FÁTIMA, RUSIA Y EL KATEJON
Por FLAVIO MATEOS
“En
este preciso momento, un recio combate tiene lugar entre el espíritu del
Anticristo que trata de emerger y el poder político, en aquellos países que,
proféticamente romanos, firme y vigorosamente lo reprimen (…) La presente
organización de la sociedad y del gobierno, mientras sea representativa del
poder romano, es aquello que lo retiene, y el Anticristo es aquél que surgirá
cuando este obstáculo desfallezca”
John Henry Newman,
“El tiempo del Anticristo”, en Cuatro sermones sobre el Anticristo.
“La providencia ha establecido quizás que es Moscú,
la Tercera Roma, la que hoy asume ante el mundo el papel de
κατέχον [katejon] (2 Tes 2, 6-7), de obstáculo escatológico al
Anticristo. Si los errores del comunismo fueron difundidos por la Unión
Soviética y terminaron imponiéndose incluso dentro de la Iglesia, Rusia y
Ucrania hoy pueden jugar un papel histórico en la restauración de la
Civilización Cristiana”.
Mons. Carlo-Maria Viganò,
Carta del 6 de marzo de
2022.
“No se puede hacer ni pensar Historia sin pensar en su
Fin, el cual en todo movimiento gobierna la dirección. La Filosofía de la
Historia es simplemente imposible sin la Teología”.
Padre Leonardo Castellani
¿El
Anticristo ya apareció? No. Eso no quiere decir sino que el Katéjon que lo
retiene todavía no fue retirado. Este hecho cierto nos impone considerar qué es
lo que todavía sigue reteniendo al Inicuo.
Cuando
se habla del Katéjon, no suele hablarse de la Sma. Virgen María. Desde luego
que San Pablo, cuando habla del Obstáculo, no hace mención de Ntra. Sra. pero,
¿acaso Ella no juega un papel cada vez más relevante, en los tiempos modernos,
en su protección hacia la Iglesia militante, particularmente ante la
disminución de sus poderes contra un mundo que se ha erigido con toda su
soberbia como una Contra-Iglesia cada vez más explícitamente satánica? De allí
que mencionemos Fátima en relación a este tema. Pero también, es necesario, y
recién ahora algunos comienzan a verlo, considerar a Rusia y su papel en el
curso de los acontecimientos vinculados a la Iglesia católica, a través del
mensaje de Fátima. Algo de eso hemos dicho ya y queremos ampliar a partir de la
guerra que se ha desatado en Ucrania.
“¡Es el
Katéjon, estúpido!”
Podemos
decir que, detrás de todos sus megaproyectos utópicos, detrás de todas sus
agendas esplendorosas, de sus grandiosas proclamas, los revolucionarios de la
era moderna no han hecho ni buscado otra cosa que –con sus mil variaciones
tácticas, sus diferentes métodos, alianzas, instrumentos, proyectos, y
programas, y la multiplicidad de agentes involucrados- intentar hacer
desaparecer el Obstáculo, el Katéjon (ver San Pablo, Segunda carta a los
tesalonicenses), para que al fin aparezca el Anticristo. Cada revolución –a sabiendas
o no- le prepara el terreno, destruyendo paso a paso el orden forjado por el
cristianismo, y aún lo simplemente humano, en tanto que el ser humano es la
criatura por excelencia de Dios creado a su imagen y semejanza. La búsqueda
constante de establecer un gobierno mundial, parece cada día más cerca de
concretarse. Pero cerca no es aún haber llegado.
Antes de poder llegar a su objetivo, los revolucionarios mundialistas tienen en su mira el orden romano que civilizó la Europa, la propia Iglesia Católica como rectora espiritual y moral de los pueblos y naciones, la cultura cristiana de Occidente. Todo debe ser corrompido, destruido, demolido, borrado, “cancelado”, a fin de alcanzar el objetivo final. Están más cerca de alcanzarlo ya que la última barrera podría ser –como afirman muchas opiniones- la Ley Natural, hasta el momento sostenida y protegida –teóricamente- tanto por el Derecho Romano como por la propia Iglesia Católica y los Estados que comprenden que no pueden continuar subsistiendo si adoptan la locura de la contranatura. Pero el Derecho está casi del todo demolido por las falsas leyes contranatura adoptadas por los gobiernos liberales democráticos, y la Iglesia modernista sodomizada ya se anima a “sacar del armario” la homosexualidad como debiendo ser tolerada y respetada, más quizás pronto reconocida y recomendada oficialmente. Recordemos que el nombre “Anticristo”, que proviene de San Juan Evangelista, fue llamado por San Pablo el “Á-nomos”, es decir el sin ley (cf. 2 Tes 2, 8). Los gobiernos multiplican las leyes inicuas con el fin de disfrazar su odio a la Ley, en cuanto sujeción al orden objetivo de las cosas que ha creado Dios. Como dijo alguien, el diablo quiere rehacer el Génesis a su manera.
El
“Gran Reinicio” con que nos amenazan los nuevos gurús del pensamiento
gnóstico-panteístico mundial, requiere hacer tabula rasa del pasado, pues en el
reconocimiento de la gran historia del Occidente cristiano, pervive la
Tradición que ha hecho llegar hasta nuestros días la fe verdadera y todas sus magníficas
obras.
Es
por eso que, en definitiva, por encima y más allá de todas las razones y
explicaciones geopolíticas, económicas, históricas y sociales, más allá de los
profundos, eruditos y extensos análisis de los especialistas que sobreabundan y
escriben sobre la complejidad de lo que está pasando (no se trata de blanco o
negro, como quieren los siempre activos conspiranoicos), y haciendo juego con
una frase que se hizo muy famosa en los medios políticos norteamericanos en los
años 1990, debemos decir, ahora más que nunca, como síntesis de lo que está
ocurriendo en el mundo, esto: “¡Es el katéjon, estúpido!”. Porque
sin eso no se explica nada de lo que acontece ni, sobre todo, hacia dónde
quieren llevarnos.
Sin
gobierno mundial no hay Anticristo, y viceversa
Comentando el capítulo 20 del Apocalipsis, cuando Satanás es soltado y persigue a los cristianos,
el cardenal Louis Billot concluye que, para que esa persecución tenga el
alcance allí previsto, debía ser realizada por un gobierno mundial: “Va
de suyo igualmente que esta persecución está entonces en las perspectivas del
porvenir. Pero lo que hay que observar, es que ella supondrá necesariamente
un estado del mundo donde todo podrá obedecer a un mismo orden, y ceder a una
impulsión única. Porque igual que en el pasado, las diez grandes
persecuciones romanas -la de Diocleciano en particular que fue la más extendida
de todas-, tenían por causa de su generalidad la unidad y la cohesión del
Imperio, así y con más razón, la persecución anunciada del Anticristo no
será realizable, sino a condición de que haya una organización mundial
permitiendo una acción común bajo la conducción de un mismo jefe, colectividad
o individuo, y la dirección de un alto poder se impone de un extremo
al otro” (La
Parousie, Paris, Gabriel Beauchesne, 1920. El
resaltado en negritas es nuestro).
