Y lo sabemos con absoluta
certeza. ¡Qué promesa prodigiosa, que nos permite imaginar ya con precisión las
maravillas del futuro triunfo de su Corazón Inmaculado! Rusia, esa nación
actualmente poseída por Satanás [escrito
poco antes de la caída del comunismo, en 1991. Nota del blog], se
convertirá. ¡Qué consuelo, qué alivio, estar seguros de que los rusos, por
tanto tiempo perseguidores de la Iglesia, cantarán pronto las alabanzas del
dulce Corazón de María y le rendirán fervientes acciones de gracias!
El oscurecimiento y la pérdida de la fe, que hoy
obstaculizan el cumplimiento de la consagración de Rusia en las condiciones
pedidas por la Virgen, impiden de igual modo conservar la esperanza que de ella
se deriva. Los teólogos conciliares no sueñan más que con una Rusia en la que
la libertad religiosa y los derechos humanos sean respetados en una república
democrática. ¡La idea de una libertad religiosa concedida por un poder
leninista, hoy por Mijaíl Gorbachov [escrito en 1991. Nota del blog], es
absolutamente ajena e incluso contraria al mensaje de Fátima! Porque si algunos
textos parecen anunciar “el fin de la persecución” (5), esa expresión dista de
ser exclusiva. Está rodeada de otras mucho más explícitas donde la Virgen nos
asegura que Ella convertirá (6) a Rusia,
que Ella la salvará (7). Cuando,
en el gran Secreto, Nuestra Señora del Rosario promete solemnemente que Rusia se convertirá, anuncia que esa nación
se volverá católica, es decir,
que será liberada tanto del comunismo como de su cisma secular. Varios expertos
en Fátima, influenciados por las doctrinas ecuménicas del Concilio Vaticano II,
no quisieron admitirlo y llegaron a mutilar la promesa de Nuestra Señora. Por
ejemplo, el P. Richard escribió: “Muchas
veces, rusos que viven en Europa se han conmovido e incluso se han sentido
heridos por esa pretensión de convertir Rusia, como si fuera un pueblo pagano,
como si el cristianismo ruso necesitara ser autenticado como cristiano, como si
incluso su sello cristiano debiera llevar el estampado romano” (8) ¿Qué
perversa inversión ha transformado la voluntad enteramente misericordiosa de
Nuestra Señora de «convertir Rusia»
en una «pretensión» injuriosa y dolorosa? Habiendo
pedido Nuestra Señora la consagración de Rusia al Papa y solo a los obispos
católicos, es evidentemente a ellos
a quienes Ella prometió convertirla: por lo tanto, no puede tratarse más que de una conversión a la única Iglesia verdadera,
a la Iglesia una, santa, católica, apostólica y romana. «Lucía siempre pensó», señalaba por
otra parte el P. Alonso, «que la conversión de Rusia no se entiende solamente
como un regreso de los pueblos de Rusia a la religión cristiana-ortodoxa,
rechazando el ateísmo marxista de los soviets, sino que se refiere simplemente
y plenamente a la conversión total e integral mediante un retorno a la única y
verdadera Iglesia católica romana». Esta nación será salvada de su cisma por la
Mediación todopoderosa de Nuestra Señora, a petición de todos los obispos
católicos obedientes a su jefe, ese Papa de Roma a quien los rusos se niegan,
en su rebelión endurecida, a reconocer la primacía de jurisdicción universal
propia del sucesor de Pedro. Cuando la Inmaculada Madre de Dios exorcice a
Rusia, cuando la libere de los demonios que la poseen, derramará sobre esta
pobre nación gracias sobreabundantes de conversión, y en el combate espiritual
de los últimos tiempos entre la Virgen y Satanás, ya en curso, es evidente que
las fuerzas demoníacas no abandonarán a este país desgraciado hasta que hayan
sido completamente vencidas y expulsadas. Rusia se convertirá entonces en una
gran nación católica, en sus dirigentes y en sus instituciones. Porque un
gobierno nunca es neutro: trabaja siempre o en armonía con la Iglesia o, como
la Bestia del Apocalipsis, contra ella y al servicio del Príncipe de este
mundo. El poder político en Rusia dejará de ser anticristo solamente al
volverse abiertamente católico. [En tanto
que grandes pasos ha dado en ese último sentido, desde la asunción en el
gobierno de Vladimir Putin, aún persisten las fuerzas quintacolumnistas liberales
anticristianas dentro de Rusia. Nota del blog]
El gran milagro prometido no carece de precedentes históricos que nos permitan, de manera analógica, entrever al menos su posibilidad divina.
