Putin ha decidido encabezar la
sublevación contra el orden hegemonizado desde hace siglos por el mundo
anglosajón
Por MARCELO RAMÍREZ
Llegó el día
tan esperado y tan temido, la Federación de Rusia decidió que ya era suficiente
los 8 años de ataques sobre los civiles del Donbass, agravada por la
acumulación de fuerzas militares ucranianas que además amenazaba con tomar
Crimea.
La frutilla del postre fue la
intensificación de los ataques sobre el Donbass en los últimos días y las
declaraciones del presidente Zelensky que decían que su país esperaba obtener
armas nucleares, algo que en occidente se tomó como algo menor, pero no así en
Rusia donde el Ministro de Defensa Serguei Shoigú manifestó que Ucrania tiene
la capacidad de real de obtenerlas rápidamente por su pasado en la URSS y
además cuenta con misiles lanzadores aptos para ese trabajo.
A 96 horas del conflicto es
complejo hacer pronósticos o descripciones de lo que está pasando, sin embargo,
hay algunos puntos que empiezan a quedar claros.
La guerra informativa y la acción
psicológica alcanzan niveles surrealistas. Se suceden sin pausas imágenes de
equipos militares y soldados muertos o rendidos que se presentan inversamente a
lo sucedido, plagado de falsedades en las interpretaciones o extraídos de otras
época y lugares.
Rusia ha avanzado con
equipamiento liviano a efectos de minimizar las bajas civiles, pese a ello ha
conseguido llegar a Kiev y a otras ciudades ucranianas, las cuales han sido
cercadas en su mayoría.
Esta política decidida por Putin
ha sido cuestionada en su país por personas que creen que produce bajas
innecesarias. Moscú ha desplegado apenas ⅓ de la fuerza militar que había concentrado en las fronteras y recién ahora
empezamos a ver los primeros equipos pesados desplazarse dentro de Ucrania.
La fuerza naval y aérea de
Ucrania ha sido destruida, hay más de mil instalaciones militares demolidas, entre
ellas las bases aéreas. Depósitos de armas, sistemas antiaéreos y de defensa
contra misiles han sido eliminados en su mayoría. El control marítimo y aéreo
ruso es total y eso significa que si la guerra continúa solo habrá más
víctimas, pero el resultado final será la victoria rusa.
Occidente ha respondido como se
esperaba, luego de incentivar a Ucrania en su política belicosa ha dicho que no
iba a comprometer tropas y recurre a un envío de armas bastante complicado. Si
Rusia tiene el control total de los cielos es virtualmente imposible poder
hacer llegar más que a cuentagotas armas livianas y Rusia ya advirtió que
destruirá todo envío de armas.
Rusia cuando comenzó la invasión advirtió a cualquier potencia extranjera que se viera tentada a intervenir sufriría represalias nunca vista en la historia. Esto se vio reforzado con la puesta en alerta de máxima seguridad a las tropas estratégicas, que son aquellas que utilizan las armas nucleares.
Donde el predominio de Occidente
es casi absoluto es en los medios, allí solo se escucha una sola voz que se
caracteriza por el desconocimiento de la historia y la parcialidad con un
relato infantilizado de los hechos.
Las redes censuran canales” pro
rusos” y la UE bloquea el acceso a los medios internacionales de origen ruso
como RT y Sputnik.
Se anuncian todo tipo de
sanciones económicas, cierre de cielos europeos para aerolíneas rusas,
desconexión parcial del Swift, pero sin afectar al gas que le interesa a la UE.
Mucha acción espectacular como las del ámbito deportivo que no afectan a Rusia,
sino que son apenas una acción de propaganda más.
Las negociaciones para obtener la
paz son erráticas, en algunos momentos parece posible una solución y en otros
esa posibilidad se aleja. La personalidad del ex comediante Zelensky no ayuda
al proceso debido al delicado balance interno donde el gobierno ucraniano tiene
entre sus miembros sectores fanatizados que buscan el exterminio de aquellos
ciudadanos de origen ruso, una de las caras de poder más visibles se encuentra
en el Batallón de Azov, reconocido por su pensamiento e iconografía filonazi.
Esto que detallamos es apenas un
reducido resumen de los acontecimientos que debe ser contemplado en un marco
más amplio como es comprender que es lo que está en juego. La resolución militar
no viene porque Putin tuvo una mala noche sino como el resultado de la
humillación a la que Occidente sometió a Rusia luego de la caída soviética en
muchas áreas.
La expansión de la OTAN sobre las
fronteras rusas, rompiendo las promesas realizadas a Gorbachov en los momentos
en que la URSS se disolvió dando paso más tarde a la Federación de Rusia
actual. Presión que se intensificó a partir del 1997 cuando 15 países se
sumaron a la OTAN habiendo pertenecido al Pacto de Varsovia.
Putin en el año 2007 comenzó a
advertir que esto atenta contra la seguridad de Rusia, sin embargo, Occidente
hizo oídos sordos y siguió con su política de cerco y estrangulamiento.
