Por GIL DE LA PISA ANTOLÍN
08/06/2024
En mi adolescencia y juventud los sacerdotes y
religiosos que nos formaban tenían una preocupación-, –lo recuerdo muy
bien—y era convencernos a todos de la importancia de atender el
deseo del Sagrado Corazón
de Jesús que nos pedía comulgar
los primeros viernes durante nueve meses seguidos
¿Quién no lo hizo entonces?, tras escuchar tantas
veces “la gran promesa” de nuestro Señor, muy explícita como
pueden ver: “Yo prometo, en el exceso de la misericordia de mi Corazón,
que mi amor omnipotente concederá a todos los que comulguen
nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia
final. No morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Sacramentos,
y mi Corazón será su refugio seguro en aquella última hora”?
La proximidad del mes de junio me lo ha recordado
pero, también, ser testigo de la sigilosa apostasía de nuestra
Patria. Además, a todo ello se ha unido el anuncio que el Padre Hoyos
escuchó de labios del propio Jesús: “Reinaré en España, y con más
veneración que en otras muchas partes”.
Son dos temas distintos pero ligados a nuestra
doble condición de españoles y católicos. Evidentemente, hay españoles que
no son católicos –cada vez más, por desgracia – pero sin duda, ellos mismos han
de sentir un vacío en su naturaleza al ir perdiendo sin enterarse la “alegría
propia del catolicismo incrustada en su ser”. No es
por casualidad que se le reconozca a Hispanoamérica una alegría
“esencial” que no tiene Norteamérica. Una felicidad que
prescinde de las consecuencias de la pobreza y pasa por encima de todo.
Debemos reconocer que, con la
debilitación de la Fe, tanto España como Hispanoamérica, van evolucionando y
no precisamente hacia una mayor “felicidad esencial”. Cada día
nos “globalizamos más” pero perdemos luz y alegría. Ciertamente podemos
empezar a gloriarnos de ser más “europeos”, “más norteamericanos”… menos
filipinos, más orientales.
Créanme, quisiera de verdad alejar estos
tristes pensamientos reñidos con nuestro modo de ser. Y sé que el camino a
seguir es repasar nuestra historia y obrar en consecuencia. Por ella
sabemos que la grandeza de muestra patria va unida a nuestra lealtad a la
Fe que nos trajo Santiago Apóstol y que llegó a la cima cuando nuestros
monarcas vieron el Descubrimiento de América como un regalo del Señor al
que servían.
Los católicos dedicamos el mes de mayo a nuestra
Reina y madre, María y, el mes de junio al amor de Dios para con su criatura
predilecta, y le honramos bajo la denominación de Sagrado Corazón de Jesús.
No me es posible glosar, ni siquiera resumir, lo
que esa realidad encierra, solo me permitiré este consejo: Procuremos leer lo que Jesús
comunicó a Santa Margarita María de Alacoque y estudiar las promesas que hizo a quienes le
escuchasen y le complaciesen obrando en consecuencia, Son doce las
promesas principales y a cual mejor tanto para el individuo como
para la sociedad.
Es una desgracia olvidar que todo cuanto hace
el Creador es siempre, excelente e ¡infinitamente bueno para la
criatura! La indiferencia de los hombres es una prueba de su debilidad
mental olvidando que Dios solo busca nuestro mayor bien. A mi edad cada vez
entiendo menos a esos personajes que triunfan en la vida ya sea como científicos, como
hombres de acción o como pensadores, y son clasificados en vida y después
de muertos como mentes privilegiadas –incluso geniales—luego en los
resúmenes biográficos aparece en el apartado que informa sobre su religión la
palabra “¡ninguna!”. ¡Genios que no logran conocer a Dios en su paso por
la vida!…
Al tener más tiempo disponible hago cosas a
las que antes no le prestaba mucha atención, y ahora incluso lo busco. Resulta
desconsolador –para quien ama a sus hermanos los hombres– ver esa notable
multitud que se precian de no tener religión y de
olvidarse de Dios. Se cae el alma a los pies cuando se comprueba y
piensa uno: “¡Parecía tan inteligente, tan fuera de serie…! e
ignoran al Creador. Así se entiende fácilmente la queja del Señor a Santa
Margarita cuando le muestra su tristeza por ver cómo “el Hombre le
corresponde con desprecio, indiferencia e ingratitud”.
El Corazón de Jesús resume su desilusión con
esas tres palabras que todo hombre inteligente entenderá a la primera. Por
eso mi escrito de hoy lo reduzco al simple consejo de
leer la vida de Santa Margarita María de Alacoque.
Y remato los propósitos de este artículo
pidiendo a quienes pueden hacer algo al respecto que desempolven todo
lo relacionado con la “Gran Promesa” y con “el P. Hoyos” y se
olviden de la globalización, de la agenda 2030 y del arco iris.
Po suerte, no todo el monte es orégano y aunque hay
muchos católicos que sin ruido siguen fieles al Magisterio perenne de
la Iglesia y a sus dos mil años anunciando el Evangelio. Gente enamorada de su
fe y del Reinado de Cristo en la sociedad. Apenas un mes nos separa de las
JORNADAS POR LA UNIDAD CATOLICA DE ESPAÑA que se repiten desde 1989 para
no olvidar el Concilio de Toledo y la conversión de Recaredo. Y así hay
movimientos que todos tenemos obligación de potenciar para que siga
siendo verdad la promesa del Corazón de Jesús al P. Hoyos y vuelva a Reinar en
España e Hispanoamérica y Filipinas.
https://ntvespana.com/08/06/2024/junio-y-el-sagrado-corazon-por-gil-de-la-pisa-antolin/