No
es, por tanto, solo a Tucho Fernández a quien debe reprocharse esta abominable
Nota, sino a todo el establishment
vaticano y a sus vértices. Un establishment
que, mientras exalta “la infinita dignidad del hombre” rebelde a Dios, no duda
en humillar la dignidad de la Mujer envuelta en Luz. Y esto no desde hoy ni
desde ayer, sino desde hace sesenta años, es decir, desde cuando la camarilla
que acababa de lograr rechazar los esquemas preparatorios del Concilio logró
también que fuese suprimida la proclamación del dogma de la Corredención de
María Santísima, auspiciada por gran parte del Episcopado mundial y juzgada
“poco ecuménica” hacia los disidentes protestantes.
A
propósito de la escandalosa Nota doctrinal
“Mater populi fidelis”
La Nota
Doctrinal presentada en los días pasados en el Vaticano con el único incipit en
latín, Mater populi fidelis, constituye el enésimo y escandaloso ultraje
de una Jerarquía traidora y desviada, que desde hace más de sesenta años, en un
crescendo imparable, usa su propia autoridad para imponer artificiosamente a
los Católicos sus propias desviaciones doctrinales y morales, con el fin de
desmantelar la Iglesia Católica y perder las almas. La prisa —se diría casi la
furia— por destruir es tal, que hace evidentes incluso las contradicciones
existentes dentro de la misma estructura sinodal, afectada por un significativo
bipolarismo patológico: por una parte, declara impropio el título mariano de
Corredentora atribuido a la Virgen María, y por otra promueve doctor
Ecclesiae a John Henry Newman, quien había defendido ese título contra los
Anglicanos después de su ataque al dogma de la Inmaculada Concepción.
La
indignación y el sentimiento de ultraje que invade a todo Católico ante la
denigración de la Santísima Virgen hace arduo dominar la santa ira que toma al
fiel cuando escucha vilipendiada a la Madre de Dios. Pero es precisamente en
los momentos en los que el enemigo nos provoca para obtener de nosotros una
reacción “exagerada” cuando es necesario mantener la máxima lucidez de juicio.
Al
analizar y sopesar el alcance de ciertas afirmaciones, es indispensable recordar
que todas las declaraciones y acciones de los funcionarios de la iglesia
sinodal son artificiosas y engañosas. Ellas nos llevan a seguir al adversario
en el terreno al que él quiere conducir el enfrentamiento, mientras que es
precisamente allí donde no debemos dejarnos atraer en absoluto, si no queremos
caer en la trampa que estos herejes nos han tendido astutamente.
Digámoslo
sin rodeos: a Tucho Fernández no le importa nada la Corredención, ni mucho
menos los posibles malentendidos de los fieles. Y sería patético pensar que
quiere reafirmar la única mediación de Nuestro Señor, cuando ambos sus
empleadores —Bergoglio y Prevost— sostienen que todas las religiones llevan
igualmente a Dios. A Tucho Fernández tampoco le interesa la difusión de errores
doctrinales que el Dicasterio por él indignamente presidido debería condenar
prontamente, y que, por el contrario, alimenta deliberadamente. Nadie se
preocupó por posibles “malentendidos doctrinales” cuando se intentó hacer pasar
el inmundo ídolo de la Pachamama como imagen de la Virgen que lleva en su seno
al Señor, después de que los fieles se levantaran escandalizados por el culto
rendido por Bergoglio y sus cómplices a un horrendo simulacro pagano.
La
confusión y la contradicción son la nota distintiva de la iglesia sinodal, su
“marca de fábrica”, por así decirlo. Es, en efecto, en la aceptación de la
contradicción donde el fiel debe abdicar de su propia razón y del Sensus
Fidei, como una professio apostasiae exigida al seguidor.
Tucho
Fernández tiene la sensibilidad espiritual de una azada y la erudición de un
manual de montaje de IKEA, y está demasiado ocupado en hacer olvidar sus
obscenos libelos, después de haber montado ese vergonzoso proceso-farsa “por
cisma” en mi contra y firmado el Decreto de mi “excomunión”. Sus prioridades no
son las de un Pastor devorado por el celo de la gloria de Dios y de la
salvación de las almas, sino las de un cínico burócrata, sin Fe, nombrado con
la tarea de demoler el papel, el prestigio, la credibilidad, la autoridad y la
autoridad suprema, sagrada y universal de la Congregación del Santo Oficio que
ya Montini había degradado a Congregación para la Doctrina de la Fe y que
Bergoglio ha renombrado Dicasterio.
Si, por tanto, Tucho ha promulgado esta Nota, lo ha hecho por otros fines y es en estos en los que hay que detenerse, si se quiere comprender la índole herética y el alcance destructivo de su obra subversiva. No olvidemos que este documento estaba en preparación desde tiempos de Bergoglio y que fue publicado después de la homilía pronunciada el pasado 26 de octubre por Prevost con ocasión de la peregrinación jubilar de los “equipos sinodales y de los organismos de participación”:
«Sobre
vosotros, sobre todos nosotros, sobre la Iglesia esparcida por el mundo, invoco
la intercesión de la Virgen María con las palabras del Siervo de Dios don
Tonino Bello: “Santa María, mujer convivial, alimenta en nuestras Iglesias el
ansia de comunión. […] Ayúdalas a superar las divisiones internas. Interviene
cuando en su seno serpentea el demonio de la discordia. Apaga los focos de las
facciones. Recompone los contenciosos recíprocos. Atenúa sus rivalidades.