Varias veces, en la historia de la Iglesia, por la Mediación de la Virgen María, Dios ha intervenido de manera semejante, «con mano fuerte y brazo extendido», realizando prodigios sorprendentes. Las gracias obtenidas después de la consagración de Francia a Nuestra Señora por el rey Luis XIII en 1638, o tras la consagración de la parroquia de Ars a la "Inmaculada Concepción" por su santo Cura el 1 de mayo de 1836, dan una idea de lo que será la fecundidad sobrenatural de la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María. También tenemos un ejemplo histórico elocuente, que seguramente tiene un alcance profético, en la consagración al "Santísimo e Inmaculado Corazón de María" de la parroquia de Nuestra Señora de las Victorias en 1836. Una lluvia de gracias extraordinarias, su conversión casi súbita, manifestó públicamente la maravillosa eficacia de esta consagración. Lo que la Virgen María hizo para las almas de una parroquia, ha prometido realizarlo para Rusia en respuesta a la humilde docilidad del Papa. Por último, no debemos olvidar el triple milagro realizado por Nuestra Señora en Portugal como respuesta al acto de consagración llevado a cabo por los obispos del país en 1931. Milagro espléndido que ya hemos presentado (9).
Para convertir a Rusia, ¿actuará Dios como lo hizo
al convertir Europa a Cristo, en los primeros siglos de la historia de la
Iglesia, por medio de una serie de grandes milagros políticos? Porque fue por
la obra conjunta de misioneros y príncipes recién convertidos —como
Constantino, Clodoveo, o el gran príncipe Vladimiro— que Europa se volvió
cristiana. Estos acontecimientos fundadores de la cristiandad tienen valor
ejemplar y su evocación puede servir para anclar mejor nuestra alma en una
confianza sin límites en la misericordia divina. Sin embargo, no nos engañemos:
el milagro de la conversión de Rusia, la realización de esta promesa inaudita,
sin comparación en toda la historia de la Iglesia, superará ciertamente todo lo
que hoy podamos imaginar. ¿Debemos pensar entonces que el Corazón Inmaculado de
María salvará a Rusia «por nuevos signos deslumbrantes en el sol, en el cielo?
Yo lo creo», responde nuestro Padre (10), basándose en las profecías de san
Maximiliano Kolbe, pronunciadas en los años 30: «Pienso que se verá el emblema de la Inmaculada flotando incluso sobre el
Kremlin y brillando desde allí; en una palabra, ella será verdaderamente la
Reina de cada corazón e introducirá en cada uno el amor divino, el Corazón de
Jesús. Entonces se alcanzará el objetivo de la Milicia de la Inmaculada” (11). María
Winowska reporta una profecía aún más precisa que corresponde seguramente a una
visión de la que debió beneficiarse el apóstol de la Inmaculada:
«Hacia el final de su vida, poco antes
de la guerra, dirá: 'Un día veréis la estatua de la Inmaculada en el centro de
Moscú, en lo más alto del Kremlin” (12) Y nuestro Padre comenta: “¿Será una estatua? ¿No será más bien una
aparición de la Inmaculada en gloria, sobre los campanarios de cúpulas doradas
del Kremlin, ante los ojos de una multitud de oprimidos que desfilan obligatoriamente
hacia el mausoleo de Satanás?” (13) [Conviene
una estatua porque precisamente los cismáticos rusos no permiten en su culto imágenes
tridimensionales y sólo veneran los iconos. Además, ya nadie “desfila
obligatoriamente hacia el mausoleo de Satanás” (Lenin). Nota del blog]
Durante la consagración
de Rusia, Nuestra Señora del Rosario obrará un milagro incuestionable, a fin de que en el mundo entero sea visible a los
ojos de todos, y especialmente a los ojos de los herejes, cismáticos, judíos y
paganos, que la conversión de Rusia ha sido obtenida por su intercesión y, más
aún, en respuesta a "un acto
solemne y público" de los Pastores de la única y verdadera Iglesia
