Por MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE
Conferencia
pronunciada por Mons. Marcel Lefebvre el 21 de noviembre de 1986 en Buenos
Aires, sobre la situación de la Iglesia tras la reunión ecuménica de Asís, el
27 de octubre de aquel año.
Estoy
contento de tener esta oportunidad de hablarles nuevamente, desgraciadamente,
en este tiempo, muchas cosas han sucedido y nada ha mejorado.
Trataré
de explicar la situación actual para saber qué hacer como verdaderos hijos de
la Iglesia Católica.
Les
hablaré, rápidamente, de lo que parece ser el
complot urdido contra la Iglesia, en contra de Nuestro Señor Jesucristo, de
Dios Padre y, luego, cómo fue posible que esos autores -de los cuales el
principal es el mismo Satanás- hayan logrado introducirse en la Iglesia y
servirse de sus hombres para concretar sus planes.
Nos encontramos, sin duda, en una situación
trágica, por lo tanto, debemos tomar resoluciones firmes; somos los herederos
de Dios que vivimos en esta época, en esta situación de la Iglesia en la que el
mismo Papa está comprometido en el camino de la Revolución, por eso hemos de
obrar en consecuencia, para defender a todo precio la Fe católica y la Santa
Iglesia.
Ustedes conocen el libro de Sardá y Salvany: “El liberalismo es pecado”, este libro fue escrito ya hace casi un siglo y aprobado por San Pío X, aprobado por la Santa Sede. EL LIBERALISMO ES PECADO. ¿Y qué es ese pecado de liberalismo? Es la Revolución del hombre en contra de Dios; el deseo de independencia: el hombre quiso liberarse de Dios, o la libertad del hombre que quiso alejarse de Dios.
¿De qué
hizo la libertad el hombre? ¿Para qué la hizo? Hizo la libertad de pecar, de
ser libre para poder pecar, para obrar según su conciencia: libertad de
conciencia, libertad de prensa, libertad de pensamiento...
Antes de
producirse esto el hombre dependía de Dios y sentía esa dependencia de la
Autoridad Suprema, la Verdad perfecta, la Ley misma [...] ahora festejan la
independencia, los países festejan su independencia, no sería nada si se
tratara de una independencia de orden político o de un hecho simplemente
histórico, lo hacen festejando la de Dios.
Podríamos
preguntarnos ¿qué es ese liberalismo, cuál es su definición? Y diremos que el LIBERALISMO es una religión; una que
quiere reemplazar a la Católica; que tiene sus propios sacerdotes: los
dirigentes de la Masonería. Ellos son sus sagrados pontífices, ellos
enseñaron esta religión en sus logias y desde allí dirigen la operación de
destrucción de la Iglesia y de la Cristiandad.
Esa
religión-liberal tiene su culto laico, el de la Diosa Razón, que fuera adorada
en la Catedral de París en la Revolución Francesa. El culto a la libertad; ese
culto que hace estatuas que reemplazan a las de la Santísima Virgen María y a
la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
Esta nueva religión tiene su calendario, sus gestas laicas reemplazando a las de Dios con sus mitos: el hombre, la razón, la libertad. El hombre es tratado como todopoderoso, como centro de la Creación, sin deberle nada a Dios.
Y tiene
también su decálogo reemplazando al de Nuestro Señor, este es el de los
derechos del hombre. No más derechos para Dios. No más obligaciones para el
hombre, sino los derechos para poder pecar, para elegir lo que quiera, para que
todos respeten su conciencia. Jesús en cambio, no dijo eso a sus apóstoles
cuando les enseñó a predicar: “quien
crea, y se convierta, se salvará, quien no crea se condenará”. No les dijo
que cada uno siguiera su conciencia, les dijo que enseñaran la Verdad y por
esto ellos murieron mártires de la Verdad. No para que cada uno obrara según su
conciencia, no para que les dijeran “hagan lo que quieran”, y sin embargo, por
desgracia… ese es el espíritu que domina hoy aún en el interior de la Iglesia
católica.
Esta religión de liberalismo tiene también su
política, su organización: LA DEMOCRACIA; el poder ya no procede de Dios
sino del hombre, es él quien hace la ley. La democracia se transforma
rápidamente en socialismo y en comunismo; la mayor parte de las naciones que
son democráticas se encuentran en esta situación, dirigidas por un poder
socialista.
Más aún,
se llega a la supresión de la propiedad privada, de la iniciativa privada [...]
de ahora en más todo está en función del Estado, todo queda esclavizado: peor
en los países comunistas donde esto se realiza por el imperio de la fuerza
[...].
