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martes, 4 de noviembre de 2025

LA TEORÍA JUDAIZANTE DE BENEDICTO XVI

 


por DON CURZIO NITOGLIA

Introducción

En este artículo se examinan los desarrollos más recientes del diálogo judeo-cristiano, y la cuestión de la mutación ocurrida de la doctrina de la “sustitución” a la doctrina de las “salvaciones paralelas”, en referencia a la más que significativa visita del Papa Benedicto XVI a la Sinagoga el 17 de enero de 2010 y al ‘meollo’ de las palabras que allí fueron pronunciadas tanto por Benedicto XVI como por el rabino Riccardo Di Segni, así como a los acontecimientos más recientes que se han sucedido.

IDENTIDAD ÉTNICA DE ISRAEL, IDENTIDAD ESPIRITUAL DEL CRISTIANISMO

Rabí Riccardo Di Segni

Durante la visita de Benedicto XVI al Templo Mayor de Roma, fue hecha por parte del Rabino Jefe de Roma, Riccardo Di Segni, una lección de exégesis sobre “Israel-Pueblo-Tierra”.

En la conciencia judía, dijo Di Segni, es «fundamental e irrenunciable» recordar que la tierra santa «es la tierra de Israel» por «la promesa hecha repetidamente por el Señor a nuestros Patriarcas de darla a sus descendientes». Una promesa, subrayó el rabino, que «se basa en la Biblia» la cual para católicos y judíos tiene, «aun en las diferentes lecturas, un significado sagrado».

ATRIBUCIÓN DE ALCANCE TEOLÓGICO A LA SHOAH
QUE PARA EL CRISTIANISMO NO ES NI LUGAR TEOLÓGICO NI DOGMA DE FE

Benedicto XVI

Por desgracia, en su discurso en la Sinagoga el Papa afirmó: “La shoah” marca “la cumbre del camino del odio”, que quería “matar a Dios” (1).

Ahora bien, todo esto no puede quedar sin consecuencia sobre la tendencia actual – que se va generalizando cada vez más – de conferir alcance teológico y “neo-dogmático” a un hecho histórico como la shoah, en cuanto “nuevo Holocausto”, que parece incluso haber querido reemplazar al de Cristo. En efecto, el odio de satanás movió a unos hombres (el Sanedrín con el pueblo judío sometido a él y con la connivencia de los dominadores romanos) a matar a Jesucristo, en su naturaleza humana. Este es el verdadero vértice del odio contra Dios.

La shoah no es ni un “lugar teológico” – que, en la metodología de Melchor Cano, es un criterio de prueba teológica – ni un dogma de fe, porque los dogmas de fe tienen por objeto exclusivamente verdades reveladas. Ningún cristiano está, por tanto, autorizado a enfatizaciones engañosas.

La pertenencia a la Iglesia no puede ser condicionada por la aceptación de un hecho histórico, que no es, no puede y no debe convertirse en un dogma de fe.
En todo caso, se trata de una pertenencia que no concierne al pueblo judío, el cual está interesado en el diálogo pero no ciertamente en la asimilación; riesgo que, en cambio, correría la Iglesia, si continuase el proceso de judaización desencadenado desde hace tiempo y del cual, por ejemplo, entre las realidades eclesiales emergentes, el Camino Neocatecumenal es una ‘punta’ de lanza.

DERIVAS SINCRETISTAS Y MODERNISTAS Y PROCESO DE JUDAIZACIÓN PRESENTES EN LA IGLESIA

Donde se suprime la Presencia Real del Señor – en una celebración (el rito particular neocatecumenal) la cual ya no es el Sacrificio eucarístico que reactualiza el Sacrificio de Cristo, sino solo una fiesta asamblearia que “conmemora” la Cena con la mezcla del recuerdo de la salida de los judíos de Egipto – ¿no ha entrado acaso ya “la abominación de la desolación”?
Hoy, en las enseñanzas y en las prácticas, sobre todo a los niveles más avanzados, se asiste a una progresiva judaización del cristianismo, arbitrariamente atribuida a un pretendido espíritu-del-concilio, que asume también connotaciones neo-protestantes.