Cabe
preguntarse si necesariamente un gobierno mundial debe ser dirigido por una
sola cabeza, y si esa cabeza debe ser visible. En estos tiempos de tecnocracia
y virtualidad, de dilución de la autoridad y anonimato, donde todo el mundo
sabe que los presidentes de los países –“elegidos democráticamente por el
pueblo soberano”- no gobiernan realmente sino que cumplen órdenes emanadas de
instancias superiores provenientes del extranjero (logias, grupos privados,
organismos internacionales, etc.), el poder en las sombras cree que más allá de
las ocasionales figuras de recambio de la democracia, sería difícil la
concreción de un organismo internacional visible y unánimemente representativo,
pues ese proyecto hasta ahora viene fracasando en su propósito (llámese Liga de
las Naciones, llámese ONU). Una red global de grandes capitalistas ha forjado
una estructura autoritaria con infinitos tentáculos, con la pretensión de
consolidar un sistema operativo mundial cohesionado bajo su dominio. Esto es lo
que sería la sociedad tecnotrónica o comunismo, de la que mucho
se viene hablando y uno de cuyos teóricos más “reputados” ha sido Brzezinski. La tecnología
permitiría una transformación de la sociedad a fin de alcanzar esa gobernanza
mundial tecnocrática, que tendría absolutamente todo “controlado”. Decía este
socio de Kissinger en la Trilateral Comission: “Tanto la creciente
capacidad para el cálculo instantáneo de las interacciones más complejas como
la creciente disponibilidad de medios bioquímicos de control humano aumentan el
alcance potencial de la dirección elegida
conscientemente. [. . .] En la sociedad tecnotrónica, la
tendencia parece ser hacia la agregación del apoyo individual de millones de
ciudadanos no organizados [. . .] y explotar eficazmente las últimas
técnicas de comunicación para manipular las emociones y controlar la
razón. [. . .] Aunque el objetivo de formar una comunidad de
naciones desarrolladas es menos ambicioso que la meta del gobierno mundial, es
más alcanzable. [. . .] En China, el conflicto
chino-soviético ya ha acelerado la ineludible sinificación del comunismo
chino. [. . .]
La “sinificación” del
mundo es el programa que los tecnócratas tienen en mente, una sociedad
“termitero” cuyo criterio es la sola eficacia económica, en beneficio de la
élite gobernante. Pero ya sea que se trate de un conglomerado de naciones que
responden a la misma directiva y realizan al unísono el mismo plan –eso se vio
bastante bien coordinado durante la “pandemia” de Covid-, ya sea que se
pretenda un solo organismo mundial bajo una cabeza, el problema persiste. En el
primer caso, la sola existencia de naciones implica la existencia del
sentimiento patriótico de sus habitantes, y entonces el peligro del
nacionalismo y la resistencia contra el globalismo. En el segundo caso, alguien
que sea capaz de hacer que todo el mundo “se ponga de acuerdo”, sólo
puede darse cuando las naciones (y antes que eso, destruidas las familias)
hayan sido derrotadas, y aparezca el Anticristo. El acoso al patriotismo y al sano
nacionalismo requiere –dado que naturalmente el hombre se apega a su terruño y
se adhiere a su cultura- los grandes movimientos migratorios y la perversión de
la naturaleza humana, lo cual se ha venido haciendo en las últimas décadas
aceleradamente. Lo que se ha visto en 2020 en EE.UU. y otros países que lo
imitan, cuando las hordas enardecidas comenzaron a “cancelar” todo su pasado y
quemar sus propias banderas y derribar las estatuas de sus próceres, no es otra
cosa que eso. Esta contra-evangelización que se ha ido imponiendo en todos los
países, no debe detenerse y, por el contrario, se acelera cada vez más.
Una manera de implementación
previa al gobierno visible mundial es la dependencia de los países de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), a raíz de la famosa “pandemia”. De
hecho las últimas informaciones dan cuenta de lo siguiente: “Las negociaciones
para el "gobierno mundial de la OMS" en Ginebra comenzaron el 3 de
marzo. De hecho, la OMS ya había planeado la "toma del poder" para el
1 de mayo de 2022. Luego, los 194 estados miembros se verían obligados a adoptar
las medidas decididas por la OMS. Medidas como confinamientos, mascarillas
obligatorias, vacunas generales obligatorias o Dios sabe qué otras “cosas
sucias” a implementar. Plan de gobierno mundial de la OMS retrasado por ahora.
Afortunadamente, un nuevo memorando del Concilium Europa ha retrasado este
proceso por el momento. El sitio web del Consejo de la UE establece: “El órgano
de negociación intergubernamental encargado de redactar y negociar este
instrumento internacional celebrará su próxima reunión el 1 de agosto de 2022
para discutir el progreso en la preparación de un borrador de trabajo. Luego
presentará un informe de progreso a la 76.ª Asamblea Mundial de la Salud en
2023, con el objetivo de adoptar el instrumento para 2024”. Uno de los
principales patrocinadores de la OMS es la Fundación Bill y Melinda Gates, como
informó aquí Wochenblick. Entonces, quién tendría la palabra en el futuro, si
este proyecto se lleva a cabo, está claro: la vacuna mundial Bill Gates” (https://www.wochenblick.at/great-reset/im-auftrag-von-gates-co-who-legen-naechsten-grundstein-fuer-globale-gesundheits-diktatur/).
Pero no todo les va de
maravilla a los conspiradores globalistas. A las resistencias generalizadas que
se vienen dando todo el mundo, ahora la operación militar rusa en Ucrania ha
venido a entorpecer y retrasar los planes mundialistas occidentales. De hecho
desde el comienzo de esta crisis Rusia ha sido un dolor de cabeza, porque a
regañadientes y de manera restringida se ha plegado a las medidas anti-pandemia
–debido al choque de facciones que allí mismo se da entre patriotas y
globalistas, Rusia en su interior tiene divergencias y quintacolumnistas que buscan
descomponer el tejido social. En definitiva, la “pandemia” fue el inicio de la
guerra mundial, y no nos habíamos dado cuenta. Lo de Ucrania es el segundo
acto. Rusia se viene preparando hace años para esta contingencia. El asunto es
si tiene tan claro cómo debe proseguir.
Rusia pateó el tablero
El tsunami de la perversión
occidental avanzaba casi sin obstáculos, empuercando país tras país.
“Matrimonio” sodomita, aborto, eutanasia, “educación” LGBT, “cambio” de sexo, desfiles
del orgullo gay, lenguaje inclusivo, drogadicción, marxismo cultural, y una
larga secuencia de flagelos estaba siendo impuesto exitosamente, por la fuerza
del dinero, aunque democráticamente legislado, en todos los países, a fin de
convertirlos en sumideros o cloacas, focos de inmoralidad y degradación suicida
(¿quieren una sola muestra? Vean esta noticia aparecida cuando esto escribimos:
https://www.alertadigital.com/2022/03/11/un-gordo-que-se-define-como-una-persona-trans-no-binaria-da-una-charla-en-calzoncillos-en-un-acto-oficial-de-la-generalidad-de-cataluna/). Pero entonces aparece
Rusia y patea el tablero, haciendo una política interna exactamente contraria y
diciéndoles “¡No!” a tales imposiciones. La decadente subcultura anglosajona,
no puede asentarse en Rusia.