de Jesucristo. En febrero de 1946, durante una conversación con sor Lucía, el
P. Jongen recordó "las tres tesis" de san Luis María Grignion de
Montfort: el reinado de Cristo vendrá por el reinado de María, después de la
difusión de la verdadera devoción en el mundo. Pero Lucía añadió de inmediato: “…y después de la conversión de Rusia” (14). En
efecto, será el milagro sorprendente de
la conversión de esa nación, su regreso a la verdadera fe católica
romana tras tantos siglos de separación, lo que manifestará el poder de la
Mediación de la Reina del cielo y de la tierra. En todo el universo, los
hombres quedarán impresionados, sobrecogidos, asombrados, maravillados hasta el
punto de abrazar la devoción reparadora y de cantar con fervor conquistador,
con vivo ardor y con inmensa alegría, las
glorias y los méritos del Corazón Inmaculado de María.
EL REINO
UNIVERSAL DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
Si la conclusión del Secreto no anuncia de manera
explícita que el triunfo del Corazón Inmaculado será de orden universal, todo el contexto lo implica indudablemente.
El Secreto, en efecto, tiene de principio a fin un alcance mundial. Revela un
designio de misericordia y de salvación para el mundo. En este texto, la
palabra "mundo" aparece
cuatro veces. Es "en el
mundo" donde Dios quiere establecer la devoción al Corazón
Inmaculado de María. Si no se obedecen las peticiones de Nuestra Señora, será "el mundo" el que será
castigado por Dios por sus crímenes. Y será "a través del mundo" como Rusia esparcirá sus errores.
Finalmente, es "al mundo"
a quien se le concederá un cierto tiempo de paz. Por tanto, está claro que
cuando Nuestra Señora anuncia solemnemente: «Mi Corazón Inmaculado triunfará», se trata de un triunfo universal. En la luminosa
conversión de Rusia, la devoción al Corazón Inmaculado de María se extenderá a
toda la Iglesia, que lo honrará con un culto litúrgico, patrocinado y difundido
por la jerarquía (15).
El culto a este dulce y tierno Corazón Inmaculado
preparará la instauración del glorioso reinado del Sagrado Corazón de Jesús por toda la tierra. San Luis María
Grignion de Montfort, profeta de la victoria de María en el gran combate de los
"últimos tiempos", cuya inminencia preveía, lo enseñaba con firmeza:
“Todavía no se ha alabado, exaltado, honrado, amado
y servido bastante a María. Ella ha merecido aún más alabanzas, respeto, amor y
servicio. Dios quiere que su santa Madre sea ahora más conocida, más amada, más
honrada que nunca… Tal es la voluntad del Altísimo, que exalta a los humildes,
que el cielo, la tierra y los infiernos se plieguen, quieran o no, a los
mandamientos de la humilde María, a quien ha hecho soberana del cielo y de la
tierra, general de sus ejércitos, tesorera de sus tesoros, dispensadora de sus
gracias, obrera de sus grandes maravillas, reparadora del género humano,
mediadora de los hombres, exterminadora de los enemigos de Dios y fiel
compañera de sus grandezas y de sus triunfos… Si, como es cierto, el
conocimiento y el reinado de Jesucristo llegan al mundo, no será sino como
consecuencia necesaria del conocimiento y el reinado de la santísima Virgen
María, que lo trajo al mundo por primera vez y lo hará resplandecer la segunda
(16)”
Nuestro profeta anunciaba que, en los "últimos
tiempos", solo la devoción a la
Inmaculada podría curar y salvar a los hombres del egoísmo, del orgullo,
de la rebelión y del endurecimiento. El mensaje de Fátima nos enseña igualmente
que, en el tiempo de la gran apostasía, será
la devoción a María, y más precisamente la práctica de la devoción reparadora a su Corazón Inmaculado,
la que purificará a los hombres tanto del veneno del error como de las
seducciones de Satanás, y los conducirá hasta Dios.
