La otra guerra de Ucrania.
Por JUAN MANUEL DE PRADA
No creemos que se
pueda reprochar a Rusia que decida intervenir para atajar una masacre de
compatriotas en el Donbass. La propaganda oficial pretende que la llamada
'guerra de Ucrania' ha empezado con la intervención del ejército ruso. Pero lo
cierto es que se trata de una guerra sistemáticamente ignorada durante ocho
años por los medios de cretinización de masas. Una guerra hasta ahora
localizada en la región del Donbass que hasta diciembre de 2021 -citamos datos
de la ONU- había costado 14.300 muertos y 38.000 heridos, de los cuales 3.404
muertos y más de 8.000 heridos han sido víctimas civiles indefensas. Además de
esta masacre silenciosa, cientos de miles de personas se han visto obligadas a
abandonar sus hogares; y, en general, toda la población de la región (que se
reconoce como rusa, aunque ni siquiera pueda expresarse públicamente en su
lengua materna) ha sido sometida a bloqueo económico y bancario. Mientras la
población civil del Donbass era asesinada por el Gobierno ucraniano con el
patrocinio y la provisión de armas estadounidense, los medios occidentales
guardaban silencio; y las colonias europeas en especial Francia y Alemania, que
se comprometieron a ello no velaban por el cumplimiento de los acuerdos de
Minsk. Pero ha bastado que Rusia, tras ocho años de muerte y destrucción, haya
lanzado una ofensiva para que, de repente, nos enteremos de la existencia de
una guerra ante la que durante ocho años hemos cerrado los ojos. Los medios se
han apresurado a divulgar (amén de muchas fotos y videos trucados) imágenes de
civiles durmiendo en estaciones de metro; pero antes han ocultado durante ocho
años las imágenes de civiles del Donbass en sótanos en ruinas, porque sus casas
habían sido bombardeadas. Desde luego, a Rusia se le pueden lanzar muchos
reproches. Se le puede reprochar, por ejemplo, haber pretendido resolver una
amputación de su territorio, perpetrada al socaire del colapso de la Unión
Soviética, mediante unos frágiles acuerdos de paz que mantenían a millones de
rusos (toda la población del este de Ucrania) bajo la férula de unas
autoridades rusófobas. También se le puede reprochar que utilice ahora una retórica
antifascista (o “desnazificadora”) cuando antes reconoció tanto a Poroshenko
como a Zelenski, quienes han sufragado y militarizado a muchos grupos de
extrema derecha. Y, desde luego, se le puede reprochar también a Rusia que su
respuesta militar no se haya circunscrito al Donbass y regiones limítrofes
(aunque, desde luego, si hubiese dejado operativos los centros militares
ucranianos, tal vez se habría desatado una guerra más cruenta). Se le puede
reprochar, en fin que acabe en fracaso (o en guerra enquistada) lo que fue
concebido como una "blitzkrieg': pues entonces todos los pases fronterizos
se incorporarán a la OTAN, que así estrechará más el cerco sobre Rusia, hasta
asfixiarla. En cambio, no creemos que se pueda reprochar a Rusia que decida
intervenir para atajar una masacre de compatriotas en el Donbass que dura ocho
años. ¿Cuántos muertos más eran precisos para que la intervención rusa
estuviese justificada?