Siendo la
Argentina, desde su cuna, un país eminentemente mariano, fruto de la herencia
hispánica, resulta natural la vinculación que la historia nos muestra entre la
Santísima Virgen, especialmente en su advocación de Nuestra Señora de Luján, y
los colores azul y blanco de nuestra bandera.
No existe ciertamente un documento, firmado por Belgrano, donde se
declare expresamente que impuso a la bandera los colores marianos. Pero es un
error creer que hace falta un documento tal, inédito y lleno de polvo, para
demostrar esta verdad. Porque científicamente hay un amplio contexto documental
y un ceñido substrato biográfico que autorizan con toda legitimidad a concluir que
los colores nacionales derivan de los colores del manto de Nuestra Señora.
Cuando Vicente Sierra se refiere a este tema, pese a ser un historiador
de reconocida posición católica, se muestra hipercrítico; sin embargo, luego de
haber expuesto diversas objeciones, concluye que los colores de nuestra bandera
fueron tomados por los porteños de la bandera de los Borbones, concretamente de
la de Carlos III, el cual había fundado la Orden de la Inmaculada Concepción a
la que perteneció Belgrano.
Los siguientes extractos de varios libros nos confirman en la conclusión
anterior.
(Nota de
la Redacción de la Revista Mikael)
«Cuando
el rey Carlos III consagró España y las Indias a la Inmaculada en 1761, y
proclamó a la Virgen principal Patrona de sus reinos; creó también la Orden
Real de su nombre, cuyos caballeros recibían, como condecoración, el medallón
esmaltado con la imagen azul y blanca de la Inmaculada, pendiente al cuello de
una cinta de tres franjas: blanca en el medio, y azules a los costados.
El artículo
40 de los estatutos de la Orden, reformados en 1804, dice: Las
insignias serán una banda de seda ancha dividida en tres franjas iguales, la
del centro blanca y las dos laterales de color azul celestial»
(Aníbal
Atilio Rottjer, «El General Manuel Belgrano», Ed. Don Bosco, 1970, p. 62).
✠ ✠ ✠
«Mitre
dijo que los colores nacionales blanco y azul celeste pudieron ser adoptados en
señal de fidelidad al rey de España, Carlos IV, que usaba la banda celeste de
la Orden de Carlos III, como puede verse en sus retratos al óleo... La cruz de
esta orden es esmaltada de blanco y celeste, colores de la inmaculada
Concepción de la Virgen, según el simbolismo de la Iglesia. El artículo IV de
los estatutos de dicha orden, decretados en 1804, dice: “Las insignias... serán
una banda de seda ancha dividida en tres fajas iguales, la del centro blanca, y
las dos laterales de color azul celeste”. Augusto Fernández Díaz recuerda que,
cuando el último ensayo de gobierno republicano en España, se quiso cambiar la
bandera rojo y gualda por otra de tres franjas: rojo, gualda y morado, Miguel
de Unamuno, entonces diputado, dijo: “... Bandera monárquica podrías acaso
llamar a la celeste y blanca de los Borbones de la casa española, cuyos colores
son también los de la República Argentina y los de la Purísima Concepción”».
(Vicente
Sierra, «Historia de la Argentina», Ed. García Agustina, T. V., 2001. III, esp.
I, p. 470).
✠ ✠ ✠
«Si bien
la escarapela azul y blanca no se usó en 1810, y sólo aparece al año siguiente,
como distintivo de la Sociedad Patriótica; sus colores habían adquirido una
especial significación, por haberlos usado los voluntarios que prepararon la
Reconquista, y que, reunidos en Luján, combatieron luego en la Chacra de
Perdriel. Las crónicas de Luján nos hablan del Real Pendón de la Villa
de Nuestra Señora, bordado en 1790 por las monjas catalinas de Buenos Aires. En
él había dos escudos: uno con las armas del Rey y otro con la imagen de la Pura
y Limpia Concepción de María Santísima, singular patrona y fundadora de la
villa.
El
Cabildo de Luján entregó este estandarte a las tropas de Pueyrredón, como
su mejor contribución para el servicio y la defensa de la patria.
Después
de implorar el auxilio de la Virgen, y usando, como distintivo de
reconocimiento, los colores de su imagen, por medio de dos cintas anudadas al
cuello, una azul y otra blanca, y que llaman de la medida de la Virgen,
porque cada una medía 36 centímetros, que era la altura de la imagen de la
Virgen de Luján; los 300 soldados improvisados se lanzan al ataque contra 700
veteranos de Beresford, y mueren en la acción tres argentinos y veinte
británicos.