El Padre Kolbe, sin saber aparentemente nada de las
apariciones de Fátima, conocía la
misión que Dios había confiado a la Virgen Inmaculada en el combate
apocalíptico de nuestro siglo:
“Nuestra época es la época de la Inmaculada
—escribía—, como otros dicen que es la época del Espíritu Santo. La Serpiente
levanta su cabeza sobre toda la tierra, pero también la Inmaculada la aplastará
con victorias decisivas, aunque no deja de acechar su talón (17). Bajo el
estandarte de la Inmaculada se librará una gran batalla, y haremos ondear sus
banderas sobre las fortalezas del príncipe de las tinieblas (18).
Entonces, las herejías y los cismas se extinguirán,
y los pecadores endurecidos, gracias a la Inmaculada, volverán a Dios, a su
Corazón lleno de amor, y todos los paganos se bautizarán. Así se cumplirá lo
que la beata Catalina Labouré, a quien la Inmaculada reveló la Medalla
Milagrosa, había previsto: es decir, que la Inmaculada se convertirá en “la Reina del mundo entero” y “de cada uno en particular” (19).”
A la luz de las revelaciones de Fátima, que concuerdan perfectamente con
las profecías de los grandes apóstoles de María Mediadora, san Luis María
Grignion de Montfort y san Maximiliano Kolbe, está claro que la conversión milagrosa de Rusia, lejos de ser un
episodio ordinario de la historia de la Iglesia, marcará el final de los "últimos tiempos" y abrirá el
período exaltante y prolongado del reinado espiritual, social y político de los muy santos Corazones de Jesús
y de María, período durante el cual todo
el universo conocerá la paz y los esplendores de una nueva cristiandad.
[Opinión esta última que pude sin dudas
discutirse, sobre todo por su marcado tinte milenarista. Porque si es cierto
que habrá “un tiempo de paz” como dijo la Virgen, ella no dijo “un largo tiempo de paz”. Y quizás pueda vincularse
ello a la interpretación de las siete edades de la Iglesia, y puede coincidir
con la “sexta edad”, Filadelfia, previa y en preparación de la última edad,
donde será el combate contra el Anticristo. En todo caso estanos en el terreno
de las especulaciones. Pero es claro que el mensaje de Fátima no se encuadra en
la opinión muy extendida de que estamos casi en la inmediatez de la aparición
del Anticristo. Y también que estas sanas esperanzas no deben llevarnos a
interpretaciones desmesuradas que desorienten nuestro camino, caso el
milenarismo estilo TFP arraigado en algunos lugares. Nota del blog]
«Y SE CONCEDERÁ AL MUNDO UN CIERTO TIEMPO DE PAZ»
Esta última frase del Secreto presupone
necesariamente la extensión al mundo entero del reinado del Corazón Inmaculado
de María. Porque la guerra es un castigo por el pecado y la impiedad de los
hombres, mientras que la paz es un don gratuito de Dios, que se concede cuando
los hombres se convierten y se someten a la voluntad del Cielo. Ahora bien, las revelaciones de Fátima nos enseñan que ese don de la paz, Dios quiere concederlo en
nuestro siglo solo a través de la mediación de la Virgen María. El
13 de julio de 1917, poco antes de la revelación del gran Secreto, ¿no dijo
Nuestra Señora a los pastorcitos?: “Quiero que continúen rezando el rosario
todos los días en honor de Nuestra Señora del Rosario para obtener la paz del
mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella os podrá socorrer” (20). Desde entonces, ¿no es
evidente que el comienzo de este "tiempo
de paz", anunciado para el mundo entero, está ligado a una
condición sine qua non: la conversión de todas las naciones a la fe
católica y la propagación
universal del culto litúrgico del Corazón Inmaculado de María, en unión
con el del Sagrado Corazón de Jesús?
