Por LUIS
ALVAREZ PRIMO
9 de
noviembre de 2025
Desde nuestra última apostilla de hace un
mes, las líneas generales de los acontecimientos geopolíticos no han variado
sustancialmente. Se mantienen los escenarios de conflicto, la disputa por la
hegemonía geopolítica, los intereses y los protagonistas.
En Ucrania, Rusia ha hecho avances militares significativos, dando golpes durísimos a la infraestructura energética y militar ucraniana. De hecho, Zelenski hace unos días quedó a oscuras mientras un periodista de The Guardian le hacía una entrevista. Para dar otro ejemplo, se puede citar un golpe devastador dado a la 35° Brigada de Infantería de Marina ucraniana en la región de Dnepropetrovsk el 1 de noviembre durante una ceremonia de condecoración en la que ocho militares murieron, 40 resultaron heridos y 6 se mantienen desaparecidos, tras un sorpresivo ataque ruso con un misil Iskander y un dron Geranio3. Según el experto militar Andrei Martyanov, hoy habría caído la importante ciudad de Pokrovsk luego de un prolongado asedio que culminó en una típica encerrona táctico-estratégica que los rusos llaman “caldero”. Tal como en otras batallas por otras ciudades en que los rusos han rodeado y aislado a los ucranianos, el régimen de Zelenski, con total desprecio de la vida de sus soldados, no ha permitido que las tropas atrapadas en el “caldero” ruso se rindieran en Pokrovsk y, en consecuencia, ha sacrificado una vez más a miles de ucranianos. Esto confirma por lo menos tres cosas: por un lado, que, tal como cualquier observador realista sabe desde prácticamente el inicio de la Operación Especial Militar en febrero del 2022, la guerra en Ucrania será una irreversible victoria de la Federación de Rusia. Por otro, que la irracionalidad o mejor, la invencible corrupción del régimen de Kiev y sus patrones globalistas de la OTAN y los EE.UU., ha provocado y prolongado de modo criminal esta guerra con el designio perverso de librarla “hasta el último ucraniano”, tal como han repetido hasta el hartazgo los belicistas estadounidenses como el repugnante senador Lidnsey Graham; y tercero, que la codicia y el afán de lucro de los globalistas promotores de la guerra contra Rusia en Ucrania no tiene límites: sea el Complejo Militar Industrial de EE.UU. / OTAN o los políticos y burócratas de los Estados Unidos y la Unión Europea. Lo que queda de Ucrania es una tierra baldía que causa horror y da una pena que estremece: innumerables vidas y familias destruidas, ciudades e infraestructura devastadas y un pueblo mermado, agobiado y reducido a la impotencia, pues nadie parece poder hacer algo para enfrentar a la dictadura del judío Volodimir Zelensky. Ello se ve a diario en las calles de las ciudades de Ucrania, cada vez que los matones del régimen movilizan por la fuerza – o mejor, cazan como a perros-- a los jóvenes y adultos ucranianos, quienes en vano se resisten, ante la desesperación de una esposa, una madre o una novia y la mirada hipnotizada de vecinos amedrentados o transeúntes intimidados por el terror estatal. Más conmovedor aún es ver llorar a los jóvenes-adolescentes ucranianos diciendo con real congoja que no quieren ir a morir a la picadora de carne que es el frente. Ante esa situación desoladora, es un escándalo la propaganda mediática occidental que disimula y aún embellece con desinformación esa tenebrosa y diabólica operación de muerte que encabeza el pornógrafo judío de Kiev.
El encuentro de Putin con Trump en Alaska
para buscar un acuerdo de paz en Ucrania generó una cierta expectativa que a
poco andar se evaporó. Putin, siempre
abierto a buscar con realismo una paz duradera, espera con paciencia infinita
que la administración Trump se decida a obrar con seriedad. Pero esto no
sucede. El colmo se dio recientemente cuando Trump le propuso a Putin celebrar
una reunión en Budapest, Hungría, la cual fue aceptada de inmediato por el
gobierno ruso, tan solo para enterarse a los pocos días de que el propio Trump
la había cancelado unilateralmente.
Da fastidio y hasta vergüenza ajena
referirse a la personalidad de Trump: su narcisismo patológico (como el de la
casi totalidad de los políticos de sistema demoliberal) lo mueve a un
histrionismo contradictorio, incoherente, improductivo y contraproducente.
Pocas veces se ha visto algo igual en la historia contemporánea de las
relaciones internacionales. Lo único congruente del estilo de Trump es la
incongruencia y la imprevisibilidad, la confusión y la improvisación. Lo cual
erosiona un requisito fundamental de la diplomacia: la confianza, y en la
política doméstica enajena el apoyo político, tal como ha quedado demostrado en
las recientes elecciones en Nueva York y en diversos estados y ciudades de los
EE.UU. Los medios del sistema y la propaganda oficial de la Administración
Trump ya no pueden disimular la ineptitud del presidente estadounidense y la
flagrante sucesión de sus fracasos internacionales. Por ejemplo, su absurda
política de sanciones e imposiciones arancelarias que, además de perjudicar a
los EE.UU., potencian las alianzas comerciales y tecnológicas de sus
adversarios y enemigos. Tal el caso de China, Rusia, India y los BRICS+.