Los
dispersos se unen más tarde a las fuerzas de Liniers, y obtienen, días después,
la victoria definitiva, que se atribuyó oficialmente a la intervención de la
Virgen María, como consta en las actas del Cabildo de 1806.
Estos
colores los conservaron los húsares de Pueyrredón en la Defensa, durante las
jornadas de julio de 1807».
(Aníbal
Rotjer, op. cit., pp.61.62).
✠ ✠ ✠
«¡Soldados!
Somos de ahora en adelante el Regimiento de la Virgen. Jurando nuestras
banderas os parecerá que besáis su manto... Al que faltare a su palabra, Dios y
la Virgen, por la Patria, se lo demanden».
(Proclama
del Coronel Domingo French, pronunciada en Luján el 25 de septiembre de 1812 en
P. Jorge María Salvaire, «Historia de Nuestra Señor de Luján» T. II.,
1825, pp. 281-83).
✠ ✠ ✠
«Carlos
III, Carlos IV y Fernando VII vestían sobre el pecho la banda azul y blanca con
el camafeo de la inmaculada, y el manto real lucía estos mismos colores, como
puede observarse en los retratos que adornan los salones del Escorial y el
palacio de Oriente en Madrid, donde se custodian también las condecoraciones
con la cruz esmaltada en blanco y celeste.
Pueyrredón
y Azcuénaga las usaron, como caballeros de esa Orden, y Belgrano, como
congregante mariano en las universidades de Salamanca y de Valladolid. Ya hemos
referido en otro lugar que Belgrano, al recibirse de abogado, juró “defender el
dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Patrona de las Españas”,
y que, al ser nombrado secretario del Consulado, declaró en el acta fundamental
de la institución que la ponía bajo la protección de Dios y elegía como Patrona
a la Inmaculada Virgen María, cuyos colores, azul y blanco, colocó en el escudo
que ostentaba el frente del edificio».
(Aníbal
Rotjer, op. cit., pp.61.62).
✠ ✠ ✠
«... al
fundarse el Consulado en 1794, quiso Belgrano que su patrona fuese la
Inmaculada Concepción y que, por esta causa, la bandera de la dicha institución
constaba de los colores azul y blanco. Al fundar Belgrano en 1812 el pabellón
nacional ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones diversas de las
que tuvo en 1794?
El Padre
Salvaire no conocía estos curiosos datos y, sin embargo confirma nuestra
opinión al afirmar que “con indecible emoción cuentan no pocos ancianos, que al
dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria, los colores blanco y azul
celeste, había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la
Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto».
(Guillermo
Furlong S.J., Belgrano. «El Santo de la espada y de la pluma». Club de
Lectores, Bs. As., 1974, pp. 55-59).
✠ ✠ ✠
«Al
emprender la marcha (hacia el Paraguay) pasa (Belgrano) por la Villa de Nuestra
Señora de Luján donde se detiene para satisfacer el deseo que le anima de poner
su nueva carrera y las grandes empresas que idea en su mente, bajo la
protección de la milagrosa Virgen de Luján. Manda, al efecto, celebrar en ese
Santuario una solemne misa en honor de la Virgen, a la que asiste
personalmente, a la cabeza del Ejército de su mando, y robusteciendo su corazón
con el cumplimiento de este acto religioso, prosigue lleno de fe y de esperanza
el camino que le trazara el deber y el honor».
(P. Jorge
María Salvaire, op. cit., pp. 262-263).
✠ ✠ ✠
«José
Lino Gamboa, antiguo cabildante de Luján, juntamente con Carlos Belgrano,
hermano del General, afirmó que: “Al dar Belgrano los colores celeste y blanco
a la bandera patria, había querido, cediendo a los impulsos de su piedad,
honrar a la Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto por
haberse amparado a su Santuario de Luján”».
(José
Manuel Eizaguirre, «La bandera argentina», Peuser, Bs., As., 1900, p. 43).
✠ ✠ ✠
«El
sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante militar de Luján
y presidente de su Cabildo, dijo: “Mi hermano tomó los colores de la bandera
del manto de la Inmaculada de Luján de quien era ferviente devoto”.
Y en este
sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según lo aseveran afamados
historiadores».
(Aníbal
Atilio Buttier, op. cit., p. 63).
* En
«Mikael, Revista del Seminario de Paraná», año 8, n°23, Primer cuatrimestre de
1976, pp.103-108.
https://blogdeciamosayer.blogspot.com/2025/06/la-virgen-y-los-colores-de-nuestra.html