Esta conversión de todos los pueblos ¡podría suceder muy rápidamente!
El Abbé de Nantes está convencido de que, gracias a la fuerza de los enormes
medios de la civilización técnica actual, en pocos años de inmensos esfuerzos apostólicos, todo el mundo será
instruido en el Evangelio, entrará en la Iglesia y formará miles de millones de nuevos cristianos (21).
Entonces se cumplirán las grandes profecías del Antiguo Testamento,
especialmente las de los capítulos 60 y 62 del libro de Isaías, que describen
la gloria futura de Jerusalén irradiando sobre todos los pueblos, y que la
liturgia de la Epifanía retoma aplicándolas a la Iglesia de Cristo.
«Buscad primero el Reino
de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura». Nuestra Señora, al profetizar ese tiempo de paz, ha
anunciado ese "añadido" temporal, ese efecto maravilloso de la
santidad de la Iglesia impregnando con su sello divino toda la sociedad y sus
instituciones políticas y comunitarias.
«Será», escribe el Abbé
de Nantes, «un tiempo no de utopía, no de paraíso, sino de verdadera religión y
de paz, de orden, de sabia prosperidad que se extenderá a toda la tierra. Nadie puede conjeturar su duración; el mismo Jesús
declaró ignorarla. Sólo el Padre sabe cuándo será la Hora de su Advenimiento… Pero
durante ese tiempo —¿cuarenta años, cien años, dos mil años?— la virtud del
Evangelio se manifestará en toda su fuerza. Los hombres seguirán siendo libres,
unos pecadores, sensuales, otros virtuosos o santos (Ap 22,11); esta mezcla de
buenos y malos subsistirá hasta el fin. Pero la Iglesia habrá instaurado en el
mundo la verdadera y única religión. El Santo Sacrificio de la misa habrá
suplantado por doquier los demás cultos [¡al
Novus Ordo. Nota del blog], elevando sin cesar a Dios sobre toda la tierra
la alabanza santa del Señor crucificado. Las instituciones principales de la
sociedad humana serán cristianas y proporcionarán unidad, paz y justicia al
género humano, no sin las irreductibles imperfecciones y debilidades que el
pecado seguirá introduciendo. Tal será la nueva cristiandad, de la cual la de
los siglos anteriores a la gran apostasía no fue más que un esbozo…
¡El orgullo humano
abatido no se levantará más! Se acabará
con todo mesianismo y toda utopía sugeridos por Satanás, inventados por hombres
perversos para elevarse en lugar de Dios. Sin duda, la larga errancia de la
humanidad y el drama de su Apostasía seguirán siendo para siempre un enigma.
¡Misterio de la Sabiduría inaccesible de Dios que permitió tan grandes males y
manifestó de manera tan terrible la Ira de su Justicia ultrajada! Pero al
menos, los cien o mil años que verán el reinado universal de Cristo Rey darán a
los siglos de hierro y a los días de espanto su contrapeso de poder y de
gloria. Y los miles de millones de
hombres, finalmente reunidos en un solo rebaño y bajo un solo Pastor, clamarán
con deseo por el Retorno glorioso de Cristo para la Vida eterna. ¡Amén!” (22)
NOTAS:
(1) Citado por
Francis Johnston, "Fatima the great sign", p. 138, Augustine, 1980.
(2) Cité par Alonso, Eph. Mar., 1972, p. 285.
(3) Cf. supra, p. 213.
(4) Citado en la revista Soul, janv.-fév. 1976; cf. "Fatima
the great sign", p. 91.
(5) Cf. supra, p.
199.
(6) Cf. FCM, p. 78-79.
(7) Cf. supra, p. 199 et 220.