Deténlas cuando deciden ponerse por su cuenta, descuidando la convergencia en
proyectos comunes”» (María, Mujer de nuestros días, Cinisello Balsamo
1993, pág. 99).
No es
superfluo recordar quién fue este “don Tonino Bello”, Obispo de Molfetta,
herético y sutilmente perverso y pervertidor como solo los Modernistas saben
serlo. En el irreverente libelo citado por Leone él escribía:
«Queremos
imaginarla [a María] adolescente, mientras en los mediodías de verano sube de
la playa, en bermudas, morena por el sol y por la belleza, llevando en sus ojos
límpidos un fragmento del Adriático verde.»
No es,
por tanto, solo a Tucho Fernández a quien debe reprocharse esta abominable
Nota, sino a todo el establishment vaticano y a sus vértices. Un establishment
que, mientras exalta “la infinita dignidad del hombre” rebelde a Dios, no duda
en humillar la dignidad de la Mujer envuelta en Luz. Y esto no desde hoy ni
desde ayer, sino desde hace sesenta años, es decir, desde cuando la camarilla
que acababa de lograr rechazar los esquemas preparatorios del Concilio logró
también que fuese suprimida la proclamación del dogma de la Corredención de
María Santísima, auspiciada por gran parte del Episcopado mundial y juzgada
“poco ecuménica” hacia los disidentes protestantes.
Y si
Tucho Fernández ha llegado a impugnar un término teológico que encuentra
innumerables menciones en los documentos papales de Pío IX, León XIII, San Pío
X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII, no es por solicitud hacia los fieles o para
evitar formulaciones equívocas de la doctrina, sino por verdadero y propio odio
contra la Madre de Dios. Es la mano de Satanás la que ha trazado esas palabras
odiosas; es el soplo gélido de la condenación eterna quien las ha inspirado. No
hay en ello nada de bueno: ni siquiera la intención, que es artificiosa y sirve
para otra cosa, ante todo para acostumbrarnos a la idea de que toda doctrina
católica pueda estar sujeta a cambios, que lo que ayer era verdad hoy no lo sea
ya, que la Fe que ha llevado al Cielo a las almas hasta Pío XII pueda haberse
convertido en motivo de confusión o incluso de herejía.
Así,
mientras Prevost y Tucho Fernández fingen querer disipar los equívocos de una
doctrina confirmada más bien por la Fe sencilla del pueblo, se disponen a dar
consistencia teológica a la sodomía, al diaconado femenino y a la subversión
del Papado en clave sinodal. Tout va très bien, Madame la Marquise:
basta no denunciar sus imposturas y reconocer su autoridad.
No
debemos analizar este documento para captar su índole perversa: basta mirar a
los ojos de quienes nos lo proponen. La mirada vacía, sorda, tétrica y carente
de Caridad de las almas perdidas. La mirada de quien, ante la Virgen Madre de
Dios, en lugar de inclinarse reverente, no tiene otra cosa que hacer que
explotarla para la propaganda inmigracionista —invocándola como Solacium
migrantium— y arrancarle los títulos que la Santa Iglesia Católica le
reconoce y con los cuales el pueblo fiel la venera y obtiene las Gracias de las
que Ella es munificente dispensadora. Entre estas Gracias, no dejará de ser
escuchada aquella que invocamos ardientemente: que es decir, que Aquella que sola pone en fuga todas las
herejías y aplasta la orgullosa cabeza del Dragón infernal, apresure el triunfo
de su Inmaculado Corazón.
+ Carlo Maria Viganò, Arcivescovo
7 Novembre 2025
Septima die infra Octavam Omnium Sanctorum
https://exsurgedomine.it/251107-coredemptrix-ita/
Notas del blog Non Possumus:
1. Sobre
el título de esta declaración de Mons. Viganò, "Fremet et tabescet":
“Peccator videbit, et irascetur; dentibus suis fremet et tabescet:
desiderium peccatorum peribit” (Lo verá el impío y se enfurecerá;
rechinará los dientes y se consumirá; el deseo de los impíos perecerá). Cita
del salmo 112, 10. Nota de NP.
2. El artículo de la Neo-Fraternidad San Pio X atribuye la
responsabilidad de la escandalosa nota Mater populi fidelis sólo
al Card. Fernández y al papa Francisco, sin decir ni una sola palabra sobre el
papa León. Pero "no es sólo Tucho Fernández el culpable de
esta abominable nota, sino todo el aparato vaticano y sus
dirigentes", nos recuerda, en cambio, el fiel y valiente Mons. Viganò.
