Yo sembraré discordias entre Ti y la serpiente,
entre Tu Hijo y el suyo, hoy, y mañana, y siempre
-dijo la Voz del Padre, como abismo a otro abismo.
Y desde entonces, Madre, desde el primer principio,
Tú fuiste la estratega de todos Sus ejércitos.
Cual se funde la brisa con la rosa en el viento,
Tu hueste fue la hueste de la sola justicia
contra el solo pecado sin justicia, oh María.
De un lado el mal sin Bien. Del otro, El Bien sin mal.
¿Qué vínculo, Señora, entre Cristo v Satán?
Y Tú militas siempre con El Único Bien.
¿Qué vínculo, María, entre el aroma y la hez?
Por Amor consagrada, como Madre de Dios,
Te ha preservado inmune: ¡Tú, paraíso y flor!
¡Tú, en La Pasión del Hijo, La Compasión del Gólgota!
¡Y con siete puñales, Tú, La Corredentora!
Por El, con El y en El, eres, Madre, lo que eres.
¿Por Quién claman los labios cuando claman con fiebre?
Después del Inefable, del Verbo de la Vida,
corona, cetro y cúspide que la creación sublima,
nunca a tal alta cumbre subió a Dios nuestra carne,
cual Tú, Esclava y Princesa, excelsa como nadie.
¡Inmaculada y Pura, Prodigio
entre prodigios!
¡Oh Tú, Corredentora redimida por
Cristo! Amén.
FRAY JERONIMO VERDUZCO, O.F.M.
NOTA:
Acerca de
la "Corredentora redimida”:
“Mientras
los demás mortales son liberados por los méritos de Cristo Redentor (mediante
el santo bautismo) de la culpa heredada, María, y sólo María entre todos, es preservada de la culpa y, por
consiguiente, es redimida por Cristo
de un modo más sublime que aquel con el que fueron redimidos todos los demás, o
sea, con una redención preservativa.
Es decir, que si todos los demás fueron levantados por Cristo después de la
caída, Ella, y sólo Ella, fue preservada de caer. […] a)La redención preservativa
de María es abiertamente, y hasta específicamente, distinta de la redención
liberativa de todos los demás hombres; la preservación de la contaminación de
la culpa es, en efecto, específicamente diversa de la liberación de la misma ya
contraída; b) la redención preservativa de María precede (en el orden de
intención) a la redención liberativa de todos los demás hombres; en primer
lugar Cristo redimió a la Virgen y luego, junto con la Virgen, a todos los
demás; c) la redención preservativa de la Virgen (distinta de la de todos los
otros, y anterior a la de todos ellos), fue ordenada a la redención liberativa
de todos los otros: sólo el que está inmune de culpa —como ya hemos dicho—
puede cooperar a librar a los demás de la culpa. La redención pasiva de la
Virgen estaba, por consiguiente, ordenada a la redención activa de todos los
demás hombres y encontraba en ésta su razón fundamental de existir”.
(Diccionario
Mariano, P. Gabrielle M. Roschini, O.S.M., Presidente de la Facultad Teológica
«Marianum, 1961).