Pero ¿esto es realmente
así, o Rusia y Putin deben seguir bajo sospecha?
Decía con gran sabiduría
Nicolás Gómez Dávila: “Los que defienden las revoluciones citan
discursos; los que las acusan citan hechos”. Hoy ocurre que, desde sectores
“disidentes”, “conspiracionistas” o “nacionalistas”, para atacar a Putin citan
discursos, pero dejan de lado los hechos. A la extensa caravana de los
Rothschild, los Soros, los Schwab, Zuckerberg, Levy, Rey Carlos de Inglaterra, Zelenski,
Biden, Macron y la larguísima serie de infames personalidades (la crème
de la crème del poder judeo-masónico globalista) que atacan con sus
palabras y con los hechos a Putin y a Rusia, al vastísimo conglomerado de la prensa mundial (que ya sabemos en manos de
quiénes están, los “peatones del mar Rojo”, como los llama un obispo) que bombardean
con mentiras acerca de Rusia y Putin, ahora se vienen a sumar también (además
de los católicos que se tragaron el Concilio: basta ver los torpes y soberbios
comentarios de lectores en un conocido portal español) los “conspiracionistas”,
que afirman que Putin sería un judío agazapado, un alfil de la Sinagoga
“cumpliendo parte del plan”, un simulador que trabaja para Schwab (caramba,
¿entonces por qué el WEF que comanda éste acaba de expulsar a Rusia y hasta ha
quitado toda referencia de Putin de su sitio web?). Pero, ¿qué pruebas aportan
para sustentar sus dichos? Algunas fotos de Putin con kipá, alguna que otra
declaración diplomática que es tomada por declaración de principios, y el hecho
de que Rusia no se opuso a la farsa de la “Plandemia” y hasta fabricó vacunas.
Las
simplificaciones tienen la ventaja de tranquilizar a las personas dominadas por
la inquietud. El problema es que las cosas no son tan simples.
No
vamos a hacer una defensa de Putin, porque no creemos que sea intachable ni
mucho menos, evidentemente, y deploramos la herejía, el cisma, el chauvinismo y
la influencia liberal de las que Rusia, en mayor o menor medida, no está exenta.
Pero vamos a ver lo endeble de los argumentos de quienes acusan y condenan en
base a supuestos, sospechas, o prejuicios, en algunos casos farisaicos. Como un
norteamericano que en un blog afirma (al igual que decía Hillary Clinton): “Una
vez KGB, siempre KGB”. Con gente determinada a “pensar” así, ¿qué se puede
argumentar? “San Pablo siguió siendo siempre Saulo”: perdonen la comparación,
pero así logra verse más fácil la clase de razonamiento petrificado ante el
cual estamos. Hay gente “disidente” que actúa de la misma manera farisaica que
los judíos ultraortodoxos, los cuales evitan hasta ser “tocados” por la sombra
de una mujer, para no contaminarse. Así, hay conspiranoicos que creen que si
tienen cerca un judío pierden su “pureza”, y por eso la foto de un jefe de
estado en compañía de judíos vendría a significar que ese jefe de estado no es
“puro”, sino un agente de los tales, implicado en sus planes perversos. Pero un
jefe de estado tiene que cumplir su obligación y recibe todo tipo de personas,
y es evidente que en Rusia hay muchos judíos y tienen su influencia. ¿Pretenden
estos “disidentes” que Putin evite que le tomen fotografías con los judíos, o
que impida que se publiquen? Estamos hablando de esto porque ellos aportan eso
como “pruebas” de que sería “uno de ellos”. Hay una ingenuidad increíble en
algunos de estos “disidentes”, crédulos en ciertos casos, e incrédulos en
otros, sin discernimiento. Por ejemplo, creer que cuando Putin lanza un
comentario ante determinado grupo, como los judíos, lo que dice es expresión de
sus más profundas convicciones, y no simplemente una declaración ocasional, la
cual en todo caso debería verse rubricada por su obra de gobierno, que es en
definitiva lo que más interesa. Pero estamos en la era de Internet, donde la
apropiación del conocimiento debe ser veloz y fácil. Subráyese lo de fácil.
Muy
curioso que esta gente no se dé cuenta que se da la rara casualidad de que el líder supremo de
Ucrania sea judío, cuando Ucrania sólo tiene un 0,2% de población judía. Y que
todos los banqueros mundialistas judíos le están dando su apoyo a Zelenski.
¿Algo está pasando, no? Algo que está haciendo Putin les molesta, parece.
¿Se
acordará esta gente que tanto los comunistas bolcheviques como los nazis de
Hitler fueron financiados y sostenidos en su ascenso por los banqueros judíos
de Wall Street? (Cfr. Wall Street and the rise of Hitler, Antony C.
Sutton; Big Business avec Hitler, Jacques R, Pauwels) ¿Significa eso que
Hitler o Stalin eran agentes de la Sinagoga? ¿Quién es en realidad el que está
encima de quién? ¿Quién tiene control sobre quién? La historia no es tan
sencilla como nos la quieren hacer creer, y múltiples factores pueden surgir
para desviar de sus cauces previstos determinadas líneas rectoras, que parecían
ya firmemente establecidas. Por cierto que a quien es dócil a la Sinagoga, el
mundo no lo combate, sino que lo apoya, lo publicita y lo premia. Fue Putin,
por cierto, quien descubrió –y no fue apreciado por los judíos por esto, ya que
no lo dijo como cumplido- que el primer gobierno bolchevique estaba integrado
por un 80% de judíos. Necesariamente, Putin debe bregar por el orden y la paz
social en su país, algo extremadamente complicado, porque hay muchas corrientes
que se oponen. Si hay allí un museo judío es porque en primer lugar, Putin es
un conservador-liberal y no un autócrata, y necesita seguir una línea de
conducta prudente donde pueda evitar conflictos innecesarios con ciertos
factores de poder inevitablemente vinculados a los judíos, y así cuando habla
con ellos dice lo que quieren escuchar. Pero, ¿eso determina su política?
¿Satisface Rusia a los judíos y cumple sus mandatos cuando, por ejemplo,
construye tres iglesias por día donde resplandecen los iconos de Jesucristo y
la Virgen María? Cuando debió meter en prisión a los oligarcas judíos, no le
tembló el pulso. Lo hizo de movida en su gobierno, para que supiesen lo que
podían esperar si no se atenían a determinadas pautas de conducta. Loa judíos
que lo entendieron supieron cómo debían actuar. Los occidentales juzgan a los
rusos de acuerdo a sus criterios occidentales, y a lo que ya conocen de sus
deplorables políticos liberales. Pero quien se sumerge en la historia de Rusia,
verá que es otra cosa. Allí no se andan con vueltas. Por eso está pasando lo
que pasa ahora. Véase en la historia de los zares de Rusia, las mil y una
disyuntivas que los rodearon y las actitudes no siempre uniformes o coherentes
en todos ellos.