Todo esto
procede de esta religión liberal; ella tiene, además, sus fuerzas, sin duda
ustedes lo saben mejor que yo, ya que no estoy enterado de los asuntos secretos
de las bandas, pero es un hecho que tienen poder más o menos oculto, en las
finanzas. Qué o quién, no se sabe, pero
tienen todo el dinero del mundo y dominan las finanzas en todos los sectores de
las ciudades; ese poder enorme que puede tranquilamente aniquilar una nación
suprimiéndole los créditos -tienen el ejemplo aquí en los países de América- y
a cambio de esos créditos exigen que, en estos países, se aplique la religión
liberal.
Tienen
así una fuerza asombrosa y un poder indudablemente diabólico.
Tienen también sus medios de comunicación que
están todos en manos de la masonería. En Europa ya no existen
periódicos católicos (a excepción de “Present”
de Jean Madiran), no los hay ni en Italia ni en Francia ni en Suiza, todos
están en manos de los poderes internacionales [...]
Ahora, finalmente, están en camino de
instalar una Superreligión; tienen ustedes conocimiento de la reunión
realizada en Asís el 27 de octubre pasado, pues bien, no se trata de ésta como
punto de partida de tal instalación sino de una que la precediera realizada el
29 de septiembre. Yo mismo no lo sabía, para enterarme tuve que viajar a Roma
en octubre pasado. Es decir, un mes antes de la reunión de Asís que presidiera
Juan Pablo II, se realizó otra reunión, también allí, presidida por el príncipe
Felipe de Edimburgo, esposo de la reina de Inglaterra, en la cual se hallaban
las cinco grandes religiones de la tierra, dentro de la misma Basílica. [NOTA
DEL BLOG: Coincidentemente, poco antes de
la última reunión interreligiosa del papa León XIV en el Coliseo de Roma, en
octubre de este año 2025, el papa se reunió con el rey Carlos III de Inglaterra
en el Vaticano]. Salió esto en varios diarios italianos; allí figura el
discurso pronunciado por el citado príncipe en aquella ocasión, dijo él: “Así
se obtiene la gracia de tener unidas aquí las cinco grandes religiones de la
tierra, al fin ya no hay tapujos, al fin se acaba una sola y única verdad
religiosa y al fin se suprime el escándalo cristiano de aquel hombre que vivió
hace 20 siglos y pretendió decir de sí mismo: soy el camino, la verdad y la
vida”. Y bien, ¿es o no una declaración contra Nuestro Señor Jesucristo?
Esto
sucedió un mes antes en el mismo lugar en el que se realizaría el encuentro del
Papa.
Podríamos
decir que Roma no sabía de aquel encuentro, sin embargo bien que lo sabía. Así,
ante el príncipe de Edimburgo, los jefes de las religiones y el Superior
General de los Franciscanos, una bailarina hindú danzó a favor de la
naturaleza, puesto que el encuentro era -justamente- en defensa de la
naturaleza. El padre Superior dudó un momento ante esta realización de la danza
pagana dentro de la Basílica y ante el altar de San Francisco y se remitió a
Roma; y dicen los diarios que Roma un poco después respondió que “no tiene
importancia”, “que se haga”.
Esto no es más que una etapa para llegar a la
formación de esa SUPER RELIGIÓN; ya saben que el Papa fue
invitado para el año próximo a Japón para la realización de lo que se llamará
el parlamento de las religiones. Esto no es más que la religión del
liberalismo, esa religión que instala su voluntad, que instala su programa para
reemplazar el de la verdadera religión católica, eso es algo abominable.
Tiene
también, esta religión del liberalismo, sus condecoraciones. El mismo
presidente Alfonsín [NOTA DEL BLOG: Presidente
democrático de Argentina entre 1983 y 1989, perteneció a la masonería] salió
en los diarios de Europa recibiendo de un grupo de judíos una condecoración de
la libertad religiosa, por propender a la realización de las ideas liberales.
Esa misma condecoración la recibió el cardenal Bea, aquel que insistió durante
el Concilio para introducir la “libertad religiosa”, la libertad no de Dios
sino de los derechos del hombre, de manos de la misma secta.
Es toda una organización, un verdadero
complot, meditado, pensado punto por punto para destruir toda la cristiandad. Lo dijo
bien S.S. León XIII, que el fin que interesaba a estas asociaciones era
destruir las instituciones cristianas y particularmente, una contra la cual se
encaminan: la familia. Cada vez hay menos matrimonios en todo el mundo, inclusive
en las mismas legislaciones se sostiene la unión libre; en muchos países son
menores los impuestos a los concubinos que para quienes sostienen y tienen un
verdadero matrimonio. Es el desorden completo.
Y ahora llegamos al momento principal, es el
golpe maestro pensado por Satanás; introducir en la Iglesia esta falsa
religión, sirviéndose de sus hombres -sobre todo los episcopados- para
establecer la revolución liberal. Aquí mismo en Argentina, tienen
un ejemplo: lo supe al llegar, algunos obispos hicieron un esfuerzo en contra
del divorcio declarando, acerca de los diputados que habían votado la ley
favorablemente, que no podrían recibir la Comunión, pues bien, se los ha
obligado a retractarse. ¿Qué hacían esos obispos? No hacían más que aplicar lo
que está indicado en el Derecho Canónico.