(8) "La Russie dans le message de Fatima", in
"Marie sous le symbole du Cœur", p. 94.
(9) VSF, p. 77.
(10) Cf. supra, chap. 8, p. 175-193.
(11 Abbé Georges de Nantes, "La Russie convertie
évangélisera le monde", CRC 184, déc. 1982, p. 15.
(12) Carta del 6 de
junio de 1931 al P. Cornelius Czupryk, citado por J.-F. Villepelée, "La
mission de l'Immaculée", p. 91, Lethielleux, 1976.–
(13) Maria
Winowska, "Le secret de Maximilien Kolbe", p. 132, éd. Saint—Paul,
1971.
(14) CRC 184, déc.
1982, p. 15.
(15) Cf. Jongen, "En visite chez Lucia", revista
Médiatrice et Reine, oct. 1946, p. 112.
(16) Lucía se dirigió a
Pío XII, y probablemente también a Pablo VI y a Juan Pablo II, pero, hasta este
año 1991 en que escribimos, sus cartas a estos papas no han sido publicadas,
con una petición precisa referente a la fiesta litúrgica del Corazón Inmaculado
de María: «Ahora, Santísimo Padre —escribía el 2 de diciembre de 1940 a Pío
XII—, permítame hacer aún una petición. No es más que un deseo ardiente de mi
pobre corazón: que la fiesta en honor del Corazón Inmaculado sea extendida al
mundo entero como una de las principales fiestas de la santa Iglesia.» (cf.
supra, p. 238) Al P. Aparicio le confió ese mismo deseo vehemente el 1 de
septiembre de 1940: «¡Ah! ¡Quién me diera que Su Santidad elevara para la
Iglesia universal la fiesta en honor del Corazón Inmaculado de María al rango
de fiesta principal de primera clase!» (Doc., p. 491-495) «En verdad —escribe
al obispo de Gurza el 27 de mayo de 1943—, este deseo no es sólo mío. Alguien
lo ha depositado en mí. Proviene de los Santísimos Corazones de Jesús y de
María.» (FCM, p. 63)
(17) "Traité de la vraie dévotion à la Sainte
Vierge", nº 10, 13, 28, 55
(18) Carta a su madre del 15 de marzo de 1936; cf. "Entretiens
spirituels inédits", p. 144, éd. Lethielleux,
1974.
(19) Carta al hermano Koziura del 30 abril 1931; cf. La misión
de l’Immaculée du P. Kolbe, p. 91.
(20) Carta al hermano Koziura del 2 de diciembre de 1931; cf.
ibid. ¡Con qué celo exhortaba san Maximiliano Kolbe a sus hijos a consagrarse a
la Inmaculada! «Actuemos de modo que nuestra consagración a la Inmaculada sea
cada vez más total.» (6 de noviembre de 1937: cf. Conversaciones
espirituales inéditas, p. 152) «Cada alma que se entrega sin límites a la
Inmaculada da testimonio así de que es en ella y por ella que desea encontrar
al Señor Jesús y, por Jesús, llegar hasta Dios Padre.» (20 de junio de 1937:
cf. ibid., p. 55) «Ten la certeza de que quien pertenece a la Inmaculada, quien
se entrega sin límites a ella, no se perderá jamás, sino que cuanto más le
pertenezca, más pertenecerá a Jesús y al Padre. Tomará conciencia de que busca
cumplir más perfectamente la voluntad de Dios y de que se corrige poco a poco
de sus infidelidades a esa santa voluntad. Y se beneficiará tanto más de la paz
en medio de las tempestades. A su debido tiempo, ella le irá revelando poco a
poco todos los misterios del Corazón de Jesús. Y se convertirá en el amado del
Señor Jesús.» (Carta al hermano M. Spolitakiewicz del 10 de noviembre de 1935,
cf. ibid., p. 86)
(21) Cf. supra, p. 60. (2) CRC 75, déc. 73, p. 10.
(22) Ab. G. de Nantes, L’avenir du monde, CRC 83, agosto 74,
p. 14.