Para
entender hasta qué punto el Kahal influye o no en un país, hay que analizar
hasta qué punto y en qué medida hay en ese país persecución a los cristianos.
Ésta puede darse de dos modos: 1) a la (norte) americana, es decir mediante la
corrupción moral del liberalismo, la destrucción de las familias, la
inmoralidad sexual, el maltusianismo, etc.; 2) a la soviética-china, es decir
por el gulag, la prohibición directa y violenta del culto divino, asesinatos, etc.
Quien analice la realidad de Rusia se encontrará con que la política de su
actual gobierno no favorece ni lo uno ni lo otro.
Pero
hay gente “disidente” que en vez de analizar la realidad, prefiere atenerse a
los esquemas ya hechos. Si hubiesen vivido en época de Stalin, seguramente habrían
dicho que éste simulaba su enfrentamiento con Occidente, cuando se sabe que
Hitler fue “empoderado” para oponerse a Stalin. Como dijo el historiador
argentino Alberto Ezcurra Medrano: “La rebelión de Stalin constituye sin duda el
más grande fracaso del Judaísmo internacional. Primero, porque le impide lograr
el dominio del mundo cuando parecía estar a punto de conseguirlo y segundo,
porque lo coloca en la difícil situación de combatir al jefe del comunismo
mundial sin combatir al Comunismo, que constituye una etapa decisiva e
insustituible dentro del plan judío” (Historia del Anticristo, p. 210). El
Padre Meinvielle decía respecto a ese tema: “Para
comprender esto hay que tener presente que el comunismo fue introducido en
Rusia por la Banca Mundial, a través sobre todo de Jacobo Schiff de la Banca
Khun, Loeb and Co. Sin embargo, Stalin logró abrirse de sus amos, supo
enfrentarlos en la Purga a que sometió a Trotzky, Kamenev y Zinoviev; luego
volvió a hacer causa común con Baruch y a través de Baruch con Churchill y
Roosevelt, quienes le regalaron la Europa oriental a cambio de la lucha contra
Hitler. Terminada esta lucha Stalin volvió a campear por su independencia y por
su ambición de dominar el mundo. El poder judío mundial que había planeado con
el plan Morgenthau convertir a Europa en región agrícola, tuvo que desistir
rápidamente de su plan frente a la industrialización de Rusia por Stalin y se
puso a la tarea de industrializar Europa con el plan Marshall. La alta banca
del Este americano ha ligado desde entonces sus intereses con el occidente
europeo” (El
progresismo cristiano, Cruz y Fierro editores, Buenos Aires, 1983,
págs. 122-123).
No
se olvide que las bombas atómicas arrojadas en Japón, no tuvieron otro motivo
que amenazar a Stalin. Ya desde entonces los norteamericanos se dedicaron a
promover el comunismo en China. Cambiando lo muchísimo que hay que cambiar,
porque Putin no es Stalin ni se le parece, el curso de los acontecimientos
estaba yendo muy favorable a los planes globalistas, hasta que apareció otro
ruso que creyeron poder tener bajo su control. Pero algo ha fallado. Es
precisamente ahora, a raíz de la guerra, que Putin está haciendo la purga
interna de los elementos más liberales y antipatrióticos, vinculados a la élite
globalista (un ejemplo: https://agendafatima.blogspot.com/2022/03/la-gran-restauracion-rusa.html).
Lo
más risueño que hemos leído en uno de estos conspiranoicos es que “Putin controla la agenda
sodomita en Rusia.” ¡Vaya!
Sobre lo de la
“Pandemia”, hay que decir en principio que, no puede sorprender, representantes
de la élite globalista tenían sus redes tendidas en Rusia y en cierto modo le
torcieron el brazo a Putin. Pero decimos en cierto modo porque en Rusia las
restricciones impuestas fueron mínimas y Putin jamás aprobó la vacunación
obligatoria ni el pase sanitario. Sabía muy bien que los rusos eran reacios a
esto y, evidentemente, no ha querido destruir la base social con que siempre ha
contado su popularidad, así que allí las cosas estuvieron bastante relajadas, a
pesar de los quintacolumnistas que han querido imponer como en Occidente un
cierre absoluto (aquí un informe: https://www.anti-spiegel.ru/2021/die-unterschiede-zwischen-deutschland-und-russland-im-umgang-mit-corona/).
Entiéndase, ¿cómo manejar un tema tan delicado, en un mundo vuelto de pronto
hostil? Imaginemos la demonización que está sufriendo ahora Rusia y
especialmente Putin, los bloqueos y la guerra mediática, se habría producido
entonces y con una gran complicidad de sectores liberales en su interior, que
habrían pugnado por desestabilizar su gobierno. Sin dudas que se ha reconocido
la “pandemia” como un acto de guerra, y una movida para desestabilizar todos
los países del mundo, de manera de enfilarlos en una única dirección, la del
gobierno mundial que quieren los “atlantistas” encabezados por Estados Unidos. Rusia
se defendió de la manera que pudo –muchas veces mal- de tal ataque (que era
exterior pero contaba con sus agentes interiores, incluso y especialmente en la
prensa). Respecto de la acción de las vacunas rusas como medio de disminuir la
población, no nos parece nada lógico: Rusia es un país con bajísima población y
desesperadamente necesita aumentarla. Su vecino China –siempre amenazador-
cuenta con mil cuatrocientos millones de habitantes; India, otros mil
cuatrocientos millones; Pakistán, 220 millones. Rusia apenas tiene ciento
cincuenta millones de habitantes. ¿Y todavía su gobierno va a querer reducirla
más? Es completamente descabellado, absurdo además porque el gobierno tiene
políticas de aliento –con aportes de dinero- para las familias numerosas. No
cuadra de ningún modo.
Por
cierto, ahora Rusia está siendo puesta “entre la espada y la pared” y
probablemente quieren empujarla hacia una peligrosa dependencia de China. Pero
para quienes creen que Rusia y China forman un solo bloque unificado, de vez en
cuando hay que leer las noticias, como ésta: https://avia-es.com/news/kitay-otkazalsya-postavlyat-rossiyskim-aviakompaniyam-zapchasti-i-komplektuyushchie-k El papel que la élite
del “Deep State” mundial puede querer asignar a China en este conflicto, aún
está por verse. China es otro caso difícil y dentro mismo del gigante amarillo
hay varias corrientes que se disputan –nada amablemente- el poder. Pero ese es
otro tema.