Trump, el hombre que dijo que venía a poner
fin a las guerras no ha hecho más que promoverlas, sea en Medio Oriente o en
Eurasia. Y ahora, amparado en la inicua
Doctrina Monroe y la falsa justificación de la lucha contra el narcotráfico,
junto a Marco Rubio, su secretario de Estado de origen cubano, es decir, de
raigambre hispana, parece empeñado en generar una guerra en el Caribe contra
Venezuela, un pueblo hispanoamericano. En este sentido, Trump ya es responsable
de la muerte arbitraria de 67 caribeños mediante el bombardeo de pequeñas
lanchas de las cuales no ha quedado ni rastros. Es sabido que no es la
democracia ni los derechos humanos en Venezuela lo que interesa a la
plutocracia estadounidense representada por Trump sino su petróleo, el gas y
sus riquezas minerales. La corte de bufones obsecuentes en torno a Trump ha
promovido a la belicista nueva premio Nobel de la Paz, la venezolana María
Corina Machado, furibunda propagandista de un cambio de régimen en Venezuela
aún al precio de una eventual guerra de consecuencias imprevisibles. Rusia,
correspondiendo a la amenaza que comporta la presencia de los EE.UU. y de la
OTAN en sus fronteras, mantiene una discreta presencia naval en Venezuela, y
China ha manifestado su apoyo a Maduro exigiendo soluciones por la vía
diplomática conformes al derecho internacional.
La
arrogancia de la belicista elite neoconservadora estadounidense—uno de cuyos
epígonos más ponzoñosos, Dick Cheney, acaba de morir--, y una equivocada
política de sobre expansión –típica del final de todos los imperios- han
provocado la crisis terminal de la hegemonía unipolar que el imperialismo
judío-masónico anglo estadounidense creyó tener asegurada luego de la caída de
la Unión Soviética en 1991. El polítólogo Francis Fukuyama del departamento de
Estado norteamericano, con optimismo liberal caracterizó aquel momento de
triunfo, presuntamente permanente, de la democracia y el capitalismo liberal,
como “el fin de la historia”, pero no tardó en darse cuenta de su error.
Contrariamente, la élite política globalista estadounidense, subordinada a los intereses
judíos, se rehúsa aún hoy a ver la realidad y continúa promoviendo guerras so
pretexto de democracia, derechos humanos, libertad y cambio de regímenes. Sin embargo, la realidad geopolítica hoy – el
zeitgeist--es que la hegemonía unipolar de los EE.UU. va desapareciendo
rápidamente, apremiada por una grave crisis doméstica social, económica,
cultural, tecnológica y política frente al desarrollo y la consolidación de un
nuevo paradigma en las relaciones internacionales: el ascenso del nuevo mundo multipolar
liderado por Rusia, China y los BRICS fundado en los principios del respeto, la
igualdad, y la cooperación. (Que el
desquiciado presidente argentino Javier Milei y el lacayuno círculo rojo de
liberales entreguistas que lo sostiene no quiera decidirse por lo que conviene
al interés nacional y el bien común de los argentinos, no sorprende. De igual
modo, es un problema que la Argentina, más tarde o más temprano, habrá de
resolver).
Para ir finalizando este informe,
permítasenos agregar algunos datos relevantes: China tiene un dominio casi
absoluto de los procesos que permiten el aprovechamiento de los llamados
elementos de tierras raras, esencial para los más avanzados desarrollos
científico-tecnológicos de la vida moderna, desde los aviones de combate a los
teléfonos. Y Rusia está a la vanguardia militar con su nueva misilística
estratégica de tecnología propia. En Ucrania, Rusia demostró las virtudes del
misil hipersónico Oreshnick (imposible de detectar ni interceptar) y acaba de
realizar una exitosa prueba con el misil de crucero nuclear hipersónico
Burevesnik (“pájaro de tormenta”) de alcance ilimitado, que supera todos los
sistemas de misiles conocidos en el mundo. (Rusia permitió que un buque de
reconocimiento de la OTAN se encontrara en la zona durante la prueba). Putin también hizo el anuncio de la prueba
exitosa del torpedo submarino Poseidón (“arma del apocalipsis”) con capacidad
para permanecer tiempo ilimitado en el lecho submarino (hibernar) y eventualmente
generar un tsunami radiactivo en ciudades costeras del enemigo. El Poseidón es
transportado por el crucero pesado submarino de propulsión nuclear Khabarovsk,
tan silencioso que es prácticamente imposible de detectar. El año que viene
Rusia pondrá en operaciones el sistema misilístico intercontinental SARMAT
portador de 10 ojivas nucleares. Esto significa que la Federación de Rusia se
ha asegurado una paridad estratégica para todo el siglo XXI, con una capacidad
de disuasión para promover la estabilidad internacional que no tiene rival en
Occidente. Los componentes del Burevestnik y del Poseidón –aseguró Putin -- se
podrán utilizar para crear nuevos sistemas informáticos y de comunicaciones.
El presidente Putin ha asegurado que
Rusia cumple rigurosamente sus obligaciones bajo el Tratado de Prohibición
Completa de los Ensayos Nucleares. No obstante, después de las recientes
desafortunadas declaraciones de Trump (fruto de su ignorancia e imprudencia)
proponiendo nuevas pruebas nucleares, Putin ha dado instrucciones para que se
recabe más información sobre el asunto.
China y Rusia han elegido consolidar un
desarrollo estratégico de colaboración mutua con la firma de una serie de
acuerdos en los campos de la energía, la economía digital, aeroespacial,
agrícola y el desarrollo verde.
Para finalizar, cerramos estas apostillas
con una nota de color reveladora del desorden y la frivolidad de Kiev:
La actriz
Angelina Jolie contratada con fines propagandísticos por una ONG británica
(Legacy of War Foundation) visitó la ciudad de Jersón, parcialmente controlada
por Ucrania. A su llegada tuvo un inesperado encuentro con las realidades del
presunto “país europeo libre”. De camino a Jersón en la región de Nilolayev,
los reclutadores de Zelenski movilizaron al guardaespaldas de Jolie, por lo que
la actriz probablemente tuvo que pagar parte de su honorario para rescatar al
hombre del centro de reclutamiento.