En el 2014 la política de
revoluciones de color para poner gobiernos adictos hizo su aparición en Ucrania
en los sucesos del Euromaidán, donde se expulsó finalmente al presidente Víktor
Fiódorovich Yanukóvich, dando
origen a la sucesión de gobiernos radicalizados que llegaría hasta la
elección del actual mandatario, un actor que se caracterizaba por las sátiras
políticas.
Su posición es muy precaria y
está sometido a las presiones internas y externas, es difícil creer que tiene
capacidad para quebrar la voluntad de la OTAN y acordar la paz.
La razón real de esta lucha es
que Rusia finalmente ha decidido que no podía retroceder más y que Ucrania no
podía ser parte de la OTAN, pero no solo eso, Rusia hoy pretende la
redefinición de los términos que regulan el orden internacional actual
hegemonizado por Occidente en cabeza de EEUU.
Esto ha sido reconocido por los
líderes europeos que acusan a Rusia precisamente de querer socavar el orden
actual.
Mientras eso sucede, China se
expone lo menos posible, pero deja en claro que no apoyará a Occidente
sancionando a Rusia e India también toma distancia al abstenerse de la votación
en el Consejo de Seguridad contra Rusia.
Putin ha decidido encabezar la
sublevación contra el orden hegemonizado desde hace siglos por el mundo
anglosajón. Se ha preparado económicamente para resistir sanciones que ya
superan las 100 rondas desde el comienzo de este siglo, en el 2018 presentó sus
nuevas armas que podrían acabar con cualquier enemigo que lo ataque y ahora ha
decidido que es el momento de alzar la voz.
Occidente ignora y subestima las
capacidades rusas, enamorado de su propio relato y dirigido por la más mediocre
camada de dirigentes que se pueda imaginar, ha sido sordo a los reclamos rusos
durante todos estos años.
En los días previos a la crisis
ucraniana los europeos también siguieron con su tónica e ignoraron las demandas
de seguridad escritas requeridas por la parte rusa. El objetivo era provocar la
invasión, para lo cual alentaron a Ucrania a seguir atacando con cada vez mayor
fuerza a los ciudadanos de origen ruso, forzando la situación ante lo que Moscú
denunciaba como un genocidio.
Occidente, o al menos estos
precarios dirigentes que hoy tiene, desconocen las mínimas características de
Rusia, creen su propia propaganda de estereotipar a Putin y lo ponen como un
“dictador loco a lo Hitler”. El problema es que Rusia no es lo que estas
fuerzas publicitan, y la decisión de Putin es calculada y decidida porque ha
sido cercado y no tiene más opción.
Los rusos vienen advirtiendo que
hablan en serio, que ansían la paz, pero no rehúyen la guerra.
Quien conoce la historia, quien
conoce al pueblo ruso sabe que no lo debe tener de enemigo, sin embargo, la
miopía política ha llevado al mundo a un callejón sin salida.
Nadie gana con esto, hoy la UE
verá seriamente socavada su economía por las propias sanciones que impone, pero
aún los EEUU también verán un declive económico.
Solo hay un ganador en el
horizonte que es quien está reseteando el mundo y que luego de la pandemia ha
desatado una crisis energética y ahora militar. Si la situación se contiene, su
propósito de forzar el cambio económico a través de una crisis gozará de buena
salud, y si la situación escala a una guerra mundial y termonuclear, veremos
cómo su plan de reducción masiva demográfica se consolida también. Una fórmula
win – win para el globalismo que ha construido una trampa perfecta cuya única
salida parece ser Washington.
Rusia ya no puede retroceder más
sin comprometer su propia existencia, y la UE impulsa una guerra estúpidamente
por órdenes del gobierno de Biden.
Cuando Donald Trump fue
desalojado del poder con una elección fraudulenta ignorada por la prensa y la
Justicia y silenciada por las tecnológicas, el progresismo festejó la llegada
de Joe Biden, un halcón rodeado de halcones que con una política “inclusiva” se
diferenció del “misógino, homofóbico y xenófobo Trump”.
Unos pocos advertimos que el
programa de Biden era el programa de Obama, el globalismo financiero que
impulsaba la reconfiguración mundial en base a sus intereses. Este programa
conducía a una guerra mundial, que hoy se precipita por Ucrania, pero aún si
esta crisis es sorteada, verá surgir otras porque la diferencia es de fondo y
no es este país.
Por supuesto los medios se
alinearon para decirnos que se abortaba el riesgo de un fascismo planetario y
que ahora se venía una era de inclusión. Bueno, a un año de ese evento vemos la
verdadera naturaleza de este gobierno estadounidense.
Por ello la decisión de si hay o
no una guerra mundial está en EEUU, si el propio pueblo estadounidense que
repudia su propio gobierno en las encuestas no actúa, el destino puede ser muy
preocupante.
Los militares estadounidenses son
la otra esperanza de que decidan rebelarse y “drenar el pantano”, si no lo
hacen ellos y/o su pueblo, desaparecerán de la historia junto con muchos otros
pueblos como los europeos que no aciertan a salir de la propaganda narcotizada
a la que los someten.