Finalmente, otra crítica muy
obtusa que hemos visto de parte de ciertos “disidentes”, es citar –fuera de
contexto- unas declaraciones de Putin donde dice que "El comunismo es muy
parecido al cristianismo". Eso haría de Putin un comunista impío que se
burla del cristianismo (¡!). Esas declaraciones realizadas en un video
documental de una visita suya a un monasterio –uno de los tantos monasterios
que ha protegido Putin en Rusia, seguramente el video ya lo habrán quitado de
Internet nuestros protectores de Youtube-, vienen a ser parecidas a las que
hacía el Padre Meinvielle, claro que mucho mejor expresadas, cuando decía: “El
comunismo tiene, por ello, una raíz cristiana. No es un movimiento puramente
pagano. Es una herejía del cristianismo hecha acción. El comunismo ha de ser
ubicado en un contexto cristiano. Por ello también consideramos muy importante
oponer a la utopía del comunismo la verdad de la ciudad católica, vale decir,
la verdad total del cristianismo, el cristianismo completamente realizado en la
ciudad católica”. En palabras de Peter Kreeft: “El marxismo toma todos
los factores estructurales y emocionales más importantes de la religión bíblica
y les da una forma secularizada. Marx, como Moisés, es el profeta que libera al
pueblo elegido, el proletariado, de la esclavitud del capitalismo llevándolo a
la tierra prometida del comunismo a través del Mar Rojo de la sangrienta revolución
mundial pasando temporalmente por un período de sufrimiento dedicado al
partido, el nuevo sacerdocio. La revolución es el nuevo "Día de
Yahweh", el día del juicio; los portavoces del partido son los nuevos
profetas; y las purgas políticas dentro del partido para mantener la pureza
ideológica son los nuevos juicios divinos de los Elegidos y sus líderes sobre
la rebeldía. El tono mesiánico del comunismo hace que sea estructural y
emocionalmente más parecido a una religión que a cualquier otro sistema, excepto
el fascismo”. También dio en la clave de su entendimiento Nicolás Gómez Dávila,
para exponer el porqué de esta fuerza primaria que mueve al comunismo: “El
fracaso de la ideología “liberal”, “progresista”, “radical”, “humanitaria”,
“burguesa”, promana de su total incompetencia religiosa. Porque ignoran las
categorías religiosas, la sociedad se deshace en sus manos cuando gobiernan y
las ideas se licúan en su cabeza cuando piensan. La fuerza del comunismo, de
las ideas “revolucionarias” en general, nace del contacto íntimo que mantienen
con los más hondos estratos del alma, allí donde terror, angustia, esperanza,
entusiasmo, confundidos aún, indiferenciados aún, participan todavía de la
vasta penumbra religiosa”.
Está
muy claro, y lo que indirectamente ha venido a decir –insistimos en el
contexto, en un monasterio ortodoxo cristiano- es que el comunismo pretendió
ser una religión sustituta del cristianismo. Pero como son inconciliables, y no
pueden tenerse dos religiones a la vez, ergo, Putin, que es cristiano, no es
comunista.
La
unánime e histérica furia -propia de degenerados que entrevén obstáculos al
ejercicio libre de sus depravaciones- con que las naciones occidentales han
reaccionado frente a la “invasión rusa” a Ucrania, jamás ha sido visto en la
historia. La campaña mediática de los medios masivos de desinformación está
llegando a extremos ostentosamente ridículos, en su afán por demonizar a Rusia
y a Putin (de quien están haciendo desaparecer todo video disponible en Youtube,
haciendo pues lo mismo que hacía Stalin en las fotografías donde aparecían
aquellos a quienes había exterminado). Hitler parece haber quedado muy atrás y al
fin puede tomarse un descanso en su papel de villano serial, pues han
encontrado un digno reemplazo en el nuevo dictador ruso, enemigo de la sociedad
abierta, pluralista, democrática y gayfriendly, en definitiva, de la Humanidad.
Todo este movimiento irracional, desde luego, tiene mucho más de religioso que
de político, pues parece que el hasta ahora avasallante diluvio de inmundicia
moral, que imponía en todas partes la corrección política, ha recibido una
afrenta y ha chocado contra un nuevo telón de acero (como el Titanic contra el
iceberg, si ustedes quieren). Como dijo recientemente el líder de la Iglesia
ortodoxa rusa Kirill: “Hoy
existe una prueba de lealtad a este poder, una especie de transición a ese
mundo ‘feliz’, el mundo del consumo excesivo, el mundo de la ‘libertad’
visible. ¿Sabes cuál es esta prueba? Es muy simple y a la vez terrible: es un
desfile gay. Las solicitudes para realizar un desfile gay se consideran una
prueba de lealtad a ese mundo, tan poderoso, y sabemos que si las personas o
los países rechazan esas solicitudes, se quedan fuera de ese mundo. Esto quiere
decir que se trata de imponer por la fuerza un pecado condenado por la ley de
Dios, y por lo tanto, obligar a las personas a negar a Dios y su verdad” (Visto
acá: (https://www.alertadigital.com/2022/03/10/el-lider-de-la-iglesia-ortodoxa-rusa-la-guerra-en-ucrania-es-correcta-porque-es-contra-el-lobby-gay/)
A lo que vemos, no se
trata, por tanto, de la sólo búsqueda del poder y la riqueza por parte de los
conspiradores satanistas que dominan casi todo el mundo, sino de utilizar ese
poder y esa riqueza para imponer un contra-cristianismo, la inmoralidad como
una muestra de virtud, la aberrante contranatura, los vicios y perversidades como
lo políticamente aceptables, en definitiva, el reinado del pecado, en una
inversión absoluta del orden creado por Dios y sostenido por su Iglesia.
¿Acaso es difícil
entrever la figura que, detrás de la escena (o quizás sea mejor decir, debajo)
insufla este odio en los perversos, pues sabe que le queda poco tiempo, y Rusia
está destinada a jugar un papel que el Cielo le ha asignado, para exaltación de
la Madre de Dios?
Rusia, por supuesto, no
es un país ejemplar en absoluto, pero han emergido de allí reservas que se han
conservado gracias a su largo y heroico combate contra el comunismo y a su
distancia de la influencia deletérea de los Estados Unidos y su deplorable y
atractiva cultura liberal del placer que disuelve los caracteres viriles y
sumerge en el confort y esteriliza toda reacción contra el mal. También gracias
a su origen y pasado cristiano donde, a diferencia de los protestantes, ellos
nunca han renegado de la Santísima Virgen, sino que, por el contrario, siempre
le han profesado una gran devoción. Indudablemente que esto pesa y mucho en la
balanza y en el espíritu de un pueblo.
El
Obstáculo
¿Puede
haber un gobierno mundial sin un gobernante mundial? No hay Imperio sin Emperador.
Mismo la igualitaria farsa democrática requiere un presidente, y en la China un
Secretario general del Partido Comunista. Si hoy los que en verdad gobiernan lo
hacen desde las sombras, la autoridad del déspota –que eso será el Anticristo-
no sólo requiere obediencia, sino también pública sumisión y adoración. Allí no cabe, pues, que existan disidentes.
De
manera que si necesariamente, para la acción del
Anticristo, en cuanto gobernante universal, se requiere un gobierno mundial
absoluto que obedezca a sus mandatos, es lógico que todo lo que conspire contra
la constitución de ese gobierno mundial unificado bajo un solo mando o cabeza, es
un obstáculo o katéjon. Pero atención, sólo puede conspirar eficazmente contra
ello una “organización de la sociedad y
del gobierno, mientras sea representativa del poder romano”, como indicaba
Newman. Veremos eso más en detalle.
