Por LUIS
ÁLVAREZ PRIMO
Trump y
Netanyahu, ejecutando el operativo “León naciente” en un brutal ataque no
provocado contra los establecimientos de energía nuclear y diversos objetivos
militares y civiles de Irán, en el contexto de negociaciones diplomáticas en
curso para llegar a un acuerdo sobre la cuestión del uranio enriquecido,
violaron todas las normas del derecho internacional, de las Naciones Unidas, de
las convenciones sobre energía atómica, de la moral y la decencia política. Tal
como sucedieron las cosas, Trump, quien ciertamente no es César Borgia, aunque
también es un asesino, se manifestó una vez más como un verdadero farsante
irresponsable, pequeño discípulo de Maquiavelo, en el arte de la simulación y
la disimulación. Primero, presentándose como un hombre de paz dispuesto a
cumplir promesas electorales y el mandato de su electorado para terminar las
guerras en las que EE.UU. está involucrado. Y luego, mostrándose como
presuntamente comprometido en un proceso de negociaciones diplomáticas con Irán
al tiempo que era cómplice de una puñalada trapera. “Excusatio non petita, accusatio manifiesta”:
a pesar de sus excusas, negativas y mentiras, ha quedado claro que el
presidente de los EE. UU. fue cómplice del ataque israelí. Además, cuando una
periodista le señaló que Tulsi Gabbard, la Directora Nacional de Inteligencia
de los EE.UU. declaró en el Congreso que Irán no tiene ni aspira a tener la
bomba nuclear, la desvergonzada respuesta de Trump fue: “I don’t care”, no me
importa. Trump es un criminal de guerra agente del sionismo.
No se
puede dejar de señalar que a Irán le falló la cautela en cuanto parte de la
prudencia política que previene contra los engaños y las trampas. ¡Oh venerable
Sun Tsu que enseñaste que el primer principio del arte de la guerra es
conocerse a sí mismo y conocer al enemigo! La naturaleza, es decir, la esencia
o principio de operaciones del imperio judeo-masónico angloestadounidense es el
engaño (deception). No se puede confiar en el escorpión venenoso. Como tampoco
se puede confiar en Satanás. Estos sólo entienden y se autolimitan ante quienes
son capaces de hablarles en el mismo lenguaje que ellos: el poder. Por eso el experto militar ruso Boris Rozhin
en un análisis realista sobre soberanía de los estados y armas nucleares ha
mostrado el contraste entre el gobierno de Kim Jong-un de Corea del Norte y el
gobierno de la Guardia Revolucionaria iraní. El primero desarrolló el arma
nuclear y nunca permitió que la Agencia de Energía Atómica de la ONU (presidida
por el sinvergüenza argentino Rafael Grossi), instrumento al servicio de EE.UU.
y la OTAN, inspeccionara a Corea del Norte, ni negoció sobre sus reactores
nucleares, con lo cual hoy, tranquilamente sentado sobre un montón de ojivas
nucleares, el dictador de Corea del Norte tiene paridad de trato con las demás
potencias nucleares. Irán, atado por una “fatwa” (decreto religioso) no ha
desarrollado la única arma que hubiera disuadido a Israel/EE.UU. del feroz y
pérfido ataque. Este no tuvo por objeto obstruir el enriquecimiento de uranio
en Irán sino promover un cambio de régimen, descabezando su estado mayor
militar y científico. El sionismo tiene la convicción de que, en la guerra, su
estado permanente desde su aciaga fundación en 1948, Israel no tiene límites:
por eso practica el genocidio de civiles y el asesinato selectivo. En el primer
ataque del 13 de junio contra Irán, sin mediar declaración ni aviso, el
gobierno de Netanyahu asesinó 9 científicos y tres altos mandos y más de 120
civiles iraníes. Está claro que el sionismo estadounidense-israelí ha pasado,
de no permitir el enriquecimiento de uranio a Irán, a pretender dar un golpe
contra Kamenei, a no permitir que Irán exista. Tal como ha demostrado E.
Michael Jones en su opus magnum “El
Espíritu Revolucionario de los Judíos y su Impacto en la Historia Mundial”,
es una constante en el obrar diabólico de los judíos la desmesura, que,
finalmente los lleva a su propia ruina (astucia de la razón). Enceguecidos por
su soberbia racista de presunto pueblo elegido de Dios (que, por otra parte,
rechazó a su Hijo y lo asesinó) no ven la realidad: Irán es un pueblo
milenario, tiene 90 millones de habitantes y una estrecha alianza con dos
potencias mundiales como Rusia y China. De hecho, aunque Israel neutralizó el
sistema de radares iraní en el primer momento del ataque, al cabo de unas horas
Irán pudo repararlos e iniciar una dura contraofensiva con golpes en Tel aviv y
Haifa, probablemente con el apoyo satelital de sus aliados.
De manera
que, habida cuenta del creciente involucramiento de Estados Unidos en el
conflicto, la guerra amenaza con escalar a dimensiones apocalípticas. Desde el
punto de vista humano, soló Vladimir Putin y Xi Jinping podrán poner coto al
“chutzpath” judío, tal como lo están haciendo al apoyar a Irán, por diversos
medios y canales. A Irán no sólo lo asiste la justicia y un obrar prudente
frente a la barbarie israelí sino también los intereses en juego para la
seguridad de Rusia y China.
En este
contexto, la política exterior de la Argentina en esta hora, alineada como
nunca jamás con los intereses del sionismo, va a contramano de la historia y de
los intereses de nuestra patria. El gobierno del desquiciado Milei y la
corporación política “democrática” entreguista y cipaya ya han allanado el
camino para la puesta en marcha del Plan Andinia. Quizá con esta guerra se
aclaren algunos hechos vinculados a los intereses sionistas en la Argentina.
“Cosas veredes, Sancho, que non crederes”.
Adjunto
el link de un excelente artículo de lectura insoslayable que abunda en detalles
e ilustraciones sobre los temas comentados más arriba.
https://chcirilli.wordpress.com/2025/06/15/netanyahu-y-el-ocaso-de-la-legalidad-internacional/