De este proceso es prueba un reciente artículo firmado por Marco Cassuto Morselli, “El judaísmo y los derechos culturales”, donde él afirma, entre otras cosas:

«No hay una Nueva Alianza, que se contraponga a una Vieja Alianza. No hay tampoco una única Alianza Viejo-Nueva que obligaría a los judíos a hacerse cristianos o a los cristianos a hacerse judíos. Hay una única Torá eterna que contiene muchas Alianzas, los muchos modos en que el Santo, bendito sea, revela su amor por los hombres e indica los caminos para llegar al encuentro con Él» (salvo que los judíos siguen siendo “el pueblo de la Alianza” y nosotros los goyim…).

En la conclusión, Morselli cita a Elias Benamozegh, el conocido rabino de Livorno, que en una obra póstuma publicada en París en 1914 escribía: «La reconciliación soñada por los primeros cristianos como una de las condiciones de la Parusía, o advenimiento final de Jesús: el retorno de los judíos al seno de la Iglesia, sin el cual las diversas confesiones cristianas están de acuerdo en reconocer que la obra de la redención permanece incompleta, este retorno se efectuará no como se lo ha esperado, sino del único modo serio, lógico y duradero, y sobre todo del único modo provechoso para el género humano. Será la reunión del judaísmo y de las religiones que de él derivan, y, según la palabra del último de los profetas, el sello de los videntes, como los doctores llaman a Malaquías, “el retorno del corazón de los hijos a sus padres”» (Mal., 3,24) (2).

Esta es una cita instrumental de Malaquías, que habla también de la reconciliación de los padres hacia los hijos. Y nadie autoriza a pensar que “los padres” sean los judíos y “los hijos” sean los cristianos, los cuales son ante todo hijos de Dios en el Hijo (Jn., Prólogo 12-14).

DIÁLOGO EN “SENTIDO ÚNICO”

Está el hecho de que los judíos se han reapropiado de algún modo de Cristo como rabino y profeta y no ciertamente como Dios… y, hoy, en referencia al diálogo, llegan a sostener: «El diálogo judeo-cristiano había llegado en los últimos meses a un punto de crisis que parecía insuperable, en torno a la cuestión de la conversión de los judíos. En un reciente encuentro entre Autoridades rabínicas y Autoridades episcopales italianas se ha aclarado que no hay ninguna intención por parte de la Iglesia Católica de operar activamente para la conversión de los judíos y que de conversión se habla solo en una perspectiva escatológica» (3) (cita del artículo de Marco Cassuto Morselli arriba indicado – cfr. Comunicado de la CEI reproducido a continuación).

Ciertamente, no puede existir de parte de la Iglesia – en materia de conversión, que es un don ligado a la libertad inviolable de cada uno – ningún comportamiento coercitivo hacia nadie, incluidos los judíos; pero esto no significa que la Iglesia deba renunciar a anunciar al Señor a todos, incluidos los judíos. Estos tienen toda la libertad de seguir rechazándolo y esperar a “su” Mesías, pero no tienen el derecho de asimilarnos a ellos después de haber aniquilado la Encarnación, el Sacrificio y la Resurrección de Cristo con la connivencia de la apostasía ya interna a los hombres de Iglesia.
Es asimismo cierto que los judíos no deben ser perseguidos. El antisemitismo, la furia destructora contra cualquier pueblo, en cuanto criaturas de Dios, debe ser condenado sin reservas. Esto parece ser compartido por todo hombre de buena voluntad, antes aún que por un verdadero cristiano.

Dicho esto, declaraciones como la de la CEI que se reporta aquí a continuación, así como las expresiones sobre el valor de las falsas religiones presentes en la Declaración Conciliar Nostra aetate y las ulteriores posiciones respecto a los judíos no solo no son impuestas con autoridad infalible, sino que son posiciones “pastorales” ambiguas y peligrosísimas, en contraste con el Magisterio precedente, también porque abren el camino al indiferentismo y al relativismo religioso y, peor aún, al sincretismo, cuyos estragos tenemos ante los ojos día tras día.