Es San Pablo quien se refiere al “Obstáculo” dentro
del misterioso pasaje en que habla del misterio de iniquidad (II Tes. 2, 3-12).
El Apóstol habla del katéjon de dos maneras: primero como un principio o causa
(lo que le detiene) y luego a modo de
una persona determinada (el que ahora detiene).
Sobre la identidad del katéjon se ha venido
discutiendo desde los principios de la Iglesia. Hay quienes han visto el
Obstáculo en el Papado, otros en la Iglesia, otros en San Miguel Arcángel,
otros en San José. Algunos teólogos sostienen que lo que detiene la
manifestación del Anticristo es la no conversión de los judíos. Pero en general
la Tradición, una gran parte de los Santos Padres y destacados exégetas vieron
el Impedimento u Obstáculo en el Imperio Romano, con su gran organización política,
sus acertadas leyes, la disciplina de su ejército, y en general el orden que
mantenía por todas partes (la pax romana) y que, una vez caído el Imperio, se
ha continuado en la Cristiandad. De la misma idea es el Padre Álvaro Calderón:
“Las misteriosas palabras que [San Pablo] les escribe a
los Tesalonicenses en su segunda carta, donde habla de un «obstáculo» que
detiene la operación del misterio de iniquidad sin duda se refieren – como lo
han entendido todos los Santos Padres – al Orden romano (quid detineat)
y en particular al poder político del César (qui tenet). Cuando poco
después los judíos lo hagan apresar y quieran matarlo, San Pablo no dudará en
apelar al César para impedirlo (Hechos 25, 11)” (El Reino de Dios en el Vaticano II, pág. 78.)
Continúa su pensamiento en su gran obra El Reino de Dios. La Iglesia y el orden
político (Ediciones Corredentora, 2018): “Por la manera de hablar de San Pablo,
que pasa del principio a la persona como hablando de la misma cosa, tienen que
ser realidades casi equivalentes. Y así ocurre con el orden romano (quid) y el
César que lo impone (qui). Es más, como hace Santo Tomás, del Imperio Romano se
puede hablar como de una causa o principio, y como de una persona pública, de
manera que en ambos casos se entienda exactamente lo mismo.
“Tiene que ser una cosa concreta y manifiesta, y no un
principio teológico o una realidad espiritual de difícil conocimiento, porque
San Pablo se refiere a ello con sencillez, como a cosa cuya comprensión no
exige especial agudeza de intelecto. Pero a la vez debe ser algo de lo que pudo
hablar oralmente, mas no convenía mencionar por escrito. Y todo esto vale para
las autoridades romanas, asunto tan presente para los destinatarios y el
remitente, del que hemos visto cómo evitaban siempre los Apóstoles hablar de
manera expresa por prudencia.
“Yendo más al fondo del asunto, como se trata de un principio que se opone como contrario a aquello que
llevará al triunfo del Anticristo, debe ser una realidad del mismo género:
“contraria sunt in eodem genere, los contrarios están en el mismo género”. Ahora
bien, Satanás impondrá el Anticristo
moviendo los poderes políticos mundanos para perseguir la Iglesia: “El
diablo –dice Santo Tomás-, en cuya potestad viene el Anticristo, ya empieza a
obrar ocultamente su iniquidad por medio de tiranos y seductores, porque las
persecuciones de la Iglesia de aquel tiempo son figura de aquella última
persecución contra todos los buenos, y son como imperfectas por comparación a
ella”. Por lo tanto, hay que pensar que
lo que detiene la manifestación del Anticristo sean poderes políticos fuertes
que la divina Providencia haya puesto al servicio de la Iglesia de Jesucristo.
Y esto es justamente, como hemos venido señalando, lo que sabían todos los
cristianos desde el inicio: que Roma se rendiría a Cristo y protegería su
Iglesia” (P. Calderón, El Reino de Dios,
págs. 417 a 419).
De la misma opinión y siguiendo el curso de esta
línea, el Padre Emmanuel decía: “…los masones se oponen ante todo y por encima
de todo a la restauración del poder
cristiano. Que un príncipe se
anuncie como cristiano, todos los medios son puestos en obra para
desembarazarse de él. Debe hacerse a
cualquier precio. En consecuencia, el poder político cristiano es lo que
impediría a la secta alcanzar su objetivo” (El drama
del fin de los tiempos, abril 1885).
Algo que uno podría preguntarse es, ¿por qué San Pablo
lo menciona de este modo doble? ¿Acaso no sería una obviedad o redundancia que,
si tratándose del Imperio lo que detiene,
luego hable de el que detiene, siendo
que si es el Imperio, también lo es el Emperador que está a su frente, pues si hay
Imperio hay Emperador? ¿Acaso, como sostienen algunos, dado que nuestro combate
no sólo es en el terreno de lo meramente terreno, sino también en el campo de
lo sobrenatural, “contra los principados, contra las potestades. Contra los
poderes mundanos de estas tinieblas, contra los espíritus de la maldad en lo
celestial” (Ef. 6, 12), no es posible que San Pablo haya señalado la
vinculación entre el que detiene en lo espiritual, y lo que lo detiene en lo terreno?
Aquí sí se podría hablar de los que sostienen la tesis de que sería San Miguel
Arcángel el que detiene la
manifestación del Inicuo, sosteniendo el Imperio o el Orden romano. Cabe
señalar los atributos incomparables del Príncipe de la milicia celestial: no
sólo es el Jefe de esta Milicia celestial, también es el encargado de proteger
al Pueblo de Dios, asimismo el protector de la devoción al Sagrado Corazón, y
ha aparecido reiteradamente en las manifestaciones marianas, particularmente en
Fátima. Por si fuera poco, tras su terrible visión profética, el papa León XIII
consignó la oración a San Miguel que se dispuso rezar al final de la Misa
tradicional. Entre otras cosas desastrosas, el Concilio Vaticano II, quitando
la Misa tradicional, quitó esta oración que, además, se reza por la conversión
de Rusia. Desde entonces, desaparecido mayoritariamente ese “katéjon” en la
oración pública de la Iglesia, las cosas se han desbarrancado estrepitosamente.
A Dios gracias y especialmente a través de Mons. Lefebvre la Misa continuó
rezándose, y así la invocación a San Miguel se mantuvo viva.
Para ayudarnos a intentar comprender cuál podrá ser
hoy todavía ese katéjon –que todavía existe, puesto que no ha aparecido aún el
Anticristo, o, mejor dicho, aún no se ha manifestado públicamente-, permítanos
el lector citar un interesante texto del Padre Castellani, en su “Apokalypsis
de San Juan”:
“La exégesis
patrística se hizo dos curiosas imágenes contrapuestas del Imperio Romano; por
un lado, él es la Fiera; por otro, él es el Obstáculo que impide la manifestación
de la Fiera; con la añadidura de que piensan el Imperio Romano -o al menos, la
Romanidad— durará hasta el Anticristo.
Es que el Imperio de Augusto - y de Nerón - realmente
presentaba a los cristianos primeros dos aspectos contrapuestos. Desenredemos
este enigma.