Podrían
preguntarse cuál es el espíritu que domina en Roma para que sea Roma quien
obligue a los obispos a desdecirse. Es una situación verdaderamente asombrosa.,
inverosímil. Esa infiltración en el seno
de la Iglesia se realizó sobre todo después del Concilio Vaticano II; el
mismo Cardenal Ratzinger en su libro “Teoría del principio teológico”, dice
claramente que luego de los años sesenta hubo algo que cambió en el seno de la
Iglesia católica, reconociendo ahora, principios que le son ajenos, que vienen
de 1789, de la Revolución Francesa. Esto dice abiertamente; inclusive, que el
Vaticano II fue el golpe final, que a partir de él no se nombran más que
obispos favorables a la revolución liberal. Vean por ejemplo en Chile, Brasil,
Alemania, Suiza, Francia, Italia, todos esos obispos son liberales,
pro-socialistas y hasta marxistas.
La revolución estaba instalada fuera y en
contra de la Iglesia; ahora, por medio de sus hombres, se halla adentro y
asistimos a su crucifixión. Ella sufre una verdadera pasión. Lo dijo
el mismo Paulo VI, que asistimos a la autodemolición de la Iglesia. ¿Qué quería
decir? La destrucción por los mismos hombres de la Iglesia [ ...].
Es
clarísimo como en Francia, Mitterrand [NOTA DEL BLOG: Presidente democrático de Francia desde 1981 hasta 1995, perteneció a la
masonería] pudo llegar al gobierno gracias a los obispos que entusiasmaron
a los fieles para votarlo, para votar al socialismo. En cuanto fue nombrado
presidente atacó con todas sus fuerzas las escuelas católicas, para
estatizarlas, y no fueron los obispos quienes presentaron oposición, sino los
fieles, que en número de dos millones llegaron a París para protestar contra la
enseñanza libre. Los obispos no hicieron nada.
Podríamos
citar cantidad de ejemplos, libros inclusive, aquí mismo ustedes conocen los
editados por el Sr. Gorostiaga, libros que han denunciado esa revolución
estatal de la Iglesia [...]. Pero todas estas denuncias, todas esas protestas
no han cambiado en nada la situación.
Ustedes
deben tener en cuenta el encuentro de Asís del Papa, para nosotros, que
tratamos de permanecer unidos a la Iglesia y a la Tradición, es indignante. Yo
mismo le escribí a ocho cardenales para que por el amor de Dios, trataran de
impedir que el Papa realizara el escándalo de Asís, ubicándose a un mismo nivel
con las falsas religiones inventadas por el diablo, eso no es más que un horror
y una abominación, y nosotros renegaríamos de nuestra fe católica si no nos
indignáramos ante este nuevo escándalo. Ni siquiera un cardenal levantó la voz
en contra; sólo uno me respondió: “Yo no puedo hacer nada ya no me queda nada
que hacer, que el Papa haga lo que quiera”.
El
Cardenal Arzobispo de Burdeos, Monseñor González, cuando yo estaba en España a
comienzos de este mes, publicó un artículo en que sostenía que el “encuentro”
era una cosa muy buena. Esto es enceguecimiento, como dice la Escritura:
“Tienen ojos y no ven”.
Ante esto nos encontramos. Debemos, entonces,
reagruparnos, como verdaderos católicos, en torno a los altares. Altares
católicos y no esas mesas de comunión. Altares del verdadero Sacrificio, junto
a los verdaderos sacerdotes, verdaderos obispos, verdadera doctrina, verdadera
Religión, para asistir a la verdadera Misa católica.
Es el altar el tesoro de la Iglesia. El
sacrificio de Nuestro Señor es lo más hermoso, lo más grande, lo más sublime que
Él nos dejara. Debemos reencontrarnos ahí, en esos altares, para reconstruir la
Cristiandad.
Todas las gracias proceden de la Cruz de
Nuestro Señor Jesucristo. Gracias que han hecho muchos mártires por Dios, que
le han dado a la Cristiandad el espíritu misionero. Si queremos entonces,
decía, reconstruir la Cristiandad, debemos Adorarle en esos altares y para
tenerlos, necesitamos sacerdotes [...].
Debemos hacer familias cristianas, es a
través de ellas de donde proceden las vocaciones. Familias numerosas, unidas,
donde se reza en común, donde se dan ejemplos, donde reina la modestia y las
virtudes cristianas [...].
Nosotros queremos volver a proclamar a
Nuestro Señor como Rey; no queremos otro Rey más que Él. El Reino Universal, no
solamente en nuestras familias sino también en nuestras ciudades; el Reino de
Nuestro Señor como fue predicado durante siglos. Que podamos decir: “Más vale
morir que traicionarlo”.
Gracias por vuestra atención ¡Viva Cristo
Rey!