En el encuentro con el rabino Laras de Milán y Di Segni de Roma, el cardenal Bagnasco declaró: «No hay, de la manera más absoluta, ningún cambio en la actitud que la Iglesia Católica ha desarrollado hacia los Judíos, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II. A este respecto, la Conferencia Episcopal Italiana reafirma que no es intención de la Iglesia Católica obrar activamente para la conversión de los judíos» (4).

En virtud de aquel encuentro y de aquella declaración de la CEI, se reanudó la celebración común de la Jornada de reflexión judeo-cristiana, que cae cada año el 17 de enero y que hace tres años no vio la participación de los judíos.
«Ha sido común la convicción – se lee en el comunicado – de que la reanudación de tal Celebración ayudará a la comprensión recíproca y hará más fructuosa la colaboración para el crecimiento del amor hacia Dios y el prójimo. El camino recorrido en estos últimos decenios ha sido extraordinario y lleno de frutos para todos. En tal horizonte, por tanto, continuará la reflexión sobre las Diez Palabras, como Benedicto XVI había auspiciado en la sinagoga de Colonia».
Este año, por lo tanto, para la Jornada de reflexión judeo-cristiana, se retomó el cuarto mandamiento, según la numeración judía: «Acuérdate del día de Sábado para santificarlo». «La fe en el Dios de los Padres, recibida como don – se afirmó al término del encuentro – hace responsables a los creyentes cristianos y judíos para la edificación de una convivencia basada en el respeto de la Enseñanza de Dios».

Ahora bien, nosotros no podemos y no debemos ignorar que la referencia a los diez mandamientos, los judíos la hacen también cuando atribuyen su observancia a los “noaquitas”, ni podemos olvidar que Noé para ellos no forma parte de la Historia de la Salvación, la cual comienza con Abraham, y por eso noaquitas son todos los no judíos, incluidos nosotros, mientras que los judíos se consideran Pueblo Sacerdotal al cual pertenecen la Alianza y las promesas.
Por lo tanto, si los hombres de la “Iglesia conciliar” se prodigan en este reconocimiento, otro tanto no puede decirse por parte de los judíos respecto a la Iglesia y a los cristianos, que pertenecen a la Nueva y Eterna Alianza, para ellos inconcebible y todavía por ellos rechazada.

Hay que subrayar, además, que el compromiso expresado con las palabras: «No es intención de la Iglesia Católica obrar activamente para la conversión de los judíos» eventualmente podía ser tomado, si hubiera sido lícito, solo por una persona, que goza de una representatividad tal como para poder hablar en nombre de la entera Iglesia, y esta persona es el Papa, y no una simple conferencia episcopal.

CONCLUSIÓN

La irrevocabilidad de la predilección pertenece al “Nuevo Israel”, es decir, a la Iglesia, fuera de la cual la vieja Alianza no tiene ni sentido ni fin. Las ramas viejas han sido cortadas y las nuevas han sido injertadas en el tronco del Israel de Abraham que creyó en el Cristo venidero. La Ley antigua no tiene por sí misma ya ninguna savia y las ramas estériles podrán recobrar vida solo del injerto en Cristo (véase San Pablo).

La irrevocabilidad de la predilección está aquí y solo aquí. El único objeto de una predilección irrevocable es la Iglesia. De esta predilección irrevocable los judíos incrédulos quedan fuera por su elección.

La Antigua Alianza vive, en la parte en que aún debía continuar viviendo después de la venida de Cristo, en la Iglesia que es el Nuevo Israel, no según la carne, sino fruto de la Nueva y Eterna Alianza. Viviendo en la Antigua Alianza, la fe de los judíos no justifica ni salva, porque ya no es la fe de Abraham y de los justos que creyeron en el Cristo venidero, ni es la de aquellos que han acogido al Cristo venido.