Por un lado, el Imperio representaba simplemente la
Civilización: con su estricta y hasta hoy insuperada organización política,
modelo de las naciones modernas; con su genio jurídico, su ejército
disciplinado, su flexible organización federal, mantenía el Orden Romano en los
numerosos pueblos que lo componían. “Hay que obedecer al Emperador”, ordenaban
a los fieles San Pedro y San Pablo; el cual “apela al Cesar”, que al fin habrá
de hacerlo decapitar. Él es el Katéjon.
Oigamos a San Pablo: “¿Os es lícito a vosotros azotar
a un ciudadano romano sin haberlo juzgado?”. Ya estaba amarrado a la columna, y
el Centurión despavorido - y el Tribuno también más tarde- lo suelta de
inmediato, como si fuera un Oficial inglés: “habeas corpus”.
Pero el Emperador -diez Emperadores consecutivos— era
el atroz perseguidor de los cristianos: San Juan ve en él la imagen del
Anticristo.
Si el primero de los Césares y que les dio su nombre,
el verdadero creador del Imperio, pareció merecer trono y diadema por su genio
personal; si el segundo los justificó más o menos por una cierta medida de
piedad y de sensatez política; el tercero fue un monstruo, y tuvo por sucesores
no pocos idiotas y dementes. Este era el otro aspecto que, enorme y todo, no
conseguía derrotar en los cristianos la confianza en la estructura civilizada
de la sociedad, de que el Cesar era la clave de arco. De modo que cuando los
Santos Padres siguientes opinan el Anticristo futuro restaurará el Imperio de
Augusto, miran más bien este último aspecto. El Emperador Plebeyo imitará a
Augusto, o más bien a Nerón, primeramente en la guerra a Cristo; también en la
rigidez implacable, la organización cerrada, y el poder absoluto y
“totalitario” de la creación de Julio César: la inhumanidad del paganismo, que
pondera San Pablo. Y que el Imperio durará hasta el Anticristo, se halla fácil
en Daniel; el Profeta que parece hallarse como un puente entre el Antiguo
Testamento y el Nuevo Testamento. De modo que cuando se partió en dos primero,
y después en muchas partes (siglo V, Rómulo Augústulo) los Padres
persistieron en verlo subsistente en forma de Romanidad, de Orden Romano; la
Iglesia y el Ejército mantenían el orden esencial y la actividad civilizadora
en el enorme cuerpo; cosas a que los últimos Emperadores realmente no habían
ayudado mucho, más bien al contrario, San León Magno, en su Sermo de
Apostolis tranquilamente afirma que el Imperio subsiste en la Cristiandad,
mejorado incluso. Y esa idea va a seguir reinando durante todo el Medio Evo,
afirmada rotundamente por Santo Tomás: “¿Cómo es que el Imperio ha caído, y no
ha aparecido el Anticristo? “No ha caído”, responde sin más el Aquinense” (El Apokalypsis de San Juan, Excursus l. El Imperio.
P. 278 y ss. Editorial Vórtice, Buenos Aires, 2005).
Pues bien, dándole amplitud al sentido del “imperio
romano” como garante o difusor de cierto orden social cristiano que impide la
aparición victoriosa del Anticristo, cuyo espíritu de revuelta, anarquía,
degeneración e impiedad ya se ha difundido exitosamente hasta cooptar las
sociedades occidentales, y si también “el Imperio durará hasta el Anticristo”,
¿de qué manera ese “orden romano” es hoy subsistente? Porque, como es lógico, si el Anticristo todavía no es manifiesto,
es porque el obstáculo continúa. Cierto, muy débil, porque la ideología del
Anticristo ha ocupado casi todo el mundo, mismo el interior de la Iglesia, pero
aún así, está allí.
Haremos algunas consideraciones al respecto:
1) “Hay que pensar
que lo que detiene la manifestación del Anticristo sean poderes políticos
fuertes que la divina Providencia haya puesto al servicio de la Iglesia de
Jesucristo” (P. Calderón). Que la divina Providencia haya escogido un poder
político fuerte para su servicio, no significa que necesariamente ese poder
político resida en Roma, o que sea claramente consciente del papel que está
jugando.
2) Al igual que el Imperio Romano representaba dos
aspectos contrapuestos, así también ocurre con Rusia: ha sido el azote de los
cristianos cuando fue comunista y se llamaba U.R.S.S., mas luego abandonó el
comunismo y retomó el cristianismo (aunque no católico o romano). Como afirma Castellani
del Imperio romano: “…por un lado, él
es la Fiera; por otro, él es el Obstáculo que impide la manifestación de
la Fiera”, lo mismo puede decirse de Rusia: es la Fiera comunista que debe
consagrarse, pero luego se convierte en Obstáculo (en el medio hubo algunas
consagraciones incompletas o a medias, por decir así, y una sucesión de hechos
sorprendentes en aquel país donde el comunismo estatal parecía inexpugnable).
3) Si el katéjon sigue existiendo, ¿está en Occidente?
Absolutamente no. Todos los países que fueron católicos, han abrazado la
contranatura y legislado en favor de la perversa ideología de género, aprobando
oficialmente el “matrimonio homosexual”, “cambio de sexo”, aborto, eutanasia, corrupción
infantil, más un largo etcétera, destruyendo el tejido social y la convivencia,
corrompiendo la Familia, el Derecho, las Fuerzas Armadas y prácticamente todo
el orden civil, ahora sumido en la más completa anarquía. Por el contrario, aun
con sus errores, en Rusia la Iglesia, el Ejército y la Patria, estas tres
instituciones más la Familia (y el derecho y acceso a la propiedad privada),
constituyen los pilares básicos con que el orden del “Imperio” se sostiene. Sin
eso el cristianismo no puede sobrevivir.
4) Otra cosa interesante dijo el Padre Calderón: “Y
esto es justamente, como hemos venido señalando, lo que sabían todos los cristianos desde el inicio: que Roma se rendiría a Cristo y protegería
su Iglesia”. En efecto, si San Pablo les había comunicado que el katéjon
era el Imperio Romano, entonces sabían que en algún momento se convertiría, lo
que ocurrió en 313 con Constantino. Del mismo modo, los católicos sabemos –porque la Virgen nos lo anunció en Fátima- que Rusia se convertirá: Rusia que por
entonces era un flagelo. Entonces, por analogía, Rusia es hoy el Imperio Romano
que finalmente será quien defienda a la Iglesia de Cristo (es decir, la
Católica, Apostólica, Romana) de sus enemigos. Ya mencionamos eso e incluso la
llamativa coincidencia de fechas: 13 de junio de 313 fue el edicto de Milán, y
13 de junio de 1929 la Virgen pidió la consagración de Rusia. (Ver nuestro
artículo: Como
el Imperio Romano,Rusia se convertirá).
5) Respecto de la cabeza del Imperio, en este caso
Vladimir Putin, destaquemos que hay en la historia rusa tres Vladimir que le
han marcado su destino: Vladimir de Kiev, fue quien la volvió cristiana;
Vladimir Lenin, quien la volvió comunista; y Vladimir Putin quien la sacó del
comunismo para llevarla al cristianismo. Le falta el paso final y decisivo:
llevarla a la Iglesia Católica. Dos datos interesantes se vinculan a este
líder: alguien que pertenece al cisma ruso afirma que es su iglesia (ortodoxa
rusa) el katéjon, debido a que, de acuerdo a Daniel, capítulo 12, 1, cuando se
habla de la liberación del pueblo de Dios, se afirma: “En
aquel tiempo se alzará Miguel, el gran príncipe y defensor de los hijos de tu
pueblo; y vendrá tiempo de angustia cual nunca ha habido desde que existen
naciones hasta ese tiempo. En ese tiempo será librado tu pueblo, todo aquel que
se hallare inscrito en el libro”. Ahora bien, esto se vincula a Putin como
figura de San Miguel, ya que Putin fue bautizado el día de San Miguel Arcángel,
y su nombre religioso es Miguel. Pero hay un detalle que el tal expositor
“ortodoxo” no menciona (¿por qué será?), y es lo que debería hacerse si se
quiere completar el cuadro de la apropiación simbólica que se pretende, y es el
siguiente dato: Vladimir Putin nació el 7 de octubre de 1952, es decir, el día
de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Recordemos que en Fátima la Virgen
insiste en cada aparición para que recemos el santo Rosario. Tanto la Virgen
como San Miguel aplastan la cabeza del dragón o satanás.
6)
Agreguemos a estos datos varios signos llamativos que se han ido dando: significativamente, el Muro de Berlín cayó en un día 9 de noviembre, que es
el aniversario de la primera dedicación pública de una iglesia, la Archibasílica
del Salvador, hoy San Juan de Letrán, en Roma en 324, en tiempo de Constantino. La URSS fue disuelta un día 8 de
diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción. La bandera comunista se arrió
del Kremlin un 25 de diciembre, Navidad para nosotros los católicos (para los
ortodoxos es el 6 de enero). Podemos recordar acá que Santa Teresa del Niño
Jesús es oficialmente –proclamada por el papa Pío XI- la santa protectora de
los rusos, y en 1999 sus reliquias visitaron Rusia, donde recorrieron más de
30.000 km. a lo largo y ancho de todo el país, pasando incluso por frente a los
muros del Kremlin en andas de los guardias rusos. Ese mismo año, asumió
Vladimir Putin el gobierno de Rusia. Ante la apabullante secularización del
Occidente alguna vez cristiano, donde la influencia de la Iglesia católica es
inexistente en la esfera pública, frente a la disolución de las religiones, las
naciones y hasta la identidad sexual en la moribunda Europa en manos de la
masonería, en Rusia, a pesar de sus problemas internos y la pesada herencia del
comunismo, el valor de lo sagrado ha constituido un eje sobre el cual se ha
construido la defensa de su identidad nacional inexpugnable. ¿Acaso son pocos los
signos favorables que se están viendo?
Conclusión: si hoy existe un katéjon, y lo hay puesto
que el Anticristo no ha aparecido, no puede ser otro que Rusia. De modo tal
que, en la guerra que se está desarrollando, todos los enemigos de Cristo en
Occidente -los de Oriente se mantienen expectantes- que apuntan sus cañones
contra Rusia, no buscan sino quitar de en medio ese gran obstáculo que impide
la conformación del proyectado Nuevo Orden Mundial anticristiano, que haría
posible la entronización del Anticristo. Por lo tanto, siendo esto así, cabe
preguntarse: en este conflicto, ¿un católico puede considerarse neutral?
Pero si hay alguien que no ha permanecido neutral, a pesar de querer mostrar que lo es, y en cambio ha tomado partido por Ucrania -que en realidad no es otra cosa que un territorio ocupado y usado vilmente por la OTAN, y que comenzó a ser liberado por Rusia-, es el Vaticano, que por supuesto hace décadas abrazó la causa del Nuevo Orden Mundial enemigo de Cristo, recordemos que ya en su tiempo hablaba Monseñor Lefebvre de la “Roma anticristo”. Con la “pandemia” se vio más claro que nunca. Ahora, sin que Francisco condene directamente a Rusia, ha dejado clara su postura, en nombre de un pacifismo que no es cristiano, y está tratando de sumar detrás de él a todos los obispos del mundo, involucrando a la Iglesia en lo que sería una falsa paz –la que había hasta ahora no era una verdadera paz sino la paz liberal del demonio- , por lo cual el panorama que asoma es terrible. Si no se consagra realmente y como pidió la Virgen a Rusia, esperando su conversión y la difusión de la devoción reparadora al Corazón Inmaculado de María en todo el mundo, a fin de que venga el triunfo de ese Corazón Inmaculado, entonces todo va a empeorar.
Por eso hay que ser realistas de frente a este anuncio
de la consagración, de la cual aún no conocemos el texto. Los modernistas,
embanderados del lado del occidente apóstata, quieren que cese la guerra entre
Rusia y Ucrania, o sea que vuelva a como estaba antes, una Ucrania armándose y
preparándose para ser parte de la OTAN, en su avance hostil hacia Moscú. Pero
como esta es una guerra contra el occidental liberal y satanista (esto no es
una hipérbole, por supuesto, allí las
élites adoran a Satanás y existe un culto reconocido y aprobado por el Estado),
eso sería catastrófico: Rusia no puede retroceder.
El ex comandante de las fuerzas especiales
australianas Riccardo Bosi, dijo sobre Ucrania: "Ucrania es el centro del
Estado profundo. Es la cabeza de la serpiente y Vlad le está quitando la
cabeza". "Ucrania ha sido el centro de los globalistas durante décadas
y décadas... La CIA ha estado trabajando en Ucrania durante 70 años". "No
hagáis caso de toda la cháchara sobre la guerra nuclear y los intentos de Rusia
de apoderarse del globo. Todo lo contrario. Investiga por ti mismo y deja de
ver los medios de comunicación dominantes". Si lo que dice este hombre es
cierto, y parece lo sea, entonces se entiende más el porqué de la furiosa
reacción de Occidente contra Rusia y por qué también están intentando esta
movida de Francisco y Fátima.
No es desubicada esta hipótesis: la supuesta
consagración podría ser un primer acto de avance –mediático- contra Rusia;
mostraría que Occidente no quiere otra cosa que la paz. Luego vendría un
atentado de falsa bandera con armas químicas, por parte de la OTAN, atribuido a
los rusos, tan diabólicos que ni siquiera se someten a la piadosa plegaria a la
Virgen. Entonces, ya agotadas todas las instancias, y vista la monstruosa e
irredimible intención del tirano ruso Putin, la OTAN decide el ataque y estalla
la Gran Guerra en el resto de Europa.
Esperamos que esto no pase de una hipótesis y que se
produzca un milagro, el próximo 25 de marzo. Como fuere, y puesto que, como prometió
la Santísima Virgen, Rusia será consagrada y que, aunque tarde, se convertirá,
y al fin su Corazón Inmaculado triunfará, la guerra no podrá dar como vencedor
al impío, perverso y satánico imperio de mentiras que la judeo-masonería ha
erigido del otro lado del mundo, en la “tierra de la libertad”.
¡Viva el Sagrado Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María!