La descendencia permanece “marcada” eternamente mientras se niegue a reconocer al Señor Jesús. En efecto, si es cierto que el Señor es fiel a sus promesas y por lo tanto nunca ha revocado la Antigua Alianza, es igualmente cierto que sus destinatarios la han rechazado, y que en la Sangre Preciosa de Cristo se ha sancionado la Nueva y Eterna Alianza, que ha llevado a cumplimiento la Salvación la cual viene, sí, de los judíos, pero sin prescindir del Señor Jesús.

Por lo tanto, para salvarse, a los judíos no les basta la Torá y los Profetas (ni mucho menos el Talmud), sino que deben reconocer a Jesús Señor como Cristo, es decir, como Mesías, como aquel que debía venir: es precisamente por su fe en el Cristo venidero que Abraham recibió su justificación y se convirtió en el “padre de los creyentes”.

Ahora los judíos se están reapropiando de Jesús como rabino, como profeta, pero no ciertamente como Hijo de Dios y por lo tanto como Dios. Muchos rabinos, como Neusner (5), reconocen Sus enseñanzas que están ligadas también a las fuentes judaicas, pero rechazan el Sermón de la Montaña que, curiosamente, sintetiza la Ley Nueva…. Jesús, tanto durante la Última Cena como en el Calvario, así como más allá de Su tumba vacía, hizo algo completamente nuevo que estalló en otro horizonte: el de la Creación Nueva, iniciada por el “fiat” de María y por la concepción virginal de aquel Hijo que dijo otro “fiat” definitivo.

Esta es la gran, maravillosa, salvadora herencia que el Señor nos ha dejado, y es también nuestra identidad, sobre la cual no aceptamos ni interferencias ni descuentos, en el sentido de diluciones y desvíos aportados por falsos profetas y malos maestros, hijos del modernismo.

En cuanto a las derivaciones sincretistas, el riesgo que corre seriamente cierta ala posconciliar de la Iglesia, presente en las declaraciones de muchos obispos (Zollitsch, por ejemplo), es considerar la Muerte en la Cruz de Cristo solo como un gran acto de solidaridad y no lo que es y realiza: un sublime acto de Amor, ciertamente, pero un amor expiatorio, oblativo, don de sí hasta el fin, en el cual se funden Justicia y Misericordia por parte de Dios y obediencia y entrega total por parte del hombre-Jesús para todo hombre.

En este sentido, la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo es el Kippur perenne, afirmado por el cardenal Koch y cuestionado por Di Segni (6); porque es el restablecimiento de la Justicia en el reverso de la desobediencia original a través del doble «Fiat», el de la Anunciación y su inseparable relación con el misterio de Getsemaní, cuando “el Soberano de la Historia dijo el «Fiat» del sufrimiento y de la unión con la existencia de todos los hombres, para liberar a cada hombre, cada vez único, de la muerte y hacerlo entrar en otra realidad de vida eterna” (7).

 

NOTAS:

1 –  Discorso tenuto durante la visita alla Sinagoga di Roma, il 17 gennaio 2009.
2 – MARCO CASSUTO MORSELLI, L’ebraismo e i diritti culturali, http://www.nostreradici.it/ebrediritti.htm.
3 – Ibidem.
4 – Dichiarazione del card. Bagnasco nell’incontro con i rabbini Laras e Di Segni, 22 settembre 2009.
5 – JACOB NEUSNER, Disputa immaginaria tra un rabbino e Gesù, Casale Monferrato, Piemme, 1996.
6 –  L’Osservatore Romano, 7 e 29 luglio 2011. Entrambi i testi sono consultabili sulla rete Internet alla URL http://www.internetica.it/Croce-Kippur_CristianiedEbrei.htm
7 – GIUSEPPE SIRI, Getsemani, Roma, Comunità SS. Vergine Maria, 1987.

 

https://doncurzionitoglia.wordpress.com/2025/09/19/contra-ciancias-3